martes, 30 de diciembre de 2008

Rv: Luis Varela y Orbegozo y sus contemporáneos(Vallejo, Mariátegui, etc)



--- El lun, 29/12/08, Jose Rospigliosi <jorospi@yahoo.com> escribió:
De: Jose Rospigliosi <jorospi@yahoo.com>
Asunto: Rv: Luis Varela y Orbegozo y sus contemporáneos(Vallejo, Mariátegui, etc)
Para: "Grupo Univ Mariátegui" <universidad_socialista_jose_carlos_mariategui@yahoogroups.com>
Fecha: lunes, 29 diciembre, 2008 6:00

Con César Vallejo
Con José Carlos Mariátegui

Luis Varela y Orbegozo y sus contemporáneos
Osmar Gonzales*
Lima, diciembre 2008

La documentación correspondiente a Luis Varela y Orbegoso (1878-1930), mayoritariamente inédita, se halla en el Archivo de su nombre (ALVO) de la Colección Raúl Porras Barrenechea, en la Biblioteca Nacional. De ella he podido extraer datos e información abundante que ayudan a formarnos una idea cabal de este personaje, a mi juicio injustamente postergado de nuestros análisis.

Luis Varela y OrbegosoEl aristócrata Clovis, según el seudónimo que popularizó Varela y Orbegoso en sus artículos periodísticos, y gracias a su carácter cordial y bonachón, así como a su conversación amena e inteligente, cosechó amigos en todas las canteras, sean estas políticas, ideológicas, intelectuales o sociales. Fue querido por todos y no buscó jamás exacerbar los malos humores de nadie. En este sentido, era todo lo contrario a quien fuera primero su alumno en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe y después su amigo entrañable, me refiero a Valdelomar, el gran irritador de las élites burguesas de su tiempo.1 Francisco García Calderón en un homenaje póstumo a Varela y Orbegoso también resalta el espíritu de concordia que lo identificaba, además, claro, de sus virtudes intelectuales.

Para este artículo solo he seleccionado la relación epistolar que Varela y Orbegoso sostuvo con algunos prominentes contemporáneos suyos, y no solo de su generación. Con los miembros del novecientos peruano presento la comunicación epistolar que mantuvo con su primo, el notable historiador José de la Riva Agüero, y con el fino escritor Ventura García Calderón. Con los de la generación posterior, la del Centenario de la Independencia, doy a conocer las cartas que Clovis recibiera de César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui.

Como genealogista, Clovis era un destacado investigador, y en ese aspecto son sabrosas y eruditas las cartas que cruzó con Riva Agüero, cuyo análisis completo ofrezco en un trabajo que he realizado, y aún permanece inédito, con el antropólogo Juan Carlos Guerrero. 2
Considero que, por encima de todo, Varela y Orbegoso era un periodista. Desde su columna "La hora actual", famosa en el diario El Comercio (en donde ejerció el cargo de jefe de redacción por más de diez años) deleitó a sus lectores con notas críticas acerca de los últimos libros (era un lector empedernido) y sus autores, así como de arte; los acontecimientos sociales y políticos más importantes e, incluso, legó sensibles notas de carácter sociológico.3 En unas escuetas líneas para la sección "Páginas autobiográficas" de la revista Variedades,4 con el subtítulo "La iniciación de un maestro del periodismo", Clovis realiza un rápido recuento de su vida periodística a la que, según sus propias palabras y con gran modestia, decía haber llegado tarde, y a la que dedicó la mayor parte de su vida realizando todo tipo de actividad. En sus propias palabras, desde que descubrió su vocación de periodista: "he permanecido siempre en la imprenta, ya como redactor, ya como corresponsal, sin haberme apartado un solo día y sin que ni un solo día, dentro o fuera del país, haya dejado de prestar mis servicios a esa noble y vieja casa", refiriéndose al diario El Comercio.

El prestigio de Clovis trascendía las fronteras nacionales, su fama logró adquirir vuelo internacional. Para muestra dos botones. En la edición del 8 de octubre de 1924 de El Diario de Asunción, Paraguay, se transcribe un artículo de nuestro compatriota acerca del poeta e historiador guaraní Juan E. O´Leary, precedido por una nota de los editores en la que encomian su labor intelectual con las siguientes palabras:



Luis Varela y Orbegoso, más conocido tal vez por su seudónimo de Clovis, ya famoso en la literatura americana, es indudablemente uno de los escritores de mayor mérito entre la numerosa pléyade que da realce a la vida intelectual peruana de nuestros días. De vastísima cultura, de gran agilidad mental y honda penetración crítica, ha producido libros y monografías sobre temas variados, con preferencia históricos, que pertenecen al escaso número de los que instruyen y deleitan.


