domingo, 5 de abril de 2009

Rv: [foro_centenario] "Dos visiones sobre el nacionalismo y las alianzas" (Cuba) : Mella y Viilena



--- El dom, 5/4/09, Gustavo Pérez Hinojosa <gperezhinojosa@gmail.com> escribió:

De: Gustavo Pérez Hinojosa <gperezhinojosa@gmail.com>
Asunto: [foro_centenario] "Dos visiones sobre el nacionalismo y las alianzas" (Cuba) : Mella y Viilena
Para: foro_centenario@yahoogroups.com, "Generación Resurgimiento" <generacion_resurgimiento@yahoogrupos.com.mx>, "UNIVERSIDAD SOCIALISTA JOSE CARLOS MARIATEGUI" <uspjcm@gmail.com>, "Cátedra ERNESTO CHE GUEVARA" <catedracheperu@hotmail.com>
Fecha: domingo, 5 abril, 2009 6:49

Dos visiones sobre el nacionalismo y las alianzas: Mella y Villena

Dra Caridad Massón Sena

Instituto de Historia de Cuba

CIDCC, Centro de Investigacion y Desarrollo de la Cultura Cubana "Juan Marinello"
La Habana, Cuba


" El nacionalismo es una práctica de objetivos políticos y de contenido ideológico que pretende establecer formas de autonomía para los miembros de una colectividad que titula 'nación ", según plantea José Ramón Recalde en su libro La construcción de la naciones .1

El Diccionario Filosófico de Rosental e Iudin conceptualiza al nacionalismo como un principio de la ideología y la política burguesas, que se traduce en la idea del aislamiento nacional, preconiza la desconfianza hacia otras naciones y la hostilidad internacional, un fruto del desarrollo capitalista que se presenta en dos variantes esenciales: el chovinismo y el nacionalismo localista. Señala además que la ideología burguesa lo utiliza para aplastar la conciencia de la clase obrera, dividirla a nivel internacional, justificar las guerras de rapiña y el colonialismo. Para los trabajadores –afirma- ninguna de sus formas es aceptable, sin embargo en una determinada etapa del movimiento de liberación nacional, los comunistas pueden apoyar el nacionalismo de los países oprimidos, aquel que tenga un contenido democrático, una orientación antiimperialista, la aspiración a la independencia política y económica.

Sin embargo para Recalde los nacionalismos son de dos tipos: el progresista que identifica el concepto de nación con el de pueblo y el reaccionario cuando asume la nación como entidad suprapopular.

El marxismo a su surgimiento se manifestó a favor de un movimiento revolucionario esencialmente de carácter internacional, sin despreciar los sentimientos nacionales y la importancia de cada una de las realidades internas de los países. Comprendía que el campo concreto donde se desenvolvían los conflictos políticos eran las naciones, y que la clase social que defendiera los intereses colectivos se transformaría en clase nacional. Por lo tanto, el proletariado debía aspirar a ello para alcanzar el triunfo sobre el capitalismo y construir una nueva sociedad socialista.

En los albores del imperialismo tuvieron lugar importantes debates al respecto. Lenin, partidario de la autodeterminació n e igualdad de las naciones cual realidad histórica inevitable, en sus tesis sobre los problemas nacional y colonial definía que los intereses nacionales debían subordinarse a las luchas proletarias a escala mundial y que la Internacional Comunista podría sellar una alianza temporal con la democracia burguesa de los estado-naciones, sin fusionarse con ella. 2 Aseguraba además que la revolución social era inconcebible sin las sublevaciones de las naciones menos desarrolladas, ni los estallidos revolucionarios de la pequeña burguesía con todas sus limitaciones; no habría "revolución pura"; y en los países coloniales y atrasados se lucharía en dos frentes: primero unidos a los elementos demócrata-burgueses contra el imperialismo; luego enfrentándose a esos mismos elementos para emprender la lucha a favor del socialismo.

El Partido Comunista de Cuba en la etapa cercana a su fundación en 1925, trabajó con un grado estimable de autonomía con relación al centro moscovita de la Comintern a pesar de haberse declarado una filial de la misma, cuestión que no fue ratificada hasta su VI Congreso en 1928. El desconocimiento de la teoría y la inmadurez práctica hicieron razonar a su escasa membresía en la posibilidad de una revolución proletaria, que subvaloraba el papel del campesinado y de los restantes grupos de la oposición, centralizando sus esfuerzos organizativos en los sectores industriales urbanos.

Lo cierto es que las relaciones con el movimiento comunista internacional estaban muy limitadas por la distancia, la escasez de bibliografía de trabajo y los problemas reales de la lucha diaria, razones por las cuales los análisis de la organización se centraron esencialmente en cuestiones nacionales, en el vórtice de cuales estuvo entonces por varios años la figura de uno de sus militantes más preclaros, Julio Antonio Mella, aún en la lejanía de su exilio mexicano.

