sábado, 24 de septiembre de 2016

Cesar Burga ( Izquierda Socialista) : Sobre las contradicciones del Frente Amplio

Frente al vicio histórico de nuestra izquierda de no promover debates, ni publicar balances serios, así como ante tanta mentira y desinformación, con orgullo publicamos el artículo de nuestro joven compañero Cesar David Burga Idrogo "Sobre las contradicciones del Frente Amplio". Martín Guerra, yo e Izquierda Socialista nos adherimos. La lucha por la liberación de la patria y su transformación no es episódica, es de largo aliento. La defensa ética puede no dar frutos hoy, pero asegura la victoria final.
SOBRE LAS CONTRADICCIONES DEL FRENTE AMPLIO
César Burga
Izquierda Socialista
Un amigo maoísta me dijo alguna vez que la naturaleza de la pequeño-burguesía era no solucionar las contradicciones, sino dejar que se acumulen hasta el punto en que son insostenibles. Esta frase puede encontrar un cierto sustento en la crisis actual del Frente Amplio, en los problemas internos que tiene. Para entender su actual situación y sus contradicciones es necesario conocer su historia y analizarla. Es por esto que a continuación presento un breve análisis de las contradicciones del Frente Amplio desde el momento en que fuimos parte de él que es a principios de 2014.
La ruptura con la Confluencia por Lima y la reestructuración del FA:
En el 2014 la unidad de ‘las izquierdas’ se encontraba ya en problemas. En ese entonces lo determinante era las elecciones municipales y la candidatura de Susana Villarán. El debate era si Villarán aceptaba o no someterse al proceso de elecciones primarias. Había un rumor de que las bases metropolitanas de Tierra y Libertad propondrían la candidatura de Marisa Glave en una eventual elección primaria, una candidatura que podría haber encontrado algún respaldo en la izquierda por el rechazo popular a la figura de Susana Villarán y por la imagen de ‘renovación’ que aquella proyectaba.
Pero el debate sobre la candidatura de Villarán era al mismo tiempo el debate sobre el proyecto unitario de izquierda. La candidatura natural de Villarán era la alianza con Yehúde Simon y el Toledismo; la candidatura por primarias era el fortalecimiento de la propuesta unitaria de izquierda. La candidatura natural de Villarán era el proceso de construcción cupular de la propuesta progresista; la candidatura por primarias representaba la construcción orgánica. La candidatura natural era la vieja izquierda y las primarias eran la juventud. El debate era, en suma, la ‘Confluencia por Lima’ contra el ‘Frente Amplio’.
El IV Encuentro de la ‘Confluencia por Lima’ (que eufemísticamente había adoptado el subtítulo de ‘expresión metropolitana del Frente Amplio’) fue la expresión del carácter irreconciliable de ambas posturas. Los intentos por pasar a primarias fracasaron y la izquierda se dividió en dos grupos: del lado de Villarán estaban su agrupación Fuerza Social (FS), el Partido Comunista Peruano –Unidad (PC-Unidad) y el Partido Comunista del Perú - Patria Roja (PC del P –Patria Roja), Ciudadanos por el Cambio (CxC), y el Partido Socialista (PS), éstos concertaron una alianza con el toledismo; entre los que se quedaron en el Frente Amplio estuvieron Tierra y Libertad, y los sectores no mediáticos (pero no por eso insignificantes) de la izquierda: Pueblo Unido –principalmente y bajo la dirección frentista de Martín Guerra y Diego Motta-, el MPP, el ML-19, entre otras agrupaciones que organizarían el futuro relanzamiento del FA.
La ruptura fue más escandalosa si tomamos en cuenta que antes de la muerte de Javier Diez Canseco, las seis agrupaciones mediáticas de izquierda (TyL, FS, el PCP-Unidad, PC del P-PR, el PS y CxC) habían firmado un compromiso de ir juntos a las municipales y a las presidenciales.
