martes, 15 de septiembre de 2009

Rv: PALMEROLO Y LOS NAGUALES: es largo, pero vale la pena leerlo...

--- El lun, 14/9/09, rosina valcarcel <chaskaros@yahoo.com> escribió:

> De: rosina valcarcel <chaskaros@yahoo.com>
> Asunto: PALMEROLO Y LOS NAGUALES: es largo, pero vale la pena leerlo...
> Para: "gabriel impaglione" <impaglioneg@yahoo.es>, "Raùl Isman" <raulisman@yahoo.com.ar>, "Norma Segades Manias" <segadesmanias@gmail.com>, "Germán Atoche Intili" <cosasquemepasan@gmail.com>, "Luis Miguel" <luismiguel1952@yahoo.es>, "Moravia Ochoa" <ochoa44@yahoo.com>, "Julio Yao" <julioyao1@gmail.com>
> Fecha: lunes, 14 septiembre, 2009 6:45
>
>
> --- El lun 14-sep-09, Alexander Zanches
> <poetandariego@yahoo.com.mx> escribió:
>
>
> De: Alexander Zanches <poetandariego@yahoo.com.mx>
> Asunto: PALMEROLO Y LOS NAGUALES es largo, pero vale la
> pena leerlo...
> A: "Alexander Zanches"
> <poetandariego@yahoo.com.mx>
> Fecha: lunes, 14 septiembre, 2009, 6:11 pm
>
>
>
>
>
>
>
> LITERATURA Y GOLPE DE ESTADO
> EN HONDURAS
> POR FAVOR,
> REENVÍEN
>  
> Palmerolo y los
> Naguales.     
> Autor.
> Candelario Reyes García
>                                     Capítulo
> I
>                                          
> Uno
> Es de imaginar
> a Palmerolo que va cargado de leña, arriado por un severo
> mozo tolupán. Toda la semana ha servido de jumento de
> carga, jalando la leña de la comunidad. Es  burro y no
> puede darse el lujo de cansarse. Si se cansa, que resuelle
> grueso, le queda eso. Hace seis viajes diarios. Ochenta
> leños en cada viaje. Cuatrocientos  ochenta leños
> diarios. Un árbol o más, leños desmenuzados, puestos
> sobre el aparejo  de madera y cuero crudo que no es
> sólo adorno en los lomos de nuestro amigo borrico, símbolo
> de la hondureñidad. Al final del día, sólo espera que le
> quiten el aparejo y la jáquima y sale a revolcarse, acto
> que ya es un alivio, un alto, y viene la noche en que los
> humanos descansan.  Ese es su sentido del tiempo.
>
> Ya libre,
> desnudo de ensilladas, se tira al terrero y con las patas
> para arriba, se revuelca como para borrarse  del lomo
> las señas del aparejo, o para despertarse el pellejo, el
> músculo y el espinazo adormecido por la fatiga del peso y
> el azote. Así hace una gimnasia espectacular  de la
> que sale polvoso por las volutas terrosas que se le pegan al
> cuero sudado y que lo hace verse hasta de colores, o como
> pordiosero  sin pudor  que exhibe la desnudez
> cubierta de harapos y tile, pero no sin cierto matiz de
> originalidad.
> Tres pedos, un
> rebuzno y una coz; que al que no se aparte, que le caiga. Es
> la ironía que devuelve al mal trato del día; que,
> consintámoslo, es por necesidad que se trabaja y se fuerza
> a las bestias, que eso es nuestro buen y famoso Palmerolo.
> Un burro para jáquima, aparejo, cincha, carga y arreo;
> algunas veces a varazo ajustado. Un silbido, un ¡Alce
> burro! ¡Burro hijueputa, necio, arranque!  Pues somos
> el diablo para oprimir, así seamos igual oprimidos de cuero
> a huesos, a quien bien nos sirve. Salvo casos excepcionales,
> le damos dosis más amargas que las propias al débil que
> nos sigue en la fila de la insidia social. Y hasta lo
> mostramos como petulancia y talento. Las ilustraciones
> abundan.
> Sólo que este
> día Palmerolo ha estado inquieto, con reparos, nervios,
> respingos.  Un poco zamarro y agresivo. Más miedoso
> que zopenco  o taimado. Mira y no quiere mirar, pasa y
> no quisiera pasar. Hay que forzarlo. Todo el zángano día
> ha aguantado riata, no ha trabajado a voluntad ¿Qué le
> sucede? A puyón y varazo se le ha obligado a sacar la tarea
> ¡Algo es lo que mira ese burro taimado! Dice un viejo. Es
> que haragán no es Palmerolo; pero hace respingos y no
> es  en balde, le responde el Patriarca de todos los que
> lo usufructúan  como regalo del Presidente MEL, que se
> lo dio al patriarca como bestia de silla… pero necesidad
> es necesidad, y la realidad es determinante. Y en eso
> quedan, contemplándolo en silencio, como si asomaran por un
> postigo del misterio. Ven al burro y no lo ven, les parece
> irreconocible como si alguien le
> hubiera embrujado la testa, la mansedumbre
> natural.
> O más bien es
> que no lo quieren ver así, obediente, sumiso, con alma de
> entrega total a la carga y la sumisión.
> Palmerolo rodea
> los ranchos y se va a briscar los yerbajos. Muerde abajo y
> colea arriba, mueve la cola como un abanico de señora
> elegante batiendo el bochorno y resopla con el hocico antes
> de dar el mordisco recio y constante para llenar la panza
> antes de que desaparezca totalmente la luz del día, como
> para no comer en soledad, como para ver iluminado su mantel
> por la naturaleza servido. Y es así que el burro come y
> danza, y aunque no dance, siempre come, come y come siempre
> que puede, y así se hace de fuerzas y se airea con su cola
> y sacude sus orejas, no tanto para espantar los jejenes, las
> moscas de los tórsalos o los zancudos, como para oír el
> eco de las voces que le llegan allende de otras montañas,
> valles y barriadas, de amigos distantes y de borricos de
> otras civilidades.
> Pero este día
> , no hay duda, está raro, algo atisba ese burro, porque
> levanta la cabeza, otea, una y otra vez, se  mueve de
> puesto y anda en alerta, como si algo extraño viera o
> desconocidos se acercaran a tocarlo. Pero a vista simple,
> nada hay de eso. ¿Entonces por qué son los reparos? dice
> el viejo Patriarca Tolupán.
> La aldea en la
> que vive Palmerolo y su gente, en sus cuatro puntos
> cardinales, restándole la abundante basura que rueda por
> los caminos y los patios, es tierra, polvo, casitas de 
> bajareque, que son paredes a manera de setos de varas 
> revocados con lodo de tierra mal batida, por eso,
> parecen  hendidas y con apariencia sucia, además por
> el humo proveniente de las hornillas de leña sin chimenea,
> que se filtra por las  rendijas, las diminutas
> ventanitas de las casas, o las holladuras de sus frágiles
> techos, la mayoría de paja, o de láminas viejas de chapa
> conocidos como techos de zinc.
> Casitas piso de
> tierra que además de hospedar a una pobre y cuantiosa
> familia, en el hacinamiento conviven animales
> domésticos,  chinches, ratones y otros bichos que
> persiguen  los alimentos que allí se almacenan, como
> el maíz. Igual los parásitos persiguen  engullir
> sangre caliente en la diversidad de la cadena alimenticia,
> tan fecunda en estos ambientes.
> Más que casas,
> son trojes, especies de viviendas temporales de la cultura
> prehispánica de cazadores, pescadores o agricultores
> migratorios, necesitados de habitaciones de paso, para
> mientras, y se han convertido en aldeas de reminiscencias
> milenarias, en un para mientras que eterniza.
> Por supuesto
> que esa ruralidad no conoce ninguno de los beneficios de la
> modernidad, si acaso los teléfonos móviles desechables,
> recargables, prepago, causantes de mayor hambre por el costo
> de su mantenimiento. La radio de transistores y la comida
> chatarra embolsada  (harina, sal y colorante) que llega
> empacada en colores atractivos, tóxicos y basura no
> degradable, y  así otros productos de la industria
> sintética con que se estafa y se reduce a nada a los
> Tolupanes: botas de hule y ropa gringa usada y alcohol. Que
> la Honduras rural se ha venido convirtiendo en territorio
> del basural.
> Palmerolo
> goza  y retoza  cuando puede en ese mundo, pues no
> sólo es explotado. Tiene amigos, buenos ratos, gestos
> agradables que le prodigan, algunas caricias, agua y
> alimentos.  Y entre sus amigos principales los niños,
> que lo bañan, lo corretean y lo meten en sus
> jugarretas.  Pero además de estos amigos, han
> comenzado a aparecer algunos un tanto diferentes. Sólo que
> sus cuerpos  tienen aspecto de luz, formas animales y
> unos colores que sorprenden a Palmerolo.
> Hace una semana
> han venido apareciéndosele como salidos del pasto. Primero
> brotó una tortuga de entre las piedras, luego de los
> árboles voló un águila arpía, más adelante un ocelote
> saltó de entre los peñascos. Y  una lora apareció
> desde los aires. Así han ido juntándose a manera de
> asombros y rayos de fulgor de los que no se ha dicho nada
> aún y que sólo Palmerolo percibe.
> Este día un
> gato montés, una ardilla, un puerco espín y un cusuco casi
> hacen botar la carga a Palmerolo. De sopetón se 
> aparecieron juntos, cercanos, juguetones, como planeando
> algo, fingiendo, dramatizando. Igual que lo hacen los niños
> y las niñas Tolupanes. Sólo que estos seres son más
> especiales y demasiado cercanos a mí, por eso salto, doy
> corcovos y tengo reparos, como si me fueran a quemar… en
> los segundos que cierro los ojos, por la noche, se vienen y
> se me pegan, tan juntitos que hasta casi siento que se me
> meten en el cuero. Y me asusto. Correteo  y doy coces,
> que en la aldea han de creer que soy presa de la furia y que
> me he vuelto chúcaro, imposible y redomón.
> Una noche de
> estos fue peor, porque me dejaron amarrado a un poste. Me
> pusieron sal y agua ¡Y para qué! El agua atrajo más a los
> pajarracos y a los cuadrúpedos. Allí fue cuando la Lora
> me  habló.
> -¡Hola,
> Palmerolo! Yo te conozco. Vos a mí no, pero a eso hemos
> venido, a ser tus amigos.
> -Loras he visto
> en puta-, le dije yo. Las he visto en el valle de Comayagua.
> Pero para cuando dije esto, ya le había pegado como quince
> samaqueadas al poste intentando salir libre a trote abierto
> hasta  ponerme lejos de  allí. Cuando no me pude
> soltar, tiré tres pedos para asustarla, y como cien coces.
> Entonces habló la tortuga.
> -Tené calma
> hermano, sólo hemos venido a cuidarte, adonde vos vayás,
> nosotros vamos a ir.
> Y sí, tuve
> calma, porque había perdido las fuerzas y me temblaban las
> patas, la panza sudada, la cabeza más grande y los
> roznidos, desaparecidos. Fue la mía una calma de miedo y de
> no saber qué hacer; pero cuando la tortuga me dijo hermano
> la vi como si fuera un burrito muy chiquito viviendo dentro
> de un aparejo. Y pensé, a esta no la han de desensillar, ni
> muerta.
> -Y así es-,
> respondió ella a lo que yo estaba pensando.
> Creo que por un
> segundo me desmayé; si es que existen los desmayos de
> burro, como hay lágrimas de cocodrilos, que eso hubiera
> querido ser en ese momento para comerme a aquellos seres con
> aspecto de luciérnaga que me alucinaban y me
> asustaban.
> Y pasó algo:
> Ellos se juntaron y fueron una sola luz de muchos
> colores,  como tejida por el seno de una madre cuando
> concibe y pare, que así el mundo se hace nuevo, suave,
> prometedor. Y fui arrebatado por aquella luz. Sentí que se
> detuvo el tiempo.
> Yo me levanté
> en ese momento  y tiré un focazo, un luzazo; alumbré
> pues, hacia donde habíamos dejado amarrado el burro, porque
> yo, desde hacía ratos, había estado oyendo sus respingos y
> patadas. Pensé: ese animal  o se está muriendo
> o  tiene  la rabia y va a arrancar ese bramadero
> donde lo dejamos amarrado. Y alumbré, como les digo, pero
> en realidad no estaba alumbrando, la puercada de linterna
> que yo andaba, no servía. La luz que vi, fue como la de
> unos seres, como de antiguas historias  de los Toj del
> Tolupán, o como la de  los naguales mayas, porque
> aquella luz me hizo ver, como si Palmerolo, yo y la aldea
> toda, fueran suspendidos hacia los cielos por aquella luz
> que producían los seres que les describo, más luminosos
> que el río Ulúa en las noches de luna y reflejos aéreos
> de luces y asuntos que ya sabemos.
