jueves, 18 de septiembre de 2008

LA ECONOMÍA CHINA: LIDERANDO UN CAMBIO DE ÉPOCA

Félix Jiménez y Jurgen Schuldt

La mayoría de nuestros colegas sostiene que la economía china se desplomará en el transcurso de los próximos trimestres como consecuencia de la amenazadora crisis internacional. Opinan así porque creen que caerán las exportaciones; que se reducirá la inversión extranjera directa; que emigrarán los capitales golondrinos; que declinarán los precios de los capitales asentados en las Bolsas; que aumentará más la inflación por efecto de los crecientes precios internacionales del petróleo y los alimentos; que se deteriorarán las expectativas de ganancia de las empresas y, con ello, la inversión; que los consumidores tenderán a recortar sus gastos de consumo; etc. Pero, a contracorriente del Pensamiento Único, la estructura de la economía china y las políticas macroeconómicas y sectoriales que viene adoptando su gobierno no se asemejan a las demás economías de mercado.

La nueva estrategia de crecimiento: desde adentro hacia afuera
La economía china saldrá relativamente indemne de la actual turbulencia económica mundial, como lo hizo durante las crisis asiática y rusa de fines del siglo pasado. Ello será posible por el desarrollo de una nueva estrategia orientada a expandir sus mercados internos y a crear otros nuevos, con base al enorme potencial que posee por la magnitud de su población y de su geografía, como por la muy diversificada composición de sus exportaciones, en tipo de productos y en dispersión geográfica, que seguirá desarrollando en consonancia con dicha estrategia.

En marzo del año 2006 el gobierno chino dio inicio a su undécimo plan quinquenal 2006-2010. Poco se ha comentado sobre este importante plan, cuya ejecución, sin duda, inaugurará un cambio de época porque provocará la ruptura de un tipo de relaciones de poder económico que, con el liderazgo de los EE.UU., dominaron casi todo el siglo veinte. La novedad de ese plan no está sólo en sus metas de exploración del espacio, sino en apuntalar un crecimiento sin sacrificar el mercado interno, comprometiéndose realistamente a duplicar el PBI per cápita de 2001 en el 2010 y a reducir el consumo de energía por unidad de PBI durante el quinquenio.

China seguirá creciendo a tasas sostenidas en los próximos años, ciertamente por encima del 7.5% anual, que es su meta promedio anual de acuerdo al plan quinquenal vigente; casi siete puntos por encima de su tasa de crecimiento demográfico que apenas alcanza el 0,6% anual. Con ello se revertiría la desigualdad que generó el modelo de crecimiento basado en exportaciones con poca vinculación a los mercados internos y que elevó drásticamente el coeficiente Gini de 16 a 47. En lo que va de 2008, el ingreso disponible urbano aumentó en 14,4 % (llega a 8.065 yuanes), mientras que los ingresos monetarios rurales aumentaron en 19,8% (a 2.528 yuanes). La brecha aún sigue siendo muy elevada (relación: 3,2 a 1), pero el gobierno está aprovechando esa enorme disparidad urbano-rural como una oportunidad para reasignar los recursos y dinamizar la economía ‘desde dentro’ y ‘para los de adentro’. Por lo demás ya existen señales que se dará una reversión del énfasis excesivo en el ensamblaje de bienes electrónicos de consumo para la exportación y en la construcción de una industria pesada, que se realizó a costa del mercado doméstico de consumo.

Es verdad que el crecimiento chino se ha desacelerado en un punto porcentual, de 11,4 en 2007 a un aún sobresaliente 10,4% en el primer semestre 2008. Esto es consistente con la meta de su plan quinquenal. Pero, a pesar de esta desaceleración, el crecimiento chino sigue siendo el más alto de las 20 economías más importantes del mundo, con lo que está contribuyendo a sostener en algo la actual debilitada economía global.

La importancia de la Inversión Nacional y el consumo de las familias
El liderazgo del actual crecimiento lo tiene la demanda interna con la participación positiva y complementaria de la demanda externa neta. La inversión pública y privada, que representan un impresionante 45% del PBI, es financiada con creces por el ahorro interno (principalmente de las familias), y el 20% de su crecimiento se debe a la inversión en viviendas y fábricas. Se han adoptado, además, medidas de apoyo y estimulo al desarrollo de la empresa privada nacional, y se ha dispuesto equiparar el tratamiento de la empresa privada con la estatal, asegurando los derechos de propiedad. Por otro lado, los chinos han sabido negociar buenos términos con la inversión extranjera, logrando que abran sus tecnologías, adaptándolas para la producción propia. Se sabe que a esta inversión se le asignó una función clave en la transferencia de tecnología, obligándosele a realizar operaciones conjuntas con socios chinos en actividades de uso intensivo de tecnología.

El otro motor es el consumo privado, que seguirá creciendo gracias a los aumentos salariales en las urbes y a la incorporación más plena y acelerada –aunque reciente- de las zonas rurales al mercado doméstico. Además, se parte de un nivel relativamente bajo respecto al PBI: en 2007 el consumo representaba apenas el 36%, con lo que el consumo potencial tiene aún un amplio margen para su expansión. En este primer semestre las ventas al por menor aumentaron en 21,4% (nominal), ciertamente en un contexto en el que la inflación anual fue del 7,9% (y el de alimentos 20,4%). Por primera vez en los últimos siete años, la contribución del consumo en el crecimiento fue de 4.4, comparado con el de la inversión de 4.3 y el de la demanda externa neta de 2.7 puntos porcentuales. Esto debido a que iniciaron la reducción gradual de la dependencia de factores externos, mediante políticas de desarrollo industrial, recortes de impuestos, subsidio a las familias de bajos ingresos y agricultores, elevación del salario mínimo y mayores inversiones en educación, en el sistema de salud y en vivienda.

A modo de conclusión
En suma, el énfasis en el mercado interno, ciertamente sin cerrar la economía, significa la reorientación de las inversiones, en especial de infraestructura, hacia las zonas rurales. En este cambio de modelo está la explicación de por qué la crisis hipotecaria norteamericana no tendrá efectos recesivos en la economía china. La tasa de crecimiento de su producto no será menor a la establecida en el undécimo plan quinquenal, a pesar de que sus exportaciones crecerán a tasas menores. Por el contrario, continuaría por encima del 9% anual, debido fundamentalmente al crecimiento de la inversión y a la expansión de la infraestructura a lo largo y ancho del país. Por su parte, los elevados superávit comerciales registrados en los últimos años le permitieron a China acumular reservas internacionales por más de un trillón y medio de dólares (más de un millón de millones en la numeración española) monto más que suficiente para enfrentar choques externos adversos, como la recesión que puede generar la actual crisis financiera norteamericana. Un poco más del 70% de estas reservas están en bonos del tesoro americano. Además, como es sabido, el sistema bancario chino prácticamente no está expuesto a los bonos subprime.
Publicado en el Diario La República

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