martes, 7 de abril de 2009

Crimen con castigo

César Lévano
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com


En el país y en el mundo se espera con expectación la sentencia que la Sala Penal Especial de la Corte Suprema debe dictar hoy contra Alberto Fujimori por algunos de los muchos crímenes que cometió antes de renunciar, por fax y en refugio seguro, a la presidencia de la República.

Una amplia mayoría de peruanos considera que Fujimori es culpable de violación de los derechos humanos y de actos graves de corrupción. Esa es la percepción colectiva, que se refleja en reciente encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica.

La encuesta, que se realizó en Lima Metropolitana el 27 y el 28 de marzo, revela que la vasta campaña mediática a favor de Fujimori, que ha tenido desvergonzados voceros en Canal 7 -el Canal del Estado- y en casi todos los grandes medios, no ha perturbado el juicio de los ciudadanos.

Nunca hubo en el Perú un proceso como éste.

Podría encontrarse un paralelo con el de Augusto Bernardino Leguía, cuando fue despojado de la presidencia por el golpe militar del comandante Luis M. Sánchez Cerro.

Ese derrocamiento fue impulsado por un vasto rechazo a la dictadura del gobernante de las reelecciones sucesivas, culpable de prisiones, torturas, destierros y represión despiadada contra los opositores y los sindicatos. Leguía era, por añadidura, servil frente al amo imperialista y apañador de la corrupción de su entorno, en particular su insaciable hijo Juan.

Pero el trato que padeció el ex dictador, gravemente enfermo, fue cruel.

Distinta ha sido la conducta con Fujimori. Ha gozado de una suerte de residencia palaciega, donde, como lo demostró nuestro diario, recibía visitas de familiares, conmilitones y ciertas amistades hasta la medianoche.

La defensa de Fujimori no ha podido ser más libre y amplia. No sólo César Nakazaki, su abogado, se ha despachado a su gusto. La autodefensa del ex dictador ha sido transmitida por una cadena universal, los entrevistadores de radios y TV se han esforzado en su oficio de cajas de resonancia del hombre que se enriqueció en el poder.

Nunca, nunca, en lo que va de la historia de la TV y la radio en el Perú, ha habido campaña como ésta, en favor de un hombre que destruyó instituciones, mancilló a las Fuerzas Armadas, vilipendió a la prensa opositora y favoreció los negocios narcos de Montesinos.

El hombre que ocultó la venta de armas chilenas a Ecuador durante el conflicto del Cenepa, el que malbarató la propiedad pública e hizo esfumarse los dineros de esos negociados, el que aumentó la pobreza y despojó a millones de derechos laborales, no merecía trato tan cortés.

Merece, sí, la complicidad abierta de la cúpula aprista.

Pero, en fin, ha sonado la hora de que la justicia lo condene por los crímenes que ordenó a través de su fiel portavoz y secuaz, Vladimiro Montesinos.

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