La Comuna de Paris
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Fin de la Guerra
En 1871 Francia fue a la guerra con Prusia y fue derrotada. La cabeza del gobierno nacional era Adolphe Thiers, él tuvo que negociar los detalles de la paz con Prusia. Después de hacer esto tuvo que afrontar el problema de volver a controlar Paris, de convencer a la ciudad de que la guerra con Prusia había terminado y del desarme de la Guardia Nacional. A Thiers sólo se le permitían 12.000 soldados después de la tregua, y con ellos tuvo que hacer frente a varios cientos de miles de guardias nacionales.
No tenía tiempo. La mayoría rural de la Asamblea se trasladó desde Buerdeos, donde mantuvo un primer encuentro para sacar del país a las tropas prusianas, a Versalles, al lado de Paris.
Los prusianos todavía ocupaban el norte de Francia, como seguro para el pago de las imdemnizaciones de guerra que Francia había aceptado pagar como condición para la paz. Para hacer frente al primer pago de las imdemnizaciones y asegurar la evacuación de las tropas prusianas del norte de Francia, el gobierno francés necesitaba elevar los impuestos. El principal problema de Thiers era la restauración de la confianza. El orden tenía que ser reestablecido, los comercios reabiertos, y la vida tenía que volver a la normalidad. Y por encima de todo, como Paris era el corazón de la nación tenía que ser puesta bajo el control del gobierno nacional.
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Autor: Aileen O' Carroll, Octubre de 1993
Traducido por: Miguel Gómez Jr.
[In English]
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Paris sin embargo permaneció desafiante. No aceptarían una victoria prusiana. Esto quería decir que no le había gustado nada que el gobierno hubiera capitulado ante los prusianos. La resistencia patriótica a la derrota de Francia inevitablemente tendría consecuencias en el nuevo gobierno de Versalles. La Guardia Nacional de Paris permaneció alerta, listos para resistir cualquier intento de los prusianos para entrar en Paris. Los cañones abandonados en el fallido asedio a Paris se llevaron a varias partes de Paris. Fueron aquellos cañones traidos a los distritos de la clase obrera los que se convirtieron en el asunto crítico. Como dijo Thiers tiempo después:
"los hombres de negocios iban por ahí repitiendo constantemente que las operaciones financieras sólo comenzarían otra vez cuando los miserables fueran aniquilados y los cañones retomados"
Y fue el intento del gobierno por capturar las armas de la Guardia Nacional, el Sábado muy temprano, lo que detonó la revolución. El plan era ocupar los puntos estratégicos de la ciudad, capturar las armas y arrestar a los revolucionarios conocidos. El mismo Thiers y algunos ministros fueron a Paris para supervisar la operación. Al principio, Paris estaba dormida y todo iba bien. Pero pronto las masas despertaron y comenzaron a enfrentarse a los soldados. La Guardia Nacional comenzó a ceder, pero no porque apoyara a las tropas del gobierno sino por que no sabían qué hacer. Las tropas regulares que todavía estaban esperando a que llegaran los transportes para cargar las armas, se vieron pronto superadas en número. Los sucesos dieron un giro serio en Montmartre cuando las tropas se negaron a disparar a la muchedumbre y en vez de eso arrestaron a su propio comandante, quien fue más tarde fusilado. Pronto en toda la ciudad los oficiales se dieron cuenta de que ya no podían confiar en sus hombres. Por la tarde Thiers decidió abandonar la capital. Saltando a una diligencia que le estaba esperando dictó la orden de la evacuación del ejército a Versalles e instó a todos los ministros a seguirle. La retirada del ejército a Versalles fue caótica. Las tropas se insubordinaban y sólo los gendarmes podían mantener algo de orden. Tan apresurada fue la retirada que varios regimientos fueron olvidados en Paris (unos 20.000). Los oficiales fueron cogidos prisioneros, mientras que unos 1500 hombres dejados atrás sin órdenes se sentaron a esperar el periodo de la comuna. El gobierno había abandonado la ciudad.
A las 11.00 de la noche el Comité Central de la Guardia Nacional reunido en asamblea decidió tomar el abandonado edificio Hotel de Ville (ayunatmiento), mientras que otros comandantes y hombres de la Guardia Nacional ocupaban los rstantes edificios públicos de la capital.
