lunes, 20 de junio de 2016

ROGER RUMRRIL : EL FUJIMORISMO Y LA INFORMALIDAD EN EL PERÚ




De acuerdo a los resultados obtenidos en la segunda vuelta electoral del 5 de este mes, el fujimorismo sería el mayor partido político en el Perú, con 8 millones 547,845 mil votos. Su lideresa, Keiko Sofía Fujimori Higuchi, infla el pecho y lo proclama a los cuatro vientos.
¿Es realmente, en stricto sensu, Fuerza Popular (FP) un partido político? Para muchos especialistas FP más que un partido político es un inmenso conglomerado de peruanos provenientes en su mayoría de sectores económicos informales enganchados, capturados, seducidos e ilusionados por los cantos de sirena de las ofertas y las promesas populistas, el asistencialismo y el prebendismo.
No olvidemos que aproximadamente el 70 por ciento de la economía peruana es informal e ilegal.
La lista de esta informalidad e ilegalidad incluye el narcotráfico, la minería aurífera, la tala ilegal del bosque amazónico, el contrabando, el comercio informal, además de la corrupción que infesta y cancera todo el aparato del Estado y el resto del cuerpo de la Nación.
Pongamos sólo un ejemplo de cómo la prédica populista de Keiko Sofía Fujimori Higuchi captura y atrapa a la informalidad e ilegalidad. Asesorada por Hernando de Soto, el “Zar de las causas perdidas”, promete a los 50 mil mineros informales e ilegales de Madre de Dios derogar los Decretos Leyes 1105 y 1100 expedidos por el humalismo para la formalización minera, y se embolsica electoralmente a todos esos mineros informales e ilegales obteniendo el 64.6 por ciento de la votación en Madre de Dios, la Capital de la Biodiversidad del Perú, devastada por el extractivismo de la minería aurífera.
La construcción informal del fujimorismo
La construcción de la base social del fujimorismo, formada en su gran mayoría por sectores pobres de la sociedad peruana que, legítimamente, aspiran a salir del infierno de la pobreza, ha sido meticulosa, sagaz, aviesa y maquiavélicamente construida desde el inicio de la dictadura en la década de los noventa del siglo XX por Alberto Fujimori Fujimori.
Como periodista he sido testigo presencial de las ofertas que hacía Fujimori en sus viajes por la Amazonía. Llegaba a los pueblos y en sus mítines, preguntaba a la multitud qué es lo que más necesitaban: una escuela, una carretera, una posta médica, un grupo electrógeno. No era el Estado peruano ni las políticas públicas que tenían que resolver las necesidades históricamente insatisfechas de los pueblos en la Amazonía, los Andes y la costa. Era Alberto Fujimori Fujimori, “El Chinito”, el que llegaba como el salvador y a quién en muchos pueblos lo veían como un ser providencial, dadivoso, oportuno, generoso.
Esa misma lógica prebendista y asistencialista ha usado Keiko Sofia Fujimori Higuchi para engordar FP, contando con ingentes recursos económicos, aprovechándose de un Estado casi siempre ausente sobre todo en el medio rural, llenando los espacios y los vacíos dejados por los partidos políticos, el APRA, Acción Popular y las organizaciones de izquierda.

La Región San Martín es un ejemplo de cómo el fujimorismo copó los vacíos políticos dejados por Acción Popular y la izquierda. Gracias a la construcción de la Carretera Marginal en los setentas del siglo XX, el partido del Arquitecto Fernando Belaúnde Terry hegemonizaba políticamente San Martín y el resto de la Amazonía con la Ley 15600 de Exoneración Tributaria de 1965. En los setentas del siglo XX, la organización campesina más poderosa en San Martín era “Selva Socialista”.
Como ocurrió desde los ochentas, Sendero Luminoso fracturó la mayoría del tejido social, político e institucional del país. Lo que sobrevivió al arrasamiento senderista, fue a la vez liquidado por la dictadura fujimorista y en ese vacío se instaló FP. Sobre la crisis terminal de los partidos políticos tradicionales, incluyendo la izquierda fragmentada y balcanizada, el fujimorismo ha erigido esta suerte de frankenstein político, de Dr. Jekyll y Míster Hyde social, de malagua electoral que es FP.
La desfujimorización del Perú 
El fujimorismo no tiene ni los fundamentos filosóficos, doctrinarios, éticos ni un proyecto de Nación para sobrevivir. La realidad política, económica, social y cultural darwiniana del siglo XXI será un poderoso factor de su debilitamiento y posible extinción.
Ese proceso se está iniciando con la disputa por la herencia dinástica del conglomerado entre Keiko Sofía Fujimori Higuchi y Kenyi Fujimori Higuchi. El proceso continuará cuando la variopinta base social de FP precaria y frágilmente sostenida en la economía informal e ilegal no reciba las dádivas y el asistencialismo que reclaman. Porque los recursos del Estado están en otras manos.
Y si teniendo como base fundacional el Frente Amplio se edifica una nueva y poderosa fuerza social y política que gane las elecciones del 2018 y en el año 2021, Año del Bicentenario, haga realidad la refundación del Perú derogando la Constitución de 1993, írrita e ilegal, producto del autogolpe de Estado fujimorista de 1992 y se proceda a la reforma del Estado, de origen criollo, colonial y monocultural, disfuncional a la Nación plurilingue y multicultural, entonces se habrán dado las condiciones para transformar el país.
En un país inclusivo y de todas las sangres, con una economía diversificada y sostenible que reemplace al modelo primario-exportador; con un Estado liberado de los poderes fácticos y al servicio de la Nación; con una economía formalizada y con las riquezas en manos y en beneficio de los peruanos; con la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad y la violencia controladas y reducidas, el fujimorismo ya no tendrá el caldo de cultivo de la informalidad y la ilegalidad para sobrevivir.
La refundación del Perú en la celebración del Bicentenario de la Independencia en el año 2021 es la nueva utopía que los peruanos debemos hacer realidad. Artículo publicado en Diario UNO, el 19 de junio de 2016)

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