Es preciso hacer este recuento histórico para comprender el porqué de las reticencias de TyL a conformar un bloque unitario con el resto de la izquierda. El alineamiento de la vieja izquierda en torno a la candidatura de Villarán fue acompañado de una serie de epítetos y ataques contra Marco Arana y los ‘aranistas’ en Lima, acusaciones que nunca fueron aclaradas ni sobre las cuales hubo un pedido de disculpas. La burocracia de la vieja izquierda no dudó en usar su aparato mediático para tildar a Arana de sectario y apoyar sin reparos la candidatura de Villarán.
Es por esta coyuntura que el Frente Amplio entró en un proceso de reestructuración: los partidos agrupados en torno a Villarán abandonaron los comités distritales, el FA perdió organicidad y había que recomenzar todo. En plena reestructuración, se alzaban voces que querían una candidatura propia para las municipales. El sentir de las bases del Frente Amplio era el de alentar una propuesta autónoma, de izquierda, que pueda realizar las transformaciones que no pudo Villarán. Sin embargo, Marisa Glave que era la más voceada no aceptó. En efecto, y como se vería más tarde, no habían diferencias ideológicas sustanciales entre la concepción de Glave y la propuesta de Susana Villarán, por lo que postular en competencia con ésta no tenía ningún sentido a pesar que el Frente Amplio en sus bases demandaba una alternativa diferente. Pero los intentos de tener una candidatura propia fracasaron y el Frente Amplio presentó apenas candidaturas para unos cuantos distritos en los cuales sacó una magra votación.
La ruptura con la izquierda agrupada en torno a Villarán no solamente había generado una separación orgánica, había producido subjetividades, un estado del espíritu de rechazo hacia el burocratismo y el oportunismo de la vieja izquierda. Evidentemente, no todos los sectores del Frente Amplio habían digerido el proceso de la misma manera: el sector más afín a Marco Arana, los ecologistas, desarrollaron un rechazo mayor a los viejos partidos, el sector que provenía de las filas del extinto colectivo Amauta y que estaba disperso tanto en el MPP como en TyL y que conforma actualmente la social-democracia nunca perdió el contacto con la izquierda que se alineó con Villarán y hasta propusieron hacer campaña por ella ‘por ser de izquierda’. Los núcleos no mediáticos, marxistas-leninistas, entendíamos la división entre ambas facciones era la división de dos formas de construir un órgano político: una cupular, burocrática y otra a partir del fortalecimiento de bases, del trabajo en los comités.
Las tres tendencias al interior del Frente Amplio, su dinámica y sus contradicciones:
Así las cosas, el nuevo Frente Amplio se construía sobre la base de nuevas contradicciones: los ecologistas, la social-democracia, y los marxistas-leninistas. Pasada la coyuntura municipal, llegaba la hora de seguir trabajando en el Frente Amplio. Ante su debilidad política, Tierra y Libertad tenía que consolidar a sus nuevos aliados. Con mucha desconfianza, pero presionada por la situación, tuvo que aceptar la nueva configuración del Frente y la existencia de agrupaciones marxistas-leninistas en él. Invitó a las organizaciones que quedaron a una serie de eventos de coordinación, así como a su encuentro de jóvenes, entre otros.
A pesar de que la vocación de construir el Frente Amplio seguía, ya se notaban las discrepancias entre el sector ecologista y la social-democracia: los primeros se caracterizaban por su sectarismo y sus reticencias a todo tipo de integración de nuevos espacios y no les faltaban motivos. Habían pasado por la traumática experiencia de ser ‘los malos del cuento’, los intransigentes. El resto de TyL estaba más acostumbrado al cálculo político y podía moverse mejor en el terreno de las alianzas mientras que el ‘aranismo’ había sido impugnado después del fracaso del primer intento de unidad de izquierda.
Los marxistas-leninistas nos encontrábamos en el trabajo territorial y en algunas sectoriales, muchos jóvenes sin mayores experiencias políticas pero con ganas de armar comités. Desde nuestra participación en los diferentes espacios del Frente Amplio propusimos su relanzamiento aun cuando los sectores ecologistas y socialdemócratas habían perdido la confianza tras la derrota electoral.
En el trabajo en los comités nos encontramos sobre todo con los elementos del ecologismo de Tierra y Libertad. Si algo se les debe reconocer es que nunca abandonaron los comités territoriales y que, por el contrario, se encargaron con todos los ánimos de darles continuidad.
