Quincena-05
LIBERALISMO
E
IZQUIERDA
DEMOCRÁTICA
PERÚ:
PROBLEMA Y POSIBILIDAD
ÍNDICE:
-Prólogo a la Segunda Edición (3), .Dedicatoria (7), PRIMERO.- El sentido de la
historia peruana (9), SEGUNDO.- Panorama de la formación histórica del Perú
(14), TERCERO.- La lucha política durante la primera República (24), CUARTO.- Panorama
y crítica de las inquietudes doctrinales iniciales, QUINTO.- La evolución de
las clases sociales durante la República, SEXTO.- Piérola y el predominio del
civilismo, SÉPTIMO.- Ubicación sociológica de González Prada, OCTAVO.- Leguía y
el Leguiísmo, NOVENO.- El planteamiento de la cuestión social y José Carlos
Mariátegui, DÉCIMO.- El centralismo y la subversión de las provincias,
UNDÉCIMO.- La mujer en la vida peruana, DUODÉCIMO.- El Perú en el arte de José
Sabogal, DÉCIMOTERCIO.- Perú: realidad y solución.
PRÓLOGO
A LA SEGUNDA EDICIÓN
El crítico
literario inglés Cyril Connolly recomendó a los autores que, en vez de
dispersarse en proyectos heterogéneos, tratasen de concebir y ejecutar una obra
grande. Muchos años antes de enunciada esta fórmula, surgieron libros como La iniciación de la República (1929 y
1930), La multitud, la ciudad y el campo
en la historia del Perú (1929) y Perú:
problema y posibilidad. Llenos de defectos, señalaron, sin embargo,
tentativas para organizar y sistematizar investigaciones históricas
planificadas; ellas, por lo general, resultaban de proyectos diversos a partir
de 1919, convertidos en la materia prima de la cátedra de Historia del Perú
(monográfico) desde 1928, según consta en el respectivo programa analítico que
en folleto especial divulgó en su oportunidad.
El último de los
ensayos antedichos tuvo como antecedente inmediato el proceso de las elecciones
presidenciales y parlamentarias de 1931, cuando el autor comprobó que en ellas
no tendría cabida porque sus puntos de vista estaban lejos de encajar dentro de
las candidaturas entonces emergentes. Fue, a la vez, un mensaje de despedida al
país, semanas antes de emprender un necesario viaje de estudios en el
extranjero. También vino a ser una forma de recuerdo sobre el hecho esencial
que la algarabía de la lucha hacía, a veces, olvidar: que el Perú no acababa de
nacer y que sobre las perspectivas, en realidad negras, acumuladas en vísperas
de días inmediatos, abríase, intacto, un amplísimo futuro.
El clima
intelectual dentro del que surgió la producción juvenil de este autor, recogió
ideas e inquietudes de origen mucho más complejo del que se podría suponer a
primera vista. Estuvo ligado a un planteamiento temprano de historia social,
todavía no separada de la historia política en su fase narrativa, como
resultado de la pobreza general de conocimientos sobre temas elementales en ese
campo y de la ausencia de obras con un tratamiento serio de la época dentro de
un nivel que no fuere el de los textos escolares.
