De: Valquiria <silvia.anaisnin@gmail.com>
Asunto: Isla Negra: 2 / 50 0 Especial 39 pp. 1928-1967- CHE.
Para: "CARLOS ANGULO" <reppam@mountaincable.net>, "Winston Orrillo" <orrillowinston@gmail.com>, "Óscar Balbuena" <oscarbalbuena@infonegocio.net.pe>, "julio Dagnino" <julio.dagnino@gmail.com>, "Julio Carmona" <te.educa2008@gmail.com>, "Gustavo Pérez Hinojosa" <gperezhinojosa@gmail.com>, "Luis Miguel" <luismiguel1952@yahoo.es>, "VIctor R" <virsar@gmail.com>
Fecha: jueves, 9 octubre, 2008 8:38
Isla Negra 2/50
Especial 39 páginas.1928-1967
Che.
Casa virtual de poesía y literaturas.
Suscripción gratuita. Lanusei, Italia.
Dirección: Gabriel Impaglione. Octubre 8. 2005
impaglioneg@yahoo.es / http://isla_negra.zoomblog.com
Una corriente libertaria de viento inexorable
desanda el mundo con sus tres campanas.
Cuánta metralla fusil misil a cuenta
de las mil y una muertes imposibles.
En vano cuánto tirano filo mordedura
sobre la esencia de sus tres letras infinitas.
De Letrario de Utópolis,
Gabriel Impaglione.
Carlos Puebla Hasta siempre Comandante
Aprendimos a quererte desde la histórica altura donde el sol de tu bravura le puso un cerco a la muerte. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. Tu mano gloriosa y fuerte sobre la historia dispara cuando todo Santa Clara se despierta para verte. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. Vienes quemando la brisa con soles de primavera para plantar la bandera con la luz de tu sonrisa. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. Tu amor revolucionario te conduce a nueva empresa donde esperan la firmeza de tu brazo libertario. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. Seguiremos adelante como junto a ti seguimos y con Fidel te decimos: hasta siempre Comandante. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. | Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara. |
Mario Benedetti
Uruguay
Consternados, rabiosos
Así estamos, consternados, rabiosos. Aunque esta muerte sea uno de los absurdos previsibles. Da vergüenza mirar los cuadros, los sillones, las alfombras. Sacar una botella del refrigerador. Teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca, nunca, estuvo con la cinta tan pálida. Vergüenza tener frío y arrimarse a la estufa como siempre. Tener hambre y comer, esa cosa tan simple. Abrir el tocadiscos y escuchar en silencio sobre todo si es un cuarteto de Mozart. Da vergüenza el confort y el asma da vergüenza. Cuando tú, Comandante, estás cayendo, ametrallado, fabuloso, nítido, eres nuestra conciencia acribillada. Dicen que te quemaron. Con qué fuego van a quemar las buenas, buenas nuevas. La irascible ternura que trajiste y llevaste con tu tos, con tu barro. Dicen que incineraron toda tu vocación, menos un dedo. Basta para mostrarnos el camino, para acusar al monstruo y sus tizones, para apretar de nuevo los gatillos. Así estamos, consternados, rabiosos. Claro que con el tiempo la plomiza consternación se nos irá pasando. La rabia quedará, se hará más limpia. Estás muerto, estás vivo, estás cayendo, estás nube, estás lluvia, estás estrella. Donde estés si es que estás, si estás llegando, aprovecha por fin a respirar tranquilo, a llenarte de cielo los pulmones. Donde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios, pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos de recibirte, Comandante.
Víctor Jara
Chile
Zamba al «Che»
Vengo cantando esta zamba
con redoble libertario,
mataron al guerrillero
Che comandante Guevara.
Selvas, pampas y montañas
patria o muerte su destino.
Que los derechos humanos
los violan en tantas partes,
en América Latina
domingo, lunes y martes.
Nos imponen militares
para sojuzgar los pueblos,
dictadores, asesinos,
gorilas y generales.
