sábado, 26 de julio de 2008

El ocaso de las revistas en el mundo de hoy

Les remito adjunta la revista Willana/Comunicar Nº2 sobre temas de comunicación social que estoy dirigiendo. La dirección es www.servertv.net/willana
Maynor

Sin pelos en la pluma

Revistas… las de mis tiempos
Lic. Maynor Freyre Bustamante

Las revistas de magazín aparecen con ímpetu en la posguerra, dado el desarrollo de la impresión de fotografías y el surgimiento de la denominada guerra fría, desatada entre los países capitalistas y los de tendencia socialista, con EE.UU. y la URSS a la cabeza de cada uno de los bloques.

Así surgen las revistas Life, Time, Newsweek y Visión en Norteamérica y O’Cruzeiro en Brasil o 7 Días en Argentina, todas de circulación internacional. Las de los dos primeros países inclusive se editaban en castellano para su circulación por la América Latina de habla hispana.

En Lima, a fines de los años 40, empiezan a circular las primeras ediciones magazinescas, las cuales en un comienzo tratan de ser sólo frívolas, pero poco a poco van siendo ganadas por la información política. En los años cincuenta se da el auge de la denominada prensa chica, cuyo peso político es cada vez mayor, basados en el principio de que el diario era el telegrama noticioso en vista de la aplicación generalizada del principio de la pirámide invertida para redactar noticias. Mientras que la revista vendría a ser la carta, donde uno puede explayarse en mayores detalles informativos y darle interpretación a la noticia. Aparte del mayor despliegue fotográfico que se lograba en un medio impreso en fino papel couché, ya que poco a poco se iba incursionando más y más en el uso del color. Los diarios se imprimían sólo a tinta negra, y algunos con color adicional en sus portadas.

Para los años sesenta las revistas que habían optado en el Perú por la circulación quincenal luego de empezar como mensuales, terminan la década como semanarios y ya generalizada la carátula a todo color. Las mejores plumas escriben en los quincenarios y semanarios, y las frívolas van perdiendo piso frente a las de mayor seriedad en el trato de la noticia, aunque la ironía y el fino humor primen en su estilo periodístico.

En los años setenta la prensa chica se torna en una opción de libertad, frente la parametración de los diarios que fueron despojados a sus propietarios para entregarlos -en apariencia- a sectores diversos como el campesinado, educación, comunidades industriales, etc. Esta década termina fatalmente para la prensa chica, pues el general Morales Bermúdez cierra todas las revistas y apresa a sus editores deportándolos a una cárcel militar en Argentina, gobernada por el dictador Videla, de donde solían desaparecer los prisioneros para siempre.

En la década de los ochenta, la radio y la televisión desarrollan enormemente su capacidad informativa gracias a la vía satélite y a la transmisión microondas, además de la generalización del uso del videocasete, lo que obliga a los diarios a ir cambiando su estilo y a editar una serie de revistas semanales especializadas, convirtiendo a los dominicales en verdaderas revistas de magazín y hasta hay periódicos que los días sábados o viernes editan revistas de igual calidad a la de los semanarios.

Este fenómeno antedicho se acentuó para la década de los noventa, además de que las revistas dominicales televisivas se convirtieron en programas de hasta de dos horas de duración que le robaban espacio a los magazines. Así fueron desapareciendo las revistas o mermando su tiraje, con lo que su influencia en el ámbito político o los campos social y económico perdieron muchos puntos. Prácticamente de cuatro conocidas revistas semanales, en la última década del siglo XX, apenas si quedan dos y una de ellas, por su frivolidad e intrascendencia, podría bien dejar de contarse.

El panorama mundial también se ha manifestado contrario al destino de las revistas político noticiosas, tan es así que las grandes publicaciones semanales norteamericanas, como Life, llegaron a desaparecer de la circulación.

Una mirada al pasado

El reportaje a fondo o a profundidad, con capacidad de sobreponer la interpretación sobre la información y del desarrollo de un estilo mucho más ameno que el acartonado, impuesto por la pirámide invertida característica del estilo informativo, exigía un tipo de publicación noticiosa distinta al diario. Es así como surgen las revistas de magazín, cuyo contenido es bastante variado, pero donde el análisis de los sucesos políticos va tomando preponderancia.

Durante la primera mitad del siglo XX existieron diversas revistas, distintas a las simplemente satíricas del XIX, pero más resultaban de tesis que propiamente informativas, conteniendo como mejor material pequeños ensayos, como también comentarios y reseñas. Tenemos así las revistas Variedades y Mundial, como luego Amauta y Labor de José Carlos Mariátegui.

