martes, 30 de septiembre de 2008

Octubre Rojo

Edgar Bolaños Marín

El 7 de octubre los socialistas en el Perú conmemoramos el 80 Aniversario de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui.

Por caminos ecuménicos el hombre asciende al reino de la libertad. En esta humana marcha los símbolos forman parte del equipaje con que se avanza en la historia. La feligresía de la doctrina cristiana tiene su mes morado. Tiempo de celebración, milagros de fe, reflexión y mea culpa. Los seguidores de la doctrina de Marx en el Perú tienen su mes rojo. Tiempo de celebración, estudio, reflexión y combate. Tiempo de recomponer lo que tenga que renovarse o cambiarse. Tiempo de revisión de métodos y conceptos. Tiempo de preparar la organización en medio del creciente descontento.

El 7 de octubre es más que un número en el calendario. Es un día de celebración. Es un día de reuniones en atrios y auditorios. Es una fecha de marchas y demostraciones de fuerza socialista. Los discípulos de José Carlos Mariátegui en diversos grupos y escenarios conmemoran la fundación del Partido Socialista del Perú. La obra del maestro Mariátegui es el centro de donde parten diferentes opiniones, escuelas, tendencias y fracciones, muchas de ellas opuestas y antagónicas. Pero, la humanidad unida es el sueño socialista que mancomuna a los afines como a disímiles espíritus de la inteligencia avanzada. No en vano la autorrealizació n plena del ser humano es el propósito del humanismo marxista.

El 7 de octubre es la más importante celebración del socialismo en el Perú. En esta fecha la imaginación vuela con los pies bien asentados en la tierra. La imaginación materiista brota de la vida, de las presiones económicas y los conflictos sociales, de las necesidades extremas del hombre que vive de su trabajo. La imaginación crea el futuro cuando se apoya en la realidad. La imaginación se rebela contra una realidad limitada, contra una realidad imperfecta, la supera día a día elaborando, como la abuela de Leonardo, pan de la nada. La realidad, no obstante, supera a la imaginación ideísta: el tiempo está sepultando a los enterradores del "comunismo". Bastaron algo más de diez años para que El fin de la historia (1989), de los plumíferos del capital, “el punto final de la evolución ideológica de la humanidad”, la victoria definitiva de la democracia liberal, se derrumbara con las torres gemelas y, más tarde, con los martes negros de Wall Street. Hoy podemos decir, con Pepe Gutiérrez–Alvarez: los muertos que vos enterrasteis, bien vivos están. El neoliberalismo desnuda sin miedo su verdadera naturaleza rapaz y saca a la luz las más bajas pasiones del capitalismo. La espiral creciente de la delincuencia en todas sus modalidades es el resultado de la descomposició n del viejo orden social. En el siglo XXI habrá de definirse el dilema capitalismo o socialismo. A este siglo de definiciones, el socialismo irrumpe como la única esperanza del hombre humanamente natural. Se muestra a la faz del mundo como un movimiento de hombres e ideas y, se lo percibe como una meta y un camino[1]. Empero, para el marxismo no hay de antemano un derrotero definido. La teoría de Marx es incompatible con un “marxismo” como verdad revelada. Todo lo contrario. El marxismo se elabora y reelabora en el andar. Caminante no hay camino, camino se hace al andar. En éste caminar las rutas florecen: tantas como cabezas pensantes existen. Los hombres de talento sobresalen, se distinguen en un conjunto, precisamente, porque saben elegir o inventar un camino para los que vienen atrás. Los mejores prevalecen porque saben ser efectivamente mejores. El arte de los que mandan obedeciendo es que “todos” hagan suya la hoja de ruta aconsejada por la experiencia. ¿Porque Mariátegui se distingue entre todos los fundadores, colaboradores y rivales? No es acaso por la maestría en preparar, contagiar, animar, en saber elegir el momento y la ruta a seguir. Pues, sí, ¿cabe alguna duda?

El revolucionario es por definición iconoclasta pero, al mismo tiempo, es un hombre de fe. Los marxistas tienen de aventureros y exploradores como de dogmáticos y heréticos. “Los profesionales de la inteligencia no encontrarán el camino de la fe; lo encontrarán las multitudes. A los filósofos les tocará, más tarde, codificar el pensamiento que emerja de la gran gesta multitudinaria.”[2] Para los hombres de ciencia, la imaginación no reconoce barreras, claro está —y contrariando su voluntad—, dentro de los límites de la materia como punto de arranque y limite del pensar. Lo cierto es que la imaginación, sin un método y una doctrina, navega sin rumbo ni objeto en medio de las agitadas aguas de la heterodoxia. Y, como la heterodoxia es el habitad natural de la imaginación, ésta voltejea a una velocidad loca pero inútil en torno a todo y a la vez nada. La eficacia del dogma reside en el empuje que imprime a las muchedumbres en una u otra dirección. La doctrina suministra al combatiente una dirección coherente, le proporciona una meta, un destino, una fe. Asimismo, como lo doctrinario, conduce necesariamente a la ortodoxia como actitud personal o mental. Todo hombre de fe encuentra el respaldo necesario para su actividad en su doctrina. El militante se entrega en cuerpo y alma a la empresa que da razón a su terrenal existencia. Por eso, la agonía del combatiente, la fuerza de los socialistas, “no está en su ciencia: está en su fe, en su pasión, en su voluntad”, como bien enseña el maestro Mariátegui.

