domingo, 6 de julio de 2008

EDUARDO IBARRA : El Partido de Masas de Mariátegui

Año del 87 Aniversario de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui
(1921-2008)

I
En carta a Moisés Arroyo Posadas del 30 de julio de 1929, Mariátegui
escribió: “Todos los elementos responsables y autorizados de nuestra tendencia ideológica, están con nosotros, en el trabajo de dar vida a una agrupación definida, realista, de masas” (1). Y en carta a César Vallejo del 14 de octubre del mismo año, agregó sobre su proyecto de partido: “no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana” (2). Este proyecto de un partido de masas, singularmente avanzado en lo ideológico-teó rico y no consumado plenamente en lo político-orgánico por la temprana muerte del maestro, puede valorarse en los cuatro aspectos del contenido del Partido.

En lo ideológico. Como se sabe, Mariátegui fundamentó la línea ideológica del Partido. En julio de 1928, escribió: “Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista, cualesquiera que sean las dudas que a este respecto desgarren al desilusionado autor de Más allá del Marxismo. La revolución rusa constituye, acéptenlo o no los reformistas, el acontecimiento dominante del socialismo contemporáneo. Es en ese acontecimiento, cuyo alcance histórico no se puede aún medir, donde hay que ir a buscar la nueva etapa marxista” (3). Y en octubre de 1928, dejó programáticamente sentado: “El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (4). Por eso, en mayo de 1929 se ratificó en su adhesión al marxismo-leninismo: “La posición marxista, para el intelectual contemporáneo, no utopista, es la única posición que le ofrece una vía de libertad y de avance”. “Lenin nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx” (5). Y toda esta adhesión al marxismo-leninismo se concretó en lucha contra el revisionismo, como precisamente lo testimonia el libro Defensa del Marxismo.


En lo teórico. En julio de 1925, Mariátegui llamó a aplicar “un método científico al examen de los problemas peruanos” (6). Y, en carta a la redacción del Boletín de la UPGP, enero 1927, ya sin recurrir al lenguaje esópico, renovó su llamado: “Hace año y medio propuse la organización de una especie de seminario de estudios económicos y sociológicos, que se proponga en primer término la aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú. Hoy renuevo mi propósito” (7). Pero ya en julio de 1925, había puntualizado “Que hay que empezar por estudiar y definir la realidad peruana. Y que hay que buscar la realidad profunda: no la realidad superficial” (8). Y que de lo que se trata no es de obtener “interesantes y variados retazos de la realidad nacional”, sino de construir “un cuadro de la realidad entera” (9), es decir, una teoría de la realidad peruana, una teoría de la revolución peruana. El pensamiento de Mariátegui es, precisamente, en su base, sobre todo una teoría de la realidad peruana, una teoría de la revolución peruana.


En lo político. Mariátegui tenía una concepción estratégica de la revolución peruana, pero, en el estrecho marco del presente artículo, nos limitaremos a señalar un solo elemento fundamental de dicha concepción. Tempranamente, en abril de 1920, Mariátegui observó: “En virtud de una orden del día de Serrati, el partido declaró su adhesión a la Internacional de Moscú y, en consideración al programa de Génova superado por los acontecimientos y por las condiciones internacionales creadas por la guerra, introdujo en él varias reformas. Conforme a estas reformas, el partido conceptúa que los instrumentos de dominación del estado burgués no pueden en ninguna forma transformarse en órganos de liberación del proletariado. Que a ellos deben ser opuestos nuevos órganos proletarios -consejos de obreros, de campesinos, etc.-, que, funcionando por ahora bajo la dominación burguesa como instrumentos de lucha, serán mañana los órganos de transformació n social y económica del orden de cosas comunista. Que el régimen transitorio de la dictadura del proletariado debe marcar el paso del poder de la burguesía a los trabajadores” (10). En agosto de 1921, anotó: “Turati y su fracción observan que dos son las concepciones socialistas de la actualidad, basadas naturalmente en una diversa apreciación del instante histórico. La primera es la concepción maximalista de que frente a la crisis burguesa, la acción socialista debe ser exclusivamente insurreccional y revolucionaria. Y la segunda es la concepción evolucionista de que la acción socialista debe ser constructiva y no debe despreocuparse de los problemas de la crisis sino, más bien, trabajar porque aboquen a soluciones socialistas o semisocialistas. En suma, que el socialismo debe preparar dentro de la sociedad actual las bases de la sociedad futura” (11). Y, en julio 1928, dejó sentado: “la praxis marxista… propone precisamente la conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza” (12).