Con un conocimiento restringido de la obra de los clásicos del marxismo, Mella proyectó un antimperialismo político y económico muy bien articulado, acorde al escenario local y latinoamericano. Ya en 1924 expresaba :

No pretendemos implantar en nuestro medio, copias serviles de revoluciones hechas por otros hombres en otros climas, en algunos puntos no comprendemos ciertas transformaciones, en otros nuestro pensamiento es más avanzado pero seríamos ciegos si negásemos el paso de avance dado por el hombre en el camino de su liberación.3

Por su parte Rubén Martínez Villena, joven intelectual de orientación nacionalista, que había participado en la Protesta de los 13, integró la Falange de Acción Cubana y conspiró dentro del Movimiento de Veteranos y Patriotas, se sumó en marzo de 1925 al repudio general hacia el gobierno que pretendía agradecer a los Estados Unidos, la devolución de la Isla de Pinos a la soberanía cubana.

Al paso de unos meses, en plena efervescencia huelguística, Mella puntualizó su criterio sobre quienes consideraba serían los "nuevos libertadores" de estas tierras:

La causa del proletariado es la causa nacional. El es la única fuerza capaz de luchar con probabilidades de triunfo por los ideales de libertad en la poca actual. Cuando él se levanta airado como nuevo Espartaco en los campos y en las ciudades, él se levanta a luchar por los ideales todos del pueblo. El quiere destruir al capital extranjero que es el enemigo de la nación. El anhela establecer un régimen de hombres del pueblo, servido por un ejército del pueblo, porque comprende que es la única garantía de la justicia social /.../ Sabe que la riqueza en manos de unos cuantos es causa de abusos y miserias, por eso la pretende socializar /.../4

De esta reflexión podemos extraer dos conclusiones elementales: Mella valoraba las causas nacional y social de conjunto; y establecía a los obreros como protagonista de ambas. Al enemigo lo nombraba sin temores. Contra el imperialismo norteamericano dirigía sus dardos, y la unidad de todos era considerada asunto primordial. En su profundo trabajo Cuba: un pueblo que jamás ha sido libre , denunció la dependencia económica de Cuba, su limitada independencia política y la actitud lacayuna del régimen, reivindicando la revolución social: "Mañana se podrá discutir, hoy sólo es honrado luchar", así reflexionaba. 5

En efecto reconocía la existencia de dos nacionalismos: el burgués y el revolucionario. "el primero desea una nación para vivir su casta parasitariamente del resto de la sociedad y de los mendrugos del capital sajón; el último desea una nación libre para acabar con los parásitos del interior y los invasores imperialistas, reconociendo que el principal ciudadano en toda la sociedad es aquel que contribuye a elevar con su trabajo diario, sin explotar a sus semejantes. 6

Las luchas estudiantiles y proletarias convencieron a Mella de la urgencia de la lucha antiimperialista y socialista de conjunto, llevándolo a integrarse al movimiento comunista.

Sobre sus convicciones políticas mantuvo informado a Villena que actuaba, fundamentalmente desde posiciones antinjerencistas y antigubernamentales .

Después de la huelga de hambre, Mella tuvo que abandonar el país ante la imposibilidad de mantenerse activo en la lucha y se instaló en México, donde contactó de inmediato con el PC de ese país, se integró a la sección latinoamericana de la Liga Antiimperialista y, al tiempo que trabajaba dentro del movimiento obrero, estudiantil e intelectual azteca, preparaba las condiciones para continuar su batalla antimachadista.

En misiva a Gustavo Aldereguía en septiembre de 1926, decía:

La lucha contra el imperialismo de todas las fuerzas y tendencias, desde las obreras y campesinas hasta las burguesas nacionales (aunque éstas en su mayoría sean capaces de traicionar) es la lucha más importante en el momento actual, si el imperialismo puso a Machado para tener seguras sus inversiones, todos los oprimidos por el imperialismo lo quitarán para reconquistar o conquistar la libertad, cualquiera que sea el futuro de Cuba /.../Tenemos el deber de plantear el "problema nacionalista" para unos, el "social" para otros, pero antimperialista para todos/.../7

Por su lado Villena, en el lapso de varios años, había experimentado una evolución en sus concepciones políticas y los combates de todos los días, le permitieron madurar hacia posiciones comprometidamente antimperialistas y socialistas.

Mella y Leonardo Fernández participaron en el Congreso contra la opresión colonial y el imperialismo de Bruselas en febrero de 1927. A ese evento llevó un informe enjundioso sobre la situación cubana, elaborado por Villena: Cuba, factoría yanqui, en el cual se explica como la soberanía en la Isla resultaba una ficción , pues un quinto de la riqueza nacional se encontraba en manos extranjeras, el país vivía endeudado con la banca norteamericana y las compañías norteñas eran propietarias de las mejores tierras, minas, servicios públicos.

Mella fue redactor de varias resoluciones latinoamericanas para el congreso. En ellas refleja un examen profundo de la panorámica continental en cuanto al desarrollo de la conciencia nacionalista y revolucionaria, al mismo tiempo que distingue los países sin llegar a generalizaciones inexistentes y proclama que la base de la lucha se encontraba en las masas obreras y campesinas integradas a grandes movimientos colectivos de elementos progresistas de la intelectualidad, el estudiantado, las clases medias, las razas oprimidas.