El 7 de octubre de 1928 Mariátegui termina el trabajo de definición ideológica. Y comienza un periodo de definición político-orgánica. El debate se traslada al programa socialista y al tipo de partido. La temprana muerte de José Carlos Mariátegui facilita que su propuesta programática y el proyecto de partido de masas sean abandonados. El fácil recurso de calco y copia se impone en el siglo pasado. Lenin descubrió, en el partido clandestino de revolucionarios profesionales, la forma específica de organización política de la vanguardia proletaria. Y Mariátegui encontró, en "el primer gran partido de masas e ideas de toda nuestra historia republicana" , la forma nacional en que la teoría se convierte en poder material, en que el verbo se hace carne. En la actualidad el Perú sigue siendo un mendigo sentado en un banco de oro. Tenemos una fecunda experiencia de lucha poblana. Tenemos los paradigmas de cómo se construye los frentes intelectual, campesino, obrero y partidario. Tenemos una teoría para el cambio social en la obra de José Carlos Mariátegui. ¿Qué nos falta para dejar de ser menos que un simple punto en el mapa político? Muy poco. ¡Hacer uso de nuestras potencialidades! En el Perú lo tenemos todo y todo está por hacer. Comenzando por la unidad de nuestro pueblo, de su vanguardia, de sus instituciones. Los luchadores sociales combaten desde distintas trincheras, separados por artificiales diferencias de fracción, divorciados por la fuerza de la raigambre del grupo o tendencia. Por eso, no le falta razón a Gustavo Espinoza cuando señala que Mariátegui “se guió por una idea básica: la lucha de clases como motor de la historia”; y, que su visión –agrega– no fue “una mirada de secta, ni reflejó un punto de vista estrecho.”[3] Es precisamente esa idea básica la que da origen al principio clasista y la política de frente unido, cimientos de la actuación política de José Carlos Mariátegui, que convierten el sueño socialista en una realidad concreta el 7 de octubre de 1928. Entonces, si lo tenemos todo, ¿Qué esperamos para rectificar lo que tenga que rectificarse?

Engels declaró en una ocasión “el comunismo no es una doctrina, es un movimiento. No parte de principios, sino de hechos.”[4] Y se opuso en otra ocasión: “Marx protestaría contra el ‹‹ideal›› político, social y económico que vosotros le atribuís. Cuando se es ‹‹hombre de ciencia›› no se tiene un ideal, se elaboran resultados científicos, y cuando, además, se es hombre de partido, se combate para ponerlos en práctica. Pero cuando se tiene un ideal, no se puede ser hombre de ciencia, porque se ha tomado partido ya desde el comienzo.”[5] Un hombre de ciencia estudia el movimiento de la materia en sus diversas formas. Un marxista estudia el movimiento y lucha de las clases, las confrontaciones y transacciones, sus éxitos parciales y sus derrotas temporales, y... toma decisiones en caliente. Ayer como hoy, pese a la resistencia de la “verdad evidente”, la táctica dicta las decisiones de los hombres. El sentido común está acostumbrado a decidir, primero, lo que se desea hacer (la estrategia) y luego cómo hacerlo (las tácticas). Pero, lo cierto es que esa “verdad evidente”, no es tan evidente. Al Ries & Jack Trout, en La revolución del marketing, concluyen que una estrategia no es una meta: “Como la vida misma, la estrategia debe estar enfocada en el viaje, no en la meta. Los pensadores de arriba hacia abajo, están orientados hacia las metas. Primero determinan lo que quieren lograr y luego tratan de encontrar las maneras y los medios de lograr estas metas.”[6] Los hombres dejan huellas al caminar. Crean el futuro, lo inventan, pero no lo predicen.

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases. Así comienza el primer capítulo del Manifiesto del Partido Comunista. Y, sin embargo, se sigue pensando la historia como recuento de los hechos significativos de los personajes más destacados de la humanidad. La Creación Heroica de Mariátegui, en estricto sentido, es una realización colectiva, como el propio José Carlos lo advirtiera: Ahora es la voz de un movimiento y de una generación. El trabajo de Mariátegui, como cualquier otro trabajo, es un esfuerzo que involucra a un conjunto de personas. Sin las mujeres y hombres de su generación no existiría Creación Heroica. Ni un movimiento histórico que representa el movimiento del futuro en el movimiento del presente. La escuela de Mariátegui reivindica al militante pensante y operante. Cree en las multitudes que llegarán a ser concientes de su propia potencia a través de la vanguardia organizada. Sabe que la historia de los cambios sociales y de las revoluciones políticas no debe buscarse en la cabeza de los hombres (ni en la filosofía) sino en la economía de la época. Ubica al personaje histórico como criatura de una época y una clase: “Un nuevo orden jurídico y económico no puede ser… la obra de un caudillo sino de una clase.”[7]