La social-democracia estaba más preocupada en tejer alianzas entre ellos, en conformarse como un sector de manera sólida y en acumular posiciones de Dirección en el FA. Eran pocos los elementos que bajaban a los comités territoriales y la mayoría activaba en el Frente Amplio-Juventudes de manera meramente coyuntural: contra el paquetazo ambiental, contra la repartija y, en el último tramo, contra la ‘ley pulpín’.
La coyuntura de la ley pulpín marcó un segundo hito en las contradicciones en el Frente Amplio: en la medida que la ley pulpín era un problema de jóvenes, el Frente Amplio-Juventudes obtuvo protagonismo; en la medida en que nacieron las organizaciones zonales, los comités territoriales tenían cierta competencia. La contradicción entre la construcción territorial, orgánica y la construcción sectorial espontánea que se manifestó era la contradicción entre la visión de construcción de los ecologistas y la visión de los social-demócratas. Entre el trabajo de base, que era aún muy limitado y con errores; y el trabajo coyuntural, que por la fuerza mediática aparentaba tener más vigor y resultar más efectivo.
Finalmente, la coyuntura de la ley pulín fue un catalizador para la conformación de un nuevo espacio en el Frente Amplio: Sembrar, organización que se conformaba a partir de la unidad entre el MPP, el colectivo ‘La Junta’ y ‘Socialismo, Justicia y Participación’; era la fusión de varias organizaciones que coincidían en rechazar la lógica partidaria de organización para pasar a la forma de aglutinación de movimientos, a este proyecto se sumaría la Congresista ex nacionalista Verónika Mendoza. Mendoza tenía el mérito de la juventud y la academia, además de ser designada por Diez Canseco como la ‘nueva generación de izquierda’, junto con Sergio Tejada. Jugaba el rol oportuno de ‘bisagra’ entre la izquierda del Frente Amplio y la que se fue con Villarán pues estaba a favor de la incorporación del resto de la izquierda confrontando, en la práctica, a la autoridad de Marco Arana.
Por nuestra parte, los marxistas-leninistas habíamos sido sorprendidos en el nuevo escenario de los actores políticos. Por un lado teníamos a los ecologistas, que contaban con elementos abiertamente antimarxistas y antibolivarianos; por otro lado teníamos a la social-democracia, que a pesar de revindicar varias ideas socialistas en el discurso, en su práctica era antileninista y oportunista en muchos sentidos. Ante nuestra debilidad y nuestra dispersión, teníamos que evaluar ambas propuestas. El ecologismo era cerrado, pero también era trabajador y honesto; de la social-democracia, que estaba representada en Sembrar, los jóvenes no teníamos mayores referencias de trabajo salvo algunas experiencias universitarias y la experiencia de las zonas, en las cuales habían dado muestras de hegemonismo y oportunismo. Ante esta situación preferimos continuar trabajando orgánicamente, trabajando en los comités territoriales aunque sin ningún afán de cerrarnos a la participación de ningún otro espacio siempre que se mantuviera el trabajo orgánico del Frente Amplio. Esto nos acercó en la práctica al sector de Tierra y Libertad de Arana, a los ecologistas, pues eran los que estaban presentes en los comités a la par que nos enseñó que el trabajo espontáneo y coyuntural, no ordenado, llevaba inevitablemente al oportunismo. Además, el trabajo orgánico era la forma correcta de constituirnos a nosotros como corriente política propia dentro del Frente Amplio, alejándonos del facilismo que hubiera sido armar correlaciones cupulares y de cualquier ‘lealtad’ con el dueño del Partido. Nuestra corriente se armaba en la práctica, en el trabajo mismo.