Explotan al campesino
al minero y al obrero,
cuanto dolor su destino,
hambre miseria y dolor.
Bolívar le dio el camino
y Guevara lo siguió:
liberar a nuestro pueblo
del dominio explotador.
A Cuba le dio la gloria
de la nación liberada.
Bolivia también le llora
su vida sacrificada.
San Ernesto de La Higuera
le llaman los campesinos,
selvas, pampas y montañas,
patria o muerte su destino.
Marcos Rodríguez-Frese
Puerto Rico
Lo necesario
Uno se encuentra, a veces,
solo entre sus costillas y solo
entre toda la gente, hundida
la ternura al fondo de los poros. Toma
un libro de paz, una revista, recién
llegado amor. La desnuda
como partir el pan, y se va por su piel
bebiendo luces, palabras de una voz luminosa,
desconocida y nuestra, sin embargo.
Recuerdas el poema que quisiste
escribir entre agrios buches, cuando
Fidel dijo: Es dolorosa-
mente cierta la muerte. Y lo dejaste
a medidas con tus convencimientos
de amargura. Hoy lo tomas como
a un vaso que arde, lo llevas a tu boca,
y se te sale el corazón. Por esa herida,
sangra contra el viento inundado
de impurezas. Cuando acabes la sal
y el aceite que te llenan, sabe
que va el amor haciendo huella y lo más
necesario es pisar adelante
con todo lo que tienes. Para aprender, al menos,
a escribir, igual que en el principio,
diciendo así y llorando,
si es preciso: A,
como en ahora y en abrazo; B,
como en batalla y en bandera; C,
como en compañero y comandante,
y en el idioma antiguo de los héroes: Ch,
como en Che. Así seguido.
De Todo el hombre
Marcos Rodríguez-Frese
Puerto Rico
Nos vemos en la aurora
¿PARA qué ahora la muerte apacible,
esta lágrima que cae de cansancio,
cuando te has muerto de victorias
descubriendo los días retrasados
y vertiendo la sangre que nos marcara el rastro.
(Gracias a este dolor,
el privilegio de llamarte
compañero.)
Comandante Guevara,
no se duerma,
no se diga ya más los buenos días.
Mejor, callar y echarse a cuestas tu sepulcro,
presente en cada mano,
hasta que el pueblo diga
compañero, sin temores, y rompa
la muerte con medallas que te arrebató el aire.
No hay que decir qué hiciste,
qué forjaste. Lo intuye, lo celebra
hasta la hormiga indócil que besa tu descanso.
Sólo nos falta
hallar el mapa del amor
que tú sabías de memoria.
Por eso y hacia allá,
te digo y busco,
te abrazo, te agradezco
en nombre del tendido que tu caída levanta:
¡compañero, nos vemos en la aurora!
Más pronto, porque estás
voluntario incesante.
¡Que esto no es elegía!
De Todo el hombre
Nicolás Guillén
Cuba
Che Comandante
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabias, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante, amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.
Luis Alfredo Duarte Herrera
Austria
El anti mito
Comandante Guevara
no eres un mito ni una leyenda
ni un ídolo ni un dios
no estamos tan sedientos
para beber aguas tan turbias
esa imagen
que enemigos y vividores
obsequian por doquier
a perezosos y desertores
resignados o ignorantes
vencidos o incapaces
no nos pertenece comandante
Porque fuiste y sigues siendo
sólo un hombre
porque tu comprensión del mundo
la historia los problemas
y la praxis
es de lo más elemental
si proviene de una criatura
verdaderamente libre
porque tu reacción fue la más honesta
la más simple la más lógica
no dejarte encadenar
y liberarte liberando
Ni mito ni leyenda,
ni ídolo ni dios
no puedes convertirte de repente
en todo aquello
contra lo cual luchaste
además
no estamos tan locos
para regalarte en exclusiva
el deseo de libertad de justicia
el privilegio de la lucha
el ansia de ser cada día mejores
de transformarse transformando
o
para decirlo en tus palabras
de ser revolucionarios ...
