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From: Julio Carmona <dedunp@gmail.com>
Date: Wed, 6 Jun 2012 20:10:14 -0500
Subject: Reenvío artículo de Pablo Cingolani
To: pablocingolani@yahoo.com.ar
*"2011: AÑO DEL PRIMER CENTENARIO DE VIDA DEL AMAUTA JOSÉ MARÍA ARGUEDAS" *
Un mundo sin bosques, sin pájaros y sin soñadores****
*Pablo Cingolani*
Roberto Arlt sorprendió a muchos por su escritura tenazmente profética.
Arlt vivió siempre aquejado moralmente por los males de su época, y uno en
especial: la irrupción del nazismo, como la síntesis y la quinta esencia
del mal, de un mal que él también supo delimitar y que anclaba al
maquinismo, al capitalismo, a la tasa de ganancia, a lo que en suma, el
escritor más feroz de la narrativa sudamericana, denominó como
deshumanización, que es la consecuencia de lo antedicho. ****
"No reaccionamos ya frente a nada" -clamaba desde una de sus inigualables
columnas del periódico *El Mundo*, publicada en 1937, ya en los albores de
la Gran Guerra. Su crítica iba dirigida a sus colegas (y a nosotros), los
periodistas, y al mundillo de la información, del manejo de la información.
Hoy, frente al auge de la comunicación de masas, un auge desquiciante y un
verdadero país no-fértil, sus palabras cobran ese valor anticipatorio ya
anunciado, son también una radiografía trágica de nuestra época. ****
Setenta y cinco años atrás, Arlt pintaba así el cuadro de situación: "Una
noticia. Tres líneas. Una foto. Un nombre... y a otra cosa. Sí, a otra cosa.
'Esa otra cosa', a pesar de su aparente ingenuidad, señala con precisión
terrorífica el grado de nuestra progresiva insensibilización". Digan si
esa es o no es la dinámica de cualquier noticiero televisivo de la
actualidad, aquí y en cualquier parte del mundo. Un show macabro donde los
culos de las actrices se mezclan con los cadáveres de todos los días en
Siria o en México o en donde fuere, ya que en el mundo desterritorializado
que promueven los medios masivos* *no hay fronteras geográficas ni
culturales: lo importante es esa sobrecarga perversa e inmovilizante que
trastorna a millones, a todos.****
"Cien mil chinos se mueren de hambre en cualquier provincia... Paciencia".
Arlt se pregunta qué ocurre, qué deja de ocurrir, qué va a suceder. Lanza
un piedrazo: "¿O es que nuestro sistema nervioso no da ya más?". ¿Quién
puede dudar hoy, en el siglo XXI, de los estragos psicosomáticos que causan
la alienación y el desarraigo? ¿Quién puede dudar a la vez que hoy vivimos
el auge de la respuesta forzada a ese colapso cerebral anunciado e
inundados de drogas químicas, narcóticos sociales, pastillas de todos los
colores, cocteles de sustancias tóxicas, discursos y más discursos, que lo
único que sirven es para reciclar a las máquinas en lo que pretenden
convertirnos? El autor de *Los siete locos*, cierra el círculo de la
degradación de la condición humana y se interroga y nos interroga a todos:
"¿O es que viviendo, como vivimos, en plena vibración, estrépito,
catástrofe y horror, hemos perdido el sentido de la vibración, del horror,
del estrépito y de la catástrofe?****
Luego vendría la historia a agravar y confirmar la sentencia: el tour de
forcé insensato y macabro de los nazis y la extensión y perfeccionamiento
del método del aniquilamiento de los otros como la solución final aplaudida
por la mayor parte de un pueblo que había sido la cuna de Kant; luego de
los nazis, la comprobación de que Stalin y su temible burocracia nos decía
una cosa y estaba haciendo otra, incluyendo el genocidio, dizque necesario
para construir el socialismo que anda ahí fosilizado por culpa de tanta
infamia; luego de los nazis y los estalinistas, asquean los yanquis
masacrando vietnamitas, y como los vietnamitas se defendieron y los echaron
a patadas de su tierra, y tras que se cayeron los diques ideológicos, ahora
las guerras o invasiones que se suceden (Pienso en Panamá, pienso siempre
en Panamá y lo cobardes que fuimos todos) sin que nada perturbe el circo
indecoroso del consumismo (la etapa superior de la insensibilización) y la
progresiva energumenización colectiva, producto de lo ya anotado: la
imposición de un pensamiento único y la suplantación de nuestras terminales
nerviosas por el auge estupidizante de los medios técnicos de comunicación.
