sábado, 18 de junio de 2016

Fwd: 18 de junio. El aula rodante Capulí. Las gallinas y los colores de sus plumas. / Donde Santiago de Chuco es fuente.


---------- Mensaje reenviado ----------
De: <dsanchezlihon@aol.com>
Fecha: 18 de junio de 2016, 13:07
Asunto: 18 de junio. El aula rodante Capulí. Las gallinas y los colores de sus plumas. / Donde Santiago de Chuco es fuente.
Para:


 
 
 
 
 


CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
JUNIO, MES DE LOS NIÑOS,
DEL MEDIO AMBIENTE, DE LA GLORIA
DE ARICA Y DE LA IDENTIDAD ANDINA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 
*****
 
 DONDE SANTIAGO DE CHUCO ES FUENTE
"Ciliado arrecife conde nací", es la frase con que el poeta César Vallejo define a Santiago de Chuco. O "... ríos de luz y entrañas de amor" le inspira decir acerca del pueblo en el cual nació, donde hasta las paredes y las piedras rezuman cariño y ternura.
Por eso, es significativa hacer la travesía y llegar hasta él en la caravana que año tras año realiza el movimiento Capulí, Vallejo y su Tierra, porque ello constituye el viaje hacia adentro y hacia el fondo de la raíz que somos.
Y es la proyección hacia el futuro que queremos ser.
Es el vuelo hacia lo distante y lo alto; hacia la transparencia y la infinitud; es sumergirse en la entraña para alcanzar nuestra identidad, aparentemente perdida; pero más bien latente, soterrada y escondida, donde Santiago de Chuco es  fuente.
Viajar a él es recoger el testimonio de que en el ámbito interior del país se encuentra lo mejor de nosotros mismos. Incluso, que al interior del ser del hombre está lacerante el drama del retorno y del adiós, antes que externamente; al venir unos y marcharse e irse otros.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
*****
 
18 DE JUNIO
 
 
EL AULA
RODANTE
CAPULÍ
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
LAS GALLINAS
Y LOS COLORES
DE SUS PLUMAS
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. El bien
y el mal
 
Cuenta Ciro Alegría quien fue alumno de César Vallejo en la escuela primaria en el Colegio Nacional San Juan de Trujillo, que a su maestro le encantaba escuchar cómo se peleaban las aves de corral.
Cree él que su primera composición literaria fue el relato que le hizo contar César Vallejo acerca de cómo se peleaban el pato y el pavo en el espacio del cobertizo o redil.
Y es posible que el poeta del dolor humano entre las añoranzas más queridas y entrañables de su alma atormentada uno de sus consuelos fuera recordar a las aves del boíl.
¿Por qué? Porque son seres angélicos, seráficos, cada quien son verdaderos querubines; como también son hechizos, abalorios y talismanes. ¿O acaso no lo son un pollito o una codorniz?
Creo que César Vallejo se sumergía y consolaba con esas imágenes que representan y simbolizan la inocencia, la piedad humana y el vivir más allá del bien y el mal.
 
2. Hacia
el silencioso corral
 
Así, un pasaje estremecedor en su poesía es aquel en que aparecen las gallinas en aquel poema inquietante del poema tres de Trilce, reconocido como "Las personas mayores" en donde estas aves al recogerse bajo el alero casi siempre vetusto, marcan la hora honda del día y la noche que se avecina, así como el paso de la conciencia a la inconsciencia y de la vida a la muerte:
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
 
3. Los fulgores
que desprenden
 
Pero no se trata aquí esta vez de expurgar algún tema relacionado a la poesía de Vallejo sino para hablar de las gallinas, y reivindicarlas, exaltarlas y enaltecerlas.
Como ahora que estoy en el patio de una casa en Santiago de Chuco que es pueblo andino enclavado en la serranía del Perú.
Donde relumbra el sol de la mañana, la luz en los muros y la sombra se apacigua bajo los aleros.
¿Y estas señoras que se pasean engalanadas? ¿Quiénes son?
¡Gallinas que picotean entre los guijarros del empedrado, hecho de cantos rodados bruñidos bajo la luz del sol!
¡Qué seres para maravillosos con sus plumas bien alisadas de nácar, de rubí y de marfil!, que fluctúan según se estiren o según se retraigan picoteando algún grano.
¡Qué incomparables sus colores y el brillo de sus trajes! ¡Qué intensos los fulgores que desprenden sus tocados y mantillas!
 