Walkala
Leonel Rugama
Nicaragua
El "Che"
«Ni un tanque
ni una bomba de hidrógeno
ni todas las bolitas del mundo»
lucha en todas partes
y en todas partes
florecen las higueras
del río bajan montones de guerrilleros
en Higueras del Río dicen que lo mataron
«CHE» comandante
nosotros somos el camino
y vos el caminante.
José Leonel Rugama Rugama nació el 27 de marzo de 1949 en el Valle de Matapalos, Estelí.
Murió el 15 de Enero combatiendo contra la guardia somocista.
Silvio Rodríguez
Cuba
Hombre
De quererte cantar sufro disnea
bastante más allá de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueño en que giro
y leve, como aún respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta en tono
y canto lo que no perdono.
Hombre, hombre y amigo,
aún queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.
Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de odio y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio más gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la más insuficiente
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risueña cuando engaña,
cual odio de la propia entraña.
Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, ay, todavía,
que un tanto más allá está el día.
De la melena inculta a la calvicie,
del número inicial a lo incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invención del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazón travieso:
Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiró tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.
Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué cercano! | |
Carta de Julio Cortázar tras la muerte del Che
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos:
Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me avergüenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.
Che
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre, Julio.
Tomado de: Literatura.org, enviado por Iris desde la hermosa Neuquen, (Argentina)
Julio Cortázar
Fragmento de Ándele
Así era el Che con sus poemas de bolsillo,
su Jack London llenándole el vivac
de buscadores de oro y esquimales,
y eran también así
los muchachos nocturnos que en La Habana
me pidieron hablar, Marcia Leiseca
llevándome en la sombra hasta un balcón
donde dos o tres manos apretaron la mía
y bocas invisibles me dijeron amigo,
cuando allá donde estamos nos dan tregua,
nos hacen bien tus cuentos de cronopios,
nomás queríamos decírtelo, —hasta pronto—.
Mario Benedetti
Uruguay
Che
Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo
lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada
han decidido usarlo como epilogo
como ultima thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o satanás
y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de Él
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado
sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo no entienda
que treinta anos después siga bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.
____________________________________________________
No hay más cambios que hacer; o revolución socialista
o caricatura de revolución.
Thomas Merton
monje trapense norteamericano
Letters to Che:
Canto bilingüe
Te escribo cartas, Che,
En la sazón de lluvias
Envenenadas.
They came without faces
Found you with eyeless rays
The tin grasshoppers
With five-cornered magic
Wanting to feed you
To the man-eating computer
Te escribo cartas, Guerrero,
Vestido de hojas y lunas
But you won and became
The rarest jungle tree
A lost leopard
Out of metal's way
Te escribo cartas
Hermano invisible
Gato de la noche lejana
Cat of far nights
Whisper of a Bolivian kettle
Cry
Of an Inca hill
Te escribo cartas, Niño
De la música callada.