Lo que pasó luego es cosa conocida: en el I Congreso del Frente Amplio se anunciaron tres candidaturas de las cuales dos eran serias. Las candidaturas de Marco Arana y de Martín Guerra expresaban dos sectores del Frente Amplio que se habían constituido, con sus diferencias e inconvenientes, desde hacía ya un tiempo: el sector ecologista y el marxista-leninista. La no-candidatura de Verónika Mendoza en el Frente Amplio era también expresión del aislamiento práctico de Sembrar en la dinámica del FA, pero este inconveniente fue resuelto con el transcurrir de las semanas: un sector de Tierra y Libertad y de Pueblo Unido alentaron la candidatura de Verónika Mendoza. La debilidad orgánica de la Congresista y de Sembrar sería compensada, así, por aliados de otras organizaciones políticas y por el respaldo de la vieja izquierda que veía en Arana un enemigo y en Guerra un radical. Para el cierre oficial de la inscripción, el Frente Amplio contaba con 7 candidaturas, de las cuales tres representaban tendencias definidas: el ecologismo, la social-democracia y el marxismo-leninismo. Así las cosas, se inició el proceso de lucha al interior del Frente Amplio.
Que quede constancia que hasta ahora la dinámica al interior del Frente Amplio es la dinámica de sus contradicciones. No hablamos de la discusión, la traición, la pelea, sino del proceso natural de configuración de diversas formas de ver la transformación social del país y que obedece a diferentes perspectivas políticas y de clase.
Las primarias y la victoria de la línea social-demócrata:
El proceso de las primarias representa el caldo de cultivo para entender el momento actual. Sembrar representaba la construcción coyuntural, mediática. Era afín a los intereses electoreros de la vieja izquierda, no porque Sembrar sea un grupo de electoreros, sino porque su lógica de trabajo no veía en la integración de la vieja izquierda ningún problema. Era afín a varios sectores provenientes del extinto MIR por la sensibilidad pequeñoburguesa de éstos a lo ‘juvenil’, a lo ‘novedoso’ y, obviamente, por el antimirismo militante de muchos ecologistas muy conocidos por las redes.
El marxismo-leninismo se expresó en la candidatura del compañero Martín Guerra (Jorge Bacacorzo). Era una propuesta que, proclamándose abiertamente socialista, buscó no solamente alinear a los elementos socialistas al interior del Frente Amplio sino que, principalmente, generar en la población la idea de que los socialistas no habíamos desaparecido, que no éramos parte del pasado sino un presente vivo, aunque aún débil. Era el llamado a los socialistas de verdad a alinearse en una propuesta, no por el candidato, sino por el proyecto que representaba, por las banderas que levantaba. A pesar de esto, el marxismo-leninismo al interior del Frente Amplio no logró cuajarse en la propuesta de Martín Guerra. Por errores diversos de los cuales todos los que nos consideramos marxistas-leninistas debemos asumir algún nivel de responsabilidad, la candidatura socialista contó con el apoyo de diversos sectores sociales y políticos al margen del FA pero de ningún elemento en su interior. Tanto el trostkismo de Uníos, como el ML-19 apoyaron a la candidatura de Arana dejando a la propuesta socialista sola y con contradicciones internas: muchos ex-miristas de Pueblo Unido habían empezado a mostrar sus simpatías por Verónika Mendoza de manera abierta, en parte por lo señalado, en parte por la incidencia de un antiguo líder recientemente reincursionado en la política. Así las cosas, la candidatura marxista-leninista no pudo terminar de configurarse como elemento unitario de los socialistas en el Frente Amplio y, por el contrario, evidenció las fuertes discrepancias y desconfianzas entre los mismos socialistas, problemas que han impedido la conformación de un polo socialista en el Frente Amplio y han contribuido a que el debate actual sea el debate entre dos posiciones reformistas: el ecologismo aranista, y la social-democracia mendocista.
La resolución del conflicto de Pomalca en las elecciones primarias es el tercer hito para comprender el nuevo estado de la correlación de fuerzas. La presión ejercida por el sector de Glave y Francke para que Marco Arana acepte la anulación de las mesas es harto conocida. El audio grabado de la conversación de la señora Constantini fue la ‘prueba’ necesaria para acabar con la candidatura de Arana. Cómo se consiguió este audio es algo que aún nos lo preguntamos varios militantes, aunque el hecho de que los votos hayan sido contados en la sede del National Democratic Institute (NDI), agencia del imperialismo en nuestro país, nos da una idea.
