PARAGUAY, GOLPE CONTRA
AMERICA LATINA
Por
GUSTAVO ESPINOZA M.
La derecha más reaccionaria
dirá que fue un hecho lamentable, pero necesario; que, en todo caso, se siguió
aquí un “procedimiento” constitucional; y que la responsabilidad de todo,
finalmente, recae en el destituido Presidente Lugo por sus informalidades y
errores. Pero lo que no querrá admitir nunca es que quienes obraron en Asunción
en los últimos días de esta semana, fueron los encomenderos de Poderes con
intereses definidos no sólo en el país, sino también en la región y en el
mundo.
Y es que el Golpe consumado
por Franco y sus acólitos en el Paraguay martirizado, no se consumó solo contra
su pueblo. Fue un proyectil lanzado en el escenario latinoamericano cautelando
una estrategia de dominación global que sólo puede ser atribuida al Imperio.
Golpear al Presidente Lugo
fue disparar al corazón de UNASUR, esa alianza sudamericana que surgió como
contrapeso al poder de los Estados Unidos en nuestra América en una
circunstancia en la que el gobierno de los Estados Unidos, presiona a los
países de la región para establecer bases militares que puedan servir a la OTAN,
con miras a una confrontación militar generalizada. El pretexto, es el mismo:
combatir el terrorismo y el narcotráfico y asegurar el predominio de la
“seguridad y la democracia” en la región
Por eso, el segundo
propósito de lo ocurrido en la capital guaraní, fue lanzar una advertencia a
sus vecinos. Su origen se sitúa ciertamente más lejos. El paso inicial se dio,
ante la complicidad de los gobiernos reaccionarios de América, en Honduras el
año 2010 cuando fue derrocado el régimen constitucional del Presidente Zelaya y
se estableció una administración facciosa liderada por el títere Micheletti.
Los que callaron ayer por los sucesos centroamericanos, callan hoy, pero
también obrarán del mismo modo mañana, cuando el Imperio aseste un nuevo
garrotazo a nuestros pueblos a fin de imponerles una vez más el yugo de la
dominación.
Por eso, el Golpe de
Paraguay tiene visos continentales. Como consecuencia de lo que ciertos
analistas suelen llamar “el efecto dominó”, buscará extenderse rápidamente a
los países vecinos. El peligro más inmediato surge en Bolivia, donde hoy mismo
una facción alzada de policías insurrectos ejecuta acciones francamente sediciosas
en las calles de La Paz ante la impotencia ciudadana. Pero el mismo peligro
apunta hacia Argentina, en una circunstancia en la que se ha iniciado ya un
vasto operativo desestabilizador contra la Presidenta de ese país, tomando como
pretexto, algunas medidas económicas orientadas a cautelar el uso de Divisas en
provecho del Estado Argentino.
Pero las cosas van más allá.
El Imperio no tiene sólo una estrategia de dominación local, sino continental,
y global. Sabe la Casa Blanca que América Latina es una región vital para los
intereses de los Estados Unidos en el Marco de una confrontación militar
generalizada, como la que se prepara a partir del ataque al régimen Iraní.
“Cerrar” América Latina pasa por alinear a todos sus gobiernos bajo el mando de
Washington DC. Y eso tiene que ver con una profunda mutación continental.
Para los estrategas del
Imperio resulta vital acabar definitivamente con gobiernos soberanos y
progresistas que cuestionen la política expansionista y depredadora de los
Monopolios. Buscarán destruir a todas las resistencias que se opongan al
mandato norteamericano. Ecuador y Perú están de ese modo en la mira no tanto
porque sus gobiernos -en el plano interno- afecten los intereses de dominación norteamericana,
sino básicamente porque su política exterior contradice el rumbo trazado por el
Pentágono y sus halcones.
Ellos necesitan, en efecto,
de gobiernos que rompan con Venezuela, que se enfrenten a Cuba, que se
distancien de Brasil y que aíslen a la Nicaragua Sandinista, a la que ven como
el inicio de un foco infeccioso que afecta sus intereses en Centroamérica.
Se trata, de una política de
dominación en muy amplia escala en la que se dan la mano intereses de orden
económico con propósitos de naturaleza geopolítica y militar. Unos y otros
atentan contra la paz mundial, la soberanía de los Estados y los intereses de
los pueblos.
En Paraguay el procedimiento
seguido ha tenido un formato legal. Pero se ha ejecutado en muy poco tiempo y
sin permitir la menor posibilidad de defensa del Presidente Lugo, que no ha sido
investigado ni juzgado. Simplemente despojado de su investidura para ser reemplazado
por un Vicepresidente adversario de UNASUR y crítico de los modelos de
transformación hoy en marcha en América Latina.
Tras la maquinaria seudo legal
estuvo el concierto de voluntades por parte de cúpulas partidistas corruptas
vinculadas a la vieja estructura de dominación que mantuvo en Paraguay por
muchos años a la dictadura asesina de Strossner. Ese tipo de “alianzas”
políticas se pueden construir fácilmente en cualquiera de nuestros países
alentando en unos, la vanidad nunca dormida, y la ambición siempre despierta de
caudillos venales y episódicos.
Una clarinada de alerta para
los países de América Latina, para los
pueblos de América Latina. Nada está finalmente dicho en Paraguay, y aunque el
rechazo del pueblo guaraní a las maniobras golpistas puede aún hacer retroceder
estos planes siniestros; es claro que hay que ajustar los mecanismos de
participación democrática, asegurando que ellos respondan realmente a la
voluntad ciudadana, y no al capricho de gonfaloneros y sirvientes puestos
siempre al servicio de las peores causas. Y lo más importante de todo, asegurar
que los gobiernos de los países que buscan un camino liberador, obren en
consecuencia y ganen sin reticencia el cariño y el afecto de sus pueblos.
Finalmente tendrán en ellos a sus únicos defensores.
(*)
Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe
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