>
>                                                             Otro
> día
> Pero no me
> dejé apersogar por aquella luminaria, cerré los ojos como
> pude y  giré despacio: me metí  de regreso a la
> troja, así, a tientas, como ciego y tentando, tentando, di
> con el tapesco de varas, me fui sentando quedito  para
> no hacer bulla; revisé a tientas el petate y me fui dejando
> caer hasta quedar sentado y luego  me fui
> estirando  para quedar acostado, largo, pero sin abrir
> los ojos, y decidí mejor hacerme como un feto, encogido, y
> me di vuelta hacia el rincón y allí me estuve quedito, muy
> quedito, queriendo saber si vivía la verdad. Casi
> temblando. Azorado y pensando en lo que vi. Que sabía qué
> era lo que había visto; pero no creía que el cielo y la
> tierra se juntaran ante mis ojos. Y que el burro fuera el
> portento de aquella maravilla.
> -¡Qué todo te
> salga bien, Palmerolo! -Exclamé, pensando en voz alta. Pero
> lo hice más para espantar mi propio desasosiego en medio de
> la noche.
> A lo mejor ni
> hablé, balbuceé, quizás. Y para adentro de mí empecé a
> hacerme conjura de lo que sucedía.  Yo sé de esas
> cosas. Es un asunto de memoria ancestral ¿Pero qué sucede
> con un burro y no con un humano? ¡Eso ya es otro
> asunto!  Y a lo mejor un desvarío de viejo que yo he
> tenido porque hasta estaré a punto de morir. O quizá sólo
> estoy dormido, soñando, o he sido arrebatado por los
> espíritus. ¡Este sí que es un lío!
> ¿Será, o no
> será verdad, jodidos? Me decía para mis adentros ¿Será
> que uno con los ojos mira la verdad, sólo la verdad, o mira
> también la mentira? ¿Qué miran los ojos? Oír, ya no oía
> nada. Había un silencio de noche oscura allá afuera, y
> aquí adentro en la rancha sólo se oía el resoplido de los
> que duermen y ese revoltijo de nada de las pesadumbres del
> sueño que los durmientes arrastran de las fatigas del día
> hacia los escombros de la noche ¡Y qué noche! Y a mí
> solito me estaba tocando. No me da miedo, pero no quiero
> tener compromisos; posiblemente ha llegado el tiempo de mi
> partida ¡pero no me siento enfermo! Tal vez sólo me quede
> dormido y así haga mi viaje infinito.
> ¿Sabré o no
> sabré yo la verdad con mis  tantos años? Eso me
> decía en aquella situación. Y es que ya no estaba ni
> seguro de lo que había visto con estos ojos que no me
> atrevo a abrir, sólo para creer que estoy soñando. Lo malo
> es que en la piel, siento todavía lo helado de haber estado
> allí afuera hace sólo un momentito. ¿Me mentirá la piel?
> Y no, yo sabré que será cierto; pero sólo abriendo los
> ojos de nuevo y saliendo a ver, me daré cuenta si lo visto
> es la verdad ¿Y si no lo volvía a ver, pero había
> sucedido? ¡Qué porfía en la que estoy metido!  Esos
> que están con Palmerolo son espíritus amigos, pero sólo
> están con él, no quieren estar con nadie más, para él es
> el regalo…esa es la vida. A mí me ha tocado ser sólo
> testigo.
> Es que ya en
> este mundo cuesta distinguir que es cierto y que no, quién
> dice la verdad y quién no. Y en este pensar junto otras
> cosas. Llega a mi mente cómo secuestraron al Presidente, lo
> tiraron al carajo y dicen  sus voces de mentiras, que
> no es verdad, y lo defiende a muerte, que ya el Presidente
> no es Presidente…y por allí, y tienen un  hombre
> malo sentado en su silla. Y lo dicen en la radio que uno
> cree que es verdad. Y los ricos, y los poderosos, y los que
> dicen que saben, los que amarran la ley  y sueltan al
> criminal… los pillos más pillos entre los pillos. Todo
> eso nos tiene alterados los ánimos en este país. En este
> suelo de conquistas en que mi pueblo, desde hace 
> cientos de años, ha quedado reducido a nada. A despojo, a
> miseria de la misérrima orilla de la nada. ¡Qué sé yo!
> Aquí estoy hecho un bojote en mi
> petate, casi temblando de lo que vi…pero si lo que vi es
> la verdad ¡Qué me pasa! Parezco tonto, olvido, olvido
> y  tengo miedo ¿De qué tengo miedo? ¿De que la aldea
> salga por los aires  y que  nos vayamos con
> Palmerolo a lo mejor donde viven los mayas? Tengo que salir
> de nuevo. Ir decidido. Lo que le pase a Palmerolo nos
> corresponde a todos. Hasta debería despertar a la aldea
> entera, que se enteren, que se sumen, que estén despiertos.
> Que vivan la verdad, así como la viven por fuerza del azote
> de la miseria y no parecen darse cuenta.
> -¿Qué estás
> comiendo abuelo?
> Es la voz de mi
> nieta que me habla, o a lo mejor es su hambre la que habla,
> mientras ella está dormida.
> -¿Qué? -Le
> respondo en secreto, casi bisbiseando, para no despertar a
> nadie más.
> -Que te oigo
> masticar ¿Qué hallaste allá afuera que estás
> comiendo?
> -No como,
> rumio
> -Eso es de
> animales. No te burlés abuelito ¡Dulce de panela chupás,
> ya sé!
> -También es de
> viejos estar rumiando brutadas, cosas de la
> vejez
> -¡Ay luna
> abuelo! ¡Qué está clarito allá afuera, hasta aquí se
> filtra la claridad de la luna! Y vos no digás que no, algo
> estás comiendo.
> -Sí, hay dos
> lunas. Allá afuera. Eso no te conviene todavía
> saberlo.
> -¡Quéééééééé!
>
> Y que la cipota
> se sienta y hace escándalo y se despierta todo mundo y se
> hace el bullicio y toda la aldea se sale de las trojas, como
> sonámbulos hacen una bullaranga de escándalo, pero que la
> que se había tenido Palmerolo. Y todos para afuera. Y nada
> es de admirar, es de gozar.
> La gente mira
> para el  cielo donde hay dos lunas. Y se embelesan y se
> van a buscar un cerrito desde donde se pueda ver mejor;
> sólo los más viejos nos quedamos. Y miramos y remiramos
> que Palmerolo está allí, suelto y como bañado de luces,
> como para decir que las lunas se reflejaban en él, como un
> espejo, como otra luna, o como un pez del río. Y uno ya no
> sabe, pero lo cierto es que Palmerolo está luminoso, que
> nadie lo podría creer de no verlo. Pero allí estábamos
> nosotros, sólo los viejos, que de dicha vemos en lo claro
> del día y nadie nos creerá que vimos claridades de
> noche.
> -Esto que
> sucede no es fácil- Dijo uno y le temblaba la voz-  Yo
> siempre estuve esperando verlo, pero en uno de
> nosotros
> -Sí, no, no es
> fácil, y lo es. Mira cómo brilla el burro, cómo la madre
> tierra así lo quiere.
> -¿Fácil, de
> qué? -Dije yo.
> -De creer- Me
> respondieron los dos- De creer que la verdad se nos presenta
> de manera tan rara.
> -¡Y eso qué
> importa! -Dije- ¿Lo ven o no lo ven? Que yo que estoy más
> viejo lo veo. Lo creo y lo entiendo.
> -Sí, si lo
> vemos, pero no lo podemos creer  -Fue diciendo
> despacio, uno- Tampoco vos lo entendés.
> -Yo es que no
> lo entiendo -Agregó el otro- pero eso no quiere decir, que
> no sea la verdad. Si los tres lo vemos.
> -Pero es
> verdad  -Les dije-  ¡Palmerolo! -Llamé al
> animal. Y el borrico se vino despacio hacia nosotros, me
> olisqueó  y resobó su nariz en mí. Y se dejó tocar
> por todos: el morro, la cabeza y el lomo. Era para él como
> un gozo. Y para nosotros  un regalo prodigioso.
> Entonces nos dimos cuenta que no era cosa de las lunas, que
> era una cosa distinta, pero que Palmerolo tenía un brillo
> que nunca antes vimos, sino sólo en los misterios del
> bosque  que eran asuntos de vigores no de este lado del
> mundo. No. De energía de los que se nos separan, se nos
> adelantan y ya conocen otros mundos.
> -Ahora si
> quisiera montar en este burro que me regaló el Presidente
> –dije con vos lerda- Seguro que hasta me volvería
> joven.
> -A lo mejor te
> podrías ir de este mundo -Dijo uno.
> -¡Gran cosa
> fuera estar aquí! -Le oí decir al otro.
> Fue cuando
> Palmerolo se apagó, así, de pronto, dejó de brillar y se
> fue a pastar de la manera más simple; pero allá en la
> punta de un cimborro, la aldea entera saltaba de la
> felicidad de ver dos lunas, que si eran lunas de verdad y no
> se atropellaban, eran como gemelas que han bajado a que
> abran la boca los humanos.
> -Los Toj nos
> han traído una idea de algo -Dije para los otros- Miren,
> está en el cielo y se asoma aquí en el suelo. Es bueno que
> le pongamos entendederas.
> -Los Toj, por
> algo han venido. Aquí, va a haber cambios y desde la
> cimbras de la tierra.
> -Sí. Y si no
> lo sabemos, igual se irá el tiempo. Igual todo pasará y
> nosotros no habremos aprovechado la luz.
> -Nunca se van
> –dije- Nunca, lo que pasa es que no siempre los podemos
> ver. El cielo o el burro, sólo sirven de espejo, como el
> río, el bosque o el grito de la noche. El humano es el que
> debe ser consciente.
> -¡Hum! Nadie
> le engaña el pellejo a uno. Yo ya ratos me daba cuenta de
> esto. Lo sentía en el pellejo y los huesos desde que el
> burro pataleaba. Por algo el Presidente nos mandó de regalo
> un burro. Ese burro. Palmerolo.
> -¿Y qué
> oíste?
> -Sólo al burro
> y después a la cipota tuya  y la bulla de todos cuando
> salían.
> -¿No vistes el
> brillo?
> -Sí. Dos
> lunas, son como dos acholes de ocote, juntos.
> -¡Tres lunas!
> -Dijo el otro.
> -Sí, tres, con
> el burro -Le aceptó éste.
> Y nos
> devolvimos cada uno de nuevo a su troja. Yo me acosté y me
> quedé tirado allí. Sin pensar. Bueno, repasando que cuando
> yo salí la primera vez, sólo había una luna, que el
> brillo estaba, no en el burro sino junto a él. Ahora ya no
> sabía qué pensar. A lo mejor mañana despertaría y sólo
> pensaría que lo había soñado. Ya otras veces he sentido
> como que me salgo del cuerpo, vago por la montaña y me
> encuentro con los viejos que se ya se han ido. Los veo como
> luces de colores y recibo de ellos consejos que no se nos
> acurren a los que todavía debemos parte en este
> mundo.
> -¿Pero por
> qué le dije yo a la nieta que había dos lunas? ¡Si yo
> sólo había visto las luces junto a Palmerolo y una
> luna!
> -¿Qué decís,
> abuelo? -, me dijo la niña, que en eso venía
> entrando.
> -Que me quedé
> dormido -, le respondí.
> -Sí. Ya sé
> que no fuiste al bordo a ver las lunas.
> -Sí - Le dije-
> ¡Ya duerma! que mañana hay que ir a arrancar frijoles, si
> no, no comemos.
> -Abuelo, usted
> está soñando. Nosotros no tenemos nada. Nada, sólo a
> Palmerolo. Bueno, que es de todos…yo lo que ahorita sí
> tengo es hambre. El sueño ya me quedó tirado en el cerro
> entre el divisar de las lunas, pero el hambre, sigue aquí
> en mi panza.
> -Duérmase
> entonces, así se le va a ir el hambre. El sueño se la va a
> espantar. Tome un poco de agua del calabazo.
> Como si no me
> oyera se tiró al echadero aquel donde  duerme, hecho
> de balandranes viejos. Y se le oía riendo. No sé si
> pensando en las lunas o en Palmerolo, pues se le escuchó
> roznar cerca.
> -¿Estás
> dormido, abuelo?
> -Sí.
> -Yo también -.
> Pero me estoy riendo.
> -Y yo te estoy
> oyendo.
> -Pudiera 
> todo esto no ser cierto-, dijo.
> -¿Por
> qué?
> -Es que no hay
> dos lunas.