Pero es sólo a fines de la década del cuarenta, terminada la segunda guerra mundial, cuando el periodismo revisteril toma auge en el Perú, comprometiéndose con determinadas líneas políticas, generalmente de oposición al gobierno de turno. Comprendamos que el Perú termina la primera mitad del pasado siglo gobernado por la dictadura militar del general EP Manuel A. Odría Amoretti.

Las mejoras logradas en el proceso de impresión gráfica, sobretodo en la que se refiere a la reproducción de fotografías e ilustraciones, en un mundo donde la imagen se va imponiendo cada vez más hasta llevarnos a la creación de la denominada cultura mass mediática, provoca el éxito de las revistas, capaces -por la mejor calidad del papel que se emplea en su edición- de reproducir los grandes acontecimientos a través del reportaje gráfico, basados en la premisa, algo exagerada, de que una foto dice más que mil palabras.

Lo más destacable de esta investigación es el poder percatarnos de cómo el debate de las ideas, el juzgamiento de los hechos, la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento de muchos casos de relevancia nacional lograron alcanzarse gracias al periodismo revisteril, verdadero ojo avizor de la realidad nacional.

A salto de la década

Para mejor comprensión del asunto clasificaremos el estudio por décadas:

1. Finales del los ’40 y década del ’50.
2. Década del ’60.
3. Década del ’70.
4. Década del ’80.
5. Década del ’90.

Las revistas a las cuales se tuvo acceso fueron: Etcétera, Perú 1947 a Perú 1959, Gala, ¡Ya!, Pan, Dedeté, ¡No!, Caretas, Gente, Mundo, Oiga, Marka, La Calle, Amauta, Vistazo, Equis X, Visión del Perú, Así y Sí.

Hemos incidido en un trabajo más profundo sobre Caretas, por ser la revista de magazín político informativa que ha cumplido medio siglo de existencia y la que mejor tiraje y aceptación ha tenido entre la opinión pública nacional.

Se ha dado prioridad al aspecto político social, pues es el que más nos interesa para efectos de la presente investigación, variando las actitudes revisteriles de acuerdo a la etapa de gobierno vivida, especialmente en lo que se refiere a dictaduras o gobiernos autoritarios y verticalistas. Asimismo, hemos analizado el cuerpo de redactores y colaboradores de cada medio, para poder darnos una idea más clara sobre las tendencias habidas en cada etapa de vida de la publicación analizada.

La conclusión es que el peso de las revistas político noticiosas en la vida política y social del Perú ha sido gravitante, teniendo en cuenta que inclusive muchas fueron clausuradas o intervenidas policialmente por orden de los gobiernos de turno. Es que a través de sus páginas se ahondaba acerca de los acontecimientos donde generalmente el Estado estaba involucrado, realizando lo que en el argot periodístico se denomina destapes.

Pero su labor no sólo fue de denuncia, sino también de orientación, aspectos que los diarios descuidaban en demasía, o por estar ligados a intereses económicos determinados no se atrevían a afrontar temas muy delicados con la debida objetividad, por pedir por lo menos.

Revistas de suma importancia fueron Caretas, fundada en 1951, y Oiga, que si bien hizo su aparición efímera en 1948, fue en 1963 cuando empezó a circular regularmente como semanario. La primera siempre le dio un sabor irónico al enfoque noticioso caricaturizando los hechos políticos tanto gráfica como textualmente. Oiga optó más bien por el enfoque analítico y siempre contó con informantes desde dentro del poder que le permitían denunciar muchos malos manejos gubernamentales.

Caretas más bien se manejó con excelentes reporteros y entrevistadores, hurgando en los rincones más escondidos o secretos para llegar a la verdad. Ambas revistas llegaron a ser muy temidas por los poderosos, aunque siempre tuvieron sus propios tabúes.

Por los años setenta se crea la revista Marka, la misma que adquiere un fuerte compromiso con las luchas sociales del país. Sus páginas inauguran un periodismo inédito en el Perú, apenas esbozado en algunos semanarios, voceros políticos de determinadas agrupaciones partidarias. La presencia de Marka alentó la aparición de otras revistas de efímera existencia y su conversión en el Diario Marka coadyuvó a que la izquierda peruana llegara a ser la segunda fuerza política del país con Alfonso Barrantes a la cabeza.

