LLAMADO A LOS TRABAJADORES DE LA CULTURA DEL PAÍS / juan cristóbal
El movimiento político fujimorista representa (y representó) para el país no sólo corrupción, falsedad, mentiras e ignominias, significa y significó también muerte, humillación, explotación, desapariciones, abuso contra los seres más desprotegidos de nuestro pueblo. Pero representó y representa algo más profundo y execrable: la quiebra, el rompimiento de nuestra espiritualidad cultural, es decir, la ruptura más procaz y desvergonzada con nuestro pasado, con nuestra memoria histórica y política, con nuestro SER cultural.
El movimiento político fujimorista representa (y representó) para el país no sólo corrupción, falsedad, mentiras e ignominias, significa y significó también muerte, humillación, explotación, desapariciones, abuso contra los seres más desprotegidos de nuestro pueblo. Pero representó y representa algo más profundo y execrable: la quiebra, el rompimiento de nuestra espiritualidad cultural, es decir, la ruptura más procaz y desvergonzada con nuestro pasado, con nuestra memoria histórica y política, con nuestro SER cultural.
Por eso los TRABAJADORES DE LA CULTURA, desde la trinchera en que se encuentren, deben impedir que un movimiento de la naturaleza que mencionamos llegue o pueda llegar a gobernarnos y convertirnos en el latrocinio o burdel que pretenden con la historia que representan.
Los Trabajadores de la Cultura del País no debemos estar al margen de este tipo de actitudes y denuncias, porque no solamente son justas e importantes, trascendentes para nuestro desarrollo cultural, en el más amplio sentido de la palabra, sino porque también significan que deseamos un nuevo horizonte para nuestro país y ciudadanos, ya que somos parte de ese horizonte. Un horizonte donde el corazón y la solidaridad humanas sean el acorazado de nuestro pensamiento. Para no permitir que gavillas delincuenciales se vuelvan apoderarse del país y llevárselo a las cuevas más monstruosas del abismo de la nada y hacer un vacío con nuestra realidad. Porque el fujimorismo es ello: un salto al abismo y el vacío más pernicioso de la nada.
El compromiso de los Trabajadores de la Cultura del País no sólo debe pasar por una Marcha(que es también importante), sino debe continuar por los caminos que merecemos como seres humanos, ya que también luchamos por objetivos fundamentales, solidarios y equitativos de la Nación. La unidad no sólo debe pasar por los caminos sociales y políticos, como ejes separados o coadyuvantes, sino también debe transitar por lo cultural, ya que lo cultural atraviesa todas las áreas de nuestra sociedad, conciencia y realidad, pues ella refleja de manera innegable la diversidad social y cultural que representamos: “Todas las sangres”, como decía Arguedas.
Haberse comprometido con la marcha de ayer (31 de junio) debe ser una lección permanente de consecuencia para comprometernos, día a día, con el futuro de nuestro país. Este debe ser nuestro compromiso totalmente irreductible y realizable. Que, parafraseando una frase célebre, podemos repetir, “la historia, si no hacemos lo que nos toca, también nos juzgará”
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