Lo que en Rubén significaba una progresión, en Mella era convicción definitivamente reafirmada luego de haber asistido al Congreso Antimperialista, con su viaje a la Unión Soviética, y el conocimiento del heroísmo de las huestes de Sandino y las batallas contra la "prorroga de poderes" de Machado.

Es por ello que en sus afanes combativos decidió enfrentarse al peruano Víctor Haya de la Torre, organizador de la Alianza Popular Revolucionaria Antimperialista (APRA), que proclamaba una teoría "revolucionaria autóctona y única" para la América Latina, renegaba del Marxismo con una postura abiertamente antisoviética y pretendía crear frente único continental lidereado por la pequeña burguesía.

Más que un ataque a un sector oportunista de la intelectualidad y la burguesía nativa representado en Haya de la Torre, las palabras de Mella pretendían hacer una valoración de las posibilidades de alianzas y compromisos con las fuerzas nacionalistas de diversa índole en Hispanoamérica, del papel de los movimientos democrático-burguese s, sus debilidades y riesgos, eventualidades que los partidos revolucionarios debían prever en tanto fuera posible, para obviarlas, sin menospreciarlas. Por ello escribió:

Los comunistas ayudarán, han ayudado hasta ahora -México, Nicaragua, etc- a los movimientos nacionales de emancipación aunque tengan una base burguesa-democrá tica. Nadie niega esta necesidad, a condición de que sean verdaderamente emancipadores y revolucionarios. Pero he aquí lo que continúa aconsejando Lenin al Segundo Congreso de la Internacional: "La Internacional debe apoyar los movimientos nacionales de liberación /.../ en los países atrasados y en las colonias, solamente bajo la condición de que los elementos de los futuros partidos proletarios, comunistas no sólo de nombre, se agrupen y se eduquen en la conciencia de sus propias tareas disímiles, tareas de lucha contra los movimientos democrático-burguese s dentro de sus naciones. La I.C. debe marchar en alianza temporal con la democracia burguesa de las colonias y de los países atrasados, pero sin fusionarse con ella y salvaguardando expresamente la independencia del movimiento proletario, aún en lo más rudimentario. 8

Lamentablemente Mella en su análisis no hizo distinciones entre la dirigencia del APRA y su membresía, no tuvo en cuenta su heterogeneidad clasista, ni la variedad de su instrumentació n en los distintos países a donde se extendió. Ello provocó que elementos apristas que pudieran haber sido captados para el proyecto general antimperialista cubano, ya que antes habían colaborado con la Universidad Popular y manifestaban posiciones antinjerencistas, fueran rechazados y se situaran a la derecha de los grupos nacional-revolucion arios.9

En la segunda mitad de 1927, Mella viajó a Estados Unidos a fin de contactar con miembros de la oposición burguesa antimachadista; tales esfuerzos resultaron infructuosos.

Julio Antonio estaba persuadido de que Cuba, poco a poco, se convertiría en colonia formal de Estados Unidos, que destruiría todos los elementos constitutivos de su nacionalidad; pero, al mismo tiempo, aseguraba que existían las fuerzas capaces de llevar a la isla a la "revolución, democrática, liberal y nacionalista"10. Ante esta perspectiva se alistó con otros camaradas para crear la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos. Indudablemente, en ese propósito estaba la evocación a José Martí y al exilio independentista decimonónico.

A partir de su lógica cohesionadora, Mella envió a Leonardo Fernández Sánchez, de manera clandestina, hacia La Habana con la finalidad de coordinar con la dirección comunista la realización de contactos con varias personalidades del Partido Unión Nacionalista.

Para cumplir su encomienda, Leonardo, Joaquín Valdés (secretario general del PCC) y Martínez Villena se reunieron con el general Francisco Peraza y precisaron detalles con el objetivo de lograr una entrevista con Carlos Mendieta. El líder de los nacionalistas evitó el encuentro; y como resultado de la denuncia de uno de los acompañantes de Peraza se produjo el encarcelamiento y deportación a los Estados Unidos de Fernández Sánchez a fines de noviembre. En esas circunstancias alguien le hizo saber que se fraguaban planes para asesinar a Mella en México e inmediatamente se lo notificó.

En franco desafío al peligro que le acechaba, el luchador amenazado continuó su bregar revolucionario, oportunidad que aprovechó el "Asno con Garras" para propiciar su eliminación física, en contubernio con algunas autoridades mexicanas y varios agentes mercenarios en enero de 1929.

De modo simultáneo, el movimiento comunista internacional había transformado sus orientaciones a raíz de la actitud divisionista y conciliadora con el fascismo de las dirigencias de la socialdemocracia europea. Con estos argumentos se pasó, de hecho, a posturas "izquierdistas" que limitaban los acuerdos con estas fuerzas no proletarias por considerarlas aliadas permanentes de la burguesa reaccionaria. La nueva táctica de "clase contra clase" presumía como enemigos a todos los que no aceptaran la línea del movimiento comunista internacional; no admitía colaboración, ni pactos electorales con esos grupos o partidos.11

A fin de cuentas esos preceptos se concretaron en el VI Congreso de la IC efectuado en el verano de 1928. En lo tocante a los países coloniales y atrasados se dispuso la exclusión de las burguesías nacionales en las alianzas combativas con los PC atendiendo a su inestabilidad política y tendencia a los compromisos con la reacción. Dichas apreciaciones distaban mucho de tener en cuenta las condiciones específicas de Latinoamérica.