Pero es justo
señalar, además, otros factores. No se trataba tan sólo de la influencia de las
ideas de José Carlos Mariátegui y de Víctor Raúl Haya de la Torre. Dentro del
grupo llamado “germancista” a comienzos de la década de los 920, llamados así
para caracterizar a los jóvenes de la izquierda moderada partidarios de Germán
Leguía y Martínez, habían salido libros tan sugerentes como los estudios de
José Antonio Encinas sobre la necesidad de una legislación tutelar indígena y
el de un gran amigo de todos los días, Alberto Solís, sobre el problema
agrario. César Antonio Ugarte acababa de abrir para su tardíamente creada
cátedra de historia económica, nuevos caminos. Un poco más lejos
cronológicamente, la tesis de Alberto Ulloa Sotomayor sobre organización social
y legal del trabajo en el Perú, tan injustamente olvidada en tiempos posteriores,
estaba llena de datos y de puntos de vista valiosos. La triunfante lucha por la
jornada de las ocho horas en 1919 y las campañas del anarcosindicalismo
iniciadas heroicamente desde comienzos del siglo eran un llamado de atención a
los movimientos populares, o sea un rompimiento con prejuicios elitistas para
oír nuevas voces en la escena nacional e internacional. La Constitución de
1920, al reconocer a las comunidades indígenas por vez primera en la historia
pródiga de nuestras Cartas políticas, había legalizado un hecho histórico
antiquísimo convirtiéndolo en una novedad revolucionaria, si bien aquí el
“derecho del legislador” cumplió la misión de seguir los pasos del “derecho de
los profesores” o graduandos expresado en múltiples tesis universitarias no
sólo en San Marcos sino también en Cusco y Arequipa. La presencia de un hombre
de tan novedosa e independiente formación filosófica y de tan auténtica
preocupación indigenista como la de Pedro Zulen, el “chino” Zulen, en la tarea
de reanimar y renovar la biblioteca universitaria de Lima entre 1923 y 1925 no
había sido, por cierto, infecunda, a pesar del tiempo breve -¡qué breve!- de su
duración.
El entusiasmo
juvenil que entonces prodigó este autor en su aventura intelectual, quizás con
una fecundidad excesiva, no estuvo acompañado por oriflamas retóricas ni por la
laxitud documental. Con todas sus limitaciones y todos sus errores, hoy
indudables y acaso inevitables, evidenció -y que ello le sirva de circunstancia
atenuante en el severo ánimo de quienes sean sus jueces- una nota de desinterés
y de seriedad en la intención y de paciencia y cuidado sistemático para el
manejo de las fuentes aunque nadie le había enseñado el manejo de ellas en la
diaria y tan grata experiencia en la Biblioteca Nacional durante más de diez
años.
Perú:
problema y posibilidad, fue una obra muy ambiciosa. Se atrevió
a empezar con breves notas sobre la cultura humana, caminó con ufanía por la
ruta multisecular del Perú y, en sus palabras finales*, trasladó su esperanza a
épocas mejores. El fervor con que estas páginas fueron escritas, contagió a un
sector de sus lectores, al hallarlas, además, breves, y más o menos sencillas.
Dicha actitud se ha mantenido a través de los años hasta convertir a este
libro, que muchos han conocido sólo a través de su título, en un verdadero mito.
Facilitó su atractivo el título mismo.
El planteo de
todo ser humano lleva en sí la interrogante cotidiana que se deriva de los
distintos senderos abiertos a la acción, muchos de ellos complejos y difíciles.
A la vez induce a la creencia de que, a pesar de todo, se puede tener la
aptitud de afrontar, siquiera en parte, las pruebas deparadas por la vida. Cada
individuo está envuelto en problemas; pero, encima de ellos cabe no la certeza,
no la seguridad, ni siquiera la probabilidad pero sí, al menos, la posibilidad
de encontrar soluciones a corto, mediano o largo plazo. Trasladando esta
secuela de pensamiento a un plano colectivo, resulta aplicable a los pueblos en
vías de desarrollo. No son una realidad definitivamente consumada, no han
llegado a constituirse en todos orgánicos, no están aún “en forma”; el suyo es
un proceso difícil y contradictorio, que puede tener retrocesos y desviaciones,
si bien mantiénense como sociedades abiertas, es decir con la esperanza a pesar
de todas las contradicciones. Esperanza que no se debe encuadrar dentro de
grupos dominantes, cualesquiera que ellos sean, sino proyectarse sobre sus
trabajadores en los distintos campos en que ellos despliegan sus actividades.
Y, ya desde el punto
de vista de los engranajes que mueven a los hombres y a los pueblos en el
tiempo, se reafirma aquí la dinámica de la historia dentro de la cual, no lo
olvidemos nunca, el pasado es, de un modo u otro, una fuerza condicionante para
las inevitables transformaciones del futuro.