La revista Equis X, surgida también en la década del setenta, tuvo bastante aceptación y logró manejar, en especial, los temas económicos. Su director, Ismael Frías, era un conocido dirigente trotsquista.

En los años ochenta se publicó la revista SI, un semanario que poco a poco fue alcanzando un sitial de importancia frente a la opinión pública nacional. El equipo de investigación de esta revista fue tomando cada vez mayor competencia en los temas de la guerra sucia, hasta que llegó a hacer, a principios de los noventa, el gran destape de los asesinatos de La Cantuta. Posteriormente cayó en manos de un argentino y terminó trabajando para el grupo del SIN.

La revista Oiga feneció a fines de los noventa, agobiada por la falta de avisaje, puesto que el mayor anunciador era el gobierno, el cual además presionó a otras entidades particulares para que no publicaran sus avisos en dicha revista.

En la década del cincuenta, el grupo de revistas publicadas por la familia Belmont también sufrió presiones de la dictadura militar, hasta el extremo que el poderoso Director de Gobierno, Esparza Zañartu, fue amenazando a los anunciadores de las revistas Pan y Ya para que no publicitaran en tales medios informativos.

En cuanto a la década del sesenta, cuando se desataron las guerrillas del MIR y del ELN, fue asesinado antes el poeta Javier Heraud y se suscitó el levantamiento de Hugo Blanco, fue Caretas la revista que más informó al respecto, llegando a sacar una carátula sobre los guerrilleros de Mesa Pelada. La directora Doris Gibson fue enjuiciada, y cuando la conminaron a revelar sus fuentes informativas, en gesto enaltecedor se negó a hacerlo ante el juzgado militar que la procesaba.

Este análisis nos ha llevado a comprobar el inmenso peso que las revistas independientes tuvieron en la formación de corrientes de opinión pública favorables a los intereses nacionales. Tal vez una etapa histórica, la de la segunda mitad del siglo XX, que no se volverá a repetir dado el desarrollo de las revistas radiales y televisivas y a la generalización del uso del Internet cuyas características permiten combinar texto, fotos, vídeos y audio en un solo medio. Entendiendo este fenómeno, en el Taller de Periodismo que dirijo como profesor de la Escuela de Ciencias de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de nuestra universidad, hemos venido editando la revista VIAREPORT a través del ciberespacio, vía Internet, desde el año 1999.

A manera de cierre

Una de las verdades más discutibles en el periodismo se da acerca de su pretendida objetividad, así como sobre la libertad irrestricta de prensa. Lo cierto, como lo hemos podido corroborar mediante la presente investigación, es que ambas son apenas sendas utopías. No obstante ello, el debate está en la corroboración hecha de que frente a los diarios, las revistas mostraron siempre mayor independencia, pese a los señalados tabúes que ellas mismas se señalara en base a sus más importantes anunciadores, a las tendencias políticas de los propietarios y a las corrientes que prevalecieron durante determinadas etapas.

El caso más patético, en cuanto a variación de línea, fue el de la revista SI, que de una posición denunciante frente a los excesos de la guerra sucia, se convirtió en un vocero descarado del SIN. Para lograr ello, el propietario colocó como director a su yerno, un periodista de nacionalidad argentina.

Otro aspecto controversial comprobado por este estudio es que cuando se abría una campaña periodística para tratar de encausar algún asunto problemático, la revista se negaba a tratar otro, para así no abrirse demasiados frentes que pudieran mellar la posibilidad de captar avisaje comercial.

Posiciones como las de la revista Marka hubo pocas, pues ésta se llegó a financiar en base a su venta y con avisaje de los partidos de izquierda así como de algunos gremios o profesionales progresistas, como también con anuncios de empresas de propiedad social o administradas por sus trabajadores.

Otro aspecto polémico es el hecho de que para muchos intelectuales de real valía el escribir para una revista se convirtió, en el periodo investigado, en una meta. Escribir para Caretas u Oiga resultaba, además, una catapulta para ascender en el plano de los logros intelectuales, casi como ahora lo es salir en determinados programas televisivos. Considerando, por otra parte, que los suplementos dominicales de los diarios y sus páginas de opinión eran copados por una especie de capilla cerrada que prácticamente vetaba la presencia de otras plumas valiosas.

La pregunta es: ¿quién llenará el vacío dejado por las revistas citadas, si es que éstas llegan a desaparecer? Tal vez las nuevas revistas del ciberespacio, o las televisoras por cable. Ojalá.

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