Fueron los Blanquistas quienes tomaron la iniciativa cuando Brunell llevó al dubitativo Bellevois (cabeza del Comité de de la Guardia Nacional) al abandonado Hotel de Ville. Cuando el comité central llegó al fin al Hotel de Ville reinaba la más absoluta confusión , la guardia nacional y los soldados erraban por la ciudad y nadie tenía autoridad para mandarles. Esta revolución fue una insurrección espontánea en toda la capital, sin que hubiera una dirección central ni, aún, ningún comité de la Guardia Nacional.
Los comités de Duval, Eudes, Brunel y todos los de Montmartre estaban a favor de marchar sobre Versalles, sin embargo los blanquistas no fueron escuchados. Los insurgentes encontraron Paris listo para la toma de Versalles, pero la principal preocupación del Comité Central de la Guardia Nacional era la de "legalizar" su situación invistiéndose con el poder que tan inesperadamente había caido en sus manos. En lugar de seguir el camino por el que el ejército había escapado a Versalles, como los blanquistas urgían al comité, entraron en negociaciones con el único cuerpo constitucional que quedaba en la ciudad, la alcaldía, para solicitar la convocatoria de elecciones. Como un comunero preguntó el día de las votaciones:
"¿Qué significa la legalidad en tiempos de revolución?" Este intento por volver a la legalidad trajo moderación a los revolucionarios. Muchos miembros del Comité Central sentían que los acontecimientos les habían sobrepasado. Como uno de ellos dijo "aquella noche no sabíamos qué hacer; no queríamos la posesión del Hotel de ville, queríamos construir barricadas. Estábamos desconcertados por nuestra autoridad". Se le dejó a la figura literaria bohemia de Edourard Moreau, el persuadir al comité central, entre los gritos de ‘Viva la comuna’, de que siguiera ocupando el Hotel de Ville al menos durante unos días hasta que las elecciones municipales tuvieran lugar.
8 días después Paris tuvo unas elecciones con 227.000 votos emitidos. Esto sólo era la mitad del total del censo pero este censo se remontaba a antes de la guerra, desde entonces había habido una gran reducción de población. Este éxodo benefició a las áreas de "clase obrera", ya que eran las que menos se habían reducido. También se adoptó un sistema proporcional de representación que dio más representación a los densamente poblados barrios obreros que el sistema anterior. Los resultados marcaron un enorme giro a la izquierda, sólo se eligieron entre 15 y 20 republicanos moderados, que pronto dimitieron.
Los distritos de las clases populares eran los que más apoyaban a la comuna. La lista de Comités de Vigilancia que había atraido pocos votos en las elecciones nacionales de hacía un mes se encontró con la mayoría. Esto no ocurrió por una repentina conversión a ‘la posición socialista revolucionaria’ sino debido a que la mayoría republicana de París quería ahora votar por la comuna como voto defensivo contra Thiers y la monárquica Asamblea Nacional de Versalles. En los distritos de clase obrera la victoria tenía un significado más preciso, se esperaba que ahora se hiciera un trabajo más serio para favorecer a los excluidos por los gobiernos anteriores.
La comuna se instaló formalmente en el Hotel de Ville dos días después del glorioso levantamiento de primavera, el 28 de Marzo. Los batallones de la Guardia Nacional se reunieron en asamblea, se leyeron los nombres de los elegidos en las elecciones, y vestidos de rojo, subieron los escalones del Hotel de Ville bajo un cielo cubierto por un busto de la República. En lo alto ondeaba la Bandera Roja, como lo había hecho desde el 18 de marzo, y los cañones saludaron la proclamación de la Comuna de París.
La composición de la Comuna
La comuna se compuso finalmente por 81 miembros, la media de edad era de 38 años, 5 miembros eran mayores de 60. Raoul Rigault, el jefe de la policía de la Comuna tenía 25, era el más joven de los 15 venteañeros, 8 más acababan de cumplir los 30.
Los miembros de la Comuna carecían de experiencia política. Sus debates eran a menudo errantes, se proponían y aceptaban asuntos que se dejaban caer antes que expuestos con decisión. Muchas veces se desataban agrias discusiones personales que llevaban a una disputa mayor. La Comuna como todo carecía de dirección política. Esto era especialmente serio porque había que ganar una guerra civil para sobrevivir. Fue en cuestiones tales como la educación o la reforma de las condiciones laborales, debido a la experiencia sindical de varios de sus miembros, donde la Comuna mostró sus efectos positivos.
Blanqui, como revolucionario experimentado podía haber provisto a la Comuna de más cohesión política pero fue detenido por la policía y pasó la segunda revolución de su vida en prisión.