Lima, noviembre
de 1978
El autor.
REALIDAD
Y SOLUCIÓN (*palabras finales)
El destino de
América está en ser proyección de Europa y realizarse cada vez más plenamente
en ella, si bien adoptando al asimilar esa proyección, módulos propios. La
renovación científica y cultural de Europa en los siglos XV y XVI dio lugar al
nacimiento de las culturas indoamericanas. La Revolución Francesa y toda la
inquietud cultural y política de Europa y Norteamérica a fines del siglo XVIII
y principios del XIX contribuyeron decisivamente a la Emancipación. Todos
aquellos hechos, teóricamente extraños a nuestra realidad, inaplicables a
nuestro medio, disociadores del orden de cosas antiguo, dieron lugar a la
creación primero y al desenvolvimiento luego, del espíritu americano. Y los
tránsitos hacia el socialismo que ocurran en el mundo, nos afectarán ahora
fatalmente en forma más rápida e interna.
El socialismo
es, ante todo, un modo de abordar los problemas, y un espíritu. No pueden el
capitalismo pleno ni el régimen intermedio actual solucionar los problemas
precapitalistas del Perú ni menos los angustiosos problemas del capitalismo ya
desarrollado que también existen, porque la esencia de esos regímenes vigentes está
en su subordinación al interés de unos cuantos, en su egoísmo, en su codicia,
en su tendencia mecanicista y pecuniaria. ¿Cómo podrían, por ejemplo, resolver
eficientemente la cuestión del sistema tributario, la cuestión de la tierra,
cuyos trabajadores son mantenidos en la servidumbre, la cuestión de las negociaciones
e industrias en gran escala cuyos provechos no van tampoco a quienes las hacen
productivas? Por eso, la única solución está en el socialismo. Acabando con el
capitalismo, sistema de vida económica y social, puede el socialismo manejar el
capitalismo entendido como conjunto de instrumentos modernos de producción y
abordar los problemas precapitalistas en el sentido de procurar el beneficio de
los más
Eso será la
tarea no de hoy pero sí del futuro. Demorará, sufrirá, derrotas y traiciones,
será o no precedido por estadios previos, pero el socialismo vendrá. Es por
ello que las nuevas generaciones, precisamente, más que todas las otras, éstas
que vienen, tienen un formidable rol ante sí y el deben de procurar su mejor
capacitación.
Con el
socialismo debe culminar el fatigoso proceso de formación histórica del Perú.
Dentro de él, vinculado más que nunca al continente y a la humanidad, el Perú
debe encontrar su realidad y su solución.
Jorge Basadre,
1931
BIBLIOTECA AYACUCHO, 1992
Título N°177
Diseño / Juan Fresán
Impreso en Venezuela
398 págs. total
15 x 22.5 cms
Jorge Basadre (1903-1980),
desde muy joven incursionó en el campo intelectual. En 1919 publica su primer
artículo, El Capitán Benites, (revista
Ideal) En 1923 es redactor del Boletín Bibliográfico (Biblioteca de la
UNMSM) En 1926 comienza a colaborar en la revista Amauta. En 1928 es profesor de “Historia del Perú, (curso
monográfico UNMSM) De su copiosa producción son: La Iniciación de la República La multitud, la ciudad y el campo
(1929), La defensa del ex presidente
Leguía, Perú: problema y posibilidad, La Nueva Democracia (1931), Historia de la República (1939, que
alcanzó 16 volúmenes en 1969), La promesa
de la vida peruana (1943), Meditaciones
sobre el destino histórico del Perú (1947), Peruanos del siglo XIX, Peruanos del siglo XX (1981); sus inéditos Satanismo, corrupción y dependencia en el
Perú republicano (1981), La
metodología de la historia (1990)
Ejerció
funciones públicas y llegó a Ministro de Educación en los gobiernos de
Bustamante (1945) y Prado (1958) Devino así en el representante más importante e
influyente de la izquierda democrática en el país.
