miércoles, 17 de diciembre de 2008

GUSTAVO VALCÁRCEL (17/12/21) SELECCION DE POESIA

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GUSTAVO VALCÁRCEL VELASCO
Arequipa 17 de diciembre de 1921/ 3 mayo 1992
Selección poesía Gustavo Valcárcel
Realizada por Juan Carlos Lázaro y Rosina Valcárcel


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Inédito el poema a Olaya?

Cuadernos Trimestrales de Poesía. # 7, Lima, mayo, 1943

(dirigido por Guillermo Carnero Hoke)


0.-

José Olaya



Al señor Luis A. de Souza Ferreyra




¡Pescadores, silencio

que está muriendo Olaya¡¡

Ahóganse sus ojos en las sombras,

sus manos sin uñas enrojecen la tierra

palpando la idea turbia de la muerte,

i no encuentra ribera

para dejar su cuerpo entre las olas

que van a morir a la isla encantada.


¡Pescadores, silencio!

Un gemido asciende hasta sus labios,

nadan sus brazos del abismo a la muerte

y está solo con su secreto adentro

hundiéndose en la inercia del polvo para siempre.

¡José Olaya ha muerto!

Pescadores, ¡silencio!


Tu piel oscurecida,

tus mensajes marinos,

tus uñas desgarradas,

tu martirio,

tu muerte.

Todo lo recuerdan los olanes de espuma,

los caracoles i vientos que te gimieron cien años,

las arenas difuntas en las playas de entonces

i el crepúsculo diario que tañe bajo el mar.

Todo, José Olaya,

desde tu costa hasta el istmo que te separa del mundo.


Hoy

la nostalgia coralina,

los arrecifes, las algas i los peces

descubren tu silencio más oceánico

para vencer tu insomnio de plomos y fusiles.

Entre neblinas y mareas,

entre músculos de viento perfumado,

te va cercando el sueño,

te besará las sienes i llevará tu sombra

a las aguas santas dellucero.

Duerme en paz, nocturno capitán,

i sueña con tu tierra, que ya murió Rodil.


Yunga milenario,

pescador padre del pueblo,

por ti doblan las brisas en el puerto,

por ti paz i silencio entre las rocas;

lloran los musgos agobiados de pena,

pensamientos de nubes te recuerdan

i en Chorrillos de noche,

por ti es más triste cada vez el mar

como el Real Felipe que recibió tu sangre


de Confín del tiempo y de la rosa, Lima, 1948, UNMSM




1.-


...y en la sombra no más de la azucena...

GÓNGORA


I


Calidad de la brisa y del aroma

cabe tu cabellera sorprendida;

sutil itinerario, muerte y vida,

finaliza en tu vientre de paloma.


Ensueño, laxitud de dulce poma,

en tu nívea epidermis contenida,

hoy te evoca mi ansia prevenida,

como árbol madrugado en su idioma


de primigenia flor, tibia semblanza,

Flagrante bayadera, en la agonía

de un pétalo de luz la Luna lanza


tu espectro ante mi frente. Oh lejanía

de tu cuerpo floral, oh frágil danza

de tus senos de ignota astronomía.















2.-





V


De tus muslos en cauce hacia lo incierto

su nueva metalurgia voy cantando,

en tu ausencia mis versos desplegando

la memoria fecunda en que te vierto.


Crepúsculo en tus senos descubierto,

la Luna entre sus cumbres orillando;

recorro tu sendero como cuando

maná de dios llovía en el desierto.


Pero hoy nos ve el metal con su agonía

de muerte contenida. Alba hermosa

cubre al guerrero muerto en lejanía.


Por eso el viento gime y se desglosa,

el lirio es menos lirio en dinastía

y el rubor ya no es pétalo en la rosa.












3.-




X


Tristeza que a tus ojos se enjoyaba,

la agonía del hombre al retener.

Oh lágrimas adictas a tu ser
que el viento, verso errante, devoraba.


Jazmín yerto, tu mano recordaba

península de albura, amanecer,

dulce nube dispuesta a sostener

el claro cielo que el dolor negaba.


Mas ya la muerte hueca se ha perdido,

de tanto caminar lo caminado.

Yo poeta al final he concluido


solo entre tempestades desgarrado,

soñando triste todo lo vivido,

viviendo triste todo lo soñado.











4.-




XI


Si pájaro de amor de amor moría,

era su amor el ala que volaba,

geografía amorosa la surcaba,

aérea remembranza la envolvía.


Su pico temporal se estremecía,

al recuerdo de rama que anidaba,

dulce aroma en la noche que cavaba

en pos del cuello, amor que amanecía.


El cielo en su plumaje desplegado,

el viento en lejanía gemebundo,

a pluma de nostalgia desterrado.


Sola moría el ave bajo el mundo,

y la estrella en su pico iluminado

era trino de amor ya moribundo.









5.-




XVI


Leve novia plagiada a la matina,

en la fuente en que el alba suele ser

existencia rosada del no ser,

cabellera extracielo, peregrina.


Eres isla de estío en la retina,

pasajera del tiempo, anochecer;

yo soy la hoguera en que ha de perecer

tu lengua, arena ardiente, diamantina.


Memoria del Otoño te retrae

a cóncava penumbra del diseño

para ver al cenit que gime y cae.


Noviazgo subterráneo del ensueño,

infravida que al llanto se contrae,

polvo y polvo naciendo de tu sueño.








6.-

XVII



Mirándola deshójase el deseo

y quien la viere olvida y ella dura.

¡Ay, es así la rosa y no la veo!


Martín ADAN.

Aquesta flor del púdico rosal
es la rosa de savia estremecida,

cabellera en celaje adormecida,

parla y parla en facundia vesperal.


Rosa infiel es la rosa matinal,

suavidad a sus pétalos ceñida;

pecado de su imagen poseída

por labio de rocío o luz cristal.


Es meta del rosado navegante,

digo ocaso en color melancolía,

flor tallada por lluvia rutilante.


En la noche sostén de celestía,

esposo de la rosa, el sol diamante

trabaja en luz de rosa el nuevo día.
















7.-



. ..el cielo

a sus gloriosas astas confinado.

Jorge EIELSON.

XIX




Ay su ala vespertina, ala rosada,

que al horizonte etéreo dividía,

camino impostergable que seguía

tras del ciervo amador de cierva alada.


La voz del bosque, en noche rezagada,

a sus astas de música envolvía;

era cierva que el viento poseía,

gemido era de brisa desflorada.