(Tomado de poemas al Che, Ed. Instituto del Libro, la Habana, Cuba, 1969. Enviado por Iris, (Neuquen - Argentina)
Juan Gelman
Argentina
Pensamientos
Soy de un país donde hace poco Carlos Molina
uruguayo anarquista y payador
fue detenido
en Bahía Blanca al sur del sur
frente al inmenso mar como se dice
fue detenido por la policía
Carlos Molina estaba
cantando hilando coplas
sobre el océano enorme los viajes
los monstruos del océano enorme
o coplas por ejemplo
sobre el caballo que se acuesta en la pampa
o sobre el cielo un suponer Carlos Molina
cantaba como siempre bellezas y dolores cuando
de pronto el Che empezó a vivir a morir en su guitarra
y así la policía lo detuvo
soy de un país donde se llora por el Che o en todo caso
se canta por el Che y
algunos están contentos con su muerte
«vieron» dicen «estaba equivocado la cosa no es así»
dicen y cómo carajo será la cosa no lo dicen o
prefieren recitar viejos versículos o
indicar señalar aconsejar mientras
los demás callan
miran al aire con los ojos perdidos
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice
soy de un país donde costó creer que se moría y muchos
un servidor entre otros
se consolaba así:
«pero si él dice no hay que
pelear hasta morir hay que
pelear hasta vencer entonces no está muerto»
otros lloraban demasiado como quien
ha perdido a su padre y yo creo
que él no es nuestro padre y
con todo respeto creo que
está mal llorarlo así
soy de un país donde los enemigos no
pudieron depositar un solo insulto una sola
suciedad una sola pequeña porquería
sobre él y hasta algunos
lamentaron su muerte no
por bondad o humanidad o piedad
sino porque esos viejos perros
o muertos con permiso sintieron por fin un enemigo que
valía la pena
que un rayo de peligro
entraba en escena y entonces
iban a poder morir en serio
a manos o a balas de verdad «y no
en brazos de esta especie de disolución
en que nos vamos disolviendo» como
dijo uno de grande apellido
soy de un país donde sucedieron o suceden
todas estas cosas y aún otras
como traiciones y maldades en excesiva cantidad
y el pueblo sufre y está ciego y naides
lo defiende y sólo
el Che se puso de pie para eso
pero ahora
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice
soy de un país complicadísimo
latinoeruocosmopoliurbano
criollojudipolacogalleguisitanoira
según dicen los textos y los textos que dicen
pues dicen y como dicen
así será la historia pero yo
les aseguro que no es cierto
de este país de fantasía
se fue Guevara una mañana y
otra mañana volvió y siempre
ha de volver a este país aunque no sea más que
para mirarnos un poco un gran poquito y
¿quién se habrá de aguantar?
¿quién habrá de aguantarle la mirada?
pero ahora nomás
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice
pregunto yo
¿quién habrá de aguantarle la mirada?
¿ustedes momias del partido comunista argentino?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes izquierdistas que sí que no?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes dueños de la verdad revelada?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes que miraron a China sin entender que
mirar a China en realidad
era mirar nuestro país?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes pequeñitos
teóricos del fuego por correo partidarios
de la violencia por teléfono o
del movimiento de masas metafísico?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes sacerdotes del foquismo y más nada?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes miembros del club
de grandes culos sentados en «lo real»?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes los que escupen
sobre la vida sin
advertir que en realidad están
escupiendo contra el gran viento de la historia?
ustedes lo dejaron caer
¿ustedes que no creen en la magia?
ustedes lo dejaron caer
soy de un país donde al comandante Guevara
lo dejaron caer:
los militares los curas los homeópatas
los martilleros públicos
los refugiados españoles masoquistas judíos
los patrones y
los obreros también por ahora
«qué hombre qué hombrazo» sin embargo
me dijo a mí un obrero pedro
se llamaba se llama tiene
mujer que no recibe
hijitos por nacer y el pedro
me decía «qué hombre qué hombrazo cómo
lo quiero» decía el albañil pensando
en su madre una puta
famosa en toda Córdoba y madre
de siete hijos que crió con amor
Pedro ya con mayúscula
¡cómo saludo tu rencor
cómo te beso al pie de tus fracasos!
«qué pelotas» me dijo Pedro un día hablándome del Che
de ciertos adminículos que hierven
bajo la paz conjetural
de este país cosmopolita
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice
yo estoy escribiendo esto
porque la Casa de las Américas de Cuba
institución muy respetable
ha resuelto publicar un número especial
de su revista dedicado
a testimonios sobre el Che
ahora que lo han muerto
según dicen y Roberto
Fernández Retamar íntimo mío pero más
pedazo mío que anda por ahí
por el Caribe formidable y fosforescente y amatorio y conspicuo
Roberto como dije
ha creído necesario que yo
escriba algo sobre esto o tal vez algún otro
creyó que así debía ser y pidió
artículos poemas etcétera a
colaboradores que
se sentirán más miserables todavía
si eso fuera posible si eso
fuera posible en realidad
soy de un país donde te hago caso
Roberto pero
decime o dime por favor
¿qué me pedís o pides?