> -¿Y quién
> dice que tiene que haberlas, o que no?
> -¡No es lo que
> miramos siempre!
> -¿Siempre?
> -Sí.
> -Siempre, no es
> cierto.
> Le dije. Yo sé
> por qué se lo dije. Pero es cierto, siempre es ayer. No hoy
> ni mañana.
> -Sí.
>
> Le oí
> decir.
> -No vayas a
> creer nunca en siempre, sólo cada día tiene su siempre-
> Agregué- Y el siempre de mañana te toca hacerlo a vos y a
> los otros pequeños.
> Entonces oímos
> ruidos de que todos regresaban, que se volvían al sueño,
> que era lo suyo y lo necesitaban, por eso volvían, como el
> sol a su madriguera. Sin duda a todos les pesaban los
> párpados y los pies, porque apenas se les oía, como si ya
> vinieran metidos en las telarañas de la somnolencia. La
> nieta se oía que ya dormía, y yo no quería que me oyeran
> ni que me hablaran. Y por si estaba dormido, no sentía
> deseos de que me despertaran, ni de dormirme, sólo de estar
> quieto en la urdimbre de lo poco que la verdad se
> entiende.
> Y afuera, la
> luna. Y entre el suelo y la luna, un mundo infinito de
> mundos que llegaban a mis orejas. Ahora ya estaba todo en
> calma, entonces las luces me vinieron de nuevo. Y ya no tuve
> reparos, ni coces, ni pedos. Nada. Estaba de lo más sereno.
> Estaba entre amigos. Estoy tranquilo; pasto y ellos a mi
> lado, esperando que llegue el momento. Y adentro la aldea
> dormida. Y a mí se me presentaban los naguales de los
> mártires del pueblo, que han dado su vida haciendo
> resistencia contra el golpe.
>                                                 Tres
>
> No pudo ser
> otro día, ya lo hemos descubierto. Se trata de la misma
> noche luminosa de aquel día en que Palmerolo se encuentra
> con los Naguales. Estos, son la presencia de los Mártires
> que han caído en esta Resistencia Popular contra el militar
> y feudal golpe de estado.
>
> Hay
> que hablar -dijo la Tortuga, que es la líder cuando de
> eternidad se trata, en estas historias que van recreándose
> en el paladar de la cuentística popular- Hablemos 
> para entender e iniciar el camino- y paró la cabeza,
> dejando la palabra a los demás.
> Debemos
> llevar a Palmerolo a otro lugar. Internémonos en el bosque,
> que es más  seguro – sugirió el Ocelote. Y dio un
> salto hacia el tronco de un árbol.
> El
> bosque se verá muy iluminado y la luz puede crear sospechas
> ¿Cómo hacemos para que no se produzca una anomalía que
> termine con todo? Les hago esta reflexión, porque nosotras
> las loras somos perseguidas por nuestro colorido. Nuestra
> luz es tan evidente  y atractiva, aún en la
> noche.  O al menos en la noche de las mentalidades
> destructivas. Así que pueden ilustrase, de cómo nuestro
> bien, se convierte, en nuestro mismo mal, cuando los
> asaltadores nos apresan.
>
>  
> La Lora tiene razón. Debemos ser cautelosos. Podemos
> exponer demasiado a Palmerolo y los militares son capaces de
> venir y matarlo. Y ya le venden el cuero a los gusanos de
> Miami. Matar y vender es su método, cuando no entienden las
> cosas, no las tienen a su favor, o  sus jefes les dan
> órdenes orientadas a crear calamidad pública, que es su
> única ciencia- sentenció el Cusuco- Yo soy experto en
> esconderme bajo tierra, pero les aseguro; que ni eso me ha
> servido. Así que hoy se trata de pensar para no penar. Y
> pensar bien.
> Te
> sacan los cazadores de tus escondrijos. –punteó el Puerco
> Espín, moviendo apenas su cuello espinoso intentando hacer
> un respingo con su hocico terroso-
> ¡Deberíamos todos ser puerco
> espines!
> Somos
> espíritus. Podemos hacer lo que queremos. Miren- Dijo el
> Águila Arpía, volando alto y dejándose caer como una hoja
> de guaruma, tan liviana como si sólo fuera una pluma que
> cae mientras el viento hace su siesta.
> No
> se trata de eso, -tartamudeó el Gato- no somos nosotros. Es
> a Palmerolo a quien hemos venido a rescatar. Él es el
> único que está vivo entre nosotros. Y es, él que nos
> puede ayudar a manifestarnos para que nuestras vidas sean
> parte de la siembra de un futuro verdadero. Justo, tanto
> como verdadero. Por eso estamos aquí…para hacer un viaje
> hacia la conciencia del pueblo y que crezca esa toma de
> conciencia ¡Qué la vida es buena y que hay que llenarla de
> bondad, gracia y sigilo!
> ¿Podrá
> un espíritu de mansedumbre, como Palmerolo, ser capaz de
> expresarnos a nosotros, tan audaces y drásticos en nuestra
> resolución para que esta sociedad cambie?- dijo el Cusuco-
> Yo quisiera pensar que él puede y debe dar respuestas más
> contundentes ante esta represión que vive el pueblo, que
> sufren los más indefensos. No soy ya de carne, es cierto,
> pero no estoy satisfecho con lo que está sucediendo, en que
> la represión juega a los caprichos de sus artes demoníacas
> con libertad de manos.
> ¡Estoy
> de acuerdo! Ahora yo deseara ir a envenenar a los asesinos
> con mis agujetas de que soy portador -respondió el Puerco
> Espín- No se puede estar únicamente recibiendo disparos.
> No se para un tiro con una consigna. Ya han matado a muchos
> de nosotros. Hay gente desaparecida. Jóvenes violadas.
> Crímenes, comunes aparentemente, que son crímenes de una
> guerra sucia.
> Mi
> pueblo canta, mi pueblo no se espanta, pero no puede seguir
> tan indefenso- exclamó la Lora.
> ¡Explícame!
> Habla más despacito,- escarió a la noche con su alarido el
> Ocelote- sugieres que vamos a preparar a Palmerolo a que dé
> respuesta de guerra y no de paz? ¡Cómo ha dicho el
> Presidente, cómo lo ha asumido la gente y que ha dejado
> inermes a los sátrapas de este golpe! Pese, aclaro, a que
> su estupidez no tiene límites.
> Alguien
> tiene que dar una respuesta, aguijonazos claves directamente
> a los criminales. Porque se trata de golpes sucios mortales
> los que le están dando a la gente,-se apresuró a responder
> el Puerco Espín.
> No
> hablo de una guerra hecha por Palmerolo. Hablo de una
> respuesta a la altura de la circunstancias. ¡No pueden
> continuar dándonos muerte de manera impune!- agregó el
> Cusuco.
> ¿Están
> locos?, -largó su voz estridente El Águila- ¿Palmerolo?
> ¿Quieren que lo utilicen de diana de tiro? ¿No se dan
> cuenta que ellos tienen armas y formas en las que son
> amaestrados para incitar a una respuesta violenta, sembrando
> violencia? ¡Eso quieren ellos, que les justifiquemos una
> guerra! Los ejércitos están con una motivación permanente
> por usar la armas que poseen, antes de que es vuelvan
> obsoletas. Además, para justificar la renovación de sus
> arsenales. Si damos una respuesta así; sí aumentarán su
> capacidad.  Y se convierten en el mismo infierno ¡qué
> cuando lo tocas con saña, más se agranda! Y no faltarán
> ni mercenarios, o terroristas que vengan en su
> auxilio…si ya, ahora mismo lo están haciendo, con
> dinero, asesores y experimentos de sus
> tácticas.
> ¿Y
> qué?-porfió el Gato- a mí que me diga la tortuga a qué
> me trajo aquí ¡Qué sigue! Yo no tengo ganas de opinar. A
> menos que quieran que me convierta en un cazador, en un
> felino, pudiera opinar, actuando.
> Es
> cierto, los malvados tienen tácticas y estrategias. Nos
> tienen bien estudiados. Los  manuales los tienen a
> mano. Saben cómo, dónde y a quiénes matar- dijo una voz
> que no era de nagual.
> Todos se vieron entre sí y
> repararon en quien había opinado.
> Yo
> pensé que ustedes estaban aquí para llevarme a mejores
> pastizales y para liberarme de las cargas de leña de todos
> los días- continuó diciendo Palmerolo de una manera que no
> dejaba la menor duda, de que percibía todo lo que sucedía
> en el mundo de los Naguales, y que, además, ya le era hasta
> familiar. Roznó levantando alto el hocico y parando la cola
> y las orejas, como si estuviera a punto de salir corriendo,
> pero de inmediato, volvió a sus mordiscos silenciosos al
> pasto ya humedeció por el rocío.
> ¡El
> burro, nos oye!- reclamó la Tortuga- Ustedes no están
> listos para cabalgar en él, porque no son capaces de hilar
> una idea de fondo que le haga  tener la certeza de qué
> es lo que pretendemos alcanzar con nuestra venida junto a
> él.
> ¡Explícalo,
> entonces!- Reclamó el Gato- yo te sigo a tu gusto y tu
> ritmo, que tiempo es lo que más me sobra.
>
> No
> se trata de eso, -le aclaró la Tortuga, todos sabemos que
> nuestro privilegio de haber entrado al mundo de los 
> naguales, se debe, a que no somos muertos simplemente, sino
> mártires del pueblo. Caídos desde su seno y bajo el
> propósito de un sueño más grande que nuestra misma
> caída.
> ¿Cómo
> lo sabés?- quiso saber el Puerco Espín
> Lo
> sé. Fui el primero en morir. Y a mí me dieron la
> caparazón del infinito, donde está dibujado el lagarto de
> la meditación maya. Ya he aprendido. Pero nada se aprende
> definitivamente, cada aprendizaje  pasa por esto que
> hacemos ahora. Y por eso mismo soy la tortuga,- al decirlo
> hizo un gesto moviendo su pescuezo de abajo hacia arriba. Y
> los miró de manera penetrante a todos- Lo que sé, lo
> sabré mejor con ustedes- concluyó serena.
>
> Yo
> pensé,-pilló el Águila-que ya nuestra misión entre los
> vivos había terminado. Y que como en las viejas leyendas,
> vinimos en busca de Palmerolo para que él nos condujera por
> el camino que conduce al cielo.
> ¿De
> dónde lo supones?,- dijo, mientras se enroscaba más en el
> tronco el Ocelote. Yo, por ejemplo, estoy interesado en lo
> que propone el Puerco Espín. Yo tengo la memoria de la
> selva y de la sorpresa, del sigilo, como el gato y del largo
> recorrido para la cacería.
> Nunca
> borraré una idea que siempre tuve en vida: la entrada
> triunfal de Cristo a Jerusalén en los lomos de un borrico,
> -dijo como para sí misma el Águila que permanecía un poco
> más alejada de los demás en un tronco seco, por encima de
> Ocelote.
> ¡Sí,
> pero vos tenés alas, no ocupas un burrito para ir al
> cielo!-se rio de ella la Lora- Yo por ejemplo imaginaba que
> Palmerolo iba a ser uno más de la tropa de una aventura
> turística por la Honduras de las promesas futuras. Un viaje
> por la selva, entre los colores de naturaleza, las aguas
> profundas de los ríos, abundantes de pescados, de lagartos
> durmiendo bañados por chorreras maravillosas, y en torno,
> la muralla viva, gritona y musical de una foresta abundante
> de frutas para ir a picotear,- confianzuda la Lora al decir
> esto ya se había encaramado a las ancas de Palmerolo, que
> la recibía sin reparos.
> Yo
> siempre he tenido claro, que la tortuga es mi guía-
> bostezó el Gato, tirado entre un montón de zarzas secas- Y
> estoy preparado para lo que se venga.
> ¡La
> tortuga!- masculló el Cusuco- eso es darle largas al
> asunto. Como lo que hago yo, escavar y escavar y al final
> termino siendo cazado. Yo también tengo mi caparazón. Y
> como la de la tortuga, cualquier descarado anda detrás de
> ella para hacerse un charango, unas joyas o un tambor
> ¡Malvado el hombre que nos extermina!- y añadió un tanto
> furibundo- ¿Por eso no me explico por qué la tortuga nos
> guía y eso no lo podemos cambiar?
> Sí-
> exclamó la Lora- yo también ya estaba acostumbrándome a
> la espontaneidad de la Resistencia, al colorido, al gozo de
> cada día de saber que resistimos…ya veo, aquí vamos a
> hacer una especial organización.
> ¿Cómo?
> ¡Vos hablás mal! La Resistencia no es espontánea
> únicamente!- le reclamó el Ocelote- si fuera así, no se
> mantuviera. No creciera. Además es un asunto de conciencia.