La otra muestra es la opinión que el intelectual uruguayo Hugo D. Barbagelata pronunció en una entrevista que para L´Amerique Latine (París, 5 de abril de 1925) bajo el título "La vie hispano-américaine. Impressions de voyage au Pérou et en Bolivie". Es bueno mencionar que Barbagelata era un escritor muy ligado a la intelectualidad peruana de principios del siglo XX. Fue colaborador de la Revista de América Latina que fundó y dirigió Francisco García Calderón en París durante los años 1912 y 1914, a quien llegó a conocer gracias a la insistencia epistolar del maestro de ambos: José Enrique Rodó, el autor del célebre opúsculo Ariel, de 1900. Ya radicado en la capital francesa, con el hermano de Francisco, es decir, con Ventura, Barbagelata editó el volumen La literatura uruguaya y, en general, participó de las aventuras intelectuales y bohemias de los escritores peruanos de aquel entonces. Por ello, su información sobre la literatura que se producía en nuestro país era fresca y actual, como se puede ver en el siguiente párrafo:

El Perú es uno de los países del Pacífico, considerado literariamente con la más viva atención que lo amerita, por sus escritores que están fuera de su patria, como los García Calderón, Riva Agüero y Belaunde, que no necesitan hacer una mención especial en este reportaje. Pero en la misma Lima, dentro de los cenáculos periodísticos y literarios hay una inquietud juvenil que se agita inspirada y dispuesta a continuar con éxito una tradición muy destacada, dentro de los anales de la historia literaria hispanoamericana. Atraídos por el ejemplo del desafortunado escritor Abraham Valdelomar, que en Lima luchan y triunfan los Clemente Palma, los Ureta, los Gálvez, los Garland, los López Albújar, los Sánchez.5


Por estas razones, no es de extrañar que Barbagelata también conociera a Varela y Orbegoso y se refiriera a él en términos muy elogiosos:

...Luis Varela Orbegoso [es] una de las inteligencias más activas del Perú y uno de los peruanos que hacen más sólidos y estrechos los vínculos entre su país y el extranjero. Con Varela Orbegoso, hay otros periodistas de talento como Sánchez Gutiérrez, quien ha dado tantas muestras de estima al Uruguay durante nuestra permanencia en el Congreso.


Parecida opinión tenían de Clovis en otros países, pero como es costumbre en el nuestro, sus méritos no son reconocidos (como él mismo lo afirmaba para el caso de Ventura) o simplemente son olvidados. Un peruano sabe mejor que nadie el hondo significado del dicho popular "No hay profeta en su tierra". Luis Varela y Orbegoso sabía andar por el mundo sin rencores, perdonando infamias y sorteando envidias.

Con José de la Riva Agüero

José de la Riva Aguero

En el año 1905 apareció en Lima un libro que remecería el ambiente intelectual de la época: Carácter de la literatura del Perú independiente de José de la Riva Agüero y Osma (1885-1944), Marqués de Montealegre y Aulestia, cuando apenas contaba con 20 años de edad. Obra precoz y madura al mismo tiempo que generó la admiración de sus contemporáneos, del país y del extranjero. El caso más conspicuo fue, por cierto, el de Miguel de Unamuno, quien le dedicó un amplio ensayo poniendo de relieve las virtudes de la mencionada obra y de su joven autor.

Los cercanos afectivamente a Riva Agüero contribuyeron a que su brillante tesis fuera conocida por diferentes estudiosos de otras naciones. Los hermanos radicados en París, Francisco y Ventura García Calderón, por ejemplo, y amigos desde la infancia del Marqués, hacían labor de propaganda de Carácter de la literatura y de su autor; otros compañeros generacionales hacían lo mismo y publicaban elogiosos comentarios en los diarios y revistas de la época. En contra de lo que se pudiese pensar, las ligazones entre los intelectuales de esos años eran muy fuertes y suplían, de algún modo, la fragilidad de las instituciones académicas.