Como debemos inferir tales disposiciones entraban en contradicción con las tácticas enunciadas por Julio Antonio y con los preparativos insurreccionales que desarrollaba en el momento de su muerte. Concretamente encontraron oposición en varios delegados de la Internacional que trabajaban dentro del Partido Comunista Mexicano y en el Secretariado Sudamericano con sede en Buenos Aires.

Cuando se efectuó la Primera Conferencia de PC de América Latina en junio de 1929, Mella había muerto, y José Carlos Mariátegui -aunque muy enfermo-, envió un mensaje al evento que tenía muchos puntos compatibles con las evaluaciones del cubano.

Si bien la Comintern consideraba que no existían diferencias esenciales entre América, Asia y África, algunos directivos latinoamericanos no concordaban en ese criterio, dado el desarrollo desigual de las naciones del subcontinente. Una visión desdibujada sobre esta realidad traería graves obstáculos a las batallas que se avecinaban.

Si por un lado, el suizo Humbert Droz, responsable del secretariado latinoamericano, sostenía que el "movimiento revolucionario en estos países debía asumir un carácter democrático-burgué s, por el otro afirmaba que bajo la dominación económica del imperialismo era imposible un proceso de autodeterminació n, por lo cual no sería factible la lucha por la independencia en alianza con sectores pequeño-burgueses, intelectuales, etc: dos posiciones bastante contradictorias. En la conferencia también se manifestaron otras tendencias. Los derechistas favorecieron el colaboracionismo con los sectores nacionalistas; los izquierdistas, por cierto predominantes en la primera mitad de los años 30, proponían la lucha antimperialista a través de la insurrección y la creación de los soviets, negando el rol de los segmentos más radicales de la burguesa nativa 12. Un acuerdo de ese encuentro fue creación un buró del Caribe de la Comintern para la zona norte de América Latina, conformado en 1930 con sede Nueva York y una fuerte influencia del Partido Comunista de los Estados Unidos.

Con las nuevas directrices de trabajo, Villena elaboró de un documento programático para el Partido Comunista de Cuba, publicado precisamente en el primer aniversario del asesinato de Mella. El mismo planteaba que esa organización trabajaría por la revolución obrera y campesina, el establecimiento un gobierno soviético como táctica para el derrocamiento del régimen capitalista y la instauración de la dictadura del proletariado13. La insurrección armada sería un método esencial para alcanzar esos objetivos, sin embargo no tenía en cuenta a los más amplios sectores pequeño-burgueses, intelectuales y profesionales que hubieran ensanchado la base social de la lucha antimachadista.

Rubén veía con reservas la actuación de Unión Nacionalista y no supo distinguir entre los distintos tipos de elementos que integraba esa asociación, dentro los apristas radicados en Cuba y del movimiento obrero reformista, dedicando todos sus esfuerzos a lograr la irrupción inmediata del Partido en las batallas proletarias, femeninas, campesinas, estudiantiles, etc.

Una vez culminada la huelga del 20 de marzo de 1930, se vio en la necesidad de abandonar el país, enviado a la URSS para tratar sus problemas de salud, y representar al PCC en el Congreso de la Internacional Sindical Roja y en la II Conferencia de P.C. de América Latina que tendrían lugar en esa nación.

Estudiando los acontecimientos cubanos desde la URSS, Rubén llegó a la conclusión de que las masas aún no se habían percatado de cual era su verdadero líder, el Partido Comunista; temía que -existiendo condiciones para la revolución-, los dirigentes partidistas que quedaban en libertad no fueran capaces de estar a la altura de las circunstancias, a pesar de ser compañeros abnegados, muchos de ellos con un escaso nivel cultural. En aquella hora crucial se iniciaba un viraje estratégico-tá ctico dentro del P.C.C. bajo la orientación del Buró del Caribe. En noviembre de 1930, su Comité Central declaraba que la lucha se iniciaría con una primera etapa democrático-burguesa , agraria y antimperialista, que se proponía -a través de la alianza obrero-campesina- el establecimiento de los soviets. La segunda fase sería propiamente socialista.

Tales formulaciones padecían de un matiz sectario izquierdista que, a la larga, obstaculizarí a la conjunción pueblo-partido imprescindible para alcanzar el triunfo. Estas consignas eran incomprendidas por la mayor parte de las clases medias, la pequeña burguesa y otros sectores acomodados no oligárquicos.