> La conciencia crece en la diversidad y en la libertad de la
> gente. Es como una parra abonada por el arte…¡bueno, es
> cierto, a la parra hay que cuidarla de los
> depredadores!
> ¡Pucha!
> Yo tengo una duda también. Y miren bien que yo soy ahora un
> águila, de luz y de mayor capacidad que las que están
> vivas, porque no necesito comida. Yo, pienso, y le doy
> vuelos a este asunto: a algunos nos mataron en las
> manifestaciones, s otros después de ser detenidos por la
> policía, otros por encargos a sicarios y policías
> encubiertos…¿no se han puesto a pensar que la Resistencia
> debe de prever, debe de cuidar, porque los gusanos no le
> hagan una represión selectiva y hagan que la moral y la
> conciencia de la gente…?
> ¡Sí!
> Yo creo así también- la interrumpió la Lora- ¡La
> inconformidad de Puerco Espín y de Cusuco es
> razonable!
> Yo
> ya se los dije- volvió a roznar Palmerolo- las fuerzas
> oscuras tienen toda la ciencia del infierno, tácticas y
> estrategias. Ella quieren exterminar la parte del pueblo que
> busca el bien. Van a querer exterminar a los que piden
> cambios. Constituyente. Un país sin ejército, sin crimen y
> sin golpes…yo estoy porque vuelva el Presidente, pero a
> partir de allí, las cosas serían peores, en el sentido que
> las fuerzas oscuras, por todos los medios buscarán
> enquistarse, quedarse, apropiarse, golpear, actuar de manera
> oscura…por eso yo estoy dispuesto a hacer el viaje que
> ustedes vienen a proponerme.
> ¿Sabés
> del viaje?-se extrañó al hacerle esta interrogante, la
> tortuga.
> Sí,
> será un viaje por cerros y serranías, por escasez y
> hambre, lleno de sudor y de pensar para tomar decisiones
> sobre los caminos, o abrir caminos cuando no estén hechos.
> Un camino de reveses y de golpes bajos. No se les olvide que
> por años se ha mentalizado a la gente en el fanatismo y la
> falta de libertad. De no poseerla, ni de concederla, de
> agredir e imponer.
> ¿Cómo
> lo sabes? Dijo el Puerco Espín
> El  Puerco Espín, la Tortuga y
> el Cusuco habían permanecido muy juntos desde el inicio,
> pero no parecían tocar el suelo, como si levitaran, pero
> muy pegaditos al pasto.
> Bueno,
> para eso vinieron ustedes y se aproximaron las dos lunas. Yo
> no lo sabía, pero ahora lo sé. Si me preguntan, cómo y
> por qué lo sé, no sabría decirlo ¡Además de qué no es
> necesario!
> ¡Sí!
> -exclamo el Ocelote- y ya gran parte del pueblo en
> resistencia lo sabe también. Algunos hemos sido convertidos
> en mártires, pero la gente en resistencia se ha vuelto luz,
> vida, energía. Y se va templando en las marchas, las
> peregrinaciones, las vigilias, los conciertos, los golpes,
> las encarceladas, los enjuiciamientos inícuos, en las
> incertidumbres, en la espera. Así aprendemos. Así nos
> construimos y edificamos los valores que dan vida a esta
> convicción de patria nueva.
> Sí,
> hasta mí llegan las voces de lontananza. La grandeza de lo
> que somos, que sólo somos bichos parte del planeta; pero
> para suerte de nuestra modesta contribución, algunos somos
> de material seleccionado y vivificado por la energía
> maravillosa que preserva la vida y el bien…y miren que yo
> soy simple borrico de carga, que ustedes me dignifican al
> darme la oportunidad de estar en la
> Resistencia.
> Palmerolo
> ¿Haremos el viaje, entonces?- se interesó en saber el
> Gato
> Ya
> empezó- dijo la Tortuga- desde que llegamos
> aquí.
> Sí-
> agregó el Águila- nuestro mismo martirio, el sacrificio
> del pueblo y la capacidad de responder ante este golpe, es
> parte del viaje que todos en la nación debemos hacer hacia
> la nación verdadera.
> Iniciemos,
> pues- dispuso la Tortuga- que otros Naguales nos esperan,
> ellos están por allí, los encontraremos en el camino.
>
> Por
> eso es que vino la luz-proclamó el Águila
>
> Por
> eso bajaron dos lunas, para despertarlos- musitó el
> Ocelote.
> Por
> eso es que tenemos que caminar- aceptó el Puerco
> Espín.
>                         
>
>                         Capítulo
> II
>                                                   
> Uno.
> Sí uno se
> empina y trata de ver el tope del horizonte le sirve para
> decidir el inicio del camino, tal como le tocó a Palmerolo
> aquella madrugada. La montaña es todavía una masa sin
> colores. El amanecer aún como una rueda que no alcanza a
> llegar. Pero los Naguales indican que es el momento de
> partir. Palmerolo sólo conoce el camino por donde lo han
> llevado de una aldea a otra, o hacia los desmontes desde
> donde le ha tocado acarrear leña, siendo arriado, no yendo
> por voluntad ni iniciativas propias. Y esta vez le toca
> tomar una decisión, marcar la ruta.
> Rozna sin
> quererlo, y marca así una hora que se sale de su costumbre
> rutinaria. Hace varios resoplidos, levanta la cabeza. Y sin
> pretender demostrarse como un conocedor, inicia a caminar,
> sólo poniendo un casco delante del otro y tomando paso, sin
> prisa, pero definitivo: va hacia adelante.  Toma la
> decisión de hacerlo como si se tratara de un jumento
> perdido, que no sabe nada del lugar aquel, y camina.
> Simplemente hace un argumento de pasos improvisados sobre un
> suelo que espera no lo traicione. Los Naguales, sin
> objeción, lo siguen.
> Trata de no
> tener recuerdos, pero por instinto se dirige hacia un
> arroyuelo. Para las orejas como si quisiera oír las voces
> del agua que le sirvan de guía hacia ninguna parte y en
> ruta del camino definitivo que pretenden encontrar los
> naguales. La tortuga alimenta la fe y la armonía del grupo.
> Todos van contentos. Palmerolo es de su confianza. Fe y
> optimismo, buen paso y al camino.
> En eso, se deja
> escuchar la voz más hermosa que Palmerolo nunca supo que
> existiera antes de aquel momento. Una voz que lo arrebató y
> lo sacó de toda duda. Millones de decibeles aumentaron el
> rumor del agua, que se quiebra contra los cuerpos de las
> rocas, se  cura en el primor de los  musgos y hace
> gimnasia entre las lianas. Es una gloria escuchar por
> primera vez la escala de las gotas que desde las hojas se
> precipitan, de ser simple rocío, para conformar un
> torrente. Y en aquel sentido de agua que baja, se escucha el
> retozo de una pareja de ranas que bañan y cantan, gozan y
> se remozan bajo las espumas y los cristales del agua tan
> transparente que a un espejo le sería imposible de falsear,
> a unos ojos de abarcar su totalidad  y sólo al sol
> debe beberse en ella su luz con la sobriedad con que un
> abejorro roba y regala polen en un jardín.
> Pese a que no ha amanecido aún, aquel arroyuelo encausa
> una luz natural. Y nuestros amigos pueden disfrutar de aquel
> espectáculo.
> Todos se
> quedaron inmóviles para no producir ni la mínima
> alteración de aquella sinfonía maravillosa. El Gato
> aprovechó para echarse sobre su propia cola, la Tortuga, el
> Puerco Espín y el Cusuco se refugiaron en su interior
> simulando ser unos pedruscos. El Ocelote cerró sus ojos y
> lamió dulcemente la brisa con un gesto felino. Sólo el
> Águila y la Lora quedaron suspendidas como dos luciérnagas
> gigantes por sobre las breñas del camino y un poco más
> atrás de los otros.
> -¿Le tememos a
> esa rana, para seguir?- increpó el Gato
> -¿No escuchas?
> Su canto es maravilloso ¿Por qué hemos de interrumpirla?-,
> ,reclamó Palmerolo. Y de mi parte, además estoy
> extrañado. Ya que conozco bien este lugar, pero no me
> parece el mismo de todos los días. Aquí  vengo a
> beber agua, pero por primera vez no veo el agua turbia,
> ni  flotando en ella las basuras, restos jabonosos, ni
> olfateo olores venenosos que el torrente suele arrastrar.
> Ahora es un arroyuelo cristalino. Esto es nuevo para
> mí.
> -¿Estás
> seguro? – dijo el  Puerco Espín
> -¡Sí! Y
> apenas deje de cantar la rana, para no interrumpirla bajaré
> a tomar agua. Estoy segura que trae sales deliciosas que ya
> hasta las sospecho deslizarse en mi gaznate.
> Todos
> observaban el bello paraje. Las aguas eran limpias y
> abundantes y corrían agitadas por una algarabía que
> removía  los helechos y los musgos de las piedras. Las
> begonias y las cañas florecidas eran bañadas por la brizna
> que se eleva de la explosión de las pequeñas caídas de
> agua bulliciosa y fresca.
> Se
> transparentaban caracolitos, cangrejos y peces 
> haciendo laboriosas faenas de cuidado entre las areniscas.
> Intensos perfumes mantenían en actividad a melíferas
> libélulas y otros insectos.
> Y entre las
> pocitas, diversos bichos reverberan, y la noche parecía en
> aquel lugar, un canasto de jazmines iluminado por la luna
> más intensa creíble.
> Para los
> improvisados caminantes, ante todo, les daba gusto escuchar
> el canto de aquellas ranas:
> Bbrrrrr, linnnnrrriiiin beeeerrrrr,
> neeeennnnjjjjjrrrrrr
> Gaaaannnnguuumeeee, gggrrrrrrr,
> reeeennnnnggggrrrrr
>
>
> Respondidos en la distancia, hacia
> arriba y hacia abajo de aquel puesto de chorrera del
> arroyuelo, que en si misma contenía diversos
> ecos.
>
>
> -¿De qué
> estamos contagiados para que, estando muertos, sigamos en
> esta resistencia? ¿Y que tengamos la paciencia de respetar
> hasta el canto de unas ranas para proseguir nuestro camino?
> ¿O es que las ranas son venenosas y tememos que nos
> contagien al pasar cerca de ellas?-,  refunfuñó el
> Cusuco.
> -No hay prisa-
> dijo la Tortuga-, que todo esto sucede fuera del
> tiempo.
> En eso, se
> dejaron escuchar nuevamente las ranas:
> Nnnnuuuunnnnggggrrrrr,
> gggaaansssttttrrrrr ggggoooolll
> Ppppiiiiissss   ggggrrrrrr
> nnnneeeeeoooorrrrrrgggggrrrr
>
>
> Y en un parpadear se hizo el
> amanecer. Hubo vuelo de colibríes y de mariposas. Y las
> ranas bañadas de cristales salieron a recibir e sol y se
> llenó de nuevos y más pomposos colores toda la estancia
> del arroyuelo. Muchas mariposas y flores eran el adorno de
> un amanecer insólito, nunca antes visto por los ojos de
> Palmerolo. Y habló la rana que parecía ser la
> anfitriona.
>
>
> -Hace muchas aguas que he esperado
> esta luz ¡pasen! ¡Vengan a tomar sol con nosotras a este
> banco de arenas.
>
>
> -¿Pero está loca? -dijo la
> Lora-¡Tendríamos que ser del tamaño de un grillo, una
> lagartija o una rana, para caber todos y holgados en ese
> banco de arenas!
>
>
> Y eso fue lo que sucedió: Una luz
> los lanzó en un centellar reducidos al mismo tamaño de las
> ranas, a ser parte del gozo de quien los
> invitaba.
>
>
> -Estamos contagiados de pueblo- ,
> celebró la rana, dándoles la bienvenida. Y esa voz del
> agua que me colma es el reconocimiento de que estamos vivos.
> De otra manera, pero vivimos la energía y grandeza de las
> aspiraciones que un día tuvimos. Yo siempre quise ser un
> cuidador de los arroyos. Luchar contra los venenos, contra
> la minería y los venenos que matan a la madre tierra. Y fui
> un mártir como ustedes; a cambio, la vida me dio este
> regalo. Mi papel es ser un celador. Y los disfruto, con el
> costo y gozo de que aumento en la medida que no acaparo,
> sino que vivo.
>
>
> -Es una verdadera delicia que vivas
> tu agua prometida- la alabó con cariño la Tortuga- , diste
> tu vida y vives en una resurrección anhelada por cualquiera
> que lleva en sí una utopía.
>
>
> -Sí, pero estoy aquí, en el primer
> puesto, para alentar a  los que hacen este
> camino…vayan, salten al agua si quieren. Tomen un baño.