En lo orgánico. En setiembre de 1928, Mariátegui señaló que la revolución rusa “ha producido un tipo de hombre pensante y operante” (13). Esta fue la concepción de Mariátegui del tipo de militante que requiere el Partido.. En octubre del mismo año, escribió: “La organización de los obreros y campesinos con carácter netamente clasista constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda, y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional” (14). Esta concepción de la composición social del Partido era nueva en el movimiento comunista internacional, y, además, constituye uno de los dos aspectos de la concepción mariateguiana del partido de masas. En el mismo mes, agregó el maestro: “De acuerdo a las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas” (15). Este es el otro aspecto de su concepción del partido de masas. Mariátegui propuso el nombre de Socialista para el Partido, en primer lugar, porque en el Perú de su tiempo no se había producido aún la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo, como ya había ocurrido en Europa y en algunos países de América Latina, y, por tanto, la palabra Socialismo no designaba entonces aquí una especial posición oportunista, y, en segundo lugar, porque dicho nombre facilitaba la fundación pública, legal, de la organización política del proletariado. En otras palabras, Mariátegui propuso el nombre de Socialista, porque entendió que este nombre obraba como sinónimo de Comunista. Por eso estableció el marxismo-leninismo como la base de unidad partidaria y acordó la moción de su afiliación a la Internacional Comunista. El Partido de Mariátegui era, pues, un partido doctrinariamente homogéneo (16). De los cuatro acuerdos tomados por la Reunión de la Herradura, realizada el 16 de setiembre de 1928, uno de ellos decía: “3º- El Comité Ejecutivo del Partido Socialista estará formado por la ‘célula secreta de los siete’”. La mención en este acuerdo de una “célula secreta de los siete”, ha suscitado, a lo largo del tiempo, distintas interpretaciones, entre las cuales destaca aquella que quiere ver en dicha célula un compartimiento especial permanente, encargado de mantener los principios marxistas en el seno de un partido con una militancia ideológicamente heterogénea. Esta idea es incorrecta. La “célula de los siete” se explica por el hecho de que las circunstancias obligaron en un principio a sostener la estabilidad del proyecto mariateguiano en el grupo de elementos entre los cuales se habían forjado especiales lazos de recíproca confianza (17). Por eso, para la Reunión de la Herradura, “Fueron escogidos con detenida escrupulosidad los compañeros de más solvencia, de más responsabilidad, capaces de imprimir, desde el primer momento, una buena dirección al Partido que se trataba de fundar” (18). Y no hay razones para dudar de la veracidad de estas palabras. Así pues, la “célula de los siete” sólo tuvo como propósito asegurar la estabilidad del proyecto mariateguiano, consistente en construir un partido marxista-leninista, es decir, un partido doctrinariamente homogéneo, o sea, un partido que fuera la materializació n de la doctrina (19). En consecuencia, el carácter temporal de la “célula secreta de los siete” es un hecho. Por eso, en los acuerdos de la Reunión de la Herradura, esta célula es mencionada en relación al grupo dirigente a elegirse. Y, en efecto, así se hizo en la reunión del 7 de octubre de 1928, conocida como la Reunión de Barranco: Mariátegui fue nombrado Secretario General; Portocarrero Secretario Sindical; Martínez Secretario de Propaganda; Regman Tesorero; y Navarro e Hinojosa fueron agregados a la Secretaría Sindical. De “los siete”, pues, únicamente Borja quedó fuera de todo cargo orgánico. De hecho, con esta reunión empezó a cesar poco a poco la razón de ser de la “célula secreta de los siete”. Por consiguiente, no es admisible la idea según la cual Mariátegui planteó un compartimiento especial permanente, secreto, como parte de la estructura del Partido, que debía reproducirse secretamente en todas las instancias orgánicas, es decir, prácticamente como un partido secreto dentro de otro partido legal (20). UNA IDEA ASÍ ESTÁ EN ABSOLUTA CONTRADICCIÓN CON LA LITERATURA DE MARIÁTEGUI SOBRE EL PARTIDO; CON SU CONCEPCIÓN DEL MARXISMO; CON SU POSICIÓN ADVERSA A LA FUNDACIÓN DE UN PARTIDO CON “TODOS LOS ELEMENTOS CAPACES DE RECLAMARSE DEL SOCIALISMO” (21); CON SU PROYECTO DE UN PARTIDO IDEOLÓGICAMENTE DEFINIDO, TEÓRICAMENTE REALISTA Y SOCIALMENTE DE MASAS, ES DECIR, DE UN PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS; Y, FINALMENTE, CON EL CARÁCTER MARXISTA-LENINISTA DEL PARTIDO SOCIALISTA DEL PERÚ. El Partido de Mariátegui fue, pues, un partido doctrinariamente homogéneo. Por eso, en la polémica con Haya, el maestro anticipó: “Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho -y organizaremos formalmente- un grupo o Partido Socialista, DE FILIACIÓN Y ORIENTACIÓN DEFINIDAS” (22). Por eso la Reunión de Barranco aprobó la moción, redactada por Mariátegui, en la que, entre otras cosas, se sostiene: “3º- La lucha política exige la creación de UN PARTIDO DE CLASE, en cuya formación y orientamiento se esforzará tenazmente por hacer prevalecer sus puntos de vista revolucionarios clasistas” (23). A solicitud de esta reunión, en la que, además de “los siete”, participaron dos nuevos elementos, Castillo y Chávez, Mariátegui redactó los Principios programáticos del Partido Socialista, en los que se plantea claramente el marxismo-leninismo como la base de la unidad partidaria. Es sumamente expresivo el hecho de que esos Principios Programáticos “fueron remitidos a las células del país y del extranjero” (24), pues ello demuestra que fueron circulados en toda la extensión del Partido. El Partido de Mariátegui era, pues, un partido doctrinariamente homogéneo. Pero la discusión habida en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana entre la delegación peruana y el resto de delegaciones a propósito del Partido Socialista del Perú, dio lugar a la leyenda de un doble compartimiento en el proyecto mariateguiano. Como se sabe, dicha discusión comprendió un amplio círculo de problemas: oportunidad de la fundación, nombre, doctrina, composición social, programa, ligazón con las masas y estatus. Veamos una a una estas cuestiones.