Una de las grandes preocupaciones de Villena era el pensamiento de que Cuba vivía una situación similar a la de Rusia en 1905 y que de estallar una revolución también se frustraría:

/.../ Es necesario no sólo que las masas se convenzan de la traición de los nacionalistas y en g(ene)ral de la falsedad de la "democracia" burguesa, sino q(ue) también hace falta que el proletariado obtenga la hegemonía de todo el momento revolucionario, y aún todo es poco: hace falta que el p(artido) tenga el control efectivo de ese movimiento/. ../14

En Moscú, Villena tuvo oportunidad de defender sus criterios con respecto a las relaciones del PCC y el Buró del Caribe. En aquellas discusiones el argentino Vittorio Codovilla lo conminó a prestar mayor atención a los consejos de aquellos representativos; empero Rubén atestiguó que los norteamericanos se desenvolvían en un contexto diferente. "Serían los pueblos de latinoamericanos los que harían cambiar la mentalidad de la clase obrera y el pueblo de los Estados Unidos", afirmó.

Asimismo estaba convencido de que un cambio del presidente Machado por otro títere del imperialismo conduciría a una ruptura del círculo de hierro de la represión, sin embargo sería una magnífica oportunidad para el pueblo viera que Mendieta y Machado eran la misma cosa.15

En los últimos días de noviembre o principios de diciembre de 1932, Rubén Martínez Villena llegaba a Norteamérica procedente de Moscú. Leonardo Fernández Sánchez lo esperaba para comunicarle que próximamente el periódico Mundo Obrero (órgano del Buró del Caribe de la Internacional Comunista) publicaría un artículo con expresiones despectivas hacia Julio Antonio Mella.16

En su carta del 9 de diciembre, le cuenta a su esposa Asela Jiménez lo ocurrido con los representantes de la Comintern en los Estados Unidos:
/.../ He tenido ya -no discusiones, porque aquí nadie me discute excepto Vit. cuando le es posible-, pero conversaciones, especialmente con Mov. (autor del párrafo), en que los he inculpado y les he dicho -en términos marxistas de la autocrítica que ellos usan para nuestro Partido- frases que por primera vez han oído sobre su trabajo. Pero Mov. está arrepentido, creo que sinceramente, ahora tiene una enorme curiosidad por conocer el artículo que el Buró me ha encargado escribir para el número de enero, precisamente sobre Mella. Por supuesto, yo sé de dónde y de quién personalmente viene el odio contra Mella, que ha provocado esa opinión en el Buró. El me mira, me sonríe, etcétera, pero con un gran recelo y con una contenida intención dañina /.../ Al fin , quité uno de los párrafos, y modifiqué otro . Pero ésta es la primera fase de la batalla.17

Luego de su intervención en el asunto, salió efectivamente en Mundo Obrero de diciembre de 1932, la siguiente referencia sobre el líder estudiantil cubano:
/.../ Mella fué el exponente de un período del movimiento revolucionario en los países del Caribe, con el heroísmo y la inmadurez del movimiento de esa época. Mella, asesinado por orden de los lacayos del imperialismo en plena juventud, no pudo terminar su formación como luchador leninista. Su folleto contra el Apra -un documento de lucha contra el nacional-reformismo en América Latina es prueba de ello. Pero el movimiento revolucionario proletario y nuestros partidos han continuado su evolución y van sobrepasando los errores de una época (oscuridad sobre el carácter de la revolución, desconocimiento del rol hegemónico del proletariado en la revolución anti-feudal y anti-imperialista, etc) y en la lucha todavía necesaria contra estos errores que persisten, tienden a convertirse en verdaderos partidos bolcheviques. Mella, no obstante sus errores que eran el reflejo de errores propios del período en que luchó, pertenece por derecho propio a la clase obrera, como uno de los "pioneros" del movimiento comunista en los países del Caribe /.../ 18

Rubén, que conocía muy bien las proyecciones políticas de Mella, su entereza de carácter y concepciones ideológicas, caracterizó aquella acción que pretendía enlodar la imagen continental del destacado dirigente comunista como su "segundo asesinato". Meses después, él mismo sería víctima de dirigentes miopes que pretendían aplicar en Cuba de manera rígida y esquemática las líneas estratégico-tá cticas de la Internacional, sin tener en cuenta las especificidades del contexto donde se desarrollaron los acontecimientos revolucionarios de 1933.

En mayo de 1933, Villena desembarcó por Santiago de Cuba, y rápidamente se dirigió a la capital cubana. Había estado ausente del suelo patrio por unos tres años.

Ya incorporado a la vida partidista, a mediados de junio, el Comité Central le encomendó la tarea de desacreditar al grupo trotskistas que intentaba imponer la división y precisar la línea estratégico-tá ctica del PCC. Con respecto a esto último sus planteamientos fueron:

/.../ La victoria de la revolución agraria y anti-imperialista, será lograda mediante la alianza de la clase obrera y del campesinado, arrastrando a las capas pobres de la pequeña burguesía urbana, bajo la hegemonía del proletariado y la dirección del Partido Comunista, por el derrocamiento del poder del imperialismo, por el derrocamiento de los elementos feudales (latifundistas) y de la burguesía nativa ligada a éstos, y el establecimiento de la dictadura democrática revolucionaria de los obreros y campesinos, sobre la base de los soviets. 19