> Pueden tomar alimentos del agua; que la madre tierra siempre
> es un mantel generoso, servido  abundante,
> prodigioso.
>
>
> -Miau- hizo el Gato y se enroscó en
> lo calientito de la arena y el sol que se le penetraba por
> los filamentos del bello- ¡Baño, no, miau!
>
>
>
> Todos se dieron un chapuzón, menos
> el Gato y el Águila. La tortuga y la Lora comieron hojas de
> begonia, el Puerco Espín buscó raíces que mascar y
> tubérculos, la Lora subió a las parras cercanas a comer
> frutas maduras. Sólo el Águila, el Gato, el Ocelote y
> Palmerolo, no degustaron nada.
>
>
> -Vamos a hacer
> esta travesía, porque estamos vivos en la luz que nos ha
> tomado. Y Palmerolo es nuestro guía-, comentó el
> Águila.
> - Nosotros
> estamos vivos- agregó el Ocelote-como muertos en vida
> están los criminales contra los cuales vamos a luchar para
> que no haya más mártires. Que esta paz nuestra es la paz
> de la no violencia, que se activa en el amor y el compromiso
> de un pueblo que valora su dignidad…pero tenemos alguna
> prisa, por eso te lo explico así de rápido.
> En aquel lugar
> eran tan pequeños como una rana, apenas un poquito más
> grandes que un pez o un racimo de zarcillas. Todo se había
> vuelto grande. Y el arroyo parecía un inmenso río.
> Entonces comprendieron que las dimensiones del mundo
> dependen de dónde se vean y por quienes sean
> vistas..
> La Rana les
> cantó suavemente y les dijo que su canto era la protesta
> aprendida del agua a la que el mundo tiene tan
> vejada.
> Sssshhhhhhhgggggrrrrrr
> nnnnniiiiiinnnnnngggggg
> Tttoooonnnnntttttoooooossssss
> pppphhsssgggggrrrr
> Cccrrrruuuuzzzzzzgggggrrrrrnnnnuuuuujjjjaaaasssss
>
> Mmmuuuurrrrnnnnaaaannnnddduuuurrrrrrzzzzzaaaaa
>
> Bbbbllllliiiiinnnnnddddaaaaannnnmmmuuueerrrtttttt
>
>
>
> Y en la medida que cantaba, una
> diversidad de bichitos diminutos se les pegaban en el
> pellejo de todo el cuerpo a las ranas, eso les producía
> cosquillas y las hacían gozar: las limpiaban y se
> alimentaban de ellas y ellas renovaban su piel y avivaban en
> sus colores, en un mimetismo contagioso, que hasta daban
> ganas de ser ranas, sin duda por la mirada del Puerco Espín
> y del Cusuco, arrobados en aquella escena.
>
>
>
> -Yo estoy aquí para cuidar el agua
> y toda su vida-, dijo, cuando la limpieza estaba terminada-
> Y la madre agua me devuelve el favor en delicias. Eso para
> mí y para todos. Debo decir. La única verdad de todo esto,
> es la madre tierra. Nuestro gozo es suyo, su plenitud es
> nuestra dicha.
>
>
> La Lora se puso
> habladora y dijo desde lo alto de una zarza: Es que vivir lo
> que uno quiere, puede y encuentra, es tener participación
> en el bien, en el gozo, en no dañar, en participar,
> dándose-Picoteó una fruta y agregó:  yo me alimento,
> pero propago la selva. Es lo que alcanzo a entender viendo
> que una rana goza, se baña, toma baños de sol y con eso
> mantiene pura lo que pureza debe de ser. Y hace que el agua
> fluya prometedora y muy impregnada de vida.
> -¡Por la
> justicia llegamos al bien! ¿No sé cómo podría lograrlo
> yo, que tengo que cazar ratones?- se desenroscó para opinar
> brevemente el Gato.
>  -Nosotros
> hemos sido desterrados, enterrados, violentados. Que la
> justicia no sea desterrada, enterrada, saqueada. A eso es a
> lo que aspiro yo- dijo el Cusuco mientras luchaba por
> comerse una lombriz.
> -Yo tengo que
> alimentarme como cazador, pero sólo cazo lo que me como. Y
> lo que cazo, lo comparto, es la ley de la selva, que es
> distinta a la barbarie de los que me cazaron a mí,
> asesinándome después de haber sido capturado. Me mataron
> por medio de la tortura. Eso todavía no lo he logrado
> borrar. Todavía conservo señales en mi cuerpo ¿Cómo
> entonces, si mi Nagual es un Ocelote, he de hacer el bien,
> cazando para vivir?
> -Aprender será
> también una ganancia de este camino. Mira un ejemplo, el
> Águila, la Lora, o cualquiera de nosotros, que bien
> pudiéramos ser tu alimento. Yo, como tortuga, pudiera ser
> un bocadillo para el Águila, que es la única que sabe
> cómo sacarme de mi caparazón; sin embargo, ninguno de
> nosotros atenta contra los otros, eso significa que nuestros
> instintos son calmados por  la esencia de algo más
> grande, más generoso…¡Ten paciencia, juntos vamos a
> aprender!
> -Aquí he
> aprendido yo- sonrió la Rana- que la mayor suficiencia es
> la tolerancia. Y así me dejo guiar por lo que fluye
> generoso.
> -Así 
> lucha el Presidente MEL por su regreso, como una tortuga
> maya- dijo Palmerolo- Él sabe que este golpe lo ha
> convertido en el líder de nuevos tiempos. Pese a las
> adversidades, o a lo mejor, gracias a las adversidades…Yo
> creo en eso: que hay que aprender.
> - Y la
> resistencia aguanta, así construye nación- exclamó el
> Águila- Me azuzan la alas por volar hacia ella. Es un
> asunto ético; aunque pareciera que es una debilidad, que la
> resistencia no ataca, no mata, no hiere. Pero su
> determinación es una fortaleza. Un vuelo de
> Águila.
> -Cerremos los
> ojos. Tomemos el sol y hagámoslo penetrar hasta nuestro
> más profundo interior. Carguémonos como una ráfaga de
> viento, como un manantial de optimismo. Y toda la energía
> que acumulemos hagámosla llegar hasta la resistencia, para
> que sea contagiosa y cada vez más gentes, más seres
> bondadosos se sumen a ella, la nutran, la renueven y la
> acrecienten.
> Y cerraron sus
> ojos y se convirtieron en diamantes. Una luz de fortaleza y
> plenitud, resistente a toda fuerza y presión. Y en un
> momento Palmerolo roznó. Y el roznido de aquel borrico del
> tamaño de un cangrejo joven, se pegó a la piel del arroyo,
> se encaramó a la neblina de las nubes, refrescó el aire y
> tomó ruta.
> Y como un sólo
> pensamiento la luz lo pobló todo. Y cuando abrieron en
> algún momento sus ojos, ya eran de tamaño normal, y no
> estaban junto al arroyo, ni en compañía de la Rana,
> estaban de pie y golpeados por una fuerte racha de viento en
> las alturas de unos desfiladeros solitarios. Y apenas
> amanecía.
> Y dijo la
> Lora:
> -La
> democracia  aquí no existe; si existe la nación, es
> este precipicio, que quien no gobierne bien sus pies, se las
> verá de nuevo con la muerte. Porque con estas rachas de
> viento, volar no podría ni el Águila.
> -Permanezcamos
> serenos- dijo la tortuga
> -Estos son
> nuestros terrenos, -dijeron los felinos.
> Y el Ocelote y
> el Gato se juntaron uno al otro moviéndose por los filos de
> aquellas rocas como si caminaran por una
> alfombra.
> -Aquí sería
> bueno desterrar a los golpistas-, dijo el Puerco
> Espín.
> -Y ponerles una
> roca en la cabeza para que les sirva de balanza-, agregó
> con sorna el Cusuco.
> -Aquí, tenemos
> que ayudarnos- dijo la Tortuga-, ¡de eso
> ocupémonos!
> -Esto tiene
> más escollos como hacerle resistencia al golpe-dijo el
> Águila- tal vez si la Tortuga se dejara tomar por mí, a
> manera de contrapeso. Yo podría elevarme por los aires y
> divisar el panorama. Tomar horizonte y saber hacia dónde
> iremos.
> -¡Con gusto!
> mientras no me sueltes.
> Palmerolo, más
> que un burro, parecía una cabra con sus cuatro patas juntas
> en la punta de  un arrecifito peñasco un tanto
> movedizo.
> - Como quien
> hace un asalto en el circo ¡Salta, Palmerolo!- le dijo el
> Ocelote.
> -¡Qué tal que
> abajo me esperen las fauces de un tigre, como en el circo?
> ¡O simplemente el filo de esas rocas que hasta grifas se
> ven desde acá!-le respondió el burro-.  No, no quiero
> morir por imprudente.
> -¡Salta! Que
> esa piedra está a punto de rodar y te llevará con ella-,
> fue diciéndole muy despacito el Gato.
> - Si te aferras
> a esa roca en falso, para vos se acabará la vida Palmerolo
> y tu nación puede ser una mentira que no te ofrece más que
> ser víctima de un accidente. -Así que decide, Palmerolo-
> le previno la Lora.
> -¡Estas parado
> en la pura mentira Palmerolo, está atento al viento, no
> respires, no roznes y salta!-Volvió a insistir el
> Ocelote.
> -¡Agua!-
> exclamó, muy asustado Palmerolo y no tuvo ánimo ni de
> tirarse un pedo, pese a la desazón.
> -¡No hagas
> fuerza, ni hables!-, insistió el Cusuco, que poco a poco se
> había ido moviendo hacia donde estaba Palmerolo. Y de cerca
> lo seguía el Puerco Espín.
> -Ni  la
> fuerza militar, ni  las mentiras del criminal que se
> autonombró presidente me han hecho temblar, como tiemblo
> ahora-,  dijo la Lora. Palmerolo puede
> morir.
> -Si Palmerolo
> se nos muere, hasta aquí llegamos-, dijo la
> tortuga.
> Entonces fue
> cuando el Águila voló y tomó de las crines a Palmerolo,
> para mantenerlo erecto. Igual hizo la lora que lo tomó de
> la cola. Ambas aleteaban en contra de un viento que 
> hacía caracolas en ráfagas  de tornados momentáneos.
> El Cusuco ya había llegado junto a la roca y la acuñaba.
> Saltaron también los felinos y el Puerco Espín casi de
> arrastras también se unió al equipo de salvamento.Y entre
> los cuatro suspendieron el peso de aquella roca, sumado el
> de Palmerolo.
> -¿Y ahora
> qué?-,  le dijeron todos en coro a la Tortuga, que,
> estupefacta, los observaba estirando el pescuezo y templando
> las patas, como una baletista casi a punto de desarticularse
> y ser nada más un glifo inamovible, en las aristas de
> aquellas rocas de vientos y escabrosidades de
> muerte.
>                                                 Dos
>
> Y la tortuga se
> dijo así misma: "La mentira, la saña y las falsas
> expectativas no pueden ir con nosotros, pero yo sin ser
> falsa, he dudado y mis amigos no"  porque quedó
> admirada de la iniciativa de sus compañeros de auxiliar a
> Palmerolo en aquella situación casi absurda en que estaba
> colocado sobre una piedra falsa, a manera de piedra de
> sacrificios en la cima de una pirámide surgida de la nada;
> que es una manera de referirse a algo que aparentemente no
> existe, pero que de pronto nos sorprende en la vida, casi
> siempre para cambiarla de manera radical. Era aquella una
> situación inesperada, pero real y necesaria de resolver;
> era de esos momentos que uno no sabe que van a ocurrir y
> ocurren y aún estando en ellos, no se alcanza a tener
> explicación de la naturaleza de su origen, pero que sí
> fuerzan  la urgencia de resolverlos bajo amenaza
> del más grande peligro, tanto que la vida pende de un
> hilo invisible, frágil.
> Ella se había
> paralizado y por un momento dudó, si reír o gritar, al ver
> a Palmerolo en una actitud casi acrobática, de equilibrista
> al sostenerse en aquella situación no de circo, sino de la
> vida real- Inicialmente intentó decir algo, pero no le
> salió la voz, ni pudo moverse; se había llenado de terror
> ante la amenaza de que muriera el único vivo entre ellos;
> mientras que sus compañeros actuaron súbito, no lo
> dudaron, se impulsaron hacia adelante y llegaron definitivos
> junto a él, confiando en sí mismos que lo salvarían;
> quizá hasta sin saber cómo, pero fueron audaces,
> intrépidos, generosos. Y actuaron en equipo, como en una
> dinámica que ya había sido prevista, cuándo no era algo
> que se sucedía por la razón misma de sus capacidades
> individuales, o de contar con algún tipo de entrenamiento,
> sino un mero asunto de solidaridad con el que
> estaba en peligro. Mientras ella, estaba allí,
> paralizada, como una silueta tonta, bien un guijarro de
> tropiezo de aquel relieve rocoso, tirado por accidente 
> y casi sin entender lo que los otros hacían; que sin
> saberlo, ya conformaban un conjunto maravilloso, una figura
> animal y pétrea, hasta digna de conservar como un artilugio
> cómico por un fanático de lo insólito: Se trataba de la
> monumental figura de un risco acuñado por un gato, un
> ocelote, un puerco espín y un cusuco. Sobre la piedra un
> burro, en la cabeza de este una águila agitando las alas, y
> en la cola una lora, igualmente agitando moviendo sus alas
> para suspenderse en vuelo.