Cuando al fin a la amada dio el alcance,

ay, cierva de la noche era pintura,

bosquejo de penumbra en dulce trance.


Fino ciervo, burlado de negrura,

herido tornó al viento en raudo lance,

ciervo amante murió de sombra pura.


















8.-



Ven, dulce muerte.

Juan Sebastián BACH.


...Subo al límite puro

Paul VALERY.



XX


Ven, dulce muerte, muerta en el amor,

ya para siempre inerte, desangrante,

a la vera de oscuro caminante,

trasmutada tu voz en alta mar.


Eterna inanimada, secular

tu llanto vuelve al tiempo agonizante,

pausa de eternidad interrogante

que el tiempo al hombre vuelve a reflejar.


Ven, dulce muerte, dulce abandonada,

habitante del tiempo ya vivido,

poblador de la era no soñada.


Para acogerte estoy desposeído,

desnudo muero en la onda perpetuada,

donde es dicha el haberte conocido.
















9.-



XVIII



Y el hombre su penuria repitiendo,

anciano de esperar lo inesperado,

en planeta de amor desheredado,

su verso, llanto y llanto, va naciendo.


Dó la amada, dó cánticos yaciendo,

el fuego en qué epidermis apagado.

para saber del hombre aprisionado,

náufrago terrenal que está muriendo.


El hombre al tiempo y al dolor enseña

su exaltación de estirpe mineral,

oh pétrea encarnación que el árbol sueña,


oh ruiseñor de arista sideral,

decidme en qué astro, flor o triste peña

podrá el hombre cavar su voz final.























10.-



Serán cenizas, mas tendrán sentido.

Polvo serán, mas polvo enamorado.

QUEVEDO.



XXIII



Asi del fuego es cántico la hoguera

y en cenizas acaba luz que ardía,

de este modo el amor en que moría,

en polvo enamorado reverbera.


Dejará mi recuerdo su frontera,

allá, desotra lumbre en que vivía;

descarnada traerá la rosa fría,

con su tallo de olvido y de quimera.


Así pasa el amor, verano rojo,

presto nos deja carne de cuitado,

ya yermo el corazón, nublado el ojo.


Por eso, hora del fuego no apagado

y aún de sus cenizas me despojo,

muerto amante de rosa enamorado.










de Poemas del Destierro, México, 1956, Ediciones AMERICA NUEVA




1.-

Amador, sobre la muerte solo


Ocio de tu palabra muda, muerta,

es el viento que en pos del llanto viaja,

es la tarde vacía de tu ser,

es el luto en el pecho de las horas,

pero ante todo es llanto bajo tierra

de tus miembros mil veces destrozados.


Ya oíste a la gaviota en su parábola

volcar su afán de cielo y horizonte,

ya viste desde abajo a las ciudades

pudrirse bajo el suelo y las cloacas,

puedes volar ahora al firmamento

que el eco de la muerte te ha creado.


Sigue, remero alado, inalcanzable,

sobre tu propio aliento navegando,

guerrero sin solaz en tregua de odio:

mira la arquitectura de la luz

que te lleva y te trae como vela

de alguna etérea nave imaginaria.


Amador en la muerte inaugurado,

la distancia es el límite imprevisto,

donde perdemos todo lo que el tiempo

en su curso de niebla nos dejó.

Por eso me pregunto a qué distancia

de mis huellas tu amor se habrá perdido.


Al fin se habrá curvado al no palparnos,

al no oír en su bóveda las voces

que juntas le decían ¡Amador!

Pero era tarde ya porque su sangre

ay, rota y extraviada, nos caía

en rostro, en corazón, en pleno llanto.


El diálogo del río con la piedra,

el drama de un crepúsculo incoloro,

la obertura de árboles amándose,

el yelmo de la espuma ultramarina,

la liturgia floral que rige el sol:

todo te alcanzaré para que duermas.


Para que no despiertes asombrado

de tierra, de gusanos y silencio;

para que la paz junte tus pedazos

con el óleo del alba o del laurel;

para que al fin tu fe de acantilado,

batido por las olas, venza al mar.


Si pudiera ver uno en cada noche

al más profundo llanto de ese día

descender desde el fluido de los astros

e insomne errar por calles y caminos

con esqueleto de hombre y faz de hombre,

cada noche a Amador se le vería.


Si pudiera ver uno en cada aurora

el cúmulo de sueños no cumplidos,

la hojarasca de labios sin besar,

el rocío en diseño de una rosa

y aun al duro pan con su ternura,

cada aurora a Amador se le vería.


Como lo veo yo desintegrándose

en pleno mediodía para siempre,

con sus músculos muertos, con sus órbitas

huecas, con su valor hablando en coágulos

y aún con risa impar cima los aires,

oh, invencible Amador, explosionado.


Acongójase ni última raíz,

ruego en mi abismo y caigo hasta tu nombre,

que es la nota de vida que entregaste.


Pero yérgome, abro mi acre fondo,

asciende tu recuerdo y se hace canto,

estanque de tu sangre asesinada.


Apagadme la lámpara de su ojo,

dejadme solitario con su flora

y su fauna de múltiple cadáver.

Subidme al altozano de sus sueños,

sostened mi vigilia para verle

comportarse en la nada como un hombre.


Solo, sobre la muerte, solo, solo . . .

con el lento murmullo de la inercia,

con la mudez chorreando de sus labios,

con pupilas vacías ya de imágenes,

con el hueso absoluto en pos del polvo.

Solo, sobre la muerte, con el tiempo . . .







2.-



I.

A Manuel SUAREZ MIRAVAL



Domingo fraccionado de tristeza

piano, pianísimo se muere.

Oleo infernal mana la vida

viscosa humanidad y hueso abierto.

Encima, los años vistiéndose de absurdo,

abajo, el hombre enterrándose hasta el fin.


Es inútil el aire cuando lloro

es inútil el polvo en ataúd

es inútil el agua en la agonía

es inútil la hoguera en soledad.


Alzo los hombros y camino

alzo la vida y me derrumbo

es tan amargo, tal difícil todo . . .


Oh, triste octubre endomingado

las dos de la mañana sin madre y sin Perú.
















3.-




IV.



Estoy solo a perfección

en un parque caído de la tarde

confinado a la ausencia hundo mis dos ojos

en un ayer que llegará mañana desplomándose.


Descalzo a mi emoción de todo polvo

y palpo el sentido primordial del universo.