****
Arlt se pregunta si esta posición mental de la humanidad es natural y se
contesta a sí mismo y con firmeza: "Creo que no". Aunque frente a las
evidencias vividas y padecidas en su momento histórico, no puede eludir el
pesimismo, afirmando -al final de su crónica- que "el horror de la presente
civilización se ha quintuplicado en pocos años" y el hombre se ha vuelto
más duro, más sordo, más ciego y más topo, "un topo que ya no sabe en qué
dirección excava su galería subterránea".****
* * *
El libro que reúne las crónicas periodísticas de Roberto Arlt se titula *El
paisaje en las nubes*, es un tomazo de 766 páginas y una edición muy
cuidada a cargo de Rose Corral, con un prólogo de Piglia. Lo editó el Fondo
de Cultura Económica. El libro tiene un problema gravísimo: cuesta 265
bolivianos, casi 40 dólares, más de la cuarta parte de un salario mínimo
local, lo cual lo convierte en un artículo tan suntuario que no hace más
que afirmar lo que venimos anotando. Los osados, podrían intentar robarlo.
Los demás, seguirán condenados a la tele, al paroxismo de su vulgaridad y
su complicidad con los crímenes. Ni modo, por ahora.****
Arlt vivió obsesionado hasta el final con esa amenaza de deshumanización.
Días antes de morir, le decía a su compañera de vida, algo que sigue
estremeciendo: "pensar que cuando yo me muera, estos árboles van a estar y
yo no los veré más" A César Tiempo, tan sólo una noche antes de partir, le
gritó antes de subir a un tranvía: "¡Cuidado con la tristeza! ¡Es un vicio!
¡No aflojemos!". Había soñado con conseguirse un yate y navegar y dar la
vuelta al mundo. Falleció convencido de que las realidades de la guerra
eran mucho peor que cualquiera abominación imaginada. El 26 de julio de
1942, le dio un ataque y murió. Tenía 42 años.****
Arlt es uno de los mayores exponentes de esa raza combativa y sensible de
los escritores-periodistas, los periodistas-escritores como también lo
fueron Mark Twain, Pasolini o el Chueco Céspedes, Walsh y el Gordo Soriano.
Gente que dejaba el pellejo y algo más en lo que escribía.****
Otra de sus crónicas, esta vez de 1938, reflejaba a la perfección ese amor
que Roberto sentía por la humanidad y por lo siniestro de las acechanzas.
Había leído en algún lado, en un periódico de Dantzig, una frase
pronunciada por un doctor alemán, doctor en física y en filosofía, un tal
Robert Ley (sic), nazi connotado, director del Frente de Trabajo Alemán,
dicha en Ginebra, en una asamblea: "En Alemania -dijo el dos veces
doctorado-, no debe haber sitio para los soñadores". En la misma ocasión,
nos trató de "países idiotas" a los sudamericanos.****
Arlt escribe que cerró los ojos y entonces vio a la eminencia germana,
"estrujando el planeta entre sus manos" y "exprimiéndolo, como una naranja,
de su substancia más preciosa" y al volver abrir los ojos, se encontró con
el mundo de Ley, "un mundo cúbico. Sin bosques, porque los bosques, de
acuerdo con la economía dirigida, se habían convertido en yacimientos de
madera. Los últimos pájaros que quedaron en los bosques fueron exterminados
por decretos del doctor Ley. También, por decreto del doctor Ley se le
prohibió susurrar al viento entre las ramas de los árboles y se decretó que
los ríos rodaran en sus cauces sin un murmullo".****
El padre de *Los lanzallamas* sigue, anotando la máxima del Nuevo Mundo:
"Nada sobre la tierra debe soñar. Todos deben trabajar".****
Sigo con su descripción a vuelo de pájaro torturado: "hacia donde se