Lamentablemente estas declaraciones cerraban el círculo de los simpatizantes seguros del Partido. Un juicio sereno sobre las mismas nos llevaría a reflexionar en la ausencia de una posición flexible y realista en concordancia con las horas infortunadas que transcurrían. Junto a las consignas de expropiación de los grandes latifundios, reparto de tierras a campesinos, arrendatarios y aparceros, nacionalizació n de las empresas imperialistas y de la burguesía local, repudio a todas las deudas del estado, liquidación de la Enmienda Platt, instauración de la jornada de 8 horas de trabajo e igualdad plena de los hombres, hacía un uso descontextualizado de las orientaciones de la IC. 20

En los días iniciales de julio de 1933, La Habana se agitaba a merced de una huelga general de proporciones inusitadas. La dirección del Partido Comunista -con fuerte influencia de Villena- declaró que el paro constituía solo un paso hacia la revolución, no la revolución misma; que a Machado únicamente se le podía derribar con la insurrección armada popular y que, en esos momentos, no existían condiciones internas ni externas para el triunfo. Rubén temía que aquel movimiento terminara en un holocausto y se produjera la intervención norteamericana.

Su razonamiento esencial era: "mejor un Machado débil que un nuevo gobierno de la oposición burgués-latifundista colocado por la marinera yanqui". Machado entraría en una crisis profunda -pensaba- y el proletariado estaría más preparado para la revolución agraria y antimperialista. Las empresas de ómnibus, iniciadoras del movimiento, habían cedido; otras compañías accedieron a conceder la mayor parte de las demandas, y Machado prometió a los dirigentes obreros y comunistas que aceptaría sus principales reivindicaciones. El caso es que el Partido y la CNOC orientaron a los trabajadores a que se mantuvieran firmes hasta tanto fueran concedidas sus demandas iniciales, pero en aquellos centros laborales donde hubieran sido otorgadas debían incorporarse escalonadamente a sus labores diarias.

La huelga que había asumido en principio reivindicaciones económicas y sindicales se había convertido en un movimiento político que exigía la renuncia del gobierno, por eso las masas populares no aceptaron el regreso al trabajo hasta tanto no cayera la tiranía.

Rubén sería uno de los protagonistas de esta orientación equivocada y, al mismo tiempo, víctima de sus propias concepciones basadas en las líneas proyectadas por la IC y del aislamiento real en que se veía forzado por la enfermedad.

Lionel Soto en su libro La Revolución del 33 y Fabio Grobart ha precisado muy bien las causas objetivas y subjetivas del llamado "error de agosto". La realidad demostró que el pueblo, en su acepción más amplia, podía aplastar la dictadura como lo hizo el 12 de agosto de 1933.

Sintéticamente podemos señalar como causales subjetivas de esos errores: la concepción sectaria izquierdista preponderante en el ideario marxista de la poca que condujo a plantear en Cuba una estrategia revolucionaria agraria y antimperialista, materializada en la insurrección armada y la toma del poder a través de los soviets; la proyección de un movimiento revolucionario en forma de saltos, o sea, ir directamente a la dictadura del proletariado sin cruzar etapas intermedias de carácter democrático-burgué s ; la preponderancia de la táctica "clase contra clase", traducida en el esquivamiento de alianzas temporales con organizaciones y líderes de la pequeña burguesa radical, al entender que esos elementos eran enemigos del proletariado por no aceptar las propuestas estratégicas de los comunistas; la falta de visión y capacidad para interpretar la sicología de las masas y su transición de sentimientos de lucha económica a posiciones definitivamente políticas; el fatalismo geográfico vigente en la idea de la imposibilidad de una revolución exitosa si no se contaba con el apoyo solidario de los trabajadores norteamericanos en el poder.

En concreto, a la dirección partidista le faltó madurez teórica, experiencia para casos tan complejos y suficiente poder de análisis creador dadas las circunstancias que exigía el momento.

Sin dudas también una serie de factores objetivos propiciaron esos razonamientos: la calidad de enemigo principal del imperialismo yanqui que desplazó a Machado de su lugar de hombre protegido y predilecto para buscar un arreglo con otros sectores de la burguesía acorde con sus intereses; el acatamiento por parte de muchas organizaciones opositoras, de las maniobras mediacionistas de Welles; la falta de fuerza política y recursos armados por parte del PCC para llevar adelante la misión que debía enfrentar; y el cambio repentino del ABC que, después de haber participado en los cabildeos iniciales con el embajador norteamericano, se sumó finalmente a la huelga.21

Según explicara Fabio Grobart a posteriori:


Esta miopía política se reflejó también en una errónea conclusión que los dirigentes del Partido sacaron, de la justa apreciación de que sustituir a Machado por un gobierno de la oposición burgués-terratenient e significaba dejar a Cuba en su estado de semicolonia y a las masas populares en la misma miseria y esclavitud y que únicamente un gobierno de trabajadores podía producir los cambios radicales que el país necesitaba /.../

Dicha a conclusión fue profundamente falsa por ser mecánica, por no basarse en un análisis correcto del desarrollo dialéctico de la situación y, esencialmente, por no tener en cuenta que las masas revolucionarias, enardecidas por la victoria sobre Machado y orientadas en su acción por una justa política de su vanguardia marxista-leninista, sí podría asegurar los cambios profundos, es decir, la realización del programa agrario-antimperial ista, por el cual abogaba y luchaba desde su fundación el Partido Comunista.22

Tres semanas después, entre el 29 y el 30 agosto, se efectuó el V Pleno del CC del PCC que logró reunir a numerosos representantes de casi todo el país, en compañía de varios invitados extranjeros: Alberto Moreau, Ricardo Martínez, "Juan El Polaco" y "Pedro El Canadiense", a nombre del Buró del Caribe. 23

Durante ese evento se discutió la instrucción de la IC relacionada con el establecimiento de los soviets en Cuba, cuestión que provocó un serio altercado, cuando Villena manifestó estar inconforme con la misma. La delegación foránea criticó acremente su opinión y lo acusó de reformista.