En cuanto a la oportunidad de la fundación, el maestro señaló: “Mariátegui regresa en este tiempo de Europa con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase” (25). “‘Nuestra Epoca’ no trae un programa socialista; pero aparece como un esfuerzo ideológico y propagandístico en ese sentido. A los dos números, cesa de publicarse, desaprobada por la empresa periodística a la que prestan sus servicios sus principales redactores; pero éstos prosiguen en sus gestiones por crear un Comité de Propaganda Socialista. Se une a ellos otro redactor de ‘El Tiempo’, Luis Ulloa, procedente del antiguo partido radical, quien con motivo de sus campañas periodísticas contra los ‘hambreadores del pueblo’ se relaciona con los sindicalistas. Se constituye el Comité con la adhesión de Del Barzo y algunos obreros próximos a él y de los dos grupos de estudiantes… que ha tomado parte hasta entonces en la agitación obrera. El grupo tiende a asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin exceptuar aquellos que provienen del radicalismo gonzales-pradista y se conservan fuera de los partidos políticos. Una parte de los elementos que lo componen, dirigida por Luis Ulloa, se propone la inmediata transformació n del grupo en partido; la otra parte, en la que se cuentan precisamente los iniciadores de su fundación, sostienen que debe ser mantenido como Comité de Propaganda y Organización Socialistas, mientras su presencia no tenga arraigo en las masas. El período no es propio para la organización socialista; algunos de los elementos del comité redactan un periódico: ‘Germinal’, que adhiere al movimiento leguiísta; Mariátegui, Falcón y sus compañeros se separan, finalmente, del grupo que acuerda su aparición como partido el 1º de Mayo de 1919” (26). Y en Aniversario y Balance, precisó: “El trabajo de definición ideológica nos parece cumplido. En todo caso, hemos oído ya las opiniones categóricas y solícitas en expresarse. Todo debate se abre para los que opinan, no para los que callan. La primera jornada de ‘Amauta’ ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la ‘nueva generación’, de la ‘vanguardia’, de las izquierdas’. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista” (27). Por su parte, Hugo Pesce, uno de los dos delegados peruanos a la mencionada Conferencia, afirmó: “Sabemos que con su constitución (del Partido) corremos riesgo, pero ello es un proceso largo, que tiene su historia, que ya ha venido elaborándose” (28) Pero el delegado estadounidense, Simons, dijo que “Un Partido Comunista se constituye sobre la base del programa de la Internacional Comunista y con los elementos que están de acuerdo con este programa, aunque agrupe solamente una parte del proletariado. Es un error considerar que no se puede formar el Partido porque no todo el proletariado adherirá al mismo” (29).


