Hoy «Primero de Mayo», sí, con mayúsculas me merece más de una reflexión, más de una evocación. Representa el derecho al trabajo bajo condiciones más dignas y, el derecho al ocio. Durante los años iniciales de mi insumisa juventud, me sorprendió la información del origen estadounidense de esa fecha, su valor ecuménico y sus modos de ritualizarla. La mundialización de la reducción de la jornada de trabajo se fue dando país por país, dejando atrás las ominosas catorce horas de trabajo. Cuando nuestros pueblos luchaban por su independencia y la formación de sus repúblicas, en Inglaterra se luchaba ya por reducir la jornada de 12 horas. Con el tiempo, se volvió ecuménico su valor, aceptándose como justa y razonable la jornada de las 8 horas. Ésta, lamentablemente, se ha ido desvaneciendo en manos del neoliberalismo, así como la celebración y la memoria de resistencia del Primero de Mayo que la inspiró. Con motivo del Primero de Mayo del año 2013, escribí en mi muro lo siguiente y lo comparto porque tiene vigencia según mi parecer y deseo:
«Los tres ochos fueron parte constitutiva del simbolismo del Primero Mayo, asumidos por los trabajadores en todos los confines de la tierra. He de hacer notar que uno de los ochos tenía un lema de combate: «Ocho horas para lo que no se nos pegue la gana.» Hoy, al lado de los trabajadores e intelectuales más memoriosos, evoco esta frase que en otros tiempos era popular y de combate, una justa y oportuna incitación a romper el canon imperante en la vida cotidiana.
Me inquieta mi adicción al trabajo y las de mis amigos, aún de aquellos que se declaran insumisos y antisistémicos. A todos les recuerdo que la demanda diaria de ocho horas para hacer lo que nos plazca, marca sus distancias de sentido con las 8 horas merecidas descanso y obviamente con las ocho dedicadas bajo limite razonable a la semana laboral ( no cronológica). Ocho horas de justificado ocio, sí OCIO con mayúsculas y que apuesto a recuperar y los invito a hacer lo mismo. Es el mismo ocio al que Bertrand Russell el gran filósofo inglés le dedicó un incisivo y provocador ensayo en 1932 intitulado "Elogio de la ociosidad". El autor de la "Sabiduría de Occidente", en su ensayo de combate de 1932 arremetió contra el mito burgués del trabajo en los siguientes términos: " Como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán "La ociosidad es la madre de todos los vicios". Niño profundamente virtuoso, creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia que me ha hecho trabajar intensamente hasta el momento actual. Pero, aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones han experimentado una revolución. Creo que se ha trabajado demasiado en el mundo, que la creencia de que el trabajo es una virtud ha causado enormes daños y que lo que hay que predicar en los países industriales modernos es algo completamente distinto de lo que siempre se ha predicado."
No puedo dejar de enlazar esta reflexión de Russell a la formulada por Pablo Lafargue en 1883 en su libro El derecho a la pereza", tema y derecho intragable para los stajanovistas de todas las izquierdas. El socialista francés escribió sin desperdicio : "Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo. Hombres ciegos y de escaso talento, quisieron ser más sabios que su dios; hombres débiles y despreciables, quisieron rehabilitar lo que su dios había maldecido. Yo, que no me declaro cristiano, economista ni moralista, planteo frente a su juicio, el de su Dios; frente a las predicaciones de su moral religiosa, económica y libre pensadora, las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista."
Comparto dos imágenes acerca del Primero de Mayo. La primera es francesa, carátula del periódico L'Assiete au Beurre (1906), y la segunda y última, una hermosa portada de un libro sobre iconografía del primero de mayo en el mundo en el que me tocó el honor de colaborar.
No puedo dejar de enlazar esta reflexión de Russell a la formulada por Pablo Lafargue en 1883 en su libro El derecho a la pereza", tema y derecho intragable para los stajanovistas de todas las izquierdas. El socialista francés escribió sin desperdicio : "Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de las naciones donde domina la civilización capitalista. Esta locura trae como resultado las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda por el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de sus hijos. En vez de reaccionar contra esta aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas han sacralizado el trabajo. Hombres ciegos y de escaso talento, quisieron ser más sabios que su dios; hombres débiles y despreciables, quisieron rehabilitar lo que su dios había maldecido. Yo, que no me declaro cristiano, economista ni moralista, planteo frente a su juicio, el de su Dios; frente a las predicaciones de su moral religiosa, económica y libre pensadora, las espantosas consecuencias del trabajo en la sociedad capitalista."
Comparto dos imágenes acerca del Primero de Mayo. La primera es francesa, carátula del periódico L'Assiete au Beurre (1906), y la segunda y última, una hermosa portada de un libro sobre iconografía del primero de mayo en el mundo en el que me tocó el honor de colaborar.
Dr.Ricardo Melgar Bao
melgarr@gmail.com
Área de Antropología Social
Delegación Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
Matamoros 14, Colonia Acapatzingo, Cuernavaca, Morelos, México.62440.
Teléfax (0052 777) 312 31 08
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