Pero volviendo al punto, la resolución del conflicto de Pomalca fue el coup de main del sector afín a Verónika Mendoza en Tierra y Libertad. La victoria de Mendoza, decidida por la anulación de las mesas de Pomalca era la consolidación en la práctica de una nueva hegemonía en el Frente Amplio: la hegemonía de los social-demócratas. A partir de entonces el Frente Amplio abandonaría la construcción orgánica y adoptaría una construcción mediática, fortalecida además por la fuerza de la coyuntura electoral: utilizando los medios de comunicación de la izquierda fuera del Frente Amplio (Diario Uno del PC), minimizando el rol de los demás actores con sus opinólogos y ‘analistas’ (Nelson Manrique minimizando la candidatura socialista después de las primarias y ahora minimizando a Arana).
Mención aparte merecen las primarias al congreso.
Después de las primarias presidenciales cada espacio de dedicó a evaluar el proceso. En Pueblo Unido estallaron las contradicciones por el boicot de un sector del Partido a la candidatura de Martín Guerra y por la traición que había representado apoyar abiertamente a Verónika Mendoza. Las contradicciones se agudizaban en la medida que elementos internos acusaban públicamente a compañeros de vanguardismo y electorerismo con la única finalidad de echarlos de la organización. Con esta contradicción a cuestas, la línea marxista-leninista de Pueblo Unido se expresó en dos candidaturas a las primarias congresales: las de Diego Motta y Martín Guerra candidaturas que llegarían a ingresar a la lista congresal aunque, carentes de mayor apoyo orgánico, no pudieron sacar una votación aún mayor. El ajedrez político se resolvió de tal manera que diversos sectores de Pueblo Unido (jóvenes, bases de provincias decepcionadas pero reafirmadas en el socialismo) se fueron, hartos de la traición y la complicidad en Pueblo Unido y de la pérdida de identidad que lo llevó a ponerse a la cola de Sembrar.
Frente a la cantidad de candidaturas socialistas en las primarias congresales, impulsamos una candidatura unitaria de los socialistas llamando a votar por seis candidatos donde se encontraban militantes de ‘la Red Solidaria de Trabajadores’, el ‘ML-19’, la ‘Coordinadora Progresista’, el ‘Colectivo Creación Heroica’, el ‘Frente Perú’ entre otras agrupaciones revolucionarias llegando a ingresar a la lista congresal, además de nuestros compañeros socialistas Diego Motta y Martín Guerra, las compañeras Eleming Valle, Tania Turriate, Armida Huerta y Carlos Moreno.
Las candidaturas marxistas-leninistas, sin embargo, no alcanzaron escaños en el parlamento: la candidatura de Eleming Valle se realizó de manera conjunta con la de Abel Gilvonio. Era una alianza de un sector de Tierra y Libertad con el ML-19 que tenían afinidad política. La alianza, breve, se disolvió después de las elecciones por contradicciones de las cuales solo podemos especular los motivos. La candidatura de Tania Turriate se acercó a las candidaturas de Diego Motta y Martín Guerra, a pesar del trabajo conjunto, ninguno llegó a los votos necesarios para alcanzar un escaño en el Congreso. El caso de Armida Huerta fue el más ‘exitoso’ en términos de votación, aunque insuficiente pues tampoco se tradujo en un escaño. Con el fin de las primarias congresales se acaba el peso político de la línea marxista-leninista en el Frente Amplio.