En cuanto al nombre, Mariátegui señaló que “En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva su grandeza” (30) Pero Pesce afirmó: “Dejo constancia, compañeros, que el partido socialista es solamente una táctica”. “Queremos constituir el partido socialista para polarizar una serie de elementos que pueden actuar entre las masas” (31). Y el delegado de la Internacional Comunista, Luis, dijo que “Nuestros camaradas deben esforzarse por modificar sus planes concernientes a la creación de un Partido Socialista” (32).


En cuanto a doctrina, Mariátegui señaló: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (33). Pero Pesce afirmó: “¿El Partido Socialista es la expresión de nuestro pensamiento, de nuestra línea? El partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir que el partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado” (34). Y el delegado argentino, Codovilla, dijo: “En un principio, los compañeros sostenían que el partido socialista no sería bolchevique, que tendría programa máximo y mínimo, y que sería un partido amplio, justamente para impedir que los reformistas tomaran la iniciativa de su creación y pudieran hacer de él un partido de oposición burguesa”. “Ellos quieren impregnarlo de la ideología marxista” (35).


En cuanto a la composición social, Mariátegui señaló: “1º- La organización de los obreros y campesinos, con carácter netamente clasista, constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional” (36). Pero Pesce afirmó que “hemos creído conveniente constituir un partido socialista que abarque la gran masa del artesanado, campesinado pobre, obreros agrícolas, proletariado y algunos intelectuales honestos” (37). Y el delegado Luis dijo que “El proletariado debe tener un partido, pero no un partido compuesto por tres clases” (38).


En cuanto a programa, Mariátegui señaló que “El programa debe ser una declaración doctrinal” y, después de fundamentar los principios doctrinarios y de establecer las Reivindicaciones Inmediatas, agregó que “Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y una responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar sus principios y mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo” (39). Pero los delegados peruanos, en lugar de presentar a la Conferencia los Principios Programáticos del Partido Socialista, redactados por Mariátegui, presentaron el programa de la célula de París, redactado por Ravines (40). Y el delegado Codovilla dijo que “Al proletariado se le educa diciéndole claramente lo que nos proponemos, demostrándole que toda nuestra acción, por pequeña que sea, tiende siempre a un solo fin: a la revolución. Para eso no se precisan ni programas máximos ni mínimos; basta el programa comunista que es el de la revolución social” (41).


En cuanto a estructura, Mariátegui señaló que “El Comité procederá a la organización de comités en toda la república y de células en todos los centros de trabajo, con relaciones estrictamente disciplinadas” (42). Pero Pesce afirmó que “El partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista” (43). Y el delegado Luis afirmó que “Si el Partido Socialista no es más que una máscara legal para el Partido Comunista, podemos encarar este método, pero para nuestros camaradas no es lo mismo. Quieren formar y desarrollar paralelamente dos partidos proletarios. Uno secreto, ilegal, reservado para los iniciados al pequeño grupo seleccionado de comunistas ya conscientes; otro, público, legal, ampliamente abierto a los elementos intelectuales, que no serían admitidos en el Partido Comunista, es decir, a los elementos simpatizantes de la pequeña burguesía, cuya ideología no es comunista, que no ofrecerían garantía para el progreso del Partido Comunista. No se trata, pues, de una máscara legal del Partido Comunista, sino de un segundo partido proletario cuya base social será algo más amplia que la del Partido Comunista y cuyo programa algo menos completo, menos revolucionario, más reformista, o por lo menos, más confuso. Y nuestros compañeros esperan controlar el segundo partido mediante el primero” (44).


En cuanto a la ligazón con las masas, Mariátegui escribió que “el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas” (45). Pero Pesce dijo que “Si con nuestro grupo podemos controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es acaso un medio bueno de ligazón con las masas?” (46). Y el delegado Luis dijo que “Nuestros camaradas deben… plantearse el problema de la ligazón con las masas, sobre la forma de un bloque obrero y campesino” (47).



