MENSAJE A LOS HERMANOS DE HUANCHO LIMA
Queridas hermanas y hermanos huancheños:
Con ocasión de cumplirse hoy 16 de diciembre un aniversario más de la destrucción de la capital de la República del Tahuantinsuyo, con su capital Huancho Lima, Ciudad de las nieves; no quisiera estar ausente de tan importante fecha a pesar de la distancia y el tiempo. Un día como hoy en 1923, la ciudad de Huancho Lima fue destruida desde cimientos, habiendo sido un pueblo edificado de acuerdo al plano urbano de Lima, para convertirse en el centro administrativo de la nueva República del Perú donde, no debía haber explotados ni explotadores.
De esa manera se hizo realidad la utopía social del siglo XX, propugnada por Juan Bustamante "El viajero", de modo especial por Teodomiro Gutiérrez Cueva "Rumi maki" y se le llevó a la práctica, debido al liderazgo político de Carlos Condorena Yujra. Sin embargo, no debe quedar en el olvido el nombre de Evaristo Corimayhua, el primer maestro fusilado en la puerta de la capilla.
Regresan volando los nombres de Mariano Paqo Mamani, de la lideresa aymara Rita Puma, maravillosa mujer que a los 24 años que formó brigadas destinadas a una educación para liberar a las mujeres de la servidumbre y la miseria. El sistema educativo implantado en Aña Aña, pasó después a constituir, debido a las ideas de Carlos Condorena Yujra, en un sistema de descoloniedad y liberación social, en base a una doctrina pedagógica libertaria y humanista, que ahora han adoptado muchos pueblos que han conseguido fundar un sistema educativo propio.
Todos los dirigentes del Huancho Lima y actores que ocupaban las instalaciones de la Ciudad de Huancho Lima, fueron detenidos y fusilados, otros torturados y encarcelados, hasta que Juan de Dios Salazar y Oyarzábal, eterno diputado leguiíta por Huancané, logró la aprobación una ley de amnistía. No fue procesado el mayor E.P. Luis Vinatea como ninguno de los mestizos culpables de asesinatos, saqueos y robo de ganado. Los jueces Juan de Dios Cuentas Zavala y Enrique Gallegos, dejaron pasar seis años en los que ordenaron el encarcelamiento de más de cincuenta campesinos que perdieron todo su patrimonio.
Nunca se supo cuántos huancheños murieron en la horrenda masacre perpetrada por las fuerzas del orden usando fusiles modernos y ametralladoras, el 16 de diciembre de 1923. Huancho Lima fue destruido desde cimientos y luego incendiado. Como era un día domingo, hubo una gran concentración de campesinos que fueron sorprendidos y muertos, sin entender lo que realmente sucedía. Son hechos que las nuevas generaciones no conocen y por eso carecen de una esclarecida conciencia social, para seguir luchando, en un mundo cada vez más adverso.
El obispo José María Cosio que dirigió la comisión de investigación de los sucesos de 1923, presentó un informe parcializado y omitió denunciar los hechos ante del Poder Judicial. Fue un encubrimiento horrendo, parecido a la acción cumplida por Mario Vargas Llosa en el caso de Uchuraqay. El 26 de enero de 1983, fueron asesinados 8 periodistas. Sin embargo, los responsables no fueron sancionados y nadie, pudo devolverles la vida a personas que solo buscaban la verdad de los hechos ocasionados por la violencia irracional generalizada.
Creadas las escuelas rurales y luego los Núcleos Escolares Campesinos, el sistema educativo neocolonial se encargó de formar nuevas legiones de pongos culturales al servicio de la coloniedad. Lamentablemente, las nuevas generaciones de huancheños profesionales, no han retomado el liderazgo de sus antepasados. Sin embargo, no es tarde para esperar que la nueva juventud retome los ideales del pasado y se proyecten al futuro.
Tanto Carlos Condorena, Mariano Paqo Mamani y Evaristo Corimayhua están enterrados en sus estancias. Los restos humanos de Rita Puma permanecen en una fosa común en el panteón de Moho. Es preciso edificar un monumento en la plaza de Huancané en vez de esa torre que es una vergüenza a la modernidad, pues no funciona un antiguo reloj. En ese sitio debería edificarse un monumento que contenga los restos humanos de los líderes de la gesta revolucionaria de 1923, destinada a devolvernos la personalidad y memoria social colectiva.