El sobresaliente periodista, primo de Riva Agüero por la rama de los Riglos, Varela Orbegoso, también difundía la obra en cuestión. Las cartas que se encuentran en el Archivo Histórico Riva Agüero son testimonio del cariño y admiración que sentía Clovis por su primo.

En el mismo año 1905, Varela Orbegoso —quien seguramente se estaba dedicando a sus investigaciones genealógicas—, tenía algunos ejemplares del Carácter de la literatura, los que no dudó en repartir entre sus conocidos e interesados en el tema. Se convirtió en un difusor entusiasta de la obra de Riva Agüero y consiguió repercusiones casi inmediatas. Por ejemplo, en carta que le escribe a su primo, el 24 de noviembre de 1905, transcribe un párrafo que el historiador chileno, Abraham de Silva Molina, le había escrito sobre el libro:

El autor de esta obra desarrolla un tema con acierto i lucimiento, haciendo gala en sus juicios de una independencia de criterio, que cautiva desde el primer momento. La pájina 63 es admirable por las profundas verdades que encierra. Quien habla de tal manera, es un príncipe.


En otra carta, escrita dos días después de la anterior, el 26 de noviembre de 1905, le transcribe a su primo otro comentario, esta vez de Domingo Amunátegui Polar, Decano de la Facultad de Letras de Santiago y, además, sobrino nieto de Manuel Amunátegui, fundador de El Comercio: "Me alegro de que el Perú cuente con un escritor tan distinguido como el señor Riva Agüero; i me alegraría más, si después de este ensayo se atreviera á estudiar toda la literatura peruana...".

Finalmente, en una tercera carta enviada, del 10 de diciembre (no menciona el año pero con toda seguridad es de 1905), le envía a Riva Agüero una nueva transcripción, ahora del escritor chileno Tomás Fhayer Ojeda, especialista en asuntos coloniales, quien le comunica su opinión sobre la obra:

Aunque yo solo lo he hojeado, á la lijera, lo considero con suficiente estudio, bien inspirado i justiciero en su crítica, i mejor aún en su parte literaria. Espero que tenga U. La bondad de dar mis parabienes al autor, á quien no tengo el gusto de conocer, i de recibir mis agradecimientos por su obsequio.


Sin haber salido del Perú, Riva Agüero había alcanzado un gran impacto internacional; con solo 20 años de edad se proyectó ante la comunidad intelectual como un baluarte; desde ese momento se erigiría como el líder de una generación trascendental, la del novecientos, compuesta por hombres significativos del pensamiento nacional, como Víctor Andrés Belaunde, José Gálvez y los hermanos Francisco y Ventura García Calderón.

Con Ventura García Calderón

Ventura Garcia CalderonLa amistad entre Ventura García Calderón (1886-1959) y Varela y Orbegoso era muy grande, y comenzó a construirse desde muy temprana edad, desde cuando se reunían en la plaza de La Recoleta para animar sabrosas tertulias a principios del siglo XX. Igualmente enorme era la admiración intelectual que los unía. Con cargo de profundizar en dicha amistad consultando documentación inédita u olvidada, ofrezco ahora apenas dos muestras del cariño que se profesaron estos dos hombres importantes de nuestras letras y vida diplomática.

En carta fechada desde Le Havre el 23 de mayo de 1921, con membrete del Consulat du Pérou, con escudo peruano en el extremo superior izquierdo y, debajo de él, el nombre impreso de V. García Calderón, con dirección 10 Rue Gustave – Cazavan, el escritor y diplomático le escribe a Clovis la siguiente misiva:

Mi querido Luis6

Siempre mis cartas a Ud. comienzan por una acción de gracias porque su benevolencia es inagotable. Un abrazo muy fuerte y entrañable por todo lo que acaba Ud. de escribir en momentos tan ingratos.
Pancho7 me cuenta que el gobierno, sin respeto por todo lo que el nombre y la situación de Ud. representan, le envía a Grecia cuando era Ud. querido y halagado en Bruselas!
Esperemos mejores tiempos que no pueden tardar. Nuestro humorista nacional8 va a terminar uno de estos días atado al badajo de la campana mayor de Lima.
Véngase, querido Luis, a olvidar molestias y malos ratos en algunos días de París. Lo esperamos con entusiasmo para darle el gran abrazo que hoy le envío por carta.