El pasado es lágrima

el futuro tarea de mis manos

andemos pues sobre los puños

andemos pues bajo la vida

caigámonos, caigámonos,

es bueno repetirlo hasta el embrión

de aquel hijo impedido de nacer.


Vestido con tristeza peino mi congoja

le hago ámbito al curso de mi ensueño

procuro finalmente que el animal no muera.

El animal que habito es esta tarde

en que me he echado sobre el pasto

casi a rendirme.








4.-



VI

Una piedra en qué sentarme
no habrá ahora para mí.

César VALLEJO.

Una sombra de pan

nos nos alumbrará en esta noche

una lengua sin sed

no nos crecerá en esta hora

un poco de calor no habrá

para acostar al frío

un centavo de vida en fin

no llegará a nuestro cadáver.


Es probable que así sea

no es posible de otra suerte

dejar al diente en su rubor

quitarle al hueso su vestido

multar el estómago contrito

caminar comiéndonos las órbitas

gemir nutriéndonos de lágrimas

besar muriéndonos de hambre

aullar ahogándonos de olvido

volver en síntesis al polvo.


Pero yo me pregunto del paladar a la faringe

dónde está el pan que se pueda comer sin menoscabo

dónde está el vino que se pueda beber sin detrimento

dónde la col o la legumbre

que no tengan sabor a funeral.

No es lógico esperar una respuesta

una mano, una mirada, un buenas noches,

cuando ni siguiera un centavo de vida

llegará a nuestro cadáver.





5.-



X

Nada queda de mí excepto un largo grito

hecho de tierra

de material anónimo y mortal.


Así lo siento tras las ratas

que se cobran mi vida en cortos plazos

como un retazo de tela miserable.


Hoy mi voz no hiere a nadie

porque va herida de sí cojeando mucho.


Hoy no puedo ser otro

ni siquiera el mismo de siempre.


Todo ha caído por su peso maldito

todo, menos tú, camarada universal.

Por eso, pórtate bien sobre mis huesos,

por eso, pórtate bien sobre mi grito,

y antes y después de mi gran muerte,

perdóname, perdóname.


Te lo pido entre sollozos.











6.-



7 de septiembre

A mis hijos: Gustavo, Rosina, Xavier y Marcel



Cuento del uno al diez enloquecido

en el Distrito Federal de mis angustias

las ocho de la noche y ni un cigarro

viernes de septiembre y ni un centavo

siglo veinte contra Cristo y ni un mendrugo.


Cuento del uno al diez enloquecido

y lloro en el mayúsculo cuatro de mis hijos.


Trabajo hasta ignorar el ocio de las lágrimas

camino hasta el gemir insomne del zapato

tropiezo al mundo hasta sentirme bípedo

mastico hasta la última miga del recuerdo . . .

todo en vano, humanamente en vano.


Ha llegado el séptimo día de septiembre

de un año cualquiera de dolor

y hállome en pleno corazón de México

al margen del pan y del centavo

contando de uno al diez enloquecido

hasta llorar en el mayúsculo cuatro de mis hijos.







7.-



En el panteón de San Fernando

Triste y desolado

como el último crepúsculo del mundo

estoy entre los muertos

para no verme en el traspié del hombre

que cabalga su egoísmo


Los huesos son signo, lo corpóreo lágrima,

saber morir es más alegre que la aurora.

Muramos, pues, sobre los frutos

de la raíz más honda

muramos haciendo tumba propia

del corazón del pueblo

muramos exclamando:

paso a la vida, camaradas.







8.-



Nada es posible sin el hombre,

todo es posible con la paz.


Leyenda del héroe de la paz


Esposado hasta las venas

lleváronle a la cárcel.


¡Viva la Paz! pudo decir

a tiempo que el verdugo flagelaba

su espalda hasta el martirio.


Vaciados sus dos ojos

sobre un horizonte de tinieblas

a la paz volvió a mirar.


Amputados sus dos brazos

sangrante su vida y sus muñones

a la paz volvió a abrazar.


Quemados sus dos labios

con voz ronca hechas cenizas

a la paz volvió a cantar.


Cercenadas sus dos piernas

puesto en pie su corazón

a la paz volvió a llegar.


Silenciados a golpes sus oídos

en la sangre que perdía

a la paz volvió a escuchar.


Exhalado el último suspiro

caído de bruces el cadáver

a la paz volvió a besar.


Cuando echaron sus restos a la tierra

vino la paz entre palomas

y coronó a su tumba de universo.





9.-



A José Carlos Mariátegui

A María Elba y Santos BARCENA

Un día que ya llega

desde la espalda de los Andes

desde la piedra, desde el surco, desde la misma nieve,

ascenderá por el tallo una sonrisa

y se hará flor en los labios de millones de indios.

Esa será tu bandera, José Carlos Mariátegui.


Tú mejor que nadie sabes lo que significa

que un indio del Perú llegue a sonreír

después de un tiempo sin tiempo de dolor encima

después de una vida sin vida de terror encima

después de una muerte sin muerte de injusticia encima.


Tú que vives en el porvenir

sabes también que nacerá ese día

y que serán inseparables tu nombre y aquel amanecer.


Apenas veinticinco años hace que empezó tu eternidad

y la mitad del girasol humano

ya alcanzó la luz en el planeta.


En este cuarto de siglo además

todos tus enemigos se demolieron solos

y tú creciste y creces día a día

semilla que fecundas el porvenir peruano.


Padre y maestro lógico, científico terrestre,

en este aniversario la vida se detiene

para besar tu muerte un solo instante

y proseguir su cauce dialéctico, inmortal.





10.-




Carta a Violeta


A Ana María e Ignacio MAGALONI



Te escribo desde tu propio hogar

Ciudad de México, 19 de noviembre,

enfermo como estoy en nuestra cama vieja

sintiendo despeñárseme la sangre

en pos de ti, río inacabable.


Sobre la almohada, a mi lado,

tibio yace tu último sueño

ahora en cambio la ciudad acoge

tu vehemencia de ola, tu vigilia de amor,

recorriendo el pan nuestro

que hoy día te lo debemos todos.


Antes yo te escribía desde mi juventud

convertida en un gran reloj de cárcel

en romance de piedra, en pasto policial,

en tristeza y tristeza de mis ojos proscritos.

Incomunicado, entonces te escribía

desde una celda o cueva

donde tu nombre era lo único viviente.