JCM mencionaba y
comentaba sus actividades. Señala que “Jorge Basadre y Luis Alberto Sánchez, en
sus ensayos históricos abandonan la rutina de la anécdota y la crónica”
(10.07.25); que “ha expresado hace dos años, en un estudio que lo enaltece, la
génesis de esta ley (La conscripción vial,
05.03.26); que “En la generación universitaria de Sánchez -lo certifican los
trabajos de Jorge Guillermo Leguía, Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea,
Manuel Abastos-, aparece, como una reacción, ese ascetismo de la biblioteca que
en los centros de cultura europeos alcanza grados tan asombrosos de
recogimiento y concentración” (24.08.28) Es lo que nos sigue faltando hasta
ahora.
Estudioso, muy
estudioso, y con más afinidad ideológica con LAS que con JCM. Esto se puede
constatar con las respuestas al Cuestionario N° 4 del Seminario de Cultura
Peruana, de La Sierra, revista que pretendía
competir con la revista Amauta.
Basadre responde
señalando que “El rol de las clases medias es fundamental, sobre todo en países
como los nuestros aún no plenamente capitalistas. Que no haya tenido un Marx
que defina su trayectoria, no disminuye ese rol, evidente por lo menos en las
etapas de transición. No constituyen las clases medias los dos o tres núcleos
reunidos en las sociedades de empleados de comercio ni los llamados huachafos.
Clases medias son todos los que no son latifundistas ni grandes industriales,
ni tampoco obreros manuales. Firmemente creo que nada sólido ni estable se
podrá por ahora hacer en el Perú sin el apoyo de las clases medias, al menos en
sus sectores más dinámicos y conscientes, sin que ello quiera decir que les
otorgue un rol exclusivo. (La Sierra,
Lima, año III, No. 29, pp. 53-55 y 60)
JCM había
respondido que “No me parece el caso de formular un programa cabal sobre el
problema agrario. Por mi parte, creo que dentro de los límites de una encuesta,
sólo cabe formular puntos de vista generales. Yo me obligo a precisar y
explicar mejor los míos en próximos estudios. Lo que dejo dicho basta para
definir mi posición ante este problema. Estoy
por una solución social, nacional, revolucionaria, como la que en México ha
planteado la revolución agrarista. (La
Sierra, año I, N° 2, febrero de 1927)
Una encuesta, un
cuestionario, en verdad es un examen, como un “paso”. Y la revista La Sierra se cuidaba mucho de expresar
sus propias opiniones al respecto, que sin embargo eran muy notorias por su posición
ante la revista del Socialismo Peruano.
Su copiosa
producción fue un esfuerzo inmenso. Pero mayormente fue para la cátedra, para
la intelectualidad, para las “clases medias” Por eso, hasta llegó a acuñar el
término “república aristocrática” para una etapa de la historia nacional (1895-1919)
pero que circula sin beneficio de inventario de manera global. De esta etapa
son los gobiernos de Eduardo López de Romaña (1899-1903), Manuel Candamo
Iriarte (1903-1904), José Pardo y Barreda (1904-1908), Augusto B. Leguía
(1908-1912), Guillermo Billinghurst (1912-1914), Óscar R. Benavides (1914-1915),
José Pardo y Barreda (1915-1919) ¿Tenían algo de aristócratas estos gobiernos?
Etimológicamente, aristocracia significa
gobierno de los mejores (de aristos =
el mejor) Y lo que había era el gobierno del gamonalismo, como bien lo analizó
JCM en su prólogo a Tempestad en los
Andes, y lo repitió en sus 7 Ensayos.
Su método fue
informativo, descriptivo, de narrativa social y política, pues el socialismo
para él “será la tarea no de hoy pero sí del futuro” Diferente del método
analítico que desarrolla JCM en 7 Ensayos
y en toda su obra de crítica y
preparación.
Ragarro
01.07.13
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