Charles Deleschulz fue la figura más notable del pasado en sentarse en el comuna. Él había sido un jacobino radical en la revolución de 1848 hasta que fue forzado a exiliarse y fue apresado cuando intentó volver secretamente. Sin embargo los años de cárcel en la Isla del Diablo habían arruinado su salud. Sólo podía hablar con una voz graznante y permanecer por encima de las peleas personales y disputas en la comuna hasta que se vio llamado a desempeñar un digno pero trágico papel al final, caminando deliberadamente hacia la muerte en una barricada donde hoy está la Plaza de la República.
18 miembros de la comuna provenían de los barrios de clase media. En total unos 30 miembros de la comuna se podrían clasificar como de provincias, la mitad de ellos eran periodistas de la prensa republicana. El resto incluía a 3 médicos, sólo 3 abogados, 3 maestros, un veterinario, un arquitecto y 11 relacionados con el comercio.
Unos 35 miembros eran trabajadores manuales o estaban implicados en la política revolucionaria. Eran artesanos de pequeños talleres que instauraron las asociaciones obreras de la capital. Típicos de este grupo eran los trabajadores del cobre, carpinteros, decoradores y libreros. Puede resultar chocante la falta de representantes de las grandes industrias que habían proliferado a las afueras de París. En realidad los obreros de las grandes fábricas de los suburbios no habían formado aún organizaciones ni medios de combate. Parecía que el liderazgo local se había desarrollado muy inseguro de sí mismo y de sus posiblilidades, demasiado inadecuado como para jugar un papel a una escala mayor. Esto dejó vía libre para los representantes de los distritos pequeño-burgueses.
Unos 40 miembros habían estado implicados en el movimiento obrero francés y la mayoría de ellos se habían unido a la Internacional. Su experiencia en las asociaciones obreras les había vuelto recelosos hacia el poder político y habían vuelto su pensamiento hacia las tendencias anarquistas (llevaban más de la tradición de Proudhon que de la de Bakunin). Unos 12 miembros de la comuna eran blanquistas. Su principal esperanza para salvar la revolución era liberando a Blanqui, o intercambiandolo por algún rehén... de los que el Arzobispo de París era el más notable.
La Comuna se instauró el 28 de marzo y el 2 de abril las tropas de Thiers comenzaron su ataque. Al principio la Comuna se reunía en secreto en un ‘Consejo de Guerra’ sin embargo el secretismo no era lo que se esperaba de una asamblea general. El Comité Central de 20 distritos, la International y algunos de los clubes populares presionaron a la comuna para que hicieran públicas sus sesiones. Cediendo a estas presiones la comuna aceptó publicar sus debates en el Diario Oficial. Sin embargo se hizo difícil encontrar suficiente espacio para tanta gente (los espectadores) y el problema nunca se resolvió del todo.
Las teorías que se formularon en 1871 estaban basadas en las ideas de 1793, en la soberanía popular: aquellos que fesen elegidos para representar al pueblo iban a actuar como delegados, no como miembros del parlamento. En particular los clubes populares reclamaron que la soberanía tenía que recaer en ellos tanto como en el. Aquellos que habían sido elegidos por el pueblo estaban sujeto a la revocación de su cargo por parte del pueblo y era una obligación de los elegidos permanecer en constante contacto con las fuentes de soberanía popular. En algunos clubes se hacían charlas sobre cómo meter más presión a la comuna, y a partir de ahí se hicieron intentos para unir las fuerzas de los clubes para hacerlo mejor. Algunos miembros de la Comuna permanecieron en estrecho contacto con las fuerzas que les llevaron al poder (el pueblo) frecuentando los clubes.
La política de la comuna.
La auténtica legislación social aprobada por la comuna parecía más reformista que revolucionaria, tomando las demandas que habían sido formuladas en los precedentes 20 años. Se cancelaron los alquileres de propiedad durante el periodo de asedio pero la propia propiedad privada nunca fue cuestionada. Después de muchos debates se dio un plazo de 3 años para pagar las facturas impagadas. Estas medidas impactaron a la opinión burguesa de fuera de París. La Comuna instauró una bolsa de desempleo en cada ayuntamiento (cada distrito de Paris tiene un ayuntamiento, que se juntan en el Hotel de Ville) y abolió el trabajo nocturno de los panaderos con la oposición de los patronos. La cuestión social más urgente a la que se enfrentó la comuna fue la del desempleo y adoptó el paso radical de permitir la libre asociación de trabajadores y las cooperativas obreras para tomar las fábricas para hacerlas funcionar otra vez. Sin embargo las sugerencias más extremas de que los trabajadores tomaran "todas las grandes fábricas de los monopolistas" fueron rechazadas. Para el 14 de mayo se habían formado 43 cooperativas productoras entre las industrias artesanales de la ciudad.
