Cuestionario: Roland Forgues
Para el libro: “Palabra Viva”
Juan Cristóbal-
preguntas def.
(Lima, 16 / 9 /
09)
1-Juan Cristóbal es un
seudónimo. Tu verdadero nombre es José Pardo del Arco. Pero yo siempre te he
conocido como Juan Cristóbal, nombre que adoptaste según me contaste alguna
vez, en homenaje al héroe de Romain Rolland. ¿Qué sentido tiene esa
identificación con un personaje literario?
RESPUESTA. El personaje Juan
Cristóbal tiene dos facetas principales: es músico y es sensible a las causas
sociales, es un revolucionario, por lo tanto un romántico, como decía el Che. Este último matiz me llevó a identificarme con
el personaje, por eso lo utilicé cuando hice mi primera publicación, que no fue
un poemario, sino un artículo literario. Creo que también lo adopte –y eso lo
creo ahora- por otros dos motivos: porque mi nombre me parecía muy rimbombante
y aristocrático, a pesar que mis padres eran de origen serrano, y también como
una forma de olvidarme del nombre paterno, pues mi relación filial no fue nada
agradable, más bien un recuerdo para dejarlo en el olvido.
2-Has nacido en Lima. ¿Qué
recuerdos guardas del medio familiar y social donde naciste y te educaste?
¿Como fueron tu infancia y adolescencia? ¿En qué medida despertaron tu interés
por la literatura y te orientaron hacia la escritura y la creación?
R. Mi medio familiar fue de
clase media empobrecida. Por el lado paterno guardo los recuerdos más tristes.
Por el lado materno, los más tiernos y dichosos. Mi madre era serrana, del
pueblo de Mito, Huancayo, era hija de una ama de casa que fue embarazada por un
párroco andaluz. Su vida laboral la comenzó como obrera en el Estanco del
Tabaco, mientras mi padre fue guardia civil. A mi madre, de nombre Irene, le
encantaba las fiestas y bailaba muy bien el huayno y las marineras. Mi infancia
y adolescencia las pasé en Huancayo y Chosica, lugares de gran calidez -ya que
era asmático-, sitios donde la naturaleza, la tranquilidad y los colores jugaban
un papel fundamental en el desarrollo personal. Esos fueron, primordialmente,
mis recuerdos familiares. En la casa vivía también un hijo, el mayor, de mi
madre que había tenido en su primer matrimonio, Se llamaba Dagoberto, murió a
los 50 años, cuando yo tenía 33, me había casado (con Carmen Castán) y tenía mi
primera y única hija. Llegó a ser abogado y el Fiscal más joven de la Nación. Era un gran lector y
amante de la música clásica. Le encantaba la Historia y la Literatura. El
fue el que me inició en mis lecturas políticas y literarias, aunque no pudo con
Beethoven ni Bach, pues yo siempre preferí a la Sonora Matancera o Pérez Prado.
En cuanto a la creación, algo se desprende de toda esta circunstancia, pero fue,
más bien, un descubrimiento personal, después que me enamoré, platónicamente,
de una joven que vivía al frente de mi casa, en Chosica, cuando tenía 14 años y
ella 13, a
la que nunca le di un beso, pues nuestros encuentros eran solamente a través de
las ventanas, para despedirnos con la mirada, a las 9 de la noche. De esa
experiencia nacieron mis primeros versos, si bien ya había leído a Bécquer,
Juan de Dios Peza y Amado Nervo, cuyo poema “En paz” todavía lo recuerdo y
repito.
3- Desde tus años juveniles has
sido un ser rebelde y contestatario. Sabemos de tu apoyo a la Revolución Cubana,
de tu participación en las guerrillas
peruanas, de tu apoyo al Frente de Liberación Nacional del Salvador, a los
sandinistas de Nicaragua y a todos los movimientos de liberación nacional. Esto
te ha valido distintas persecuciones. ¿Qué me puedes decir de ellas? ¿Cómo las
has vivido y qué lecciones sacas del pasado?
R. Las lecturas políticas que me
dio mi hermano mayor fueron, entre otras, las biografías de Lenin y Stalin, que
marcaron, digámoslo asi, mi “destino revolucionario”, al igual que “La Madre” de Gorki y “Juan Cristóbal”,
de Romaín Rolland. Cuando terminé secundaria mi hermano me mandó a España a
estudiar medicina. Sería 1959. Allí viví en una pensión donde la dueña había
sido hija de unoa españoles republicanos, quienes fueron asesinados por Franco.