4. Obras
de arte
 
Y su paso acompasado y elegante que sobresale en las paredes enlucidas bajo los techos pasmados y bajo el cielo azul y los montes lejanos.
Hay gallinas en mi pueblo en cuanto a colores de su plumaje que son una obra de arte.
Lo son así por las composiciones en matices de su plumaje que son una pintura perfecta, variada y excelsa.
Jamás hay una sola que sea una combinación errática o imperfecta.
Nunca hay en su plumaje una mancha demás, ni se encuentra un color mal puesto.
Nunca los colores dejaron de ser los exactos, cabales y precisos. Al contrario. Las vemos y admiramos preguntándonos cómo cabe y de dónde viene tanto portento.
 
5. Que el alma
se extasíe
 
Las gallinas son joyas, talismanes y prodigios. De cómo nacen, crecen y se vuelven ponedoras.
Y nos prodigan generosamente huevos diariamente y a manos llenas; que tienen diferentes colores, donde no faltan los blancos, azules, verdes, amarillos, chocolates y hasta rojos.
Y hasta la yema en donde empolla una nueva criatura de su especie tienen colores diferentes. ¿Por qué? ¿No es un misterio, una incógnita y un enigma?
Se pasean por el patio portando en su vestimenta de plumas –¿hay algo más admirable que una pluma de sus alas?– y que son cuadros o pinturas mejor combinadas que cualquiera que admiremos en el Museo del Prado, en el Hermitage de San Petersburgo, o en el Louvre de París.
Esta por ejemplo de plumaje azulado que luego se torna oliva y que culmina en un pecho de nieve de blanco paraíso. O esta otra glácil y cuyas plumas ora se sueltan y estiran y ora se retraen y sobreponen, de color rubio con azul y amarillo.
 
6. Joyas
ni ajorcas
 
Pero las más lindas para mi gusto son las gallinas indígenas que traen unos colores estallantes, genuinos e imaginarios como visten las mujeres de nuestras comunidades. Que combinan el rojo con el negro. Otras de color pajizo que combinan el jabado y el pinto de color rosa.
De plumas color abedul que terminan en blanco porcelana. Otras con iridiscencias rojizas. ¡Las hay las negras escarlatas que se tornan en fucsia!
Hay las armiñadas con negro, las aleonadas. Las barradas en azul con pajizo y mate. Color de miel y blanco cenizo.
Los gallos en cambio tienen sus plumas terminando en arco apenachado, arqueado con ostentación que es otra maravilla universal.
Lleva adornándole una escafandra y una coraza lustrosa donde parece que la luz del sol se posa, se queda y alumbra todo el día.
De allí que la gente del campo no necesite joyas, ni ajorcas, ni adornos. ¡Basta con mirarlos!
 
7. Extasiados
para siempre
 
He visto en cambio granjas en otras ciudades del mundo donde todas las gallinas son iguales y homogéneas. ¿Por qué ese desaire, indolencia y hasta atrocidad?
Mi padre, para quien no había mayores portentos en el universo que las gallinas para quienes preparaba una comida especial, les ponía nombres de flores.
Así la flor de haba, la flor de naranjal, o la flor del alhelí.
Y en el patio tocaba su guitarra, o mandolina o violín solo para ellas. Aunque nunca lo dijo ni lo reveló, ni lo hizo explícito.
O sino ¿para quién? Si nadie lo escuchaba sino ellas atentas y arrobadas en esas tardes extintas del mes de junio cuando el sol se duerme colgado a los pilares bajo el tejado de las casas antiguas.
¡Porque era la música más divina jamás escuchada en el universo!
Baste mirar a una gallina para que los ojos queden llenos y el alma se sienta extasiada para siempre.
 
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