Pese al sistemático olvido y desprecio a la Nación aymara, los ideales de los líderes y memoria de los muertos alimentan la razón para seguir luchando por una sociedad distinta, por la que sacrificaron sus vidas muchos huancheños. Los pueblos que mantienen la fe en otra forma de vida como es suma qamaña, están convencidos que se trata de un principio que rompe con el pasado ignominioso y propone, fundar una sociedad sin abismos sociales, miseria ni dependencia.
Por eso, formulo un histórico llamado a las mujeres y jóvenes profesionales, trabajadores y campesinos huancheños, para que se organicen y unan con todos los hermanos y hermanas de la Nación aymara, quechua y pueblos amazónicos para luchar juntos. Solo la unidad de ideales sociales e ideológicos comunes podrá hacer realidad, no solo reivindicar a los héroes civiles de Huancho Lima, sino proponer con urgencia un sistema político con representación étnica. Se trata de una necesaria como histórica convocatoria para una asamblea constituyente, destinada a la redacción y promulgación de una nueva Constitución Política del Perú.
La República hispana criolla ha llegado a la más refunda crisis social, política y económica. El hartazgo social nos ha destrozado y atrapado mortalmente. Hemos llegado a los límites de la paciencia ciudadana. La violencia que genera el sistema ha destruido el tejido social, dañado y desaparecido al Estado. Sin embargo, la política criolla no ha podido destruir la reserva moral que son la Nación aymara, como los pueblos quechua y amazónicos.
No se trata de tomar una actitud nihilista y menos desmoralizante, sino hablar de una acción destinada a realizar cambios sociales esenciales para salvar al Perú de la destrucción mortal. La fundación de Huancho Lima en 1923, fue un hecho histórico ejemplar no solo para los peruanos del siglo XX, sino para todos los pueblos del mundo que decidan ser libres y soberanos. Solo los pueblos que luchan por sus ideales supremos llegan a edificar una sociedad distinta.
La corrupción no es un hecho nuevo, es una práctica implantada desde la invasión española y ataque al sistema incaico peruano. La primera acción de chantaje, extorsión, coacción, amenaza, sicariato, robo, timo y secuestro lo hizo Francisco Pizarro y sus sátrapas invasores contra el inca Atahualpa. Lo que se conoce ahora respecto a la corrupción generalizada, no alcanza al monto en oro y plata que se llevaron los españoles en con el chantaje y asesinato de Atahualpa.
Durante la existencia de la República colonial peruana, la corrupción se modernizó y recicló a través de agrupaciones políticas que llegaron al poder para un ilimitado como sistemático saqueo. Desde 1821 nada ha cambiado, al contrario el sistemático robo del erario nacional, ha crecido al amparo de la legalidad y precariedad del Estado. En síntesis, el Perú y las grandes mayorías se han empobrecido, pero ha surgido una clase social beneficiaria que se ha enquistado en el poder.
Por todas estas razones, la idea histórica es proponer la Refundación del Perú, frente a la grave crisis social, política y económica que nos agobia. Cada generación de escritores tiene una ineludible tarea histórica que cumplir frente a la realidad, la mía de alguna manera ha concurrido para esclarecer los hechos y propuesto una acción que resulta ineludible: La refundación del Perú. La violencia irracional del pasado, practicado por grupos extremistas y el Estado, nos ha dejado profundas heridas que todavía no han podido cicatrizar. Es entonces notorio que frente a la ausencia de un debate y deslinde político como ideológico, queda ese hecho como una tarea pendiente e ineludible.
Como escritor aymara y huancaneño universal, cumplo con el deber moral que me imponen las circunstancias históricas, por lo que me sumo a la defensa de la memoria histórica e identidad de la Nación aymara. Con más fuerza aún a la exigencia de una urgente Refundación del Perú. Estoy llano a concurrir a la gesta histórica del siglo XXI, un hecho ineludible como impostergable. Además, será un ejemplo para todos los pueblos del mundo que decidan ser libres y soberanos. Cuando los jóvenes de los pueblos colonizados deciden cambiar de rumbo a la historia, logran sus objetivos aún a costa de la propia vida como los huancheños que se inmolaron en 1923, pero que viven y vivirán siempre en la memoria social.
Lima 16 de diciembre del año 2017.
José Luis Ayala
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