En cuanto al estatus del partido, Mariátegui señaló que “La libertad del Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos, para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fundación pública de esta agrupación” (48). Pero Pesce dijo que “Dejo constancia, compañeros, que el partido socialista es solamente una táctica; eso no quita que nosotros no hagamos el intento de aprovechar la situación de semilegalidad en el momento electoral” (49).Y el delegado de la Internacional Juvenil Comunista, Peters, dijo que “Nuestros camaradas del Perú proponen la creación de un ‘partido socialista’ y argumentan diciendo que este partido no será más que la máscara legal del Partido Comunista, pero los mismos camaradas del Perú se refutan, cuando nos dicen que ese partido socialista tendrá una composición social amplia, que será formado por obreros, campesinos, pequeño burgueses, etc. En suma, no se trata de ‘una máscara legal’, sino de otro partido político más ‘accesible’, como dicen los mismos camaradas peruanos”. “Cread, a pesar de todas las dificultades, un partido comunista ilegal… que podrá, también estudiar los medios legales para la creación de organizaciones auxiliares de masas” (50).



Pues bien, la totalidad de estas cuestiones discutidas en la Primera Conferencia Comunista de Buenos Aires, demuestra, en primer lugar, que los delegados peruanos plantearon cualquier cosa menos el proyecto mariateguiano de un partido de masas, y, en segundo lugar, que, como consecuencia, los delegados de los otros partidos no pudieron sino criticar los argumentos de circunstancia presentados por los delegados peruanos. Es decir, tanto los primeros como de los segundos se mostraron subjetivos y desorbitados en sus argumentos.



En consecuencia, la idea según la cual el proyecto de partido de Mariátegui comprendía dos compartimientos, dos niveles, prácticamente dos partidos, ES UNA IDEA EN ABSOLUTA CONTRADICCIÓN CON LA LITERATURA DE MARIÁTEGUI SOBRE EL PARTIDO; CON SU CONCEPCIÓN DEL MARXISMO; CON SU POSICIÓN ADVERSA A LA FUNDACIÓN DE UN PARTIDO CON “TODOS LOS ELEMENTOS CAPACES DE RECLAMARSE DEL SOCIALISMO”; CON SU PROYECTO DE UN PARTIDO IDEOLÓGICAMENTE DEFINIDO, TEÓRICAMENTE REALISTA Y SOCIALMENTE DE MASAS, ES DECIR, DE UN PARTIDO DE MASAS Y DE IDEAS; Y, FINALMENTE, CON EL CARÁCTER MARXISTA-LENINISTA DEL PARTIDO SOCIALISTA DEL PERÚ.



II


Pero ocurre que, algunas personas demasiado desenvueltas, pretenden ignorar ahora la concepción mariateguiana del partido de masas y, a título de seguirla, plantean, sin embargo, una concepción distinta. Veamos esto.

En lo ideológico. En el artículo El partido de Mariátegui, García plantea que “los ismos están demás para el marxismo o cosmovisión marxista. Basta uno solo para abarcar con él a todos los maestros universales habidos y por haber”. De esta manera la adhesión a la verdad universal se formula como marxismo y nada más que como marxismo. Pero esto es erróneo en sí mismo, pues deja en la sombra el desarrollo del marxismo.,y, además, está en abierta oposición al planteamiento de Mariátegui, que, consciente de que “Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista”, de que es en la revolución rusa “donde hay que ir a buscar la nueva etapa marxista”, de que “Lenin nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx”, llegó a la conclusión irrecusable de que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios”, por lo que programáticamente estableció que “El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha”. Es claro entonces que la formulación de nuestra adhesión a la verdad universal constituye una necesidad de expresión del desarrollo del marxismo y de nuestras fundamentales diferencias en concepción y métodos con las diversas corrientes del oportunismo y el revisionismo, y, por tanto, formular esa adhesión con la sola palabra marxismo constituye de hecho una puerta abierta para el confusionismo ideológico. El partido del proletariado no sólo tiene que ser un partido adherido al marxismo en todo su desarrollo histórico, sino que, además, debe expresar debidamente esta adhesión. Dejar en la sombra el desarrollo del marxismo es negar el método de Mariátegui.


En lo teórico. En este terreno es necesario señalar únicamente que, no obstante algunos aciertos, García ha procedido a tergiversar ciertas ideas de Mariátegui, y muy especialmente su concepción del partido de masas (51). Esta actitud revela una utilización arbitraria de la piedra angular del marxismo peruano. Lo que no es poca cosa.

En lo político. Como se sabe, García propone un municipio que tiene “que ser una corporación de trabajo, Legislativa y Ejecutiva a la vez”, y que, además, “tiene que planificar su economía, asumiendo sus funciones de producción, administració n y gobierno. En síntesis, tiene que ser la célula económica de la nueva sociedad” (52). Pero esta última frase no se condice con aquella otra que aparece en el mismo lugar

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