> La imagen,
> inmediatamente que tomó ese dinamismo, igualmente se
> rompió. Tras la actuación de los otros Naguales, por
> instinto, Palmerolo al sentirse auxiliado, no por ello
> seguro ¡saltó! Su reflejo  y temerario irracional de
> cuadrúpedo, ejecutando un torpe salto, se lanzó con
> energía por sobre la roca y cayó, apenas rosando en la
> siguiente vértice rocosa y así fue  de salto en
> salto, de un  pedrusco a otro, movido por la inercia de
> su dinámica inicial que se  aceleraba progresivamente
> tanto como iba saltando, tanto, que a su vez arrastró los
> cuerpos de luz de los Naguales, como una fuerza centrífuga
> que iba saltando en alocados movimientos de equilibrio y
> gracia ,y por momentos, ondeándose como una cometa  de
> cola corta impulsada por un viento chocarrero, que casi lo
> llevaba a punto de caer  en los precipicios,
> pero igualmente como barrilete juguetón, también de un
> coletazo, alcanzaba a reponerse a la altura necesaria para
> un nuevo impulso. Y así se le ve ir, abismos hacia abajo,
> como bajando por un sendero hecho nada más de aíre y
> enredado en laberinto sobre los entornos de las afiladas
> crestas.
> Palmerolo no es
> un animal de trote abierto, es un borrico casi mostrenco,
> lerdo de movimientos, pero en las circunstancias por
> sobrevivir, la energía de su cuerpo se transformaba y lo
> hacía verse como una bala, un cometa, seguido por el haz de
> luz de los Naguales. Y así  lo fue llevando su propio
> viento de apremio, cuesta abajo en aquel despeñadero donde
> no había trochas, muchos menos caminos definidos, sólo
> riscos y obstáculos que vencer. Precipicios. Algunos los
> saltaba, en otros rebotaba y  en lugar de rotar,
> parecía imitar a  un  borracho  que se
> impulsaba convertido en un bailarín o un acróbata de los
> aires más locos que nadie pueda imaginarse; eran aquellos
> como aires de muerte, que él, proceloso los navegaba, tanto
> que parecía una bola loca que rebotaba en cuerdas
> suspendidas  del arco de la nada, una
> exageración proveniente desde los mismos pliegues de las
> nubes, o un alud con patas, cola y orejas ocurrido de
> aquellas crestas del viento. Pero sólo él sentía que era
> un burro amalgamado a la invisibilidad de los milagros que
> le permitían, seguir vivo y en avance, sin más sentido,
> que el de estar allí y poder sobrevivir.
> Y fue viniendo
> laderas abajo y los Naguales con él, aunque él no sentía
> ser él mismo, si no un espíritu chocarrero yendo más
> allá de lo que se lo permitía su propio juelgo. Finalmente
> logró caer amontonado, como un bulto torpe  al que le
> había dado por volar, aterrizando en una estrecha oquedad,
> a manera de reducida terraza en la falda de aquella montaña
> de rocas.
> Y permaneció
> allí casi  hundidos sus resuellos en la miseria del
> amontonamiento de un atolondrado cuerpo vuelto simple fardo
> de cuero, cascos y hocico abierto y lleno de tierra y babas
> gruesas, casi ligas de bilis, al límite que ya no parecía
> un burro, sino una pura dolama de cuerpo y una bola de pelos
> cubierta de polvo.
> -Pero no está
> muerto, ni herido- se alegró al palparlo el
> Gato.
> -Y de qué
> servirá, si nunca logrará levantarse de allí- dijo
> olisqueándolo el Puerco Espín.
> -¡Vos siempre
> deprimido!- bufó el Cusuco-¡Está caído, pero se
> levantará y con más convicción, mira todo lo que ha
> vencido! ¡Ha vencido a la misma muerte!
> -No tenemos
> prisa, esperaremos, cuál es la ansiedad, dejemos que fluya
> la vida-les sentenció la Tortuga.
> De la caverna
> provenía una brisa mansa, fresca, que se caracoleaba en el
> cuerpo de Palmerolo y lo iba limpiando progresivamente del
> polvo. Y allí permanecieron lo que tarda el sol  en
> caer desde el cenit y volver a teñir el oriente de colores
> acaramelados, casi hasta la media mañana
> siguiente.
> Palmerolo
> había estado casi muerto, trincado contra aquella hornacina
> estrecha de las laderas; pero se sintiéndose acompañado y
> cargado de la Energía de sus compañeros de aventura. El
> Águila lo había estado  refrescado con su movimiento
> de alas para aumentar los efectos del aire, y el resto de
> acompañantes se le pegaban al cuerpo para calentarlo y
> pasarle sus energías. El Cusuco y el Puerco Espín le daban
> aliento y le hacían cosquillas.
> Él volvió a
> vivir, soñando, cuando la vez que un helicóptero lo subió
> por los aires. Que fue vendado y maniatado. Luego sintió
> que sólo era como un bulto de carne que era hatada a una
> red y lo llevaban hacía un punto de las montañas. Pero
> luego, en el sueño mismo, aquel viaje se convertía en una
> pesadilla, en que lo golpeaban con palos y lo hacían
> manteca y chicharrones para que comiera un burro que estaba
> junto a él, y que era él mismo; pero, burro, no come
> chicharrones, menos de burro, y en uno de esos rechazos que
> sintió por lo que le obligaban a comer, hizo un gran
> resuello, un resoplido que le renovó totalmente el aire de
> los pulmones.
> Soñó: porque
> los burros sueñan, no sólo roncan como los cerdos, no se
> echan a engordar y a hacer gases oprobiosos, hedentinas y
> chillidos insoportables y con eso creerse los consentidos
> del corral; hasta que viene y son pasados por cuchillo.
> Sonó y gracias a esos sueños es que reaccionó e iba
> haciendo escaramuzas tratando de reponerse; vanos intentos
> al inicio y fuertes propósitos, posteriores, como
> sonámbulo intentando incorporarse.
> Los Naguales se
> animaban y hablaban para que los escuchara. Y además, por
> lo que ya sabían, que todos  los ecos que llegan a las
> orejas de Palmerolo, le llegan también a la resistencia
> para animarla  en su conjunto de bienaventuranza
> invencible.
> -Esta travesía
> nuestra es una caminata de luz. Nos sacaron de la vida, pero
> no podemos renunciar a la luz, por duro que sea entenderlo y
> llevarlo- oyó que decía la Tortuga a los demás. Entonces
> abrió los ojos, dio un resoplido y se paró de un estirón,
> pero volvió a caer de bruces: resopló, pujó, se dejó ir
> un pedo largo y monótono y  así de una vez se repuso.
> Se afirmó con sus patas delanteras e hizo una sacudida y
> resopló fuerte esta vez. Se sacudió tres veces y rebuznó.
> Había amanecido para él, aunque ya el sol lo calentaba muy
> a gusto y con la fortaleza de un cercano medio
> día.
> -Repasó las
> imágenes de sus compañeros presentes y hubiera querido
> saber sonreír para agradecerles, pero sólo alcanzó a
> bajar la cabeza, mover las orejas, resoplar  y 
> escardar con una pata delantera, en señal  de gusto en
> ese momento de reencuentro.
> Como si sólo
> eso hubiesen estado esperando, los Naguales se introdujeron
> a la caverna y Palmerolo los siguió  de lo más
> natural, cojeando a penas, con paso sigiloso, pero seguro,
> se ocupaba de querer hacerlo bien, que no se dio cuenta que
> se iba sumergiendo en un circuito de sombras y oscuridad.
> Hasta que topó con que era el interior de  aquel
> mundo, una estancia de muy pocos ruidos, de un oscuro tan
> intenso, que sólo alcanzaba a ver la sospecha de la nada
> sobre la que sin embargo caminaba, porque delante de él
> iban los Naguales, él los sentía, no los veía, ni veía
> su luz, pero confiaba en ellos, y ellos iban allí delante
> de él, como un presentimiento, una corazonada que iba
> delante y él, los seguía.
> Escuchó
> chillidos y vuelos de murciélagos y sintió que pasaban
> veloces junto a él. Había un olor acre y sentía una
> humedad caliente por momentos y muy fresca, otros, y en la
> dirección de donde parecía provenir esa corriente fresca,
> parecía que se dirigían, como si esta los jalara como
> única orientación natural existente.
> -¿Por qué
> luchamos siendo muertos, por la libertad de otros? ¿Por
> qué vamos en lugar de regresarnos?
> -Porqué
> nuestros huesos no descansarán hasta que no exista la
> nación para ellos, una nación que los vuelva al polvo y
> que eso tenga sentido.
> Se decían en
> la oscuridad los Naguales y la voz era como un destello, por
> eso no paraban de hablar, reír y vacilar mientras
> caminaba,
> Por momentos
> había destellos como si las estalactitas y las estalagmitas
> parpadearan al paso de los visitantes, o como si la cuchilla
> de las alas de los murciélagos destellaran sus filos, para,
> al volar no se captados por nadie.
> -¡Esta
> travesía nuestra es una aproximación de nación de huesos,
> de patria…construcción? ¡ja,ja,ja. Mucha teoría. Están
> locos! – Decía la Lora
> Nos estamos
> metiendo en el fondo de una olla de teorías, hay sustancia-
> decía el Puerco Espín.
> -Del fondo de
> la tierra que nos toque, de allí sacaremos la legitimidad,
> ja, ja,ja, ja -le respondía sonriendo el Cusuco, y
> agregaba- te imaginás que estando muerto nosotros, cuánto
> luchamos ¡cómo no van a luchar los vivos por darle sentido
> a sus huesos!
> -Sólo el
> derecho a la libertad nos dignifica y nos faculta a que
> hagamos esto,-dijo la Tortuga, molesta de ver que agarraban
> como juego lo que hacían de manera seria-y la libertad,
> vale para vivos y muertos.
> -¡Hay que
> reír un poco de nosotros, perdidos aquí!-replicó gozosa
> la Lora
> - Sabemos qué
> queremos, pero no sabemos por dónde vamos- dijo el
> Ocelote.
> -Pero la
> libertad es un recorrido que el pueblo ha emprendido, muy
> parecido a esto, entre la oscuridad; quizá guiados sólo
> por eso, por la oscuridad que representa una necesidad de
> luz: saber a dónde van, qué es lo que quieren, se sabrá
> cuando lleguemos- dijo el Águila
> - Sí -dijo la
> Lora- este no es lugar para volar y yo ando aquí
> porque  quiero volar- y se puso a reír.
> -¡Ah, pues no
> vuelan los murciélagos!- le respondió el Puerco Espín,
> siempre irónico.
> -Nosotros
> deberemos acompañar a Palmerolo que tiene que salir de
> ésta y nosotros con él- impuso la Tortuga
> -¿A quién?-
> preguntó el Gato
> -¡Al
> pueblo-dijo el Ocelote
> -¡A Palmerolo,
> necios!-  rezongó la Tortuga
> -Ji, ji, ji,
> ji,- rió el gato- Es bonito ponerle pimienta a este camino
> para que Palmerolo no se  aburra.
> -Más bien,
> para que se desaburra- agregó la Lora
> -Es que la
> alegría es el toque, la gracia, - Clamó el Gato-para no
> sentir el camino, por duro …
> -Oscuro, no
> tanto duro-lo interrumpió la Tortuga
> -Sí. La
> alegría es lucidez, gracia, estar bien aunque se esté
> jodido- masculló el Cusuco
> -¡Alegres, no
> importa la adversidad! ¡O, alegres, para derrotar la
> adversidad-Cantó la Lora- ¡o, adversos a la
> adversidad!
> -¿Yo me
> pregunto si cómo mártires deberemos guardar odio por
> aquellos que nos asesinaron? ¿O gozar de saber que son tan
> miserables, pero que a ellos también los liberará el
> pueblo a quien ellos niegan y reprimen?- Cantó con potente
> voz el Águila
> Y al decir
> esto, una luz apareció de golpe a manera de gran puerta que
> se abrió y les mostró un terreno llano, un edén, la
> naturaleza en pleno con todos sus colores, sonidos, aleteos,
> aromas y formas dinámicas. De primera vista era un frontón
> de árboles de Carreto, que es el árbol  símbolo
> maya.