La configuración actual: el debate reformista y el rol de los socialistas:
La derrota electoral en las primarias presidenciales, primero, y luego en las congresales fue la derrota del marxismo-leninismo en el Frente Amplio. A partir de entonces los socialistas pasaron a un repliegue dejando el debate al interior del Frente Amplio entre dos facciones: los ecologistas y la social-democracia. No obstante las diferencias entre ambos sectores es necesario resaltar que los dos se oponen a la construcción marxista del socialismo y a los experimentos más radicales de progresismo en la región. Ambos se oponen al proyecto bolivariano de socialismo (proyecto en crisis por las mismas contradicciones de los proyectos progresistas en América Latina, por el reformismo brasileño y argentino, por la socialdemocracia, factores que no pueden ser profundizados en este texto), al análisis de clases, y defienden la institucionalidad democrática-liberal como marco general de gobierno. Pueden adornar su defensa de la institucionalidad democrática-liberal con discursos como la defensa de la Consulta Previa, o hablar de localismos y horizontalidad, pero en la medida en que la disputa del poder la conciben en el terreno institucional, en las elecciones, son partidarios de la institucionalidad burguesa. Además, su rechazo al análisis de clases, a las formas de análisis clásicas del marxismo como el análisis del modo de producción, entre otras, les impide ver en las relaciones sociales capitalistas (trabajo asalariado, propiedad privada, concentración de tierras, etc.) los problemas centrales del país y el carácter totalitario y dictatorial de capitalismo contemporáneo, de la división mundial del trabajo.
Llegamos, pues, a la coyuntura actual. La disputa es en la forma de construir el Frente Amplio de ahora en adelante y está marcada por una contradicción no resuelta, que se extiende desde el relanzamiento del Frente Amplio: la construcción coyuntural, espontánea, mediática; y la construcción orgánica, planificada, por comités. No obstante, el carácter de cada organización que representa esta tendencia les imprime las desviaciones de las cuales sufren: la construcción coyuntural, sin sustento orgánico, espontánea como es, deriva en oportunismo, en la ley del más vivo y del que lleva más gente. La construcción orgánica, por comités, al aislarse del trabajo práctico, al no seguir el objetivo leninista de dirigir el movimiento de masas, deriva en burocratismo y en un lento (sino nulo) crecimiento del Frente Amplio.
Los marxistas-leninistas no pudimos implementar a tiempo una corriente socialista de trabajo que solucione las contradicciones y limitaciones de los proyectos reformistas. Sea por haber priorizado ‘acuerdos políticos’ a posiciones de principios, sea por celos, lo cierto es que nuestra debilidad ha llevado a que ahora el Frente Amplio se debata entre dos formas de organización equivocadas de las cuales Arana y Mendoza son apenas los rostros visibles y, al mismo tiempo, los más silenciosos. Dejan que sus bases se peleen, que se fomente la desunión en la izquierda en lugar de hacer ambos un llamado al debate abierto para solucionar las contradicciones. Así las cosas, el Congreso de setiembre del Frente Amplio será la repetición del IV Encuentro de la Confluencia por Lima: bases subjetivizadas que pugnan por imponer a sus líderes en el Frente Amplio. Los socialistas encaramos una situación difícil: por un lado, debemos plantear el debate serio (tan odiado por el reformismo) para solucionar las contradicciones en el Frente Amplio; por otro lado, no tenemos el peso político para hacer que nuestras propuestas sean aceptadas. Sin embargo, una ética del debate nos podrá permitir posicionarnos nuevamente como tendencia fuerte al interior de éste. El debate no solo servirá para mostrar las limitaciones de los reformistas sino para mostrar la rectitud de nuestras ideas y en caso estemos equivocados, poder corregir nuestros propios planteamientos. Tenemos que constituirnos nuevamente como un sector político en el Frente Amplio, como una línea que levante el carácter transformador que nuestro país y nuestro mundo necesitan: el socialismo. Que vuelva al trabajo de bases, a la discusión con el pueblo y que no permita que el proyecto de transformación que representa el Frente Amplio caiga en las falsas dicotomías del reformismo caudillista que piensa en mendocistas vs. aranistas en lugar de pensar en superar el capitalismo.
De lo contrario, lo más probable es que el Congreso de setiembre sea un despliegue de subjetividades que conduzcan a la ruptura del Frente Amplio. El centralismo limeño, la conciencia pequeñoburguesa, minimiza el rol de las contradicciones y cree poder solucionarlas haciendo abstracción de ellas. Lo cierto es que si las contradicciones no se solucionan adecuadamente el Frente Amplio como proyecto político puede llegar a su fin. Lo otro es que la hegemonía de un sector del Frente Amplio haga que éste pierda su carácter transformador y se vuelva el aparato de la izquierda domesticada. De un proyecto así, los socialistas no seremos cómplices jamás.
23.09.16

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