Luego seguí escribiéndote

desde Antofagasta, frente al Mar Pacífico,

desde Puerto Barrios, frente al Mar Atlántico,

desde Oaxaca, frente al tiempo,

desde ti, frente al cielo, en la orilla del mundo.


Y aun cuando te miran mis hijos fijamente

me parece que son frases sus miradas

de un alfabeto que fui incapaz de escribir.


Después de tantos meses de silencio

sentí esta mañana el deseo de escribirte

de escribirte una cosa muy sencilla:

para tanto amor, hemos sufrido poco

para tanto amor, hemos hablado poco

para tanto amor, no hemos vivido nada.


Vivir – ¿me oyes? –, vivir un día nuevo

en el que nadie nos persiga

ni nadie nos embargue

ni se nos corte la luz por unos pesos

ni se nos acuse de extranjeros.

Vivir un día nuevo

en que trabajemos sin lágrimas ni odios

pudiendo sentirnos camaradas de todos

y en el que por fin nos sea devuelto

el Perú de tus entrañas, nuestro Perú del llanto


Vivir –¿me oyes?–, vivir un día nuevo

en el que la verguenza no nos astille el ojo

como cuando se enteran nuestros hijos

de esta paternal orfandad de dos monedas.


Vivir un día nuevo. Un día, en suma,

en el que podamos cantar todos los hombres

después de sentarnos en la yerba

a jugar a la comidita

–como dice nuestra hija–

sin que a nadie le falte que comer.


Sobre esta nueva vida deseaba escribirte

ahora que marchaste temprano a rescatar

nuestros libros del camarada Lenin

nuestros cuadros de Flores y Gutiérrez

y tu reloj y mi reloj embargados por los mercaderes.


Desde la calle me llega

el gorjeo de nuestros pequeños peregrinos

la sinfonía de la clase obrera

el clamor del mundo.

Estoy enfermo, solo, y este quinto piso

parece un subterráneo sin ustedes.





¿No demorarás?

Sobre la almohada, a mi lado,

tibio yace tu último sueño.

Encargo a mis versos una rosa para él

pero hasta la flor de la palabra

cuando quedo solo

no puede olvidar la espina

del tiempo que sufrí.


Ven pronto, cielo junto al cielo,

surca calles, vuelas plazas,

sube corriendo los pisos de nuestra altísima pobreza.

Aquí te espero, en esta cama vieja,

que tanto tiene de mí,

de tus sueños cercanos, de tus cartas lejanas,

de nuestros desvelos por los compañeros

los presos del Perú y el mundo

los perseguidos del Perú y el mundo

los explotados del Perú y el mundo.


Ven pronto, estrella y mar, música terrestre

aquí te espero y mientras llegas

empezaré a amar el porvenir

hecho luz entre tus ojos

pan en las manos de los niños

leche en tus senos, ala en tu voz,

verso en tu cuerpo, rayo en tus labios

eternidad en tu grito de gran madre

rosa roja en tu pasión de comunista

y alba en todo lo tuyo que me estoy llevando al sueño.


Escribiéndote duermo, camarada,

seguro de que, al despertarme, juntos

gozaremos el resto de la lucha

tomados de la mano hasta que caiga yo

hasta que quepan mis huesos en la tierra nuestra

hasta que mi sangre se despeñe en ti

río inacabable, vida, vida . . .






de Poesía Extremista, Lima – Perú, 1967




JAVIER HERAUD



J

avier te observo frente a mí,

en la Plaza Mayakovski de Moscú,

sonríes tiernamente cara al cielo

en un retrato de pureza interminable.


Te observo frente a mí y ya percibo

el rugido terrible de los ríos

que inundan tu vida de un zarpazo

y te dejan boca abajo perforado.


Estoy en deuda con tu anverso

y las balas demás que te callaron

llevo también a cuestas tu reverso,

donde nació el poema acribillado.


Javier, sin elegías, te diré

la casa en que solías verme,

en que tomábamos un trago por la vida,

ya no existe.


Ahora andamos por un sitio

donde los árboles, ay, los árboles

me llevan a tu sangre de la mano.


Te cuento que Arturo parte a Europa

y César se ríe de todo como siempre;

yo mientras tanto estiro la existencia

para que tenga más sitio tu recuerdo.


Otra cosa he de decirte:

la muerte ha llevado tu vida a todas partes,

curioso, ¿verdad?, pero hoy estás

metido en el Perú hasta el cogollo

y ya nadie podrá volver a asesinarte.





Javier, sin elegía, voy callando

y me duele la línea que concluyo

como el brindis de ayer y el verso de esta noche.


Sin embargo, de golpe me compongo

y me da aire tu edad inacabable

cuando te observo frente a mí

en la Plaza Mayakovski de Moscú.






EDGARDO TELLO



T

enía una novia y unos versos

metidos en la sangre como rosas

caminaba el Perú entre sus labios

jugábase la vida cara al cielo

se escuchaba en sus ojos el porvenir del hombre

y en su voz se veía un niño grande

grande de amor a los más pobres


Le deshojaron a balazos, Ayacucho,

volaron sus miradas al límite del ser

sus labios a las mejillas de la hierba

sus manos a las caricias de los ríos

su tierra volvió a tierra

tierra a la vista, tierra firme

donde ha empezado a crecer una semilla

que los verdugos no pudieron fusilar.


Edgardo Tello nos llega en cada aurora

con su barca puntual de poesía

su mochila de pálidas sonrisas

y su herida patriótica en la espalda.


Nos llega en cada aurora a recordarnos

que el tiempo es una isla de cristal donde ahora vive

vencido tiernamente por el sueño.


Pero muy pronto habrá de despertar

con su rosa de amor en la victoria.









de ¡Pido la Palabra!, Lima, 1965, Editora Nuevo Perú




¡PIDO LA PALABRA!


S



ol de sombras,

relámpago negrísimo,

pido la palabra en dos mitades,

dramático al sainete,

puntual el sufrimiento.


¡Pido la palabra!

mientras lloro en mi víspera

entre pámpanos rodeado,

triste y derretido.


¡Pido la palabra!

en asamblea general de consonantes,

para sumar mi pesadumbre o sus vocales

y hacer de mis retazos

un combatiente inigualable de la dicha.


¡Pido la palabra!

en fin, para ahogarme de palabras,

mientras llego a la versión exacta

en que quepa un hueso mío

de pie en la barca del silencio.