Ventura

Por su parte, el insigne periodista, genealogista y también diplomático celebra el ingreso del autor de La venganza del cóndor a la revista Mercure de France en artículo publicado en la revista Variedades núm. 937, del 13 de febrero de 1926, con los siguientes términos:

Ingresar a ella [a dicha revista] es ceñirse un laurel apolíneo. Allí no están sino espíritus superiores y estilistas selectos.
Allí acaba de entrar, con pie firme y banderas desplegadas, Ventura García Calderón.
Desde la segunda quincena de diciembre del año que ha finado su colaboración en el "Mercure de France" será constante y regular.
Su artículo inicial es un bello cuento, sobre tema peruano, [que] tiene por título "Si Loti hubiera venido...

El artículo de Clovis está ilustrado con la famosa caricatura que el artista japonés, Foujita, hiciera de nuestro destacado escritor. Es la caricatura que también reproduce García Calderón en su Páginas escogidas de 1947 (publicación con la que buscó dar solidez a su postulación al Premio Nobel) y la misma que aparece en la carátula de sus Obras escogidas, compilación realizada por Luis Alberto Sánchez en 1986.

Con pesar e ironía, Varela y Orbegoso señala que mientras el mundo entero celebra la calidad de la obra literaria de nuestro compatriota, son los propios críticos peruanos los que se apresuran en encontrarle defectos. Sin embargo, agrega con cierto alivio: "Felizmente, Ventura García Calderón sigue el consejo de Dante: Guarda e passa". Como vemos, las envidias son de larga data en nuestro país, el palo encebado es parte de nuestra idiosincracia.

Han pasado los años y si bien la obra de García Calderón se conoce más, no ha sido revalorada suficientemente, pues pocos son los que escriben y reflexionan sobre ella. Su prosa fina, su sensibilidad para entender los avatares de su tiempo, el ser reconocido como una de las grandes figuras intelectuales de su época —¡y en un ambiente tan exigente como Francia!— lo colocan como una de las referencias básicas de las letras nacionales, ante lo cual no podemos caer en la mezquindad sin rebajar nuestro propio sentido del orgullo.

Con César Vallejo

Clovis supo mantener relaciones de amistad con personajes de diferentes círculos y generaciones. Una de las tantas muestras de ello es la relación cordial que supo mantener con César Vallejo (1892-1938). En efecto, el 16 de marzo de 1928, nuestro gran poeta, que radicaba en ese entonces en París, le dirige una carta a Varela y Orbegoso.9 Según se colige, Clovis lo habría invitado a escribir en las páginas del decano del periodismo peruano, ante lo cual Vallejo se muestra agradecido:

Conforme a sus amables deseos para que yo colabore en 'El Comercio', me permito enviarle mi primer artículo. Ojalá le guste. Me atendré, en lo sucesivo, a sus instrucciones relativas a los temas que debo tratar en mis crónicas. En general, procuraré darles el mayor interés posible.

César VallejoEl entusiasmo del poeta, que contaba con 36 años para ese entonces, es evidente, además que veía una buena oportunidad para asegurar un ingreso extra a su bolsillo, siempre necesario para cualquiera, y más aún para quien vive fuera de la patria en precarias condiciones, como era su caso. Seguidamente, le pregunta a Clovis cuántos artículos debería enviar al mes y cuál sería el monto del pago por sus colaboraciones. Al parecer, ya era un hecho consumado el que el autor de Los heraldos negros (1918) y Trilce (1922) fuera uno de los colaboradores de El Comercio. Pero no sabemos qué pasó, nos es imposible, al menos por el momento, determinar las razones por las cuales el proyecto no diremos que abortó, puesto que finalmente Vallejo sería uno de los más destacados colaboradores de dicho diario, pero sí que se postergó. Al menos así queda claro en una nueva carta de Vallejo a Clovis enviada desde Moscú y escrita el 28 de octubre de 1928, y en la que trasluce un tono triste pero comprensivo.