Rubén argumentó que ellos llevaban mucho tiempo alejados de las luchas concretas de sus países, estaban burocratizados y, además, no habían podido impedir el apoyo del EEUU a Machado, por lo cual no debían imponer una directiva absurda, que los alejaría de las masas, afectaría el trabajo dentro de las fuerzas armadas y podía asustar a la gente del pueblo.24

Finalmente vencieron los partidarios de la consigna del gobierno obrero-campesino y se comenzó a trabajar por la constitución de los soviets.25

En lo concerniente al gobierno provisional establecido el diez de septiembre conformado por la tríada de Ramón Grau San Martín (presidente) , Antonio Guiteras (secretario de Gobernación y de Guerra y Marina) y Fulgencio Batista (jefe del ejército), el PCC recibió un cablegrama que orientaba no establecer convenios con los gobernantes y, al mismo tiempo, evitar conflictos con las empresas imperialistas. 26

En una reunión del Comité Central, Villena se referió concretamente al mensaje de la IC y sus instrucciones acerca del gobierno obrero-campesino que constituía la primera ocasión en que se materializaba en un documento oficial sobre este asunto específico. Como denotan las actas, Rubén habló ampliamente sobre desarrollo de las huelgas, la mejora de la situación de los obreros, el logro de empleos para unos mil desocupados al conseguir la CNOC la apertura de las puertas de los ómnibus que incluía el establecimiento de un conductor para cada vehículo, el atraso relativo a las luchas campesinas, los pasos emprendidos para la captación dentro del Ejército. En lo tocante a la ocupación de algunos centrales azucareros y la confiscación de los mismos a sus dueños, aseguró que "no es una medida bastante eficaz si no se tenía el poder" y consideró incorrecta la propuesta del documento donde se orientaba eludir un enfrentamiento abierto con el imperialismo, si en Cuba "cada huelga era un movimiento contra el imperialismo" y el capital telefónico, textil, portuario, minero, etc era mayoritariamente norteamericano; por ende, "quien ha pensado que con esto se puede detener la intervención de los Estados Unidos, es un oportunista", afirmó. De acuerdo con estas anotaciones propuso no cumplimentar esa directiva, cuestionándose como podía la Comintern "considerar que puede ser establecido un gobierno obrero y campesino que al mismo tiempo oculte la lucha antimperialista".27

Amplias fueron las discusiones donde intervino Villena para reafirmar su tesis de que la ocupación de centrales no constituía una medida eficaz si no se tenía el poder y considerando además incorrecta la propuesta de eludir un enfrentamiento directo con los imperialistas, cuando en Cuba el capital telefónico, textil, portuario, minero, azucarero, era mayoritariamente norteamericano; y por ende, propuso no cumplimentar esas directrices. 28

Tales argumentos fueron rebatidos enfáticamente por "Mariano", uno de los delegados internacionales que estuvo en Cuba por esos días, planteando que no podían retroceder.

Mientras Guiteras trabajaba por la promulgación de leyes de contenido nacional y progresista, las huestes militares actuaban con absoluta independencia. Un ejemplo palpable de esta afirmación fue el ametrallamiento de la manifestación que pretendía rendir tributo a las cenizas de Mella el 9 de septiembre de 1933. Villena y sus compañeros pensaban que aquellas vandálicas acciones tenían por objetivo el reconocimiento de los EEUU a la nueva gobernación y la medidas de Guiteras eran actos de pura demagogia.

En los procesos nacionalistas el papel del líder es de suma importancia, no solo el individual sin el colectivo representado por los partidos. Los líderes individuales pueden ser carismáticos, políticos, intelectuales o varias de esas cosas al mismo tiempo. En el caso que nos ocupa, tanto Mella como Villena reunían estas características, aunque no proporcionadas de la misma manera. Si bien en Mella se destaca su carisma político por sobre todas las cosas, en el caso de Villena se dio un predominio de los aspectos intelectuales.

En Mella se materializa el revolucionario intuitivo, vital, de acción, que estuvo en condiciones de realizar su labor con menor predominio de las proyecciones que emanaban del movimiento comunista internacional; en Villena, aunque tampoco llegar a una madurez total en el plano intelectual, su estancia prolongada en la URSS y relaciones con la IC lo prepararon de una manera más profunda, pero al mismo tiempo más lastrada por las orientaciones existentes. En ambos se desarrolló el convencimiento de la necesidad de una lucha antiimperialista con un insoslayable contenido nacionalista estrechamente vinculado a las batallas de carácter socialista. La concreción de cada uno de sus puntos de vista, estuvo marcado por su propia proyección y preparación personal, así como por las circunstancias en que se desenvolvieron.