A ella la dejaron muy joven, pero cuando la conocí ya era mayor, tendrìa unos
40 años y estaba conectada a células clandestinas antifranquistas. Como
llegamos a tener muy buena amistad y confianza, ella me utilizó (en el mejor de
los sentidos) como un contacto con el exterior, pues la policía la perseguía
abiertamente y no la dejaba movilizarse. En algún momento me enseñó las quemaduras
que tenía en todo su cuerpo, por la represión y maltratos a la cual había sido
objeto de muchacha, incluso me dijo que tenía cáncer al útero por las diversas
violaciones a la cual fue sometida. Cuando regresé al Perú, por el año 60, supe,
a los pocos meses de mi llegada, que había muerto debido a dicha enfermedad.
Con ella actúe en muchas tareas que me encomendó. Ya llevaba el bichito de la
militancia, por lo que no fue difícil incorporarme a la militancia política en la Universidad y en el
país, de lo cual no me arrepiento, pues fraguó en mi la consecuencia
socialista, que algunos llaman rebeldía. Esta adhesión me valió, en los años
65, cuando las guerrillas en el Perú, un año de cárcel, un exilio involuntario
y 8 años de vida clandestina.
4-Tú perteneces a una generación
de intelectuales marcados por el existencialismo de Sartre y de Camus y por la
idea del compromiso del escritor con las luchas populares. ¿En qué medida Sartre y Camus han influido en
tu visión del ser humano y de la creación?
R. Para mí, más que autores,
fueron los hechos revolucionarios los que influyeron en mi visión del ser
humano y de la creación en los 60. Fue la revolución cubana, las luchas
campesinas con Hugo Blanco a la cabeza, la muerte de Javier Heraud y Edgardo
Tello, las guerrillar del MIR y del ELN en el Perú. También la convulsión
generalizada que se produjo en América Latina respecto a los movimientos de liberación.
Igualmente, Vietnam, la guerra civil española, y demás movimientos sociales y
culturales antisistema, como los beatniks, por ejemplo. Por supuesto, Sartre,
Lenin, Marx, Vallejo, Mariátegui influyeron en nuestra visión. Sartre más que
Camus.
5-Cronológicamente perteneces a
la llamada generación del sesenta. Pero curiosamente cuando se habla de dicha
generación pocas veces se menciona tu nombre, a pesar de que tu poesía trata de
responder a los grandes desafíos que se plantearon los poetas del sesenta en la
expresión de la realidad inmediata, de lo cotidiano con el uso de un
lenguaje popular, a veces coloquial, sencillo y atento a la expresión
de la vida diaria. Sin embargo en un bello artículo Cesáreo Martínez rinde
homenaje a tu poesía y te hace justicia citando estas certeras palabras de
Washington Delgado: "En las
palabras de Juan Cristóbal aparece siempre la sed de justicia junto a la pura
contemplación del cielo en las mañanas de estío, la melancolía de las tardes
otoñales, el fuego de las noches de bohemia, la solidaridad de los desvalidos,
luz que no se apaga, que no quiere apagarse en los tiempos oscuros". ¿Cómo te ubicarías tu mismo en el marco de
dicha generación?