SENTADO, AL BORDE DE LA CAMA


V



en, acuéstate a solas con mi rostro,

antes de que yo pase

mis largas vacaciones bajo tierra.


Ven, mía del tiempo,

te espera furioso entre las sábanas

el animal completo de mi cuerpo,

coronada de lágrimas sus sienes.


Ya sé, ni me lo cuentes,

te duele el embargo ejecutado,

el pan en falta repetida,

el arroz que no hay para mañana

y mi tristeza casual de este domingo.


Así, con todo, ven acuéstate

a solas, esposa, con mi llanto.


Preso del “mundo libre”, prisionero,

qué quieres que haga en esta cueva

donde hasta la propia sombra pesa.


No me pidas hoy ni asomo de alegría,

ni el verso que canta la dicha que vendrá,

ni la tarea puntual de nuestra Célula.

El día de hoy me pertenece,

la celda de hoy nadie la alumbra,

el llanto de hoy nada lo apaga.

Mañana sin falta lo haré todo.


Pero, ahora, herido en el costado,

ven acuéstate a solas con mi rostro,

agárrate bien de mi tristeza

(no sea que te caigas)

palpa a granel mi pesadumbre,

abrázate fuerte a mis dos lágrimas,

ponte horizontal de sombra a sombra

y yo después me dormiré.


El “mundo libre”, cuando escucho . . .

pero mejor no hablemos de esto,

pero mejor bésame un poco lo sufrido,

pero mejor ven a mi lado; sé buena

y acuéstate al fin con mis sollozos.






DOMINGO FRENTE AL MAR


Y mañana habrán de preguntarme

¿por qué tanto domingo en tus poemas?

Razones de trabajo les diré.

Y a fe mía que hoy domingo frente al mar

descanso a pierna suelta de la vida,

miro a lo lejos una barca

envejecida de costado,

tomo entre mis manos los brillantes

encendidos de la arena;

aspiro hondamente, huelo hasta la dicha,

todo es distinto, marino, cuaternario,

¿por qué morirnos, entonces, me interrogo?


Sobre un arco de tablas oxidadas

toca el viento su violín anciano,

las estrellas de mar maduran en las sombras

viene la vida de las aguas

llega la muerte con espumas

mientras nosotros en los puertos

vemos partir lo ya vivido.


Caracoles fonéticos del mar

vosotros repetís a pie juntilla

que la música ha nacido de las islas

antes de que las redes se llenaran

aún antes de que la Luna joven

reposara su cabellera entre corales,

allá en el tiempo en que los peces

subieron plateados y sin voz

desde las sombras submarinas

y oyeron en la cueva de la isla

una lira de espumas retumbantes.

Caracoles, vuestra música dormida

¿hasta qué alba durará?


Pasa el delfín con sus aceros,

la muerte pasa con sus remos,

sigue Neptuno en su embriaguez,

prosiguen moluscos en racimos,

cangrejos al derecho y al revés,

algas viejitas de humedad,

el yodo a horcajadas de la sal,

el verano con su abanico rojo,

el invierno de brumas enfundado.

Todo pasa, todo fluye,

menos las olas que no cesan

olas que siempre sois iguales

y que jamás seréis las mismas

en cuyo vientre de larvas incesantes

se gesta la vida dialéctica y mortal.


Recojo piedras chatas, coloreadas,

joyas de mi triste geología,

llego al puerto con los pies descalzos,

huele a orines, maderas y bananas.

A escasos metros de mi cuerpo un barco

destapa el champagne de su sirena,

y a pocos pasos de mi espalda

hay música de música

y música de vasos y mujeres.

Cada puerto es un misterio de crines insolubles.


Cuando era yo niño viajaba de memoria

llegaba a los océanos más distantes

anclaba en puertos increíbles

zurcaba bahías encantadas

siempre llevado por la velas del ensueño.


Ahora, de regreso de los años,

después de conocer las aguas y los puertos

de cuatro profundos continentes

sólo espero la llegada del domingo

para sentarme frente al mar

a descansar a pierna suelta de la vida.










de CANTOS DEL AMOR TERRESTRE


Dibujo y preámbulo de Diego Rivera


México, 1957.


//

A Violeta, esposa y camarada.


Preámbulo


//



I



Te escribo triste un verso alegre, un verso

que declare mi amor a tus cabellos

y se quede entre ti, pequeña patria,

abrazado a tu cuello, siempre mío.


Desde lejos mi voz se te declara,

rocío sobre el tiempo, canto humano,

oh, marinera de mi amor terrestre,

oh, campesina de mi amor marino.


Mi voz se te declara y yo me siento

el hijo de tus hijos perpetuando

tu existencia de amor sobre la tierra.

Me siento estrella en ti, de ti brillante.


¿Quién ha dicho que en plena medianoche

no debe hacerse un canto de amor puro?

Si somos gota de alba entre las sombras

cantemos al amor amaneciendo.


Hoy caminan tus pasos en mis versos,

puerto de ti, bahía de ti misma,

quédate en ellos, ancla en sus espumas,

conviértete en la orilla de sus besos.


Toma el cuaderno de mi juventud,

dibuja en él al barco de tus sueños,

pinta el timón, las velas, el destino

y zarparemos juntos a vivir.


Escribe en el cuaderno el alfabeto

de la dicha soñada por los pobres;

te declaro mi amor, escribe el sí;

te declaro mi sí, escribe amor.


Vámonos a querernos junto al pueblo,

vámonos a hacer versos desde el pueblo,

vámonos a hacer hijos para el pueblo,

que tú misma eres hijos, verso y pueblo.


Te declaro mi amor, ¿me lo recibes?

¡Qué gran felicidad! Ya lo sabía.

Ven hacia mí, voy hacia ti: besémonos,

ha nacido el amor sobre la tierra.








II



Te beso al escribirte desde que eres la página

y la letra mi boca, recorriéndote toda.

Te beso al recordarte desde que soy olvido

y tú el labio entreabierto del que nace el recuerdo.


Te amo dulcemente como raíz al agua

y mi pobreza sueña comprándote rosales,

llevándote de viaje por islas deslumbrantes

donde alza la alegría su arquitectura de agua.


Si seguimos tan pobres como hasta ayer lo fuimos

viajaremos solemnes por los parques más bellos

y asomados muy juntos a la ventana nuestra

llegarán los países a conocer tu ojos.


Cuando venga la noche con su viento de estrellas

yo arribaré a tu boca, a tu lugar de sombras,

y el violín de tu cuerpo y el arco de tus senos

serán como una música tocada por los astros.


