domingo, 18 de septiembre de 2016

ROSINA VALCARCEL : ANTONIO MELIS



ANTONIO MELIS X ROSINA VALCÁRCEL.
Antonio Melis. (Vignola, Italia 1942-La Paz, Bolivia 2016)
(A Lucia Lorenzini)
Conocí a Antonio Melis hace muchas lunas, años y coplas, en San Eugenio (Lima), en casa de mi padre, Gustavo Valcárcel. Ellos trabaron conversación sobre la situación del mundo, América Latina y Perú. Hablaron del valor y del papel de Antonio Gramsci para los intelectuales. Hablaron de Cuba con fervor. Mientras madre, Violeta, los atendía con copitas de pisco, pan y aceitunas. Antonio caía muy bien, por su sencillez, simpatía y humildad. Mi primera emoción: la expresividad, el hablar, la comunicación de Antonio Melis. La de una persona de la que era absurdo no ser aliado, un bello italiano abierto y profundo quien departía dilatando la sonrisa como un cometa. Y así me impactó. Más tarde volvimos a vernos en casa del doctor Javier Mariátegui, quien tenía la buena costumbre de reunir a amigos artistas e intelectuales progresistas y brindar una cena opípara en torno a la evocación del Amauta. Tengo tantas remembranzas de sucesos intermitentes, diálogos sobre Sor Juana Inés de la Cruz, Waman Puma, Ernesto Che Guevara.
Nuestro grupo de entonces, Alma Matinal, lo invitó a polemizar sobre la vigencia de las ideas del Amauta en el local de la Casa Mariátegui. Y, además en la casa, Pando III etapa. Hubo polémica viva.
En Las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (JALLA), desde su fundación en La Paz, en 1993, se constituyen en un espacio de diálogo y creación. Participé ese año, en la realizada en La Paz y Cochabamba, ahí nuestra camaradería alcanzó su momento cúspide.
Ahí expuse una ponencia sobre Mitos y Educación. En una pascana Antonio me sacó a bailar “tango”, la altura era brava, pero no quise quedar mal, y danzamos un rato (tengo la fotografía de esa anécdota).
En la inauguración el Comité Organizador se leyó un texto, donde se mencionaba el tema de la situación de la viuda de Arguedas: Sybila Arredondo, quien debía de estar en condiciones carcelarias humanas. Esta aprendiz estaba al medio del auditorio cerca a los compatriotas y aplaudí enérgica con alguna exclamación amistosa. Los peruanos no me miraron bien, pero no di importancia. Sin embargo luego me sentí excluida del grupo, a la hora de la cena, del desayuno, etc. En Cochabamba, incluso fui hostilizada, citada por la policía con una orden dejada en el hotelito franciscano donde dormía: Se me acusaba de “subversiva y autora del citado manifiesto”. La solidaria artista plástica Teresa Alberti, esposa de Tomás Escajadillo, me acompañó con un abogado, que ella había conseguido. En la noche, cuando Antonio se enteró, muy disgustado me dijo: -“Si te vuelven a maltratar di que yo: Antonio Melis soy el responsable del escrito”. Ello me trajo cola, pero no es momento de narrar.
Después Los Habitantes de Macondo en Lima festejábamos su llegada, acompañado de la bella Lucia Lorenzini, plática, alegría y vino de por medio. Y así sucesivamente fuimos cultivando nuestra amistad, entre libros, diálogo, valores y ternura.
Leyendo a Mariátegui
Desde aquel ensayo inaugural “José Carlos Mariátegui, primo marxista de América” –hecho gracias a la iniciación de Xavier Abril-, publicado originalmente en Crítica Marxista (Roma, 1967), traducido al español por Casa de las Américas (Cuba, 1968), y reproducido ulteriormente en diversos libros y revistas de Latinoamérica, Melis prosigue investigando múltiples aspectos del pensamiento de Mariátegui. Su primer viaje al Perú, en 1970. Fue una etapa vital en su itinerario pues conoció personalmente a los familiares de Mariátegui. En ese encuentro se echaron las bases para el proyecto que lo involucró varios años: la publicación de las cartas. Sí, la Correspondencia se edita en dos tomos (Amauta, 1984), compilada, sistematizada, anotada y precedida por su lúcido estudio “El diálogo creador de José Carlos Mariátegui”. (1)