R. Alguna vez manifesté y varias
veces lo escribí que la generación del 60 (en Lima) estaba constituída por tres
tendencias: la de San Marcos (donde
activábamos Juan Ojeda, Hildebrando Pérez Grande, Ricardo Ráez, Carlos Tincopa,
Andrés Cloud, el suscrito, quienes publicamos una revista a mimeógrafo llamada
“Piélago”, luego llegaron Rosina Valcárcel, Cesáreo Martínez, Gregorio Martínez
y otros), la de la Católica (donde
estaban Javier Heraud, Antonio Cisneros, Marco Martos, Livio Gómez, Mario Razzeto
y otros), y el grupo Primero de Mayo
(donde activaban Leoncio Bueno, Mazzi, Julio Carmona y Loayza). En algún
momento los de la Católica
se inscribieron en San Marcos (las universidades, en ese tiempo, jugaron un
papel fundamental en el aglutinamiento de las labores académicas y sociales) estableciéndose algunas relaciones amicales,
por ejemplo, yo edité un libro para jóvenes llamado “Gidumot”, con dibujos de
Antonio Cisneros y Arturo Corcuera. La diferencia, si se quiere, y esto es un
poco forzado, se daba por la extracción de clase. Mientras los de San Marcos
éramos de clase media baja, los de la Católica eran de clase media alta. Los de Primero
de Mayo eran trabajadores obreros, con los que nosotros, los de San Marcos,
teníamos buena y mayor relación, incluso dábamos recitales juntos en algunos
sindicatos. Esto marca, posteriormente, especialmente en la hora actual, una
línea de compromiso más resuelta respecto al socialismo y al compromiso y
seriedad militante, incluso dentro de las propias tendencias, ya que no todas
fueron homogéneas, y resalto esto pues a nivel individual hubieron graves
deserciones, ya que todas tenían el sello distintivo de ser izquierdistas, no
necesariamente comunistas o socialistas. Con esto te quiero señalar y
significar, la otra parte de tu pregunta, que es importante saber quién maneja
o influye en las riendas culturales para ser reconocido o nombrado, ya en los
textos críticos, estudios o antologías literarias. Actualmente, los que
estuvieron más cerca de la
Católica (y sus amigos) están determinando la vida cultural
del país, ya en los circuitos oficiales, como en los medios de comunicación,
por lo que algunos de nosotros, debido a nuestro compromiso militante, no somos
reconocidos o nombrados. Te doy un ejemplo primariamente palpable. Luis
Hernández es “reconocido”, para ese sector oficial, como una voz determinante
en la cultura peruana, y eso, para mi, no es exacto ni es verdad, Juan Ojeda es
el poeta más importante del 60. Más importante, incluso, que los ya reconocidos
Cisneros o Hinostroza. Esta es, por supuesto, no sólo una visión de clase, sino
también literaria. Desapasionadamente literaria.
6- Desde el punto de vista
literario, has venido construyendo a lo
largo de los años un universo poético en que se reúnen la fuerza de la protesta
y el lirismo del canto que apunta a la solidaridad de todos los seres humanos.
R. Y también rescato la jerga,
el coloquialismo, la intimidad y sabiduría popular, tratando de ahondar la
expresión y temas del Movimiento “Hora Zero”, que fue el punto de partida y los
cimientos de esta época poética. Y en los últimos libros que estoy escribiendo
(que corresponden a una saga de tres) me incorporo más al conceptualismo e
intimismo existencial, a la denuncia del sistema desde la visión de una conciencia
desesperanzada. Pero vaya una confesión. Quien me descubre que voy construyendo,
a la par, un universo lírico y onírico pero a la vez lleno de notas marginales
es Antonio Cornejo Polar, y para mi eso fue un gran descubrimiento, pues si
bien lo sentía externamente, jamás pensé que lo estaba elaborando internamente
y reproduciendo en mi poesía. Todo fue una labor inconsciente. Fue una enorme
alegría haberlo sabido, gracias a ese ojo avizor y maestro de Antonio Cornejo
Polar, que fue una de las conciencias lúcidas en el pensamiento literario y
cultural de muestro país.
7-.En tus últimos libros de poesía, en especial, se nota
una inclinación al lenguaje oral, a la norma del lenguaje de la calle, a ratos
a la violencia verbal, ¿es que como dice Vallejo:"Quiero escribir y me
sale espuma"?
R. Vallejo es un norte importante, pero también lo es la
realidad y la configuración heterogénea de nuestra sociedad y cultura, nuestra
pobreza y subdesarrollo, la corrupción de nuestras clases dirigentes, la
explotación, muerte y desaparición de nuestros dirigentes populares. Y eso no
puede dejarse de lado. Marca con fuego la piel de nuestros sueños.
8-Una de las constantes de tu
poesía es la presencia y utilización de
lo onírico. ¿Se debe ver allí una influencia del surrealismo, como se ha
dicho alguna vez, o tan simplemente es la trascripción de tus propios sueños,
de tus fantasmas? ¿Han tenido alguna
influencia en ti poetas como Breton y Eluard? ¿Cómo aprecias
por ejemplo en el Perú la poesía de César Moro y de Paco Bendezú que van un poco por esa línea?