En el campo de la educación el principal esfuerzo se puso en dar educación elemental para todos. El movimiento de reformas estaba totalmente en contra de las escuelas de la iglesia las cuales representaban más de la mitad de las escuelas de París. La Guardia Nacional se empleó para desahuciar a los curas y a las monjas y reemplazarlos por republicanos. Se dio una atención especial a la educación a la mujer, que habían sido olvidadas hasta entonces. Se formó una comisión especial, todas mujeres, para supervisar el establecimiento de escuelas para chicas. Se propusieron guarderías de día situadas cerca de las fábricas para ayudar a la mujer trabajadora. Ninguno de estos esquemas — de organización industrial cooperativa o la reforma educativa — pudieron dar muchos frutos. Hubo demasiado poco tiempo y habían que ganar la guerra.
Más importante que cualquier medida articular era la propia existencia de la Comuna como un gobierno que incluía un proprción importante de trabajadores y que se esforzaba seriamente para mejorar la vida de la mayoría de la población.
Thiers y sus ministros de Versalles no tenían ninguna duda de que la Comuna de París era una declaración de cambio social que debía ser aplastado por la guerra civil. Este punto de vista era compartido fuera de Francia, la existencia de la Comuna encolerizó a la burguesía europea. El 29 de marzo el London Times describió la revolución como "predominio del proletariado sobre las clases pudientes, del artesano sobre el oficial, del Trabajo sobre el Capital". El emperador ruso presionó al gobierno alemán para que no estorbase la represión de la comuna porque el gobierno de Versalles era "una salvaguarda para Francia y Europa" y Bismarck amenazó con emplear al ejército prusiano si Thiers no se daba prisa. La naturaleza socialista de la Comuna se puede ver tanto desde la deracha como desde la izquierda.
Festival de los oprimidos
De entre todas las cosas el aspecto más sorprendente de la Comuna era la naturaleza festiva de París; era el 'festival de los oprimidos'. La atmósfera de la capital no era la de una ciudad en guerra; la ciudad tenía ‘todos los signos de estar simplemente de vacaciones'.
Pero pronto el buen ambiente se volvió austero. Los funerales de los guardias nacionales muertos en combate se convirtieron en grandes procesiones por toda la ciudad, solían estar encabezados por miembros de la comuna y cualquiera que se atreviera a levantar la cabeza era forzado a bajarla por los susurros de la muchedumbre. Otro momento dramático fue cuando los masones se reunieron en la Comuna y marcharon con sus estadartes, nunca se había visto antes dentro de los muros de la ciudad, luego enviaron una delegación para ver a Thiers (quien rechazó verles y tuvieron que volver a Paris). Fueron enormes ceremonias de masas la quema de una guillotina y la demolición de la Columna de Verdún (un símbolo del imperio) . "La excitación era tan intensa" observó un escritor inglés "que la gente caminaba como en sueños". Incluso en el mismo día en el que las fuerzas de Versalles entraron en París, domingo 21 de mayo, había una enorme muchedumbre en los jardines de las Tullerías escuchando una serie de conciertos en ayuda de las viudas y huérfanos de la guerra.
La comuna significaba la reconquista de la ciudad por la mayor parte del pueblo que había sido dejada de lado en los esquemas de reurbanización de Haussman. Durante un tiempo la mayoría de la población se implicó activamente en los asuntos públicos ya fuera a nivel de distrito o a nivel de ciudad.
El fin de la Comuna
La Comuna se fortificó pesadamente y tenían dispuestas fuerzas suficientes como para subsistir durante otros dos meses, y sin embargo las fuerzas del gobierno erntraron en París. A partir de ese día siguió una semana de amargas y sangrientas luchas callejeras, aún más amargas si cabe porque ya los parisinos no podían pensar en la victoria.