dirigía la vista, sólo se distinguían multitudes encorvadas, cara al suelo,
empuñando el azadón, dirigiendo la grúa, sumergiéndose en los negros
agujeros de las minas". Todos deben trabajar.****
Enumero más monstruosidades, más sueños de la razón: 1. Supresión de la
línea curva, porque provoca sueños e ideas concupiscentes 2. Las bicicletas
se fabricarán con ruedas cuadradas 3. Las montañas serán "triangulizadas"
como las Pirámides 4. La comida será reemplazada por dosis de celulosa
condensada 5. Las escuelas se cerrarán, porque saber leer y escribir no
servirá para nada. ¡Todos deben trabajar!****
El producto de esa mentalidad antinatural y antipoética eran, para Arlt,
"los hombres cúbicos", los esclavos que pretendían los nazis, los seres
humanos que sólo trabajan y que ya no sueñan. Nadie se crea, por si acaso,
que Arlt era un vago, rico o mantenido. Fue un animal de periódico,
escritor imparable, inventor sin suerte. Sucede que en su vorágine
visionaria, Arlt ya intuía el mundo tal cual es hoy día: un mundo que se
devora las selvas y las aves y con ellos -aunque la mayoría no lo sepa-,
los sueños de la gente. Un mundo donde todos trabajamos obligados como
bestias sin cadenas y donde los sueños caben en ese aparato rectangular y
eléctrico, y allí se quedan y allí se mueren. Un mundo más sutil al de los
campos de concentración pero que para la mayor parte de la humanidad, en
los hechos, es igual a Auschwitz. O cómo dijo el poeta, tan bellamente como
sólo podía decirlo Nicolás Guillén: "Me matan, si no trabajo/ y si trabajo,
me matan/ siempre me matan, me matan".****
Este mundo horroroso debe cesar, debe abolirse. Y eso ocurrirá no cuando
haya nuevas ideas como lloriquea con hipocresía Vargas Llosa (diría Paul
Valery: no necesitamos nuevas ideas, sino que las dos o tres buenas ideas
que hemos tenido entre todos, se hagan realidad), sino cuando la gota
rebalse la copa y listo. Será la próxima generación, o la otra. Eso no
importa. Pero será. Será, empezará, cuando los changos apaguen el
*Facebook*y saqueen las últimas librerías, y vuelvan a juntarse y
compartan la
lectura de los libros, como cuando el viejo de la tribu contaba sus
historias a los niños, alrededor del fuego. Libros que, como quería Arlt,
encierren la violencia de un *cross* a la mandíbula. Cuando en esos libros,
volvamos a leer y encontrar todo lo bueno y lo bello que trajo aparejada la
presencia humana en el espacio-tiempo, volveremos a las antiguas huellas, a
los caminos, a las eternas montañas, a plantar árboles y regarlos con el
vino de la amistad sincera y al silencio filosófico que nos cure de todas
las heridas televisivas y permita que volvamos a escucharnos, a saber lo
que realmente queremos y nos da vida y a llamar de nuevo a las cosas por su
nombre y con nuestra propia voz.****
Río Abajo, 5 de junio de 2012****
Nota****
Todas las citas pertenecen a dos crónicas de Roberto Arlt: "El Polo Norte
no está más en el Polo Norte" y "Un mundo sin soñadores" publicadas en El
paisaje en las nubes. Crónicas en *El Mundo*. 1937-1942, FCE, Buenos Aires,
2009.****
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274
From: Julio Carmona <dedunp@gmail.com>
Date: Wed, 6 Jun 2012 20:10:14 -0500
Subject: Reenvío artículo de Pablo Cingolani
To: pablocingolani@yahoo.com.ar
*"2011: AÑO DEL PRIMER CENTENARIO DE VIDA DEL AMAUTA JOSÉ MARÍA ARGUEDAS" *
Un mundo sin bosques, sin pájaros y sin soñadores****
*Pablo Cingolani*
Roberto Arlt sorprendió a muchos por su escritura tenazmente profética.