Pero conozcamos directamente las cartas del poeta. La primera dice lo siguiente:

LA SEMAINE PARISIENNE
PARIS, LE 16 marzo de 1928

JOURNAL ILLUSTRE D' INFORMATION MONDIALE

RÉDACTION ET ADMINISTRATION
12 RUE LINCOLN (CHAMPS-ÉLYSÉES)
PARIS (8)

TÉLÉPH : ÉLYSÉES 18-57
88-77

Señor doctor don Luis Varela Orbegoso,10
Lima

C[ontestada]
31 – V – 928

Mi querido doctor:

El portador de la presente es el poeta Juan Luis Velásquez, a quien debe usted conocer de nombre. Se lo presento, con la seguridad de que resultarán muy buenos amigos.
Conforme a sus amables deseos para que yo colabore en 'El Comercio', me permito enviarle mi primer artículo. Ojalá le guste. Me atendré, en lo sucesivo, a sus instrucciones relativas a los temas que debo tratar en mis crónicas. En general, procuraré darles el mayor interés posible.
He celebrado mucho sus triunfos obtenidos en la Argentina, en el sur del Perú y en las diversas ciudades que ha visitado usted últimamente. Estas noticias han circulado entre los amigos de aquí, mereciendo los más cariñosos comentarios.
Le ruego decirme cuantos artículos debo enviar al mes y el precio aproximado que me acordará el diario.
Muy reconocido a sus finezas y, recordándolo siempre con especial afecto, lo abraza cordialmente su afectísimo compañero.

César Vallejo

[Escrito a mano:] Mi dirección:
11, Avenue de l'opera

La segunda carta tiene el siguiente tenor:

Moscú, 28 de octubre 192811
Sr. Dr. Luis Varela Orbegoso
Lima

S[in] C[ontestar]

Mi querido doctor y amigo:

Hasta aquí me ha llegado su amable carta de mayo último, cuyo gran retraso no me explico. Sin duda, debe ser el correo peruano. Aunque su amable invitación para colaborar en 'El Comercio', no puede llevarse a cabo, por las razones que usted me expone, agradezco muy de veras la buena voluntad que ha tenido para mí, en este asunto y la doy como traducida en hechos. Mil gracias.
De París he de tener el gusto de escribirle con frecuencia y en espera de sus gratas noticias, le abraza cordialmente su buen amigo y compañero.

César Vallejo

Poco tiempo después, Vallejo, por intermedio de Aurelio Miró Quesada Sosa y José La Rosa Llosa (compañero de estudios de Miró Quesada, quien los puso en contacto epistolar), lograría ingresar a El Comercio en calidad de colaborador. Su primer artículo fue "La megalomanía de un continente" —un comentario al libro de Oswaldo Spengler, La decadencia de Occidente— que se publicó el domingo 3 de febrero de 1929. Desde esa fecha hasta diciembre de 1930, siempre en la sección dominical del diario, aparecieron 23 artículos sobre los más variados temas y firmados casi siempre desde la Ciudad Luz: "Últimas novedades artísticas de París", "Las grandes crisis modernas", "De Rasputín a Ibsen", "Graves escándalos médicos en París", "Acerca de la revolución rusa", "La vida nocturna en las grandes capitales", "César Vallejo en viaje a Rusia", "Alrededor del Banco de las reparaciones", "Un libro sensacional sobre la guerra", entre otros. El último de los artículos, denominado "Las grandes crisis económicas del día. El caso teórico y práctico de Francia", apareció el 14 de diciembre de 1930.12

Respecto al término de la participación de Vallejo en El Comercio, el historiador Héctor López Martínez nos informa:

'Diversas razones de la época —recuerda Aurelio Miró Quesada— conspiraron para terminar una colaboración que, a través de los años, es para todos cada vez más valiosa'. La crisis económica obligó a suprimir el suplemento dominical y, por otra parte, crecía en el Perú una efervescencia política y social que auguraba días aún más confusos.13

Con Víctor Raúl Haya de la Torre

En el voluminoso y ya mencionado Archivo de Luis Varela y Orbegoso, se encuentra una rareza: una carta de Víctor Raúl Haya de la Torre.