Se habían hecho pocos preparativos para la eventualidad de que las tropas del ejército entraran en París y la muy comentada segunda línea de defensa no existía. Los encargados de levantar las barricadas habían sido tan metódicos, y lentos, que existían muy pocas en la ciudad. Durante la noche y el Lunes por la mañana las tropas del gobierno entraron en París por 5 puertas diferentes. Ocuparon rápidamrente dos distritos burgueses del sudeste de la ciudad. Desde ahí se hizo un ataque por las dos orillas del Sena simultáneamente. Los bulevares de Haussman mostraron su valor al posibilitar un movimiento rápido de un gran número de hombres para dirigirse a los distritos revolucionarios y sus barricadas. Para la mañana del 22 de mayo el tercio oeste de París estaba en manos del gobierno, después de una ardua lucha se habían rendido 1.500 Guardias Nacionales.
La Comuna se reunió a las 9.00, se encontraban 20 miembros en el Hotel de Ville, se mandó poner carteles instando a los ciudadanos a tomar las armas en la Barricadas.
Se levantaron barricadas muy rapidamente en el centro de París. En la calle de Rivoli 50 masones construyeron en unas pocas horas una barricada de 6 metros y varios de profundidad. Bandadas de niños traían carretadas de tierra y las prostitutas de La Halle ayudaban a llenar los sacos. Se levantaron más de 160 barricadas en el primer día, más de 600 en total. La mayoría eran de 2 metros de alto y estaban construidas con piedras de pavimento sacadas de las calles con parrillas de metal una base de madera en la base, un cañón o una ametralladora y un Bandera Roja ondeando en lo alto.
Las barricadas de la calle Gaubourg estaban hechas de colchones de un almacén cercano, traídas por mujeres. Otras eran simplemente obsrucciones de la calle con carretas cruzadas, ladrillos, bolsas de arena o cualquier cosa. Todo el que pasaba por ahí era obligado a echar una mano. En la Plaza Blanch un batallón de 120 mujeres levantó la legendaria barricada que defenderían vigorosamente el martes hasta ser masacradas después de su caida. Aquellos federales que se habían retirado del frente se iban a sus hogares diciendo que preferían morir en sus propios barrios.
Las duras críticas que Blanqui había heco en 1868 del levantamiento de junio de 1848 eran también aplicables a las barricadas de la Comuna. La táctica de combatir cada uno en su propia área sin organización central hizo fácil la toma de las barricadas una a una.
La mañana del martes las tropas de Versalles atrvesaron la zona neutral de las afueras de París, los prusianos miraron para otro lado, y entraron en París por otra puerta capturando otros dos barrios de París. Las masacres empezaron a sucederse según avanzaba la semana, 42 hombres, 3 mujeres y 4 niños fueron fusilados en una pared, se improvisó una corte marcial en una casa de la calle de Rosiers y durante el resto de la semana centenares de prisioneros fueron fusilados. El martes por la noche los comuneros comenzaron a quemar algunos edificios que amenazaban la seguridad de las barricadas, podían apostarse tiradores en ellas. Toda la calle Rivoli fue pasto de las llamas, el Palacio de Tuluise y el Ministerio de Finanzas también ardieron. Se enviaron equipos de bomberos para extiguirlos pero no tuvieron éxito, y montones de documentos ardieron extendiendo por toda la ciudad una fina lluvia de papel chamuscado. El viento llevó fragmentos hasta Saint German, a 15 km, y la gente se agolpaba para ver el espectáculo de París ardiendo. La barricada no fue tomada hasta la mañana del miércoles, una de los últimos en caer fue una mujer que desafió a las tropas con una Bandera Roja.
Unos 30 defensores fueron cogidos prisioneros y fusilados, y sus cuerpos tirados en frente de la barricada. El miércoles a las 8.00 se decidió abandonar el Hotel de Ville y se le prendió fuego para cubrir la retirada. Paris en llamas era y todavía es la imagen más característica que fue propagada de la Comuna, la lista de edificios destruidos era enorme, comprensiblemente algunos edificios, como la prefectura de policía y el Palacio de Justicia fueron incendiados por la comuna, otros lo fueron por los obuses de Versalles. Se extendieron rumores, infundados o malintencionados, sobre mujeres incendiaban los sótanos, debido a estos rumores muchas mujeres inocentes fueron fusiladas. Sin embargo muchos comuneros sabían que iba a ser su último suspiro y querían llevarse París con ellos. El miércoles un oficial de la Guardia Nacional intentó persuadir a sus hombres para que se le unieran en la voladura de un depósito de municiones (y de paso volarse a sí mismos). "Subiremos juntos, hijos míos" les dijo.