La escuela socialista en el Perú tiene en Carlos Marx y en José Carlos Mariátegui sus principales representantes. El marxismo de Mariátegui es fuente de inspiración de mujeres y hombres con una filiación de clase definida. El maestro Mariátegui es reconocido como padre de diversas tendencias del movimiento socialista nacional. Un 7 de octubre debe ser un día de confraternidad, conmemoración y UNIDAD de combate socialista. En éste día, la actualidad del socialismo, debe reafirmarse en la voluntad de construir un Perú nuevo dentro del mundo nuevo, en la presencia activa y monolítica de todas las tendencias socialistas. En esta fecha la UNIDAD socialista por un Perú Integral, brota espontánea entre los hombres nuevos de un Perú nuevo.

UNIDAD es una gran voz que recuerda un carísimo y viejo anhelo de nuestro pueblo. Los intentos de forjar la unidad en la historia de nuestra América multicultural son incontables como innumerables en éste pequeño rincón del Perú. Sólo recordar que hace 21 años, setiembre de 1987, un grupo de jóvenes publicaron Socialismo: Revista Regional de doctrina, ciencia, arte, polémica. En sus páginas, hombres y mujeres de diversas tendencias políticas, estamparon sus firmas en un esfuerzo por construir una cultura de entendimiento en el debate de ideas. Recordar que entre los impulsores de Socialismo estaban algunos camaradas que ahora ya no nos acompañan: César Faucheux Ponce, Ángel Rivera Marca, Honorio Morales Arce, a quienes es menester rendir un justo y merecido homenaje.

El 7 de octubre en el calendario político es una fecha que recuerda el nacimiento del Partido Socialista del Perú, fundado por José Carlos Mariátegui y los hombres de su generación. Tacna no puede estar ausente en ésta conmemoración. Formemos un solo haz, un solo contingente, recordando a los camaradas que se adelantaron en la marcha continua de los tiempos:



Donato Gonzáles Rejas


Carmela Gonzáles Rejas

Carlos Nalvarte Zeballos

Omar Zilbert Salas

Honorio Morales Arce


Juan Gonzalo Rose

César Faucheux Ponce

Ángel Rivera marca

Henry Rondinel Cornejo




El fantasma del socialismo renace de sus cenizas; y, renace porque no se puede detener el curso ineluctable de la vida. Socialismo es vida. Vida es cambio. Cambio es revolución. Y una revolución social se realiza sobre la base de grandes ideas, como bien decía José Carlos Mariátegui.



¡Proletarios de todos los países, uníos!



Tacna-Perú, 28 Setiembre 2008

Edgar Bolaños Marín



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[1] Meta y camino, ruta y destino, no son dos cosas distintas. El camino es la meta. La meta tiene que ser descubierta, debe ser alcanzada, debe ser hallada. El mismo camino se convierte en meta. El primer paso es también el último, porque camino y meta no son dos cosas diferentes. El camino conforme avanzas en él se transforma en meta. La clave en todo esto es pensar como explorador. José Carlos Mariátegui dejó en el tintero su propósito de reivindicar al aventurero: “Pienso en él (Colón) cada vez que me visita la idea de escribir una apología del aventurero. Porque hay que reivindicar al aventurero, al gran aventurero.” (La novela y la vida) El aventurero es el gran explorador: un sujeto que anda a la caza de primicias, hallazgos, revelaciones. En política, por ejemplo, Marx sigue el curso natural del movimiento de clases hasta que realiza el hallazgo de su vida. “He aquí su verdadero secreto: la Comuna era en esencia el gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política, descubierta, al fin, bajo la cual podía llevarse a cabo la emancipación económica del trabajo…"(La Guerra civil en Francia) Marx y Lenin son el más claro ejemplo de cazadores de oportunidades. Las oportunidades en la historia social se presentan. Si no se aprovechan quedan como eso: simples oportunidades. De allí que el imitador, el remedador, el plagiario, sólo lleva a término una farsa o tragicomedia, no pasa de ese punto.
[2] JCM, El hombre y el mito, Alma Matinal, Pág. 27 - 28
[3] Gustavo Espinoza M., José Carlos Mariátegui, orientador de nuestro tiempo.
[4] F. Engels, Los comunistas y Carlos Heizen, C. Marx y F. Engels , T.4, pag. 281, recopilado por Miguel Aragón.
[5] 11 de agosto de 1884, a cuatro años de la primera edición de Del socialismo utópico al socialismo científico, Engels le escribe a Paul Lafargue, que había preparado aquella edición. Citado en El pensamiento filosófico de Engels, Giuseppe Prestipino, pp.13
[6] Al Ries & Jack Trout, La Revolución del Marketing, México, McGraw-Hill, Pág. 11
[7] JCM, 7 Ensayos… Pág. 71

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