2000: Leyendo Mariátegui 1967- 1998. La parábola mariateguiana de Antonio Melis por Carlos Arroyo Reyes. (Centro de Estudios y Trabajos "América Latina". Upsala, Suecia). Después de muchos años de aguante pasivo, Antonio Melis no tuvo más remedio que rendirse a las instancias de muchos amigos de varios países y seguir el consejo de reunir en un libro sus trabajos sobre José Carlos Mariátegui (1894-1930) escritos a lo largo de tres décadas. Este suceso editorial aparece como un buen motivo para reflexionar sobre la parábola mariateguiana de este singular peruanista italiano que, no obstante haber redactado más de treinta trabajos sobre el autor de los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), no deja de pensar en lo que queda por hacer y hasta está convencido, con esa humildad que engalana a los grandes espíritus, que su mejor ensayo sobre Mariátegui es el que tiene todavía por escribir. El mismo título de su libro --Leyendo Mariátegui 1967- 1998--(1) refleja, en cierta forma, el sentido de su opción intelectual, que parece decirnos que, al momento de confrontarnos con Mariátegui, lo que cuenta es estar siempre listo para la para la partida, para la aventura, para el descubrimiento de nuevas e inesperadas verdades (2).
En agosto del año 2000 estando en Perugia con Gladys Basagoitia lo llamamos y me ordenó fuera a Siena al día. Me trepé a un bus y allá Lucia me esperaba entusiasta y en un bar aledaño bebimos cervezas. Después platicamos sobre mitos andinos, leyendas y tradiciones latinoamericanas que estudiábamos. Me llevaron a caminar hasta el río, ahí nos bañamos y perpetuamos las travesuras del querido César Calvo. De aquel lugar asombroso y solitario, por suerte, echaron anclas en mi corazón: César Vallejo, José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Martín Adán, Carlos Germán Belli, Alejandro Romualdo, Gustavo Valcárcel, Antonio Cornejo Polar, Juan Gonzalo Rose, Arturo Corcuera, Gladys Basagoitia, César Calvo, Antonio Cisneros, Luis Hernández, Lucho Rocca Torres, Eduardo González-Viaña, José Luis Ayala, algunos de ellos maestros y/o compañeros, escritores, amigos cultos de ruta del siglo XX. Melis en un lugar insuperable, había traducido, estudiado o prologado a varios. Y muy resueltos fuimos familia para siempre. Me llevaron a pasear por Siena, Lucia maravillosa cantó al lado de su gato y platicando sobre Federico García Lorca y Pablo Neruda bebimos vino hasta desfallecer.
24 horas después Antonio, manejando su coche me llevó a Florencia, ahí nos esperaban Luca Rossi (Director de la revista Colletivo R) y Martha Canfield (Uruguay-Italia, 1949). Para nosotros Antonio no fue sólo un académico, ni un catedrático de la universidad de Siena, ni solo un gran traductor, fue un mariateguista de primera, un amigo excepcional, un gran compañero, un camarada consecuente y leal.
En julio del 2005, se editó Diario de talismanes (Lima, Santo oficio), ahí aparece mi artículo “Antonio Melis, Mariateguista italiano” (pp. 247-250). Hecho que satisfecho a Antonio y Lucía.
En Lima, en su penúltima visita, el Colectivo Macondo le organizó una velada con música, brindis, afiches y dibujos de Carlos Alberto Ostolaza. Todos los compañeros lo siguen apreciando y a Lucia. Hay fotos grabadas en el álbum.
Antonio era un verdadero intelectual arduo, comprometido con los pueblos, con el discurso de las emociones, un americanista militante, un peruanista integral, un latinoamericanista defensor de los derechos humanos, con una vitalidad contagiosa, con una bohemia natural, un ser humano con dones singulares del que destacó el amor sin rodeos en todos sus sentidos. Se fue en su ley con un relato de Arguedas entre manos. Antonio y Lucia llegaron a La Paz para participar en la Jornada literaria donde Melis expondría su ponencia titulada “Censo y buen gobierno, un cuento (casi) desconocido de Arguedas” el día 10 de agosto. Así lo evocamos. Gracias Riccardo Badini. Y no nos da tristeza escribir en pretérito. Nuestra memoria no nos traiciona todavía. Nos quedan sus libros, su obra, su alegría y nuestra cara amiga Lucía Lorenzini, testigo y heredera de nuestro Maestro. Grazie mille, Antonio Melis, bacinos. Tus amigos, César Germaná, Ricardo Portocarrero, Wilfredo Kapsoli, Hildebrando Pérez, Vicente Ota, Antonio Rengifo, Juan Damonte, Domenico Branca, y tus amigas Gladys, Paola Mancosu, Giovanna Minardi, Ros, y tantas, continuaremos viéndote atravesar el río.
¡Nos debemos vinos, caminatas y una lasaña, camarada!
Lima, Perú, 16 de septiembre de 2016.
--Notas:
1) VALCÁRCEL, Rosina. Diario de talismanes, Lima, El Santo Oficio, 2005, pp. 247-251.
2) ARROYO Reyes, Carlos. Centro de Estudios y Trabajos "América Latina". Upsala, Suecia.
© Texto Rosina Valcárcel 2016

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