sábado, 19 de febrero de 2011

Rv: César Hildebrandt: "El fin de las embajadas" [PAPELES PARA LA HISTORIA]

Fecha: sábado, 19 de febrero, 2011 08:45


AÑO DEL PRIMER CENTENARIO DE VIDA DEL AMAUTA JOSÉ MARÍA ARGUEDAS


"Si no vives para servir, no sirves para vivir"
es el lema de los blogs de Julio Carmona
(editados con la colaboración de Juan Víctor Alfaro):
http://www.vosquedepalabrasvives.blogspot.com/
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¿Seguiremos dominados
por el águila voraz,
y muertos por sus soldados
que llaman "Cuerpos de paz"?

César Hildebrandt: "El fin de las embajadas"

Es grave lo que la emba­ja­dora de los Esta­dos Uni­dos en Lima le dijo el miér­co­les pasado a Ollanta Humala. Y lo es por­que, entre otras cosas, prueba la depen­den­cia que algu­nos polí­ti­cos tie­nen res­pecto del poder nor­te­ame­ri­cano. No es que admi­ren a Faulkner o a Roo­se­velt: se incli­nan ante Wall Street. No aman lo mejor de los Esta­dos Uni­dos, que son sus disi­den­tes, sus cien­tí­fi­cos, sus plás­ti­cos, sus cineas­tas, sus escritores o sus astró­no­mos: lo que los sub­yuga es el impe­rio, la bota en el desierto, las llu­vias de ruina de sus avio­nes invencibles.

La cosa fue así: Wiki­leaks ha reve­lado que, entre octu­bre y noviem­bre del 2005, un alto fun­cio­na­rio del minis­te­rio del Inte­rior del gobierno de Ale­jan­dro Toledo se acercó a la emba­jada de los Esta­dos Uni­dos en el Perú y pidió –no se sabe si al emba­ja­dor o al inter­lo­cu­tor que aquel habría desig­nado – que Esta­dos Uni­dos con­tri­bu­yese a impe­dir que Ollanta Humala lle­gase a la Pre ­si­den­cia de la República.

Esa con­tri­bu­ción con­sis­tía en par­ti­ci­par, con todo el peso geo­po­lí­tico y diplo­má­tico que fuera nece­sa­rio, en la crea­ción de un clima inter­na­cio­nal hos­til a Humala. Se tra­taba, en suma, de crear y/o rebo­tar noti­cias, de ampli­fi­car rumo­res y de mag­ni­fi­car cual­quier indi­cio que per­mi­tiese hacerle creer a la gente que Hugo Chá­vez estaba en el esce­na­rio, que Humala no era sino su mario­neta y que un triunfo suyo sólo podía equi­va­ler al apoca­lip­sis.

Eso quiere decir, en cris­tiano, que el repre­sen­tante de Toledo que habló en la emba­jada (¿Rómulo Piza­rro no nos tiene nada que con­tar?) no estaba pidiendo otra cosa que la inje­ren­cia de la CIA en la elec­ción pre­si­den­cial del Perú. Por­que sólo la CIA hace las cosas sucias que el emi­sa­rio de Toledo solicitaba.

Emba­ja­dora de EE.UU. — Rose Likins

La sim­pá­tica y mal hablada emba­ja­dora actual de los Esta­dos Uni­dos ha seña­lado que "en nin­gún momento dije que el pre­si­dente Ale­jan­dro Toledo nos había soli­ci­tado algo". Claro, no miente. No fue Toledo. Fue su enviado: nada menos que "un alto fun­cio­na­rio del minis­te­rio del Inte­rior del Perú" (según consta lite­ral­mente en el cable enviado desde Lima al Depar­ta­mento de Estado).

Recor­de­mos: en octubre-noviembre del 2005 Humala apa­re­cía como alguien que amena­zaba el statu quo y su influen­cia en el inte­rior del país, y en las zonas pobres de Lima, hacía que muchos temie­ran que su cre­ci­miento fuese, en los pró­xi­mos meses, exponencial.

Lour­des Flo­res, la derro­tada cró­nica, se le enfren­taba. Estaba pri­mera, pero dete­nida en un 25% de inten­ción de vota. Y Alan Gar­cía, que toda­vía tenía la carca de los podri­dos 80, había sido alcan­zado en pun­taje por el cre­ciente Humala (13% para ambos en noviem­bre del 2005, según la siem­pre con­ser­va­dora Uni­ver­si­dad de Lima).

Encues­tas masi­vas hechas por el ser­vi­cio de inte­li­gen­cia de la marina –y no reve­la­das al público– demos­tra­ban que la resis­ten­cia hacia Gar­cía era enorme y que eso sería un lastre fatal durante la evo­lu­ción de la con­tienda. Y seña­la­ban tam­bién que la can­di­da­tura de Lour­des Flo­res podía aspi­rar, en el mejor de los casos, a un 3o% de votos válidos.