¿Qué bosque inventaré, qué follaje de Luna,

qué rosa submarina, qué océano de flores,

qué continente nuevo mi amor te inventará,

para llevar tu sueño, al dormirte mis besos?


Y cuando abras los párpados se hará luz en la tierra,

asida a tus miradas nos llegará la aurora

y sobre el dulce invierno de tu piel en reposo

nuevamente mis labios crearán el verano.


Así iremos llegando al final del gran viaje,

terrenales amantes, tomados de la mano,

hasta encontrar la tierra en que juntos, muy juntos

los dos nos echaremos a morirnos de amor.







III


Tu piel de cuerpo entero, oh leyenda de flores,

oh desliz de una nube, llena de agua bendita,

que bautiza mi amor, mis pecados mortales

y todo lo que alumbran tus ojos bajo el Sol.


Tu epidermis andante ha creado el espacio

y tu piel sin moverse nos ha creado el tiempo,

es decir que tu cuerpo viene a ser como el génesis

de lo ignoto que existe en la vida terrestre.


Todo lo que te toca tiene un fragor de luz,

con todo lo que tocas posible hiciste al tacto

y el rozar de tu piel le dio origen al fuego,

oh, estrella que yo toco; oh, lucero tocado.


Yo que en mi infancia triste nunca tuve juguetes

hoy jugando acaricio tu carnal geometría,

porque también es cierto que has creado los ángulos

y las curvas existen a partir de tu cuerpo.


Melancólico el Sol tu desnudez alumbra,

la Luna con nostalgia se hace niña en tu espalda,

vista sobre la cama eres el firmamento

y tus senos cuando amas son dos astros que giran.


Voy cerrando estos versos para abrir tu epidermis,

te gozaré en el centro y en tus dulces extremos

observaré en tus ojos el parpadear del vértigo

y abrazados caeremos en la tierra profunda.




IV



en tanto que yo escribo tú sueñas de memoria

y luces los encantos de una ciudad dormida;

ha llegado la noche con un lápiz muy negro

y lo único que brilla es tu recuerdo ardiendo.


Un silencio profundo lo paraliza todo,

lo nocturno me muerde amargamente el alma;

será porque no me hablas, porque vives a medias,

o será porque siento mi eternidad obscura.


Dormir, preludio breve de un descanso sin fin,

viene a ser el ensayo de ausentarnos del mundo;

dormir nunca me alegra porque es vivir muriendo,

con los ojos cerrados, en un planeta extraño.


¡Qué terrible sentir un dolor en la noche,

mirar todo apagado, ser un trozo de sombras,

oír que nada se oye, oler la vida inmóvil,

y paladear el luto de una orfandad inmensa!


Se abandona bastante de la vida al dormirnos:

te encuentras frente a mí, sin embargo no estás;

te mueves y respiras, mas en otro universo;

sigues hermosa, pero como rayo estancado.


Ya levántate y anda que la tierra amanece,

la vida es movimiento, ir y venir, amar,

la ola nace y muere, pero el mar nunca muere . . .

igual que nuestro amor hecho ya poesía.











V



Hay tardes en que el hombre desciende a la tristeza

se cae de tristeza y suele hablar muy quedo

sosteniendo su frente con manos de locura

y esperando otro golpe de la miseria humana.


Cuando al fin el planeta puede girar alegre,

con el triunfo del hombre que se llueve de amor,

ya no habrá más descensos, ni caídas ni golpes,

y la humana tristeza se hará polvo de flor.


Ser alegre es vivir un poco a la manera

de los niños dichosos que descubren la vida

en el gorrión y el cielo, cuando les damos gusto,

y en la mágica duda de sus muchos porqué.


Ser alegre es vivir besándote a hurtadillas

yendo y viniendo a besos sobre tus brazos libres;

creyéndome perdido en tu cabello un día,

sintiéndome encontrado entre tu vida siempre.


Ser alegre es mirar la justicia del mundo

reflejándose diáfana en tus ojos amados,

andar de cara al Sol, vivir en libertad,

escribiendo el poema inédito del hombre.


Cuando nace una rosa, en un beso volado,

van tus labios al punto de la alegría exacta,

y también con tu boca va la alegría en flor,

creando el color rosa de todo el universo.


Tú que sólo naciste de tanto que soñé,

tú que antes fuiste triste y eres hoy la alegría,

tú que si te desnudas con el invierno acabas,

tú no olvides jamás que el hombre será alegre.


Así, mía de siempre, vivamos sin tristezas

porque está la alegría haciéndonos esposos

y juntas nuestras rosas y nuestros nombres junta

como un alegre grito suspendido en el tiempo.

VI


Viernes, este es un día para escribir poemas,

partiendo desde el alba, a bordo de la vida,

temprano a fin de oír al lado de tus pasos

la música veloz que cabalga el rocío.


Este día es un día para escribir poemas

incluso en la cocina, entre verduras pálidas,

enfrente del gran ojo de algún sartén tiznado

y al lado de la olla que está hirviendo de amor.


Para escribir también que hoy día estás cosiendo

mis calcetines viejos, recorridos de mundo,

que estás blanqueando el cuello de mi alma de estudiante

o planchando una tarde que lucirá mañana.


Yo podría este viernes sollozar de vigilia,

pero no lo deseo, me opongo carnalmente,

prefiero recitar un poema en la cama,

mientras ahorramos besos para los nuevos viernes.


Haré un poema al plato de las mil papas fritas

me inspiraré en el alma devota de los panes

haré un libro completo que embriagará a las uvas

y que hará sonreír a la propia cebolla.


Y porque este es un día para escribir poemas

te digo tiernamente y seguiré diciendo:

tú serás un puñado de rosas en mi vida

y serás un puñado de versos en mi muerte.





VII


La libertad acostumbra tomar forma en tu rostro,

luce hermosa tu faz porque te sientes libre

y si lees un verso en voz alta de amor

¡Qué dicha más espléndida oír la libertad!


Al mirarme tus ojos la libertad me mira,

al tocarte mis manos palpan un verso libre,

porque eres un poema hecho a primera vista

y una canción viviente a las cadenas rotas.


Al llegarme tus cartas hay fiesta en el idioma,

todo el abecedario decreta un día libre,

y me cantan tus sílabas tomadas de la mano

y oigo en cada vocal una tecla sonante.