No caben dudas, tanto Julio Antonio Mella como Rubén Martínez representan dos de las expresiones más trascendentes de pensamiento marxista cubano en las luchas revolucionarias del primer tercio del siglo XX.

NOTAS:



1.- José Ramón Recalde: La construcción de las naciones . Siglo Veintiuno editores, Madrid, 1982, p. 39.

2.- Vladimir Ilich Lenin: "Esbozo inicial de las Tesis sobre los problemas nacional y colonial". En sus: Obras Escogidas (en tres tomos), Editorial Progreso, Moscú, t.3, p.440.

3.- Julio Antonio Mella: "Lenine Coronado". IHMCRSC: Julio Antonio Mella. Documentos y Artículos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 87-88.



4.- J. A. Mella: "Los nuevos libertadores". En: IHMCRSC: Obra citada, p. 124. 5.- J. A. Mella: "Cuba: un pueblo que jamás ha sido libre". En: IHMCRSC: Obra citada, p. 183.

6.- J. A. Mella: "Imperialismo, tirana, soviet". En: IHMCRSC: Obra citada, p. 190.

7.- J. A. Mella: Carta de Mella a Gustavo Aldereguía, 18 de septiembre de 1926. En: IHMCRSC: Obra citada, p. 259.

8.- J. A. Mella: La lucha revolucionaria contra el imperialismo. ¿Qué es el ARPA?. Raquel Tibol: Julio Antonio Mella en El Machete, Fondo de Cultura Popular. México, 1968.

9.- Los apristas en Cuba entre 1927 y 33 fueron decayendo y carecieron de popularidad. Después se reorganizaron bajo una concepción más adaptada al panorama cubano, pero con una fuerte carga anticomunista que finalmente los condujo a unirse al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) para 1937.

10.- J. A. Mella: "¿Hacia dónde va Cuba?. En: IHMCRSC: Obra citada, p.409.

11.- Colectivo de autores: La Internacional Comunista. Ensayo histórico sucinto, Editorial Progreso, Moscú.

12.- B. Koval: Movimiento Obrero en América Latina. 1917-1959, Editorial Progreso, Moscú, 1985.

13.- Lionel Soto: La revolución del 33, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, T. II, p. 8.

14.- Angelina Rojas (comp): Asela Mía, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2000, p. 96.

15.-"Carta de R. M. Villena a Asela Jiménez", abril 1932.En: R. M. Villena: Obra citada, p.496.

16.- Frank Ibáñez: "Los últimos días de Rubén en Nueva York". En: Lunes de Revolución.92. Enero, 23, 1961.

17.- "Carta de Rubén Martínez Villena a Asela Jiménez", 9 de diciembre de 1932. En: R. M. Villena: Poesía y Prosa, Editorial de Letras Cubanas, C. de La Habana, T. II, p. 513. Según referencias de Vittorio Vidal en la entrevista que le concedió a Enrique López, el 9 de abril de 1976, quien lo miraba y sonreía con intención dañina era Ricardo Martínez, dirigente del Buró del Caribe, de quien también asegura que era un miembro de los servicios de inteligencia norteamericanos, infiltrado en el movimiento comunista.

18.- R. Palacios: "La campaña Lenin-Liebknecht- Luxemburgo en el Caribe". En: Mundo Obrero.(2) 17. Diciembre, 1932.

19.- "El Partido Comunista y los problemas de la revolución Cubana". S/f. Tomado de Lionel Soto: La Revolución del 33, Editorial de Ciencias Sociales, C. de La Habana, Tomo II, 1977, p. 164.

20.- CC del PCC: "Abajo la intervención imperialista del sanguinario Welles y las serviles maniobras de sus lacayos". En: El Trabajador. (III) 3, julio, 1933.

21.- Lionel Soto: La Revolución del 33. Tomo II. Editorial de Ciencias Sociales. C. de La Habana, 1977.

22.- Fabio Grobart: Preguntas y respuestas sobre los años 30. En sus: Trabajos escogidos. Editorial de Ciencias Sociales, C. de La Habana, 1985, p. 93,

23.- Información tomada de Edith García Buchaca: Memorias inéditas de Joaquín Ordoqui, Inédito , y en la carta de Johny a los camaradas, 4 de septiembre de 1933 microfilmada del Archivo de IC en Moscú.

24.- Carta de Juan al Buró del Caribe. 29 y 30 de agosto de 1933. Microfilmes del Archivo de la Internacional Comunista en Moscú.

25.- El primer soviet que se organizó el 13 de septiembre en el central Mabay estuvo bajo la dirección del dirigente comunista manzanillero Francisco Calderius López (Blas Roca), quien a fines de 1933 fue designado secretario general del PCC.

26.- Acta de reunión del secretariado ampliado del CC del PCC. Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

27.- Acta de reunión ampliada del CC del PCC. 19 de septiembre de 1933. Microfilmes del Archivo del Internacional Comunista de Moscú.

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