La carta del dirigente y fundador del aprismo fue escrita desde su exilio en Londres, el 28 de mayo de 1925, y en sus líneas aparecen nítidamente la amistad y admiración que siente Haya de la Torre por su corresponsal, a pesar de las divergencias ideológicas que, según se colige, iban colocándolos cada vez más en las orillas opuestas del panorama peruano. En ellas, Haya de la Torre también comenta sus expectativas: conseguir una beca, publicar un libro sobre Rusia en Argentina, seguir conociendo Europa. Además, trasunta su condición y espíritu de desterrado, pues no sabe nada de los amigos, algunos de ellos también perseguidos; no tiene noticias sobre el Perú, dado que casi no le llegan publicaciones, pero sobre todo, enfatiza en que su condición de desterrado lo ha ayudado a templar su espíritu: "El destierro me ha valido mucho para ver la vida, sufrir, estudiar y fortalecerme", le confiesa a Clovis. En otras palabras, está cuajando el futuro líder que, cuando regrese al Perú en 1930, conmocionaría la vida política peruana y pondría en jaque al orden oligárquico, del cual era parte precisamente Clovis.

Varela y Orbegoso, por su parte, ya se había hecho de un nombre respetable en el periodismo gracias a sus colaboraciones en El Comercio; en la academia, por sus estudios sobre los orígenes de las familias ilustres, de muchas de las cuales él era parte, y en la diplomacia, por representar al Perú ante diferentes países europeos. Precisamente, en 1924 Clovis había regresado a nuestro país luego de cumplir misiones diplomáticas en Grecia. Así, mientras Haya de la Torre seguía la vida de exiliado en el momento que escribe la misiva comentada, Varela y Orbegoso ya había retornado al Perú. Y cuando el líder aprista regrese al Perú, luego de caído el régimen de Augusto B. Leguía, en 1930, su corresponsal y amigo moriría.

Si bien política, ideológica, social e intelectualmente Haya de la Torre y Varela y Orbegoso ocupan lugares totalmente distintos en la vida nacional, ambos son parte de nuestra historia y representan los diversos senderos que tomó la vida nacional en momentos claves del siglo XX.

A continuación reproduzco la carta mencionada a la cual solo he actualizado la ortografía y corregido algunos evidentes errores mecanográficos.

Londres, 28 de mayo de 192514

Mi querido Luis:

[al margen: 15-VIII-925]
Después de año y medio he recibido la primera carta de V. Siempre le he recordado y de casi todos los puntos importantes donde he llegado en mis viajes, le he escrito. Quizá algunos de mis mensajes no le han llegado; recuerdo con fijeza que además de las ciudades que V. menciona en su carta, le he escrito de Moscú, de Leningrado, de Dresden, de Basilea y de París.
Ya se lo escribí de Italia: muy lindo Florencia. Con Riga y Ginebra, son quizá las ciudades que más me gustan de Europa para vivir.
Estoy ahora, desde fines del último invierno en Londres, estudiando en la escuela de Ciencias Económicas de la Universidad algunos cursos superiores de finanzas, economía general, sociología y política. Quizá permanezca aquí hasta el próximo año, después de un corto viaje que he de hacer este verano a Copenhague y a Amsterdan invitado por unas corporaciones socialistas. Si resuelvo permanecer en Inglaterra ingresaré desde setiembre a Ruskin College de Oxford, donde tengo ofrecida una nueva beca.
Trabajo a la vez: escribo [tachado] para periódicos y revistas de América y termino mi libro de impresiones de Rusia que ya está vendido a una editorial de Buenos Aires. El destierro me ha valido mucho para ver la vida, sufrir, estudiar y fortalecerme. Ahora, ni desespero ni me precipito.
Me gustaría recibir noticias de V. Muy poco sé del Perú porque encuentro apenas gentes de allá, y leo periódicos casi cada dos o tres meses. La censura de mi corrspondencia y la persecución de mis amigos ha terminado por cortar casi definitivamente toda comunicación con el Perú. Después de todo, hay que darles gusto, pero quizá si, al fin y al cabo, ese sea el peor de los sistemas a seguir conmigo.
Ojalá se resuelva V. a escribirme mas largamente. Una carta para mí vendría seguramente si estuviera dirigida a Edward Goicochea Esq. Central Y.M.C.A. Totteham Court Road London. En cualquier parte donde yo me encontrara llegaría su carta, seguramente.
Mi primo Macedonio que está ahora en Bruselas le recuerda siempre con afecto. Estuvimos juntos en Alemania durante las vacaciones de Noel y en mis proximas vacaciones trataré de verle otra vez.
¿Qué es de Gálvez? ¿Estuvo al fin en Buenos Aires? Ninguno de mis amigos de la Argentina me habla de él. Si está en Lima, abrácelo V. por mí. Digale que me escriba alguna vez. Lo he hecho yo tanto ya con él!
No he podido ver hasta ahora a Julia. Cuando venia de Italia tuve un asunto que arreglar en Génova y no pude pasar por San Remo donde ella estaba. Ahora sé que está en París. Estuve sí con Alfonso y con Pepe, el sobrino de V., muchacho muy inteligente y muy bueno.
Últimamente vi la fotografia de V. en un periódico o revista de Lima, tomada en momentos de un discurso con motivo de no sé que funeral. Veo que no sólo es suya "el alba de oro" sino también, la "juventud, divino tesoro" que en V. no se va jamás. Me alegro mucho. Aunque alguien me ha dicho que está V. furiosamente antisocialista y más dere-chista que Castelnau, me encanta pensar que dentro de tres años cuando yo vuelva he de encontrarle tan juvenil como hace diez. Entonces me consideraré feliz de oir y leer sus filípicas anti-revolucionarias. Porque a pesar de todo, Luis, nosotros seríaamos con V. menos injustos que la morralla que le ha rodeado y entre la que ha tenido que moverse V. tantos años. Diga V. todo lo que quiera que vale en V. su limpieza de criterio y su libertad de opinar. Yo sé sin embargo, que bajo toda esa indignación conservadora que me dicen le está poseyendo ahora, se esconde una reserva de aprobación total para el día que tengamos que pedir cuentas generales. Como es V. honrado tendrá V. que estar con nosotros. Ya lo sabe V., que aunque regañe contra las izquierdas V. tendrá que ser de ellas alguna vez. No lo aseguro pero es probable...
Y disculpe estas bromas. Una vez más le abrazo calurosamente.