Estoy joven de ti, subiéndome y ardiéndome,

en prosa, verso y vida; abrasándome estoy

entre el sueño y la piedra de un hombre consumado

o en mi joven vejez llovida de palabras.


Soy minero de ti, profundidad terrestre,

cavando voy las vetas de tus miradas hondas;

primavera te nombra suspirando violetas

y el otoño te dora como una luz besada.


Domingo tras domingo tu rostro es libertad,

me besa el porvenir con tus mejillas rojas,

canto lleno de amor a los libres del mundo

y me siento feliz, como hombre libertado.










VIII


Si me miras y callas me siento como un niño,

mas, si me miras y hablas me siento todo un hombre,

porque son tus miradas un aletear de Luna

y porque en tu voz gira el idioma terrestre.


Tu palabra madura tras los ocasos rojos,

en un dormir de lluvias, bajo el rumor astral;

por eso cuando tú hablas suelo cerrar los ojos

para sentir eterna la música del mundo.


Madura tu palabra con sus velas al viento,

en racimos flotantes y bajeles de espuma;

por eso cuando tú hablas quedan hechas las frutas

y en una frase tuya se escucha todo el mar.


Tu palabra es el polen por donde baja el cielo

de brinquito en brinquito hasta llegar a mí;

y tu callar parece una escalera al aire

donde sube mi aliento a suspirar por ti.


No calles nunca, nunca . . . tu sonido es la dicha

y la dicha se escucha después de haber sufrido;

no calles nunca, nunca . . . porque el olvido empieza

por un dejar de hablarse y es un silencio atroz.


Háblame siempre, vida, de todo lo que es bello.

Cuando yo era muy niño dejó de hablar mi padre,

mi madre hizo silencio de tanto que sufrimos

y entonces la tristeza se entristeció de mí.


Quiero que hablen tus hijos con amor y belleza,

que hablen de un mundo nuevo sin odios ni mordazas,

porque hablando los hijos, después que nos muramos,

seguiremos nosotros hablando eternamente.





IX


Ha nacido un poeta al mirarme en tus ojos

y un poema ha nacido al sentirme en tu vida,

por que eres la metáfora de mi niñez humilde

y porque eres la imagen con que soñamos todos.


Tu presencia es la vida, un mar inacabable,

estás en todo el mundo, nace el mundo en tus ojos,

te miro sobre el tiempo y te amo bajo el tiempo

porque eres un instante que nunca pasará.


Remediará el amor nuestros trajes zurcidos,

habrá pan para ti y flores en la alcoba;

iremos a los puertos a ver que todo parte

y a ver que nuestro amor no partirá jamás.


Principio que no acaba, tu mirada me busca

envuelta con la música del mundo que soñamos;

tu voz puebla el espacio donde sembré silencios

y tu nombre me alegra como una flor salvada.


Peregrina invisible de los claros de Luna,

has llegado a mi ser como flor a la rama,

entrando de puntillas tan silenciosamente

que al cerrar yo mis ojos te quedaste cautiva.


Sí, yo seré el poeta y tú la poesía

desde el momento exacto que termine estos versos,

copiados un domingo al conocer tus ojos,

porque tus ojos son poesía que mira.


Y porque son tus ojos poesía mirada.





X


Tras la noche está el alba, tras lo viejo lo nuevo,

en la semilla un árbol y un ser nuevo en la madre;

así mi amor hoy siembra tu poema final,

porque aquí callaré y quién sabe hasta cuándo.


Debo viajar al mundo a seguir otras luchas,

debo escribir del pobre que se muerde la frente,

urge dejar al niño un amor más extenso,

que te comprenda a ti y que comprenda al mundo.


Hoy debo despedirme de esta forma de hablar.

No, amor, no me arrepiento: lo bello quedará,

y si algo bello ha habido en todos estos versos,

si un verso vivirá, ese verso eres tú.


Hoy debo despedirme, mas no te pongas triste,

con el viento de mí seguiré yo besándote;

pasarán muchos años y en este libro tuyo

escucharás mi voz de amante que ha partido.


Como todo termina, mi corazón un día

dejará de latir. Sin embargo, estas páginas

dedicadas a ti proseguirán latiendo

cada vez que las leas y repases mi amor.


Adiós, no llores, piensa que cuando seas lirio,

mañana, nuestros hijos nos tendrán a su alcance

y hablarán con nosotros bajo las tardes bellas

al deshojar la brisa que en tu nombre escribí.


No importa que la lluvia nos borre contra el tiempo

y todo acabe en yerba, porque si un eco humano

recoge tus poemas terrestres que aquí acaban

dormiremos tranquilos, gozosos en la muerte.







COLOFÓN



Te me apareces como uno de los poetas más personalísimos de este momento de América. Te felicito de todo corazón. Estás prendiendo estrellas en el cielo del Continente. Gran poeta Valcárcel, me emociono contigo hasta un montón de abrazos.



Alberto Hidalgo








editorial ESPACIOS





En: ¡!CUBA SÍ; YANQUIS NO!!

Verso en armas, Lima, FER, UNMSM, Lima, 1961




1.

XI

Letanía de un niño destrozado


(En memoria de las víctimas del Le Coubre)


La muerte agazapada en la escotilla,

un barco explosionado en mil pedazos

y un niño casi roto entre los muertos,

cuya faz pareciera repetirnos

que no llegue la muerte por el mar.


Me he puesto a meditar en su pelota,

inmóvil, a la diestra de su muerte,

he pensado en su gorro marinero,

cuyas cintas pedíanle a la brisa

que no llegue la muerte por el mar.


Su botín se veía hacia la izquierda,

el brazo, desgajado, al sur del tiempo

y un solo mechoncito que al moverse

decía para sí muy tristemente

que no llegue la muerte por el mar.


Yo acostaré tu sueño entre corales,

veremos pececitos de colores,

tu voz será burbuja submarina

diciendo en cada puerto a tus hermanos

que no llegue la muerte por el mar.


Y si viene algún día la invasión,

haremos una ronda en todo Cuba

y millones unidos de la mano

lograremos con nuestros pechos libres

que no llegue la muerte por el mar.





2.-

XV. Salud, pueblo de Cuba


Adiós, pueblo de Cuba, me regreso

al Perú, que es la lágrima más diánfana de América.

Me esperan un amor y mil combates,

donde tu estrella ha de pesar,

de un frente a otra frente,

dando luces, a gritos, en la sombra.