> Se pasmaron y
> como un saludo ante tanta belleza, dijo la
> Tortuga:
> -Palmerolo
> caminará. Nosotros estaremos junto a él. Estos son los
> prados que a la vida hay que devolver  para bien. En
> estos prados nos toca hacer a lo que hemos
> venido.
> Se habían
> desplomado las paredes de la oscuridad y rompió la luz
> aquellas montañas, como lo hace con los párpados que
> despiertan cada mañana y rompen toda sobra
> interior.
> -Esto es como
> un retorno a algo que no conocemos, pero que nos
> pertenece-rugió potente el Ocelote.
> -El pueblo no
> sólo espera el retorno de lo viejo, sino su propio retorno
> a la felicidad de no dejarse, de no olvidarse, de no negarse
> y ser feliz- dijo, lenta, muy lentamente, Palmerolo. Y
> agregó -Yo tengo que aprender la ternura que manifiesta la
> Tortuga, para poder caminar por ese prado. Yo no estoy
> preparado para hacerlo.
> -Todos
> deberemos aprenderlo de todos-Le respondió la
> Tortuga.
> -¿Cuál es la
> señal por dónde emprenderemos el camino? ¿Hacia dónde
> vamos?- Preguntó el Puerco Espín
> -Vamos hacia el
> inicio del camino-le dijo la Tortuga mirándolo
> profundamente, como para calmarle su permanente
> inconformidad.
> Ante ellos se
> abría una alta empalizada colmada de lianas, helechos,
> algas, líquenes y bejucos que iban en todas direcciones.
> Hongos, malvas, lirios y flores daban un espesor de color y
> aromas a aquel sitio, bañado por una breve niebla
> traspasada como una cortina por los rayos de un todavía
> matutino, como si el tiempo fuera un juego de dados
> manejados por el capricho de cubiletes
> alocados.
> Luz y vuelos,
> colores y movimientos y música de piidos, chirridos,
> acordes y precipitaciones de cataratas, era la levedad que
> volvía aquel lugar un ensueño.
> -¿Deberemos
> regresar a nuestro dolor inicial?- rió -¿O meternos a ese
> paraje maravilloso?
> -¡No!
> Deberemos resucitar. Ese es nuestro camino-le dijo sin
> despegarle la mirada -A lo mejor ese sea nuestro camino, a
> lo mejor…
> -Soy humilde,
> pero temo hacer ese recorrido. El bando de los criminales me
> puede matar dos veces. Ya miro sus ventanillas de crímenes
> hiriéndome todo mi cuerpo-dijo el Ocelote.
> -¡Tendrá
> tanto poder el mal, que cuando estamos ante lo desconocido,
> no importa cuánto de bello sea, el mal nos hace dudar!-
> reclamó el Gato
> -Sus poderes
> son feudales. Aunque no sean tan grandes, son cerrados como
> murallas y fríos como calabozos infernales. Feudales e
> infernales, porque no sienten el dolor de los que sufren-
> dijo el Águila.
> La luz del
> bosque, su frescura, sus aromas  y sus colores lo
> volvían cada vez más atrayente.
> -Como si fueras
> por caminos diferentes hacia patrias o naciones diferentes,
> así se nos presenta la realidad-olisqueó el Gato, con una
> voz que se les pegó como un presentimiento
> grave.
> -Por eso
> deberemos aprenderlo entre todos, para saber que todos,
> mientras no perdamos la luz, seremos útiles a la fundación
> de la patria, que es lo que al final perseguimos- recalcó
> la Tortuga.
> -Esta es una
> lucha pacífica, porque nuestras manos, que no cargan
> piedras, ni azadones, ni machetes; nada podrán hacer contra
> los fusiles, ni tampoco contra la aridez. Por eso, es que
> hoy a nosotros se nos presenta este bosque, como una
> promesa, que hasta parece irreal, pienso yo- sentenció el
> Ocelote-porque nada le podemos alterar.
> -No es irreal,
> la utopía no es irreal, por eso lucha la gente toda una
> vida. La gente que se declara gente y vive por una razón de
> vida verdadera- y agregó la Tortuga-Yo a este bosque le
> llamaría, Tamayo, en honor a esos que luchan siempre,
> llámense Bertha, madres o abuelas.
> -¡Sí, dijo
> alegre la Lora- tal vez  poniéndole un nombre
> conocido, nos sea más fácil ir por él. Por eso vamos
> haciendo esta marcha de luz, porque por ella morimos, porque
> de ella somos. Y así será como Palmerolo nos lleva a
> encontrarnos con el pueblo, yendo por un lugar que ya se nos
> está volviendo familiar.
> -Por suerte no
> vamos a poder hacer paro por hambre- ripostó el Puerco
> Espín-que andaba un poco alocadito y feliz presintiendo la
> variedad  de alimentos que sin duda se toparía en
> aquel bosque.
> -¡Sí!
> Palmerolo tiene que comer y beber. No debemos olvidarlo. Eso
> nos permite que debamos cuidar lo que está vivo-afirmó la
> Tortuga
> -Esta marcha no
> es parcial, es lo bueno. La vida. Por eso es la luz y la
> inocencia de Palmerolo que nos acompaña. Palmerolo es
> limpio, inocente, pero no tonto, no ignorante ¡Bueno, ya,
> hagamos camino! –incitó el Águila.
>                                                                         
>
>                                                 Tres
>
> Palmerolo
> sintió el ímpetu de hacer un rebuzno prolongado, propio de
> su instinto de macar las horas con puntualidad, y justo al
> hacerlo, se produjo un leve movimiento de tierra, a manera
> de alfombra que se desliza al contacto del paso suave de un
> borrico. Y  bajo sus cascos, apareció un sendero que,
> al iniciar a caminarlo abrió una nueva parcela 
> insospechada de aquel mundo donde se encontraban, ya un poco
> más  a su gusto, pero a la vez, todavía repletos de
> incertidumbre: Palmerolo se quedó expectante ante un
> espectáculo singular, viendo como se abría ruta un río
> caudaloso, que aparecía de pronto y franqueaba el 
> límite de aquel frondoso paraje que ya los tenía tentados
> y que ellos veían como el mundo más próximo a conseguir.
> Ya que pensaron que sería asunto de dar unos pasos y verse
> dentro de un paraíso.
> Hasta hacia
> unos momentos todo parecía estar al alcance de la mano;
> aparentemente,  pues la verdad, el contacto había sido
> óptico, sólo visual y la proximidad no era tanta, sino
> conforme a los caprichos de la luz  que llegó a sus
> ojos, ya que si se le podía observar con amplio
> panorama,  significaba no estar del todo tan cerca. En
> realidad estaba próximo, en lo relativo a que estaba allí,
> ante sus ojos y se había convertido en una tentación, un
> anhelo; sólo que había que llegar hasta él haciendo una
> corta jornada, que de pronto, se veía franqueada por un
> impetuoso río. Un río que ya se había instalado con todos
> sus acordes y  la orquesta variada de flora y fauna que
> le hacen cortesía. El umbral de aquel paraíso venía a ser
> ahora ese río y sus riberas, como si se tratara de un
> escenario que sólo había estado dormido,
> y que al abrir el telón de la iniciativa de ir hacia el
> paraje pletórico, reciente; recuperaba la magnitud  de
> puerta de entrada, de foso de castillo, sólo que sin
> aparente puente levadizo por donde superarlo.
> El 
> afluente era dinámico en todos  sus aspectos. Las
> aguas surcaban por un cauce que sumaba despeñaderos de
> provocadoras caídas majestuosas  en la que el agua se
> descolgaba hendida por crispadas y brillantes rocas, en cuyo
> choque se producían efectos musicales, ruptura de cristales
> que pulverizados se insertaban en la luz solar y hacían
> caracoles rápidos y fugaces, que se integraban a diversidad
> de arcoíris caprichosos  a manera de galaxias
> pequeñísimas. Una bruma permanente baña las orillas en
> las  que descollan virtuosos helechos con formaciones
> palmáceas sugestivas, igualmente lianas, florecillas y
> matones de juncos y tules, que igual sus raíces sirven de
> madrigueras a ranas, salamandras y arácnidos, como sus
> tallos, a diversidad de insectos en permanente actividad de
> vuelos cortos, saltos y apareamientos. Las 
> verdecidas luces de los líquenes y las esporas son parte
> de la explosión majestuosa de aquellas caídas, cortinas y
> broqueles de aparatosidades barrocas.
> Igualmente el
> río, como melena caprichosa de una mujer tendida en el
> pasto para ser acariciada por el día soleado, se convierte
> en rápidos laberínticos seguidos de adormecidas posas,
> algunas habitadas sólo por el ojo de un remolino y otras
> plenas de peces perezosos disimulados en las rocas, sólo a
> la espera de hacer presa de los descuidados pececillos más
> pequeños. Y en leves accidentes, a los márgenes, cercanos
> a los grandes bancos de arenas y grava, juguetonas
> chorreras, movidas por  abundantes camarones y
> cangrejos, que cavan sin cesar alimentándose de los
> huevecillos y larvas de la vida que plena fluye por aquel
> platillo siempre dispuesto a tan rotundos
> comensales.
> El agua es un
> confín de contrastes para una sola armonía, no obstante la
> abundancia hacia de aquella diversidad una muralla de
> sorprendente peligros.
> El tema era
> pasar, ir al otro lado  donde fascinante guarda el
> bello paraje; pero el río en sus orillas es reguardado por
> iguanas, lagartos y más de una serpiente oportunistas en
> busca de sapos o peces dormilones; con suerte, hasta
> enfrentar a un roedor u otro descuidado a animalejo
> igualmente sagaz. Y por qué no, una comida más ostentosa,
> como un borrico casual para las anacondas que se tendían
> perezosas a las orillas, tentando a los
> lagartos.
> Palmerolo se
> desplazaba al margen de aquel río con la luz de los
> naguales en sus ojos y la alerta en las patas para
> reaccionar ante cualquier imprevisto, porque no había
> venido hasta allí para ser víctima de ningún accidente,
> mucho menos  para convertirse en bocado de una
> fiera.
> -Es natural que
> esto sea así, es un lugar desconocido-iba diciendo la Lora-
> Ya sabemos, cada historia tiene sus torsiones y contorsiones
> ¿quién iba a pensar que había aquí un río celando estos
> parajes? Verde, todo verde y de pronto aparecen  nuevos
> colores hasta en mi plumaje.
> -¿No ves que
> es parte de la disposición de la naturaleza?- refunfuño
> como siempre el Puerco Espín- lo bueno es que aquí hay
> lombrices y gusanitos sabrosos para engullir ¡Ya estoy
> alegre! Me gusta el lugarcito. Si me mordiera a mí
> una  fiera de estas se vería obligada a escupirme.
> jijijiji, es que soy venenoso.
> -A mí- dijo el
> gato- este ambiente me hace ver que no serán pocas las
> dificultades que encontremos. Y pienso en el origen de todo,
> como para no volver al viejo cauce que nos provocó esta
> ruina. Estoy aquí, pero no me abandona lo que le pasa a la
> gente allá donde antes fuera mi realidad. Pienso en el
> golpe del que provino nuestra muerte y que los ricos ya lo
> sabían. Pienso en las desgracias, no como una condena, sino
> para llevar la patria por un nuevo cauce.  Y es
> entonces  cuando  se me afirma la convicción de
> que debemos atravesar este río, porque no hay duda: al otro
> lado debe haber respuestas, donde haya justicia, bien y paz
> para la gente. Toda, sin excepciones. Que no haya sorpresas
> de peligros y hostilidades, que no nos lleven a cosechar la
> esperanza que abrigamos en el corazón.
> -Sí- asintió
> Palmerolo- en tan poco tiempo me ha tocado vivir la vida con
> tanta intensidad, y a ustedes, hasta el grado de perderla.
> Yo debo conservar la mía y dejarme llevar, para conocer por
> anticipado la patria buena que fundará mi
> pueblo.
> -¿Y eso cómo
> lo sabes? –se sorprendió la Lora.
> -No sé, algo
> me lo dijo en mi interior y lo he compartido con
> ustedes-hizo un breve silencio-No olviden que a  mí me
> llegan de lejos las voces de mi pueblo, su poesía, su
> canto, sus conversaciones. Se producen en mí como ecos de
> las montañas. Y van en aumento, en la medida de que el
> pueblo lucha.
