martes, 24 de marzo de 2009

Fwd: LIBERALISMO USA 230309



---------- Mensaje reenviado ----------
De: Rebeca Montes Sanchez <rebecamontes2000@yahoo.es>
Fecha: 24 de marzo de 2009 22:57
Asunto: LIBERALISMO USA 230309
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Un Tema de Actualidad

LIBERALISMO NORTEAMERICANO

Y SU CRÍTICA COMUNITARIA

Desde Tocqueville, a menudo se ha considerado a Estados Unidos la tierra preferida de la democracia liberal, que a partir de la Constitución de 1787, floreció sin tropezar con los obstáculos que habría tenido que superar en los países europeos, Este tema, reformulado por Louis Hartz en su libro de 1955 titulado The Liberal Tradition in America, ha gozad durante mucho tiempo de una hegemonía indiscutida, característica a la que se atribuye la doble ausencia en Estados Unidos de una verdadera tradición conservadora y de un movimiento socialista importante. Mucha gente ha visto también en esta característica el secreto de la fuerza y la vitalidad del Nuevo Mundo. Y, sin embargo, hace ya varios años que los norteamericanos parecen mostrarse cada vez más críticos respecto de este predominio del liberalismo democrático: como resultado de ello, hay quienes han investigado otras formas de identidad y han comenzado a escudriñar en su pasado con el propósito de descubrir signos de la presencia de otras tradiciones.
A finales de los años sesenta se organizó un movimiento "neoconservador" para defenderse del "exceso de democracia". Alzando el espectro del "precipicio de igualdad" este grupo, constituido por prestigiosos intelectuales unidos en torno a las revistas Commentary y The Public Interest, lanzaron una ofensiva contra la ola democrática de los diversos movimientos sociales de esa década. Denunciaron el exceso de las exigencias que esa multiplicación de nuevos derechos impone al Estado y el peligro que esta explosión de reclamaciones igualitarias plantea al sistema basado en la autoridad. Aproximadamente al mismo tiempo, un grupo de "neoliberales" atacó las medidas de redistribución de la Gran Sociedad y denunció la creciente intervención del Estado en la economía. Para ambos grupos, el blanco es, en efecto, la articulación entre liberalismo y democracia: el potencial subversivo de la idea democrática frente a la preservación de las relaciones sociales dominantes.
Recientemente se ha hecho oír una nueva voz: el blanco de la crítica ya no es la democracia sino el liberalismo, al que, debido al arraigo tan profundo de su individualismo, se hace responsable de la destrucción de los valores de la comunidad y del deterioro progresivo de la vida pública. Este tipo de crítica, que tiene variantes izquierdistas y conservadoras, es original porque opera en el marco del redescubrimiento de una tradición oculta en Estados Unidos, la del "republicanismo cívico". Esta tradición –que algunos prefieren denominar "humanismo cívico"- afirma en su discurso político que la verdadera realización humana sólo es posible cuando se actúa como ciudadano de una comunidad política libre y con autogobierno. De acuerdo con Pocock –uno de los principales contribuyentes a esta reconstrucción-, los orígenes de esta concepción se remontan a la visión aristotélica del hombre como zoón politikón (animal político), la obra de Cicerón y la idea romana de res publica (cosa pública); pero en la Florencia del siglo XV es donde adquiere las características que habrán de influir en el pensamiento político norteamericano de los siglos XVII y XVIII, a través de James Harrington y los neoharringtorianos. (J.G.A.Pocock, The Machiavellian Moment: Florentine Political Thought an The Atlantic Tradition, Princeton, 1975) Es un lenguaje político que realiza una síntesis entre los elementos aristotélicos y los maquiavelianos, en el que las nociones de "bien común", de "virtud cívica" y de "corrupción" desempeñan un papel central.
En las últimas décadas ha tenido lugar una reorientación espectacular en la interpretación de la Revolución norteamericana, que ha sacado particularmente a la luz la importancia del republicanismo cívico en el período revolucionario. Contra la interpretación dominante, que veía en esta revolución una ruptura de tipo racionalista con el Viejo Mundo, influida principalmente por las ideas de Locke, la obra de historiadores como Baylin y Word ha mostrado que ha sufrido la profunda influencia de la cultura del humanismo cívico neoharringtoniano; de aquí el papel fundamental de la idea de "corrupción" en el lenguaje político de los patriotas norteamericanos, tal como se revela en el análisis que Baylin ha realizado de sus panfletos. Sólo más adelante la concepción clásica de la política, en la que los individuos participan activamente en la res publica, se desliza a nuevo paradigma: el de la democracia representativa. De acuerdo con Gordon Wodd, la Constitución de 1787 es la que marca el final de la política clásica y la instalación de un nuevo paradigma en el que ya no se concibe al pueblo unido por una identidad de intereses, sino como "un conglomerado de individuos hostiles que, en beneficio mutuo, se reúnen para la construcción de una sociedad"
Fue en ese momento cuando desapareció la insistencia en la necesidad de virtud pública y de bien común para dar paso a la nueva concepción de opinión pública. Word muestra que surgió entonces una nueva fórmula de gobierno, fórmula que implicaba una concepción de lo político como compromiso entre intereses cuya formulación era exterior a la acción política misma. Esta nueva concepción, que en general se califica de "liberal", resultó dominante durante el siglo XIX, pero según algunos autores, la concepción republicana no se borró por completo. Pocock, por ejemplo, afirma que persistió bajo tierra gracias al ascenso de los símbolos premodernos y antiindustriales de la cultura norteamericana. A esta tradición apelaron los autores que criticaron el individualismo liberal y afirmaron que la misma capacitó a los norteamericanos para retener un cierto sentido de comunidad que les permitió resistir los efectos corrosivos del individualismo en la revitalización de esta tradición de republicanismo cívico ven la solución de la crisis que hoy atraviesa la sociedad norteamericana. Crisis que, según ellos, consiste en la destrucción del vínculo social por la promoción liberal del individuo que sólo sabe cómo cuidar su interés propio y rechaza toda obligación que pueda cercenar su libertad. Mientras que para los neoconservadores el origen de las dificultades del sistema de democracia liberal se halla en la idea democrática, para los llamados "comunitarios" hay que buscarlo en la desaparición de la virtud cívica y del reconocimiento de una comunidad política en la que la ciudadanía no sólo implica derechos, sino también deberes fundamentales. Esto último es consecuencia de la creciente privatización de la vida social y de la desaparición del espacio público, a lo que sólo se puede poner remedio mediante la restauración del valor de la participación política. Hoy, la ilusión liberal de que la armonía puede surgir del libre juego de los intereses privados y de que la sociedad moderna ya no necesita virtud cívica, ha terminado por mostrarse peligrosa, pues pone en tela de juicio la verdadera existencia del proceso democrático. De aquí deriva la necesidad de una nueva cultura política que reconecte con la tradición del republicanismo cívico y restaure la dignidad de la política.

