domingo, 22 de marzo de 2009

RAUL WINNER

Este diario

En estos días en los que LA PRIMERA ha tenido dificultades para cumplir con el pago de las remuneraciones de sus trabajadores, hemos recibido diversas muestras de solidaridad y aliento de personas que quieren que este diario siga saliendo porque se identifican con su línea independiente y opositora. Otro, que todos saben quién es, fiel a su estilo, ha celebrado en cambio anticipadamente un cierre con el que sueña porque le duele la competencia y le fastidia que le demuestren de vez en cuando sus mejores pachotadas, y otra vez ha anunciado la renuncia de nuestro director con la que ya ha patinado varias veces.

A mí, que como cualquier otro, me ha afectado severamente el atraso, me ha endilgado el personaje la especie de ser el “único que está al día”. Y lo dice porque le da la gana y porque supone que con eso me descalifica o siembra la cizaña. Nada más. Porque yo no gozo de ningún privilegio especial, ni me financian magnates como ha dicho también otras veces. Tampoco soy candidato a suceder a Lévano, al que nadie aspira a reemplazar en esta empresa; ni he quebrado “El Observador”, que se quebró con Luis León Rupp, que era su dueño; ni mucho menos “Liberación”, del que era un colaborador externo sin paga.

¿Cómo se puede decir tantas idioteces como si se tratara de cosas serias? Digamos que es la ventaja de cierta prensa. Te sientas y escribes nomás. Así inventas que el primer problema del Perú es el reloj de Ollanta Humala, y que el Yuyanapaq es un museo de fotos senderistas. Lo dices y ya está. Y si todos los medios son más o menos lo mismo, puedes aspirar a que si no te creen, nadie tenga otra cosa en qué creer. Esa era la situación antes de que Lévano entrara a dirigir LA PRIMERA, con su equipo de periodistas. O, si se quiere, durante las elecciones del 2006, cuando se fundaron los peores miedos. Y es la que quisieran tener el 2010 y 2011, para que las cosas no se les escapen del control.

El odio a nuestro diario y a algunos de nosotros, no viene del chavismo, humalismo, trotskismo, o cualquier otro fantasma de las redacciones, sino de la incapacidad, propia de la mediocridad, para confrontar una posición contra otra, una cosa que se dice que es verdad contra otra que demuestra lo contrario. Pero en este diario no nos vamos a dejar derrotar, ni nos vamos a afectar por bajezas, como decir que Lévano no estaba enfermo el año 1978, cuando fue derivado al Hospital de Policía por una infección de las vías urinarias, luego que se iniciara una huelga de hambre de sus camaradas para que fuera atendido. Que fue una farsa para que no lo deportaran sólo lo puede decir quien nunca ha arriesgado nada

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