El fujimorismo de cada día
Por Diario UNO el junio 7, 2016
Sigue sosteniéndose en las bases de los noventas y ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pero hemos impedido que vuelva a instalarse en el poder.
Gabriel Salazar
Miembro de la Coordinadora Keiko No Va
El fujimorismo sigue siendo muy fuerte en el Perú; en estos meses ha demostrado tener un buen contingente de población a su favor, y según las cifras de esta segunda vuelta casi un 50% ha votado por Keiko Fujimori para presidenta. Muchos explican que la población vota por el fujimorismo por desconocimiento, desinformación, falta de memoria, asistencialismo, clientelismo, u otras razones-acusaciones.
Esas no son las razones fundamentales por las que el fujimorismo sigue con mucho respaldo entre los sectores populares del país; creo más bien que ha empatado cínicamente con las necesidades de la población, ocupando parte de un lugar que se supone le correspondía a la izquierda, ese lugar de conexión directa con el pueblo y la resolución de sus necesidades primordiales como objetivo central de sus esfuerzos.
El fujimorismo sigue sosteniéndose en las bases de los noventas y ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos; continúa apoyándose en la denominada gran burguesía –con su padrino Hernando de Soto-, pero en particular en la burguesía emergente más peligrosa, de muerte, coca y explotación, que lo llevó y sostuvo en el poder en los noventa, y que ahora la hemos visto descubierta en los escándalos del narcotráfico.
Este sector de la sociedad no solo le ha dado el soporte financiero, vemos a Fidel, Joaquín y Osías Ramírez, así como a José Chlimper, por mencionar a personajes vinculados a lo más alto del partido Fuerza Popular; este sector también tiene una serie de nexos con un Perú popular de los últimos tiempos vinculado directa y/o indirectamente a estas actividades político-económicas.
El fujimorismo ha sabido aprovechar todas estas redes populares desarrolladas en los últimos años para asumir un discurso populista, impostadamente de izquierda, y cínico; pero que termina por calar en estos sectores, ahí donde estos 16 años de "transición democrática" post-dictadura la democracia recuperada no ha resuelto las necesidades básicas de la población, hablo de trabajo, alimentación, vivienda, saneamiento, entre otras.
La democracia para estos sectores populares y pobres golpeados post-dictadura por el neoliberalismo de nuestros tiempos no les sirve para subsistir, más bien la ven como algo lejano y de sectores privilegiados.
Entonces, no es por desconocimiento, ausencia de memoria, desinformación que buena parte del Perú ha sintonizado con el discurso populista y cínico del fujimorismo. Es también porque las fuerzas progresistas y de izquierda no han sabido levantar adecuadamente estas banderas, o porque quienes supuestamente las debían de hacer, léase Ollanta Humala o Susana Villarán, han defraudado enormemente.
He ahí la corrida a la derecha populista –con peligro de desarrollar un fascismo- que la población asume. En medio de ello el fujimorismo aprovecha, y se llena la boca de promesas populares, ocupando un espacio que antes ocupaba la izquierda.
Afirmo que es cínico ya que el fujimorismo es precisamente el responsable fundamental del viraje del Perú hacia el modelo neoliberal, el fujishock, el profundo recorte de los derechos laborales, el empobrecimiento de la sociedad peruana, la entrega de nuestros bienes públicos, la corruptela institucionalizada, el nefasto manejo instrumentalizado de los medios, la degradación de tener casi una dinastía –los Fujimori- en el poder, y la muerte de miles de peruanos. Cuando Keiko Fujimori indicaba que estos 16 años se ha perdido una oportunidad de cambio, pues lo hace cínicamente tratando de ubicarse a la izquierda para ganar y continuar profundizando el modelo.
Luego de una campaña nacional denominada Keiko No Va, de jornadas de volanteo y actividades en todo el país, de la multitudinaria marcha del 5 de abril y la del 31 de mayo, finalmente hemos podido impedir la instalación de este fujimorismo en el poder. Creo que esto se debe principalmente a un trabajo arduo, nacional e internacional, en las calles y de casa en casa. Pero también se debe a que hemos llegado a disputar ese lugar ocupado por el fujimorismo planteando que el fujimorismo miente cuando asegura que resolverá las necesidades de la población.
Pareciera que los noventas no han pasado, queda mucho por hacer desde la izquierda; como hemos descrito, pues, la democracia no basta, no alimenta los estómagos de la población, menos aún esta democracia neoliberal, es necesario dar un paso más si es que queremos salir de esta situación que nos viene asfixiando desde hace décadas.
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Entonces, no es por desconocimiento, ausencia de memoria, desinformación que buena parte del Perú ha sintonizado con el discurso populista y cínico del fujimorismo. Es también porque las fuerzas progresistas y de izquierda no han sabido levantar adecuadamente estas banderas, o porque quienes supuestamente las debían de hacer, léase Ollanta Humala o Susana Villarán, han defraudado enormemente.
Entonces, no es por desconocimiento, ausencia de memoria, desinformación que buena parte del Perú ha sintonizado con el discurso populista y cínico del fujimorismo. Es también porque las fuerzas progresistas y de izquierda no han sabido levantar adecuadamente estas banderas, o porque quienes supuestamente las debían de hacer, léase Ollanta Humala o Susana Villarán, han defraudado enormemente.
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