Víctor Raúl

Con José Carlos Mariátegui

José Carlos MariateguiAsí como Clovis mantenía buenas relaciones con Haya de la Torre, del mismo modo era cordial, y quizás más cercana, su relación con José Carlos Mariátegui (1894-1930). Creo que esta es la mayor demostración de la amplitud de Varela y Orbegoso y de las simpatías que despertaba entre sus contemporáneos.

En apariencia, nada había que pudiera vincular a Clovis con Mariátegui, pues provenían de los extremos sociales de la república oligárquica: Mariátegui era plebeyo, y Varela Orbegoso, aristócrata. Sin embargo, hubo un espacio, seguramente entre otros, que los unió en una sincera amistad: el periodismo. No es muy descabellado suponer que parte de su (auto)formación periodística Mariátegui la adquirió leyendo la columna que Clovis publicaba diariamente desde 1908 en El Comercio, titulada "La hora actual", que revela una sensibilidad social inesperada en un noble como él. De Mariátegui sí es conocida su fina percepción de los dramas humanos ocultos detrás de situaciones en apariencia insignificantes y que plasmó en el diario La Prensa desde 1911, entre otras publicaciones. Hay aquí una continuidad poco explorada por los investigadores.

El periodismo también les proporcionó un lugar de socialización, participando en diferentes actividades, sean gremiales o culturales. En ellas estuvo presente, sin ninguna duda, otro periodista y amigo común: Abraham Valdelomar. Clovis había sido su profesor en el Colegio Guadalupe. Por su parte, Mariátegui fue el visitante más joven del cenáculo de los colónidos liderados por el Conde de Lemos. ¡En cuántos espacios habrán convergido estos hombres de letras, protagonizando conversaciones y discusiones sobre los temas del día, los últimos libros o intercambiando ideas acerca de la más reciente exposición! A pesar de trabajar en diarios antagónicos, de provenir de clases sociales opuestas y de pertenecer a generaciones distintas, había un sustratum de amor a la cultura que los hermanaba. Pero esto no impedía las diferencias en la percepción que tenían sobre la vida. El catalizador fue el baile de Norka Ruskaya en el cementerio, con música de Chopin de por medio. Clovis se expresó duramente en contra de esta profanación, mientras los jóvenes Mariátegui y Valdelomar la vivían alegremente. El conservador tomaba distancia de los rebeldes. Pocos años después, estas diferencias culturales adquirirían contornos ideológicos y políticos precisos.