Según se extendían las noticias de la masacre la gente comenzaba a presionar para que se ejecutara a los rehenes, en venganza por las masacres que se estaban sucediendo en París. Ferres aceptó firmar la orden para entregar a 6. El gobernador de la prisión no firmó la orden para entregar al arzobispo que era el que pedía el pueblo y no estaba en la lista. El secretario de Ferres se dio prisa y Ferres añadió a la lista: "y particularmente el arzobispo", y finalmente fue fusilado.
Mientras tanto en las calles de París estaba ocurriendo una matanza más indiscriminada; cada vez que caía una barricada, los defensores eran puestos contra una pared y fusilados; 300 cayeron así en el santuario de la Iglesia Madelaine. El seminario junto al Saint-Suplice había sido reconvertido en hospital, las tropas de Versalles llegaron y se pusieron a disparar a todos los médicos, enfermeras y pacientes dejando 80 cadáveres, lo mismo pasó en el hospital Beaujon. La batalla por el Barrio Latino duró 2 días, el martes y el miércoles. Durante el jueves y el viernes los comuneros se retiraron, perdiendo el control de la ciudad.
El sábado por la mañana amaneció con niebla y lloviendo por segundo día consecutivo. Una de las últimas luchas tuvieron lugar en el cementerio Pere-Lachise donde unos 200 Guardias Nacionales habían fallado en establecer un sistema de defensa adecuado. El ejército abrió la puerta y hubo un duro mano a mano alrededor de las tumbas bajo una pesada lluvia y una luz menguante. Aquellos que no murieron en la lucha fueron alineados en la esquina este del cementerio y fusilados. Las matanzas continuaron durante varios días más. La última barricada, construida en un cuarto de hora, estaba defendida por un sólo hombre. Disparó su último cartucho y murió como todos, fusilado. Para el domingo 28 de Mayo la Comuna había desaparecido.
Si la batalla había terminado, los fusilamientos no. La victoria de Versalles se convirtió rapidamente en un baño de sangre, cualquiera que había estado conectado con la Comuna de alguna forma, o que estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno fue fusilado. Todos los parisinos estaban bajo sospecha, de hecho eran culpables. Esta reacción de los oficiales muestra el movimiento hacia la derecha que había tenido lugar en el ejército francés.
Murieron más personas durante la última semana de mayo que durante todas las batallas de la guerra Franco-Prusiana, y que ninguna masacre anterior de la historia francesa. El Terror de la Revolución Francesa había provocado unos 19.000 muertos en año y medio. No hay cifras exactas pero en la región unos 30.000 parisinos murieron en esos días, comparados con las pérdidas de Versalles de 900 muertos y 6.500 heridos...
Hubo alrededor de 50.000 arrestados, entre ellos Louise Michel. En su juicio pidió ser fusilada diciendo: "Parece que cada corazón que late por la libertad sólo tiene derecho al plomo, pido mi parte". En vez de eso fue deportada a Nueva Caledonia, colonia francesa cerca de las costas de Australia junto con otros 4.500. Muchos murieron en prisión o en los traslados. Los que escaparon fueron al exilio de Suiza, Bélgica, Gran Bretaña o más lejos. Dos de ellos terminaron casándose con las hijas de Marx en Gran Bretaña. Como Marx escribió a Engels "Longuet es el último Proudhonista, Lafargue es el último Bakuinista. Que el diablo se los lleve".
9 años después se votó una amnistía general. Fue como resultado de una victoria electoral republicana y 'socialista', culminando con la elección de un zapatero, ex-miembro de la Comuna de París como diputado socialista por Belleville. Justo antes 25.000 personas habían respondido a la llamada de los socialistas, y a pesar de los ataques de la policía se había conmemorado por primera vez la Comuna en el "Muro" de Pierre-Lachaise.
El legado de la Comuna
Las consecuencias inmediatas de la derrota de la Comuna fueron desastrosas para el movimiento obrero francés ya que un periodo de severa represión siguió a la masacre. Paris permaneció bajo la ley marcial durante 5 años y la Internacional fue puesta fuera de la ley. Armados con nuevos poderes políticos, los policías estuvieron muy activos acosando y deteniendo a los activistas políticos que eran condenados a duras condenas por nimiedades. La Internacional dejó virtualmente de existir. Los líderes más activos de la clase obrera o estaban muertos, o presos o en el exilio
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