¿qué escriba realmente?
te doy noticias de mi corazón nada más
¿alguno sabe en realidad
cuáles son las noticias de mi corazón?
¿alguno cree o creerá que me he negado a llorar excepto
con mi mujer o con tigo Roberto ahora
que narro estas cuestiones
y sé que la tristeza como un perro
siempre siguió a los hombres molestándolos?
soy de un país donde es necesario
no amar sino matar
a la melancolía y donde
no hay que confundir
el Che con la tristeza
o como dijo Fierro
hinchazón con gordura
soy de un país donde yo mismo lo dejé caer
y quién pagará esa cuenta quién
pero
lo serio es que en verdad
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice bello
con piedras bajo el brazo
soy de un país donde ahora
Guevara ha de sufrir otras muertes
cada cual resolverá su muerte ahora:
el que se alegró ya es polvo miserable
el que lloró que reflexione
el que olvidó que olvide o que recuerde
y aquél que recordó sólo tiene derecho a recordar
el comandante Guevara entró a la muerte por su
cuenta pero ustedes
¿qué habrán de hacer con esa muerte?
pequeños míos ¿qué?
(como nadie se salva
entre paréntesis quiero
no por noción de estupideces posiblemente a mí
referidas
tampoco por piedad o
mera precaución
esas carnes podridas que no pueden
rezar a mediodía
quiero como repito
repetir una historia que no todos conocen y
de la cual hay algunos que
desconfían:
el poeta que escribe su poema
dejando en él la maravilla de
la vida y la muerte del comandante Guevara
ese porteño cordobés de mirada jodida
como de dios como de dioses
sorprendidos en medio de su milagro su
bota podrida por la selva del mundo
quiero decir que este poema o cosa
de la que hay que desconfiar
en la que hay que creer
no se termina en estas páginas
amable lector le ruego
que siga las noticias de los diarios
de la sip y la sap —Sección Angustia
Perimida por ejemplo o
Son Ángeles Potentes o Sobran Algunos
Policías— ruégole gran lector
que lea atentamente
líneas de sangre que se escriben cada día en Vietnam
y también en Bolivia qué joder
y también en la Argentina
caro lector yo le ruego que lea
el comandante Guevara entró a la muerte
y allá andará según se dice
sé pocas cosas sé
que no debo llorar Ernesto sé que
de mí dependés ahora
te puedo sepultar con grandes lágrimas pero
en realidad no puedo
el poeta en realidad
se abstiene de llorar se abstiene
de escribir un poema sea
para la Casa de las Américas sea
para lo que sea el poeta
apenas si lloró en realidad
sigue mirando el mundo sabe
algún día la belleza vendrá
pero no hoy que estás ausente
el poeta
apenas sabe vigilar
che guevara
ahora deseo un gran silencio
que baje sobre mi corazón y lo abrigue
padre Guevara ¿qué será de tus hijos?
¿por qué te fuiste hermoso
sobre caballos de cantar?
¿quién habrá de juntarte otra vez?
Robert Gurney
Inglaterra
El piloto de Spitfire
Él estaba junto a la barra
cubierto de polvo
en el City Bar,
Kampala.
Debe haber sido
en 1965.
Entablamos una conversación
mientras tomábamos
un vaso de Nile.
Le pregunté
a qué se dedicaba.
«Piloto de Spitfire
en el Congo».
Escupió polvo
en el suelo.
«¡Es lo que queríamos ser
cuando éramos niños!
Usted es nuestro héroe,»
le solté.
Dijo que había volado
en La Batalla de la Gran Bretaña,
que había derribado
Junkers y Messerchmidts.
Lo miré
con admiración.
Era de mediana edad
con la cara hinchada.
Me dijo que bombardeaba
a los rebeldes.
Más tarde oí
que el Che Guevara
estaba con ellos.
El mundo estaba
más loco que una cabra,
me pareció.
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