R. En “El osario de los inocentes”
està muy marcado lo que dices. Hay una gran influencia del surrealismo,
especialmente de Paul Eluard. Eso no lo puedo negar. Después hay un
enfrentamiento a la realidad cotidiana, a los recuerdos de la infancia,
especialmente en mi libro “Poblando los silencios”, que tiene una gran
influencia de Jorge Teillier, ese enorme poeta chileno, con el cual escribimos,
al alimón, “La isla del tesoro”, que es otro de los tonos y vertientes de mi
poesía, pues allí rescatamos y revaloramos el lenguaje de los piratas y
bucaneros.. Para mi no hubo ninguna influencia de ningún surrealista peruano.
Solamente la gran amistad con Paco Bendezú fue mi influencia. Por lo general (y
refiriéndome solo a la poesía peruana), hay poetas que me influyen más por sus
vidas que por sus obras, por ejemplo Martín Adán, Gustavo Valcárcel, Paco
Bendezú. Hay poetas que me influyen por sus vidas y sus obras: Jorge Teillier,
Juan Gonzalo Rose, Romualdo, Juan Ojeda, Cesáreo Martínez. Y hay personajes no
literarios (y aquí incluyo a personajes no peruanos) que tambien me han
influenciado enormemente: la ternura de mi madre, la soledad de mi madrina
Leonor, el silencio de mi tío Nemesio, un arriero que murio a los 100 años, la
alegrìaexplosiva y vital de mi hermano Dagoberto, Garrincha, Bob Marley, el
gasfitero de la Huaca
de Magdalena, Félix Blas, un exconvicto y ahora pequeño empresario, Pocho
Sáenz, etc. Las influencias son muchas y variadas, y no de fantasmas. Como la
vida, como en el amor.
9- Otro de los grandes poetas
continentales que me parece haberte mostrado la vía de la poesía
comprometida es el chileno Pablo Neruda
R. Pablo Neruda es
inconmensurable, nadie puede haber estado fuera de su órbita, pero los que se
enceguecieron con su verbo sideral se perdieron en el espacio. Pero la órbita
de Vallejo es más tenaz, lacerante, humana y duradera Y no lo digo por
patrioterismo, sino porque lo siento. Algo parecido nos enseñó, en pedagógico
artículo, Mario Benedetti.
10- En tu poesía es visible la adhesión a las luchas
sociales, de manera continua, permanente, aun en los poemas
oníricos. ¿Estás satisfecho de los logros líricos que has alcanzado?
R. Nadie puede estar satisfecho en literatura con lo
alcanzado, siempre se quiere y se exige más. En eso estamos. Pero nunca es
suficiente. Nada de lo escrito es suficiente. Sin embargo, me hubiese gustado
ser más un guerrillero que un onírico o un lírico existencialista, hubiese
colaborado más con la humanidad.
11- El carácter realista y
combativo de tu poesía se inscribe un
poco en la línea de la “poesía concreta” de tu compatriota y amigo Alejandro
Romualdo. ¿Crees tú en la poesía como arma de combate, como dice Celaya?
R. Todo lo que favorezca para
combatir al sistema capitalista expoliador y deshumanizador. ahora transnacional,
serà siempre bienvenido y un arma de combate. Y la palabra lo es, por supuesto.
Pues con la palabra (y la religión), como decía Manuel Scorza, nos
conquistaron. Y después con la espada y la mentira. Y es con la palabra, como
uno de los sustentos fundamentales de la lucha, con la cual nos tenemos también
que liberar, creando una nueva forma de expresión. Y en ese combate seguimos
(desde lo onírico o existencial), aunque algunos crean que solo la literatura o cultura salvará al país. Son los paraísos
artificiales de la memoria. La lucha, necesariamente, tiene muchos caminos,
atajos, frentes y manantiales. Pero la definitiva es la lucha de clases en su
máxima expresión.
12- En tu libro de poemas más
reciente Para olvidar la muerte
(2008) nos propones una reflexión sobre la muerte. Para el poeta
vivir es morir un poco cada día. ¿De dónde te viene esa preocupación por la
muerte? ¿De tu educación judeocristiana?