El cariño de Mariátegui por Clovis se refleja en las diversas cartas que le escribe, especialmente cuando ambos viven en Europa: Clovis en Grecia y Mariátegui en Italia. Leguía quiso degradar a Varela Orbegoso trasladándolo a Atenas —luego de haber sido representante diplomático en París— porque se había manifestado opuesto al gobierno de la Patria Nueva. Por su parte, Mariátegui residía en Europa cumpliendo el destierro encubierto al que lo sometió el mismo autócrata. En las líneas de algunas cartas de 1921 nos encontramos con un Mariátegui sumamente amable que le insiste a su corresponsal para que visite la Ciudad Eterna, trató insistentemente de convencer a Clovis para que visite la tierra de los emperadores y no detener su viaje en Turín ("barrio de una ciudad grande", según le escribe desde Roma el 21 de octubre de 1921). Le ofrece además buscarle alojamiento apropiado y ejercer de improvisado pero atento guía turístico.15 Por razones que desconocemos hasta el momento, Clovis no se animó a realizar el viaje. Todavía falta analizar en profundidad la correspondencia que se conserva en la Biblioteca Nacional entre ambos personajes.

Algunos años después, Mariátegui regresaría al Perú, al igual que Clovis, y seguramente reanudaron su cordial amistad, pero extrañando a Valdelomar, quien había muerto en 1919. En 1930, el año final del oncenio leguiista, Mariátegui y Clovis fallecen. El primero en Lima, a los 36 años, y cuando planeaba irse a residir a Argentina; el segundo en Madrid, a los 52 años, luego de un ataque fatal de la diabetes que lo atormentaba, y queriendo regresar a su Lima querida. Sus muertes cerraron simbólicamente una etapa fundamental de nuestra historia y anunciaban las sombras que acecharían los años venideros.

Notas:

1 Un análisis de la amistad que unió a Clovis con Valdelomar se puede ver en el libro que escribí con Jorge Paredes Lara, Vidas y cartas. Abraham Valdelomar y Luis Varela y Orbegoso, Biblioteca Nacional del Perú y Universidad San Martín de Porres, Lima, 2004

2 Osmar Gonzales y Juan Carlos Guerrero, "La realidad oculta de los hijos ilegítimos durante la República de Notables (1895-1919)", inédito.

3 Véase Osmar Gonzales, "La sensibilidad social de Luis Varela y Orbegoso", en Wayra núm. 3, Uppsala, Suecia, 2006

4 Variedades núm. 843, 26 de abril de 1924

5 Los dos párrafos reproducidos de la revista L'Amerique Latine fueron traducidos del francés por Mario Galindo, a quien agradezco.

6 Archivo Luis Varela y Orbegoso (ALVO), 1921, tomo 1, doc. 427, Biblioteca Nacional del Perú

7 Se refiere a su hermano Francisco, autor del célebre Le Pérou contemporain (El Perú contemporáneo), de 1907.

8 Parece que se refiere, con bastante ironía por cierto, al presidente Augusto B. Leguía, quien fue el que determinó el traslado de Varela y Orbegoso de Bélgica a Grecia, conllevando un nivel inferior de responsabilidades.

9 Agradezco la colaboración de Benjamín Blass Rivarola, quien ha averiguado datos que vuelven más significativo este texto.

10 ALVO, 1928, tomo 1, doc. núm. 152, Biblioteca Nacional del Perú

11 ALVO, 1928, tomo 2, doc. núm. 200, Biblioteca Nacional del Perú

12 Carlos Germán Belli, "Prologuista de Valle y Vallejo", en Homenaje a Don Aurelio Miró Quesada Sosa, Academia Peruana de la Lengua, Academia Nacional de la Historia y Consorcio de Universidades, Lima, 1998, págs. 81-84. También véase Héctor López Martínez, Los 150 años de El Comercio, El Comercio, Lima, 1989, págs. 431-432. De igual modo, César Vallejo, Artículos y crónicas completos, tomo I. Recopilación, prólogo, notas y documentación por Jorge Puccinelli, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2002.

13 López Martínez, H., op. cit., pág. 432

14 Agradezco la búsqueda y transcripción de la carta al historiador Jorge Paredes Lara, de la Biblioteca Nacional del Perú.

15 Las cartas que he consultado son las que Mariátegui escribió desde Roma en 1921 los días 17 y 28 de setiembre, y 7 y 21 de octubre.





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