Chantal Mouffe

, El Retorno de lo Político, 1993

Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999. 219 págs; 15.5 x 23 cms.

Nota
.- Charles Alexis de Tocqueville (1805-1859), fue de los primeros en analizar la democracia norteamericana, consciente de su victoria inevitable ante el antiguo régimen y sistema social. De ahí esbozó sus reflexiones sobre el liberalismo, la garantía del pleno respeto a la libertad mediante la descentralización administrativa y la creación de asociaciones de todo tipo.
Terminando el ciclo del sistema capitalista, se presenta Chantal Mouflé como "una de las pensadoras más influyentes en el ámbito de la filosofía actual" Ahora "El universalismo, el racionalismo y el individualismo de la teoría liberal acaban por provocarle (a la teoría de la democracia liberal) un fuerte bloqueo ante la especificidad de lo político principalmente frente al papel esencial que desempeñan los antagonismos y el poder en la vida social" (Comentario Editorial) Este Capítulo 2 del libro analiza, precisamente, esta realidad actual y la relación entre democracia y liberalismo.
JCM analiza la raíz del problema y señala que "Lo sustancial radica en que la cartelización coloca en pocas manos el manejo de las principales ramas de la producción. El capital financiero, en este período -que con la ruina del principio de la libre concurrencia se define como un período de decadencia capitalista- domina y subyuga al capital industrial, transfiriendo el comando de la producción a los banqueros, con la inevitable consecuencia de un retorno de la economía a formas usurarias, opuestas a la ley que, condenando todo parasitismo, exige que la producción sea gobernada por sus propios factores" (24.12.27)
Es necesario, pues, estudiar la relación democracia-liberalismo y su trasfondo económico.
Ragarro
23.03.09





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