R.Seguramente, esa preocupación
me viene por mi educación judeocristiana, de la cual no soy culpable, aunque
fui en algún momento su monaguillo. Pero luego me viene por los años que he
vivido, por las desesperanzas que he sufrido, por las desilusiones que he
padecido. Todo ello hace un complejo de situaciones de las cuales es imposible
escapar sino es con la muerte misma, aunque me atengo a lo que decía alguien,
para calmar, tal vez, estas cargas emocionales, que la muerte es la vida real,
mientras que la vida que vivimos es la muerte virtual. O sea, es más cierta y
perdurable la muerte que la existencia que vivimos. Existencia que se parece
mucho al infierno celestial.
13- En el 2004 publicaste un nuevo libro
Final de vida y afirmaste
entonces que no volverías a publicar. ¿Por qué tomaste esta decisión que,
felizmente para nosotros lectores, no has cumplido?
R: Por todas las desesperanzas y desilusiones que pasé, lo que me llevó a
pensar no sólo en el final literario, sino también en el existencial. Decisión
de la que todavía no salgo del todo, pues aun permanecen ciertas dudas sin
resolver.
14- En alguna oportunidad declaraste que Final de vida fue producto de una profunda y grave desilusión en
varios terrenos: emocional, político, social, humano y literario. Podrías
concretar estos puntos
R. Concretar o puntualizar detalladamente esta pregunta sería romper
ciertos códigos morales. Pero podría decirte que esa desesperanza y desilusión
se tradujo por traiciones, infidelidades, desvalorizaciones y deshumanizaciones
del ser humano en todos los terrenos que mencionas. Y eso fue culpable, no solo
la conducta de ciertos escritores y amigos incluso la personal, sino
especialmente, la década del 90 cuando gobernaba Alberto Fujimori y Vladimiro
Montesinos, donde hubo de todo en el clima que se creó: desde mentiras, rapiñas,
corrupción hasta muertes y desapariciones. Eso me trajo una conmoción en todas
esas áreas mencionadas. De allí la saga de mis tres últimos libros que tienen
como tema general la Memoria de lo Absurdo (1,2 y 3), cuyos títulos
te los adelanto como primicia: Estas
hórridas mañanas, Kafka y La desilusión de los burdeles (preguntas
inconclusas).
15-Tu libro Poética (2007) que en realidad es la reorganización de la
tercera parte titulada “¡el muerto orina!” de tu libro Final de vida, viene con epígrafe de Bukowski que dice “los tontos crean su
propio paraíso”. ¿Qué has querido decirnos con ese epígrafe, unido al irrespetuoso subtítulo “¡el
muerto orina!”?
R. “Poética” quería señalar y significar el término de mi
matrimonio con la poesía, y como todo término matrimonial, atravesado por
infidelidades, incongruencias y mentiras (fundamentalmente por parte de ella),
tenía que acabar con diatribas espantosas. No había lugar a otro fin, aunque
algunos sigan pensando que la poesía es un paraíso, para mí era, fue y es un
infierno en esta sociedad. Y lo sigue siendo, por supuesto. Pero mucho más
aguantable en la actualidad, tal vez por los poco años que me quedan. Lo que me
hace más incrédulo, ingenuo e inocente. “¡El muerto orina!”, que no tiene nada
de irrespetuoso, trata de simbolizar que los muertos (los desilusionados) también
viven y a veces están más presentes que los propios vivos, por eso no creen en
paraísos artificiales ni celestiales. El paraíso es su propia vida, es decir,
su auténtica muerte.
16-En una nota previa dices que desearías que tu poemario
fuera entendido como “la afirmación de una negación, en su dialéctica y debida
continuidad”. ¿Qué entiendes exactamente con estas ambivalentes palabras?
R. Que lo que negaba debía ser
una afirmación en su proyecto de continuidad o realización, en la medida que
siguiera realizándose (cuestión que felizmente se hizo). Que lo que estaba
escribiendo, al negar la poesía, al mandarla a la mierda y tratarla con las
peores injurias y maltratos, la estaba afirmando y era feliz en eso con ella,
pues nadie que no es feliz no insulta ni se encanallece.. No por la injuria o
negación en sí misma, sino por la existencia de la Poesía, lo que me motivaba dicha
reacción y provocación. Ojala ahora se entienda, lo que tú llamas, esas “ambivalentes
palabras”. Y tal vez tengas razón, pues la relación con la Poesía es multivalente. .
17-En este libro expresas como
una suerte de testamento poético, de acentos martinadanescos, lleno de
desengaño y que de algún modo estaría condenando toda tu creación anterior por
haberte traído
No hay comentarios.:
Publicar un comentario