Esos temo­res empe­za­ron a cobrar vida muy pronto: en ape­nas un mes, Humala pasó del 13 al 23 por ciento de inten­ción de voto mien­tras a que Lour­des Flo­res ate­rri­zaba en un 28 por ­ciento y Alan Gar­cía, al igual que Pania­gua, des­cen­dían algu­nas décimas.

La situa­ción era, pues, de catás­trofe para aque­llos que pen­sa­ban –y pien­san– que sólo PPK y sus igua­les pue­den gober­nar el país. Entre esos muchos asus­ta­dos esta­ban los inte­gran­tes de la puerca Cofra­día, un lobby de perio­dis­tas reuni­dos para ser­vir a los pode­res fác­ti­cos que los requiriesen.

Entre esas víc­ti­mas del pánico estaba, en pri­mer lugar, El Comer­cio, que enca­bezó, con la fero­ci­dad de sus mejo­res tiem­pos san­ches­ce­rris­tas, la cam­paña con­tra Humala. Y esa quizá sea la razón por la cual El Comer­cio, que sí des­taca la reunión de una emi­sa­ria de Chá­vez con Humala en el 2008, dice ahora que "sólo tiene docu­men­tos de Wiki­leaks con fecha del 2006 para ade­lante". ¡Qué des­caro! ¡Qué vieja náusea!

Siga­mos recor­dando: fue en aque­lla época en que el doc­tor Toledo, desde la pre­si­den­cia de la repú­blica, pidió al pue­blo "no dar un salto al vacío", entro­me­tién­dose gro­se­ra­mente en la cam­paña electoral.

Recor­de­mos un poco más: fue por esa época –en plena bata­lla elec­to­ral– que El Comercio y la banda de Glen Miller –asis­tida pro­ba­ble­mente desde la emba­jada de los Esta­dos Uni­dos– tra­jinó la falsa noti­cia de que esta­ban entrando por la fron­tera boliviano-peruana 60,000 fusi­les que esta­rían des­ti­na­dos a "las gue­rri­llas aus­pi­cia­das por el Alba". Fue el momento en que Ceci­lia Valen­zuela, con­ver­tida en la Rosita Ríos de los pota­jes reac­cio­na­rios, veía cha­vis­tas gue­rri­lle­ros y terro­ris­tas inter­na­cio­na­les hasta en la sopa.

La con­signa era clara: sólo una cam­paña de terror podía hacer que García, en la segunda vuelta, regre­sase a la pre­si­den­cia que había des­hon­rado. De allí a pen­sar que Toledo y Gar­cía fue­ron socios epi­só­di­cos en la obten­ción de infor­ma­ción clave para la cam­paña hay sólo un pasito.

No hay dudas de que el señor Chá­vez que­ría que Humala ganara y que espe­raba que el Perú fuese ser­vi­cial con su pro­yecto de quie­bras, expro­pia­cio­nes y bru­tal arbi­tra­rie­dad. Y no hay dudas de que Humala no hizo, a tiempo, el des­linde que cual­quier con­se­jero lúcido habría tenido que gri­tarle: sepa­rarse de ese mili­tar vene­zo­lano que se creía Bolívar pero que, a veces, actuaba como Juan Vicente Gómez.

Pero eso era un asunto que tenía­mos que enfren­tar los peruanos.

Acu­dir a la emba­jada de los Esta­dos Uni­dos era repe­tir lo que hizo el fas­cismo chi­leno en la época de Allende: soli­ci­tar ase­so­rías para el cri­men, plata para los sabo­ta­jes huelguís­ti­cos, pól­vora para las bom­bas, armas para matar al gene­ral René Sch­nei­der, ase­si­nado, en octu­bre de 1970, siguiendo un plan de la CIA cuyo obje­tivo era impe­dir que la Uni ­dad Popu­lar asu­miera el poder ganado en elec­cio­nes y con­fir­mado en el Congreso.

El señor Toledo debe­ría dar­nos algu­nas expli­ca­cio­nes. Pero sobre todo debe­ría, a solas, arre­pen­tirse. Ser fur­gón de cola ya es penoso. Ponerse el ove­rol del car­bo­nero y/o los almi­do­nes del mayor­domo es dema­siado para un man­da­ta­rio. Hasta para uno tercermundista.
 
Tomado del Sema­na­rio "Hil­de­brandt en sus trece", 18 de Febrero de 2011

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Publicado por Juan Víctor Alfaro para PAPELES PARA LA HISTORIA el 2/19/2011 05:36:00 AM


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