> -Tenemos la
> luz, pero no tenemos la vida-dijo el Ocelote-Sólo te
> tenemos a vos por vida, Palmerolo, pero tienes que llevarnos
> al otro lado, allá tendremos vida. Eso lo podemos leer en
> tus ojos.
> -¿Volveremos a
> nacer?- interrogó emocionado el Cusuco, casi
> saltando.
> -Resucitar es
> mejor que nacer- pilló el Águila-al resucitar tendremos
> vida y conservaremos la luz. Y vos podrás ser a tu antojo:
> Águila, Lora, Tortuga. Y yo: Cusuco o lo que quiera, podré
> igual volar que nadar. Eso es el paraíso, eso es
> resucitar.
> -Nuestra luz
> tiene que ir por sobre el umbral del espejismo de la muerte.
> Del crimen. Del asalto- añadió el Cusuco.
> -La dramática
> fuerza de la muerte, de los medios de radio, prensa y la
> televisión, que son el alma, la visión, la oscuridad, el
> detrás de la cámara y del micrófono, de la negociación
> turbia y el enriquecimiento por fraude y la idea esencial
> del crimen. No olviden lo que nos mató. Eso es lo que
> tenemos que superar-dijo el Gato
> -Porque la
> acciones del demonio no sólo dependen de sí mismo. Su
> expresión bestial en esta tierra lastimosamente tiene los
> mismos huesos de los dioses del dinero- dijo de sopetón el
> Puerco Espín- Mirémoslo claro, pongámosle alas y
> expongámoslo a que todos lo vean. El demonio tiene
> micrófonos y tinteros.
> -¡Guat! Me
> asustás con tu catarata de palabras- se estremeció al
> decir, el Cusuco- pero tenés razón, en nuestro camino, no
> podemos obviar, las causas del mal.
> -La palabra
> posibilita caminos- le sentenció el Puerco Espín-yo no
> quiero asustarte, lo que pasa es que no puedo callar mi
> verdad. Hoy que somos luz no la podemos callar, porque
> diciendo la verdad de todos, construiremos la verdad para
> que no haya más un mundo de mentiras porque la verdad se
> calla…la verdad se hace de la suma de verdad que le vamos
> agregando cada uno con honestidad.
> -La palabra
> puede ser luz, o umbral de muerte-se dejó oír de la Lora
> con una voz un tanto apagada-que bueno que somos Naguales,
> que no somos cadáveres. Es lo bueno de haber luchado por el
> bien, que uno tiene otra oportunidad, que no tienen, los que
> se entregan a la oscuridad.
> -Es cierto todo
> lo que dicen-Rebuznó Palmerolo-pero yo quiero entender
> cómo es que vamos a cruzar este río, que  si se han
> dado cuenta, en la medida que lo evitamos, pareciera que se
> fuera haciendo más grande…bueno, no sé, miro cambios…
> pero a decir verdad, me preocupa que llegue la
> noche.
> Y al decir esto
> pudieron todos asomarse a la orilla del río donde se
> formaba una breve ensenada libre de bichos y con agua clara
> y mansa, donde Palmerolo pudo beber a su gusto y luego
> resoplar para hacer ver que le agradaba. Y el río se dejó
> tomar y hubo como una variación en la música del ambiente
> y la selva pareció hasta acercarse un poco
> más.
> -La historia es
> una sucesión de tiempo, palabras y poderes acumulados.
> Tenemos que empeñarnos en vencer este río-clamó el
> Ocelote-si se dan cuenta, él sabe que a eso hemos
> venido.
> -Sí pero si
> nos acercamos una de las fieras que lo cuidan pueden dar
> cuenta de los huesos y el pellejo de Palmerolo ¿Cómo
> atravesarlo sin correr riesgos?- agregó el
> Gato
> - Con el miedo
> seguimos arrastrando los mismos fantasmas. Es cierto, los
> poderes de la muerte tienen hoy bajo su voluntad a la
> patria, como asustados nos tiene a nosotros este río-dijo
> el Puerco Espín mientras procuraba aplastar una multitud de
> arañas que se le cruzaban entre las patas, sin lograrlo y
> ellas sin determinarlo.
> -Aquí tenemos
> que hacer un alto y tomar una decisión- les propuso el
> Águila- Miren, yo volaré alto, lo más alto posible de tal
> manera que pueda divisar el panorama, verlo y estudiarlo
> bien, así entre todos podremos contar con un mapa, una
> idea, una forma concreta, que nos permita diseñar una
> estrategia para ir al otro lado. Hacer el mapa de nuestra
> travesía.
> -¿Será que
> este río es malvado que no nos deja pasar?- preguntó el
> Cusuco-Me gusta lo del mapa. Pero no creo que lo pueda hacer
> solamente el Águila.
> -No, -dijo la
> Tortuga, que hasta aquel momento había permanecido callada-
> el río fluye, simplemente, fluye, y no hay que verlo por
> aparte del paraje que buscamos. Y desde el momento en que
> estamos aquí, no nos veamos a nosotros por aparte del
> paraje. Ya somos parte de él ¡El asunto es como llegar a
> donde queremos y no quedarnos aquí como simple alimento del
> río y de sus bichos!
> -Sí, -asintió
> el Puerco Espín-antes de que el Águila vuele alto a
> decirnos todo el panorama, pelemos los ojos nosotros aquí.
> Atentos y miremos el panorama desde donde estamos, tal como
> estamos, y viendo lo que somos dentro de esta realidad.
>
> -Y además, no
> miremos al río sólo como agua. La vida del río es todo
> él- agregó la Tortuga-No miremos sólo agua donde existe
> un universo entero.
> -Sí. Eso, es -
> confirmó para sí mismo el Cusuco- al río tampoco podemos
> verlo por fuera del paraje. Así, al subir el Águila
> tendremos las dos caras de este panorama, de abajo, de
> arriba.
> -Tendremos algo
> importante que dialogar. Y haremos un mapa; nada perfecto,
> por supuesto, pero un mapa sirve para perfeccionarlo en el
> camino. Eso quiere decir, que él es principio del camino.
> Ahora ya estoy entendiendo mejor en lo que me he metido-
> expresó de manera segura y muy complacida,
> Palmerolo.
> -Y así
> podremos verlo desde adentro y en toda su magnitud-se
> relamió el Gato sus bigotes.
> -Ese ya será
> un gran recurso a nuestro favor- gozó Palmerolo, al ver que
> ya avanzaban, y que con sólo decir eso, el río parecía
> achicarse un poco y hasta ser menos peligroso- ¡Un recurso
> a favor, es un medio de dominio!-concluyó.
> -¡Vamos
> haciendo soberanía!-se burló la Lora- Ahora ya hasta tengo
> nuevos colores en mi plumaje.
> -Pues no te
> burles, porque es verdad-le rezongó el Gato que se le
> había encaramado muy confianzudo, en los lomillos a
> Palmerolo.
> -Comunicación,
> tecnología, negocio, mercado, poder, ha sido la pérdida de
> nuestra soberanía, la pérdida de nuestras vidas, por eso
> es que hay golpe, por eso es que nos han matado- sentenció
> con gran pesar la Tortuga-Y este río, puede parecerse mucho
> al gran poder en contra nuestro, si no aprendemos a verlo
> bien, para poder atravesarlo e ir al otro
> lado.
> -¡Es un
> recurso, que como puede ser a favor, puede no serlo! Eso es
> cierto-convino el Cusuco.
> -Un medio de
> dominio o de dominarnos-calculó el Puerco espín- si no
> abrimos bien los ojos, nosotros mismos nos metemos en la
> trampa.
> -La luz
> es  una gran ciudad. La sombra es una muralla. Miren
> que sin todavía haber volado, nuestra luz nos hace estar
> viendo el panorama ¿Estoy más pensadora que nunca? ¡Una
> Águila filosófica!
> -Y el río, se
> está poniendo menos bravo- les informó Palmerolo- ¡Qué
> cosa! tengo la sensación de que la oscuridad guarda
> apariencia de luz, mientras logra anularnos
> totalmente.
> Y todos vieron
> que sí, que el río seguía allí, tal como cual en su
> magnitud, pero que ellos estaban aprendiendo a verlo con
> otros ojos, como si ellos crecieran, pero el río no, aunque
> tampoco abrevara su caudal.
> -La palabra es
> una tranca o puede ser una puerta que se abre, para entrar,
> salir, ir y venir. Y renovar la luz de los ojos- volvió a
> hablar Palmerolo.
> Sin darse
> cuenta, en la medida de que iban hablando había cambiado la
> dirección y en lugar de ir río abajo, se había venido
> río arriba, por momentos giraban en dirección contraria y
> de inmediato regresaban a la inversa, como fabricando un
> laberinto de indecisión y duda.
> -Debemos
> caminar para que no se agote la luz. Para encontrarnos con
> otros naguales, tal vez. Crecer en la luz y que Palmerolo
> llegue a donde debe llegar-dijo el gato
> desesperándose.
> -Vamos
> caminando para romper con el desarraigo y echar raíces de
> pertenencia, allá, del otro lado del río. El asunto es
> llegar. Por eso es tiempo de que vuele el Águila- dijo la
> Tortuga.
> Cuando la Tortuga terminó de
> hablar, se dejó escuchar de la distancia un canto por ellos
> ya conocido:
>
>
> Bbrrrrr, linnnnrrriiiin beeeerrrrr,
> neeeennnnjjjjjrrrrrr
> Gaaaannnnguuumeeee, gggrrrrrrr,
> reeeennnnnggggrrrrr
> Ggggrrrriiiiinnnnngggggrrrrraaaaannnnvvvvviiiisssssaaaannnnn
>
> -¡Es la
> rana!-gritó feliz la Lora- es la rana que nos manda una
> buena señal. Pareciera, como si nos esperara del otro
> lado.
> -Respiremos un
> poco y entendamos esto,-les sugirió Palmerolo- Yo sugiero,
> que mientras el Águila vuela alto, nosotros organicemos una
> exploración real  de este lugar. Se nos va  a
> venir la noche encima, y en la oscuridad, cualquiera de
> estas fieras dará cuenta de mí.
> -¿Qué tal si
> la Lora y  el Águila hacen un equipo; Puerco Espín,
> Gato y  Cusuco hacen otro; Palmerolo, Ocelote y yo, el
> tercero?- propuso la tortuga.
> -Yo sólo puedo
> volar bajo, pero soy detallista- les recordó la
> Lora
> -Yo volaré
> alto y las dos juntaremos los detalles del panorama- se
> alegró ya agitando las alas el Águila.
> -No tan a
> prisa, -las conminó la Tortuga- démonos una hora. En una
> hora nos juntamos en este mismo lugar y cada equipo traerá
> lo suyo.
> Se pusieron de
> acuerdo y se dividieron el territorio y el criterio de
> avizorar lo que fuera útil, práctico y coherente con lo
> que quería lograr sin perder nada de lo de ellos. Tomaron
> rumbo y  fue como si los dominios ya allí establecido
> lo absorbieran todo con su estruendo majestuoso selvático
> y  absoluto.
> -Tenemos que
> derribar las barreras feudales que no nos permiten hacer
> nación, tener patria, caminar con libertad y vivir bajo la
> amenaza del golpe- iba diciendo el Puerco Espín a manera de
> una memoria que no quería olvidar o que se extraviara en
> aquel portento digno de abandonarse a él, bajo el riesgo de
> sus sorpresas de depredación, miraba tantos bichos para
> comer, como si toda la comida chatarra se hubiera puesto en
> baratillo: saltaban lombrices, arañas y escorpiones, aquí
> y allá, listos para comerlos, pero él, no estaba allí
> para volverse sólo panza. Su misión requería de cerebro y
> lucidez, tanta comida casi de gratis, le podía volver
> borrosa la vista.
> -Esta luz
> proclama la dignidad del pueblo. La identidad, la
> pertenencia y el sentido de  ser una nación porque se
> ha construido con nuestra sangre de mártires, con la
> dignidad de resistir, con la creatividad de decidir y de
> fundar, con la fecundidad de resarcir una deuda por siglos
> acumulada- No paraba de decir su discurso la Tortuga en el
> otro equipo de exploradores, que asumían sus palabras como
> un ánimo en la intensidad de aquella marcha emprendida. Y a
> la vez gozaban de la terquedad de aquel animalito
> insignificante y paciente, que sin lugar a dudas, era más
> dueña del tiempo que todos ellos, por algo una figura de la
> eternidad maya, en cuya caparazón está contado por
> adelantado el mapa del tiempo en que reposa el universo, por
> inmenso que sea.
>
> Alexander Zanches
> Entrega General, 0824
> Panamá,
> Panamá
>
> http://poetaandariego.blogspot.com/
> www.pa/cultura/escritores/zanchez_alexander.html
>
>
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