Debo acabar este viaje en torno a tu alma,

que mi pueblo recita de memoria,

pero no habrá pañuelos de triste despedida,

ni lágrimas ni adioses.


Sencillamente he de subir hasta tu pechos

a devolver el laurel que tú sembraste;

solamente te diré: ¡salud!

a la hora que parta a la América del llanto.


¿Qué anhelas que pregone en los Mares del Sur en los Andes que despiertan a sangre y culatazos?


Está bien, diré muy alto donde quieras

que la caña es más dulce sin la cuota,

que el guajiro solar se abraza a lo que es suyo,

que un solo pulso de héroe trabaja en todas partes,

que el niño es porvenir ya caminando,

que la Revolución limita con Cuba en todo el mapa

y que no podrán contigo

ni diez flotas ni cien mil “americanos”.


Salud, pueblo inmortal, acéptame estos versos,

abrázame a Fidel, despídeme de todos.


Y, ahora, ¡al sur!, a aguantar los culatazos,

a luchar por lo tuyo, hasta las uñas,

a pelear por lo nuestro, hasta los dientes.

Salud, pueblo de Cuba,

tu libro de amor ha terminado.




de PENTAGRAMA DE CHILE ANTIFASCISTA, Lima - Perú, 1975.



IX


Me alejo un poco, Pablo, para acercarme mucho a ti.

Sumo y multiplico tus viñas submarinas

tus islas negras boca abajo

tus flores en viudez, tus árboles en cueros

y tu luto que ahora enceguece

a los panes, las aves y los peces.


Tu voz recorre el mundo, no te aflijas,

convertida en pétalos y pólvora

y si es cierto que escondieron tu cadáver

jamás esconderán tu vida en Chile

porque tu vida Pablo tiene un sabor Neruda

porque Neruda el hombre; porque tu pueblo, Pablo,

avanza del brazo de tus versos, canta,

y está ronco llegando al porvenir.

porque se acerca el día de ambos para todos

y quieren estar juntos

en matrimonio de amor indisoluble.


Obrero mayor del porvenir chileno

aprieto mis insomnios con los puños

agarro a la soledad de los cabellos

meto en su jaula a la tristeza

me paro en la noche. Palpo. Oigo. Grito. Veo:

en medio de la adustez de los alambres

en la grupa del tiempo del recuerdo

de espaldas al cadalso puesto a unto

al centro de la negrura mal cuajada

lo único que brilla es el ensueño

de tu roja alegría comunista.









Haraui, Año XVII, Lima, Diciembre de 1980 # 54



REFLEJOS BAJO EL AGUA DEL SOL PÁLIDO

QUE ALUMBRA A LOS MUERTOS


I


Me ahogo en medio de la soledad de muchos

tinta transpiro, sangre muerdo

cuando se acerca un poco el sueño que perdí.


Mi edad es un trompo a detenerse

porque ya no hundo mi cabellera

en las fuentes de su alma.


Resulta requisito sine qua non

dejar de ser cuerdo para amar

y ser analfabeto a rajatabla

para no poder firmar este poema suyo

que sólo rubricarán mis huesos.


II


Puente roto entre su recuerdo y lo infinito

devuélveme los restos de su nombre

aquéllos que regué en calles lejanísimas

de ciudades encendidas y hoteles inquietante.


III


Ya instalada la vejez en mi esqueleto

miro en lontananza sus pupilas humeantes

colgados en el cielo como faroles fijos.

También siento sus dos piernas

flotando en la ingravidez de mi memoria

crucificadas sobre mí.


Ya de madrugada pican mis dos trópicos

las avecillas de sus besos

apenas desperté.


V

He llegado, he bajado, mejor dicho,

al invernadero del recuerdo.

La encuentro tendida largo a largo

coronado de pámpanos su sexo

un perfil de luz entre los labios

ensalmo de uvas brotando de sus muslos

mientras un río de espejos caudalosos

transportaba su mirada

a los estanques en que flotan los ahogados.


¿Quién apagó la luz de su morada

y trocó en fugaz lo que creí longevo?


La mujer invisible dejó huellas asombrosas.

Caigo de hinojos sobre ellas

y me pongo a reír entristecido.


IX


Muerte sin fin, amiga leve,

dame tus brazos largos, córtame las venas

polvo seré, sí, de tu universo hueco

polvo enamorado en la galaxia abstracta

donde el amor no existe.


Al fin me siento libre

rodando entre negros abismos siderales.

La vida ha pasado raudamente

ya nadie piensa odiar en el otoño

somos la eternidad en vacío neto

y el punto final de la tristeza.


X


Suave ternura la de su voz perdida

quejido de su aliento poseído

eco del mío

brújula sin rumbo cierto

rosa de los vientos deshojada

velamen sin la brisa más leve

se ha transformado ella en pura espuma

en ola sin ribera

en joya sin engarce

en pétalo sin flor.


Hace tiempo yo le hablaba

del sol pálido que alumbra a los muertos

hoy ambos somos su reflejo exacto

bajo el agua del tiempo que pasó.


XI



escena del dolor crepuscular

mansión de los pesares, hotel de las quejumbres

selva de pulquérrimas angustias

cotarro de sepulcros

estruendo de la ira

vestigio de la dicha

invocación al llanto

suerte de orquídea en arenal

alma esparcida, gloria del riñón

desplome de lo antiguo, minúsculo presente

desolación del vino, avance del infierno

dardo envenenado en Mí Menor

cobarde ruiseñor

táñame lo dicho, elmendrugo táñeme.

Tras una ronca armonía sin autor

aprenderé del todo a bien morir.


Rito del hambre penitente

arcada del ayer al día de hoy

sosegaré mis tripas zoológicas

con trozos pequeñitos de nostalgia.


Me asfixio, ¡oh proa delinvierno!

Oh espada del pretérito, me asfixian

y aunque quiero a mis volátiles cenizas

me acostaré bajo una lápida de yedra.

Estoy harto de esta vida

harto, harto.


XV


Puesta la piel al descubierto

de adentro para afuera la epidermis

transformado en llaga viva

avanza el poeta a paso redoblado

de saltamonte loco a saltaolvidos tierno

¿no es verdad, cielo de Lima?


Descendiente directo de la esperanza inédita

se esfumó el poeta de los ojos contritos

carbón mal apagado

alfarero sin arcilla.


En la esbelta chimenea

disperso el poeta quedará

bajo el cielo de Lima incinerado.




Mayo de 1980.

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