Arlt vivió siempre aquejado moralmente por los males de su época, y uno en
especial: la irrupción del nazismo, como la síntesis y la quinta esencia
del mal, de un mal que él también supo delimitar y que anclaba al
maquinismo, al capitalismo, a la tasa de ganancia, a lo que en suma, el
escritor más feroz de la narrativa sudamericana, denominó como
deshumanización, que es la consecuencia de lo antedicho. ****
"No reaccionamos ya frente a nada" -clamaba desde una de sus inigualables
columnas del periódico *El Mundo*, publicada en 1937, ya en los albores de
la Gran Guerra. Su crítica iba dirigida a sus colegas (y a nosotros), los
periodistas, y al mundillo de la información, del manejo de la información.
Hoy, frente al auge de la comunicación de masas, un auge desquiciante y un
verdadero país no-fértil, sus palabras cobran ese valor anticipatorio ya
anunciado, son también una radiografía trágica de nuestra época. ****
Setenta y cinco años atrás, Arlt pintaba así el cuadro de situación: "Una
noticia. Tres líneas. Una foto. Un nombre... y a otra cosa. Sí, a otra cosa.
'Esa otra cosa', a pesar de su aparente ingenuidad, señala con precisión
terrorífica el grado de nuestra progresiva insensibilización". Digan si
esa es o no es la dinámica de cualquier noticiero televisivo de la
actualidad, aquí y en cualquier parte del mundo. Un show macabro donde los
culos de las actrices se mezclan con los cadáveres de todos los días en
Siria o en México o en donde fuere, ya que en el mundo desterritorializado
que promueven los medios masivos* *no hay fronteras geográficas ni
culturales: lo importante es esa sobrecarga perversa e inmovilizante que
trastorna a millones, a todos.****
"Cien mil chinos se mueren de hambre en cualquier provincia... Paciencia".
Arlt se pregunta qué ocurre, qué deja de ocurrir, qué va a suceder. Lanza
un piedrazo: "¿O es que nuestro sistema nervioso no da ya más?". ¿Quién
puede dudar hoy, en el siglo XXI, de los estragos psicosomáticos que causan
la alienación y el desarraigo? ¿Quién puede dudar a la vez que hoy vivimos
el auge de la respuesta forzada a ese colapso cerebral anunciado e
inundados de drogas químicas, narcóticos sociales, pastillas de todos los
colores, cocteles de sustancias tóxicas, discursos y más discursos, que lo
único que sirven es para reciclar a las máquinas en lo que pretenden
convertirnos? El autor de *Los siete locos*, cierra el círculo de la
degradación de la condición humana y se interroga y nos interroga a todos:
"¿O es que viviendo, como vivimos, en plena vibración, estrépito,
catástrofe y horror, hemos perdido el sentido de la vibración, del horror,
del estrépito y de la catástrofe?****
Luego vendría la historia a agravar y confirmar la sentencia: el tour de
forcé insensato y macabro de los nazis y la extensión y perfeccionamiento
del método del aniquilamiento de los otros como la solución final aplaudida
por la mayor parte de un pueblo que había sido la cuna de Kant; luego de
los nazis, la comprobación de que Stalin y su temible burocracia nos decía
una cosa y estaba haciendo otra, incluyendo el genocidio, dizque necesario
para construir el socialismo que anda ahí fosilizado por culpa de tanta
infamia; luego de los nazis y los estalinistas, asquean los yanquis
masacrando vietnamitas, y como los vietnamitas se defendieron y los echaron
a patadas de su tierra, y tras que se cayeron los diques ideológicos, ahora
las guerras o invasiones que se suceden (Pienso en Panamá, pienso siempre
en Panamá y lo cobardes que fuimos todos) sin que nada perturbe el circo
indecoroso del consumismo (la etapa superior de la insensibilización) y la
progresiva energumenización colectiva, producto de lo ya anotado: la
imposición de un pensamiento único y la suplantación de nuestras terminales
nerviosas por el auge estupidizante de los medios técnicos de comunicación.
****
Arlt se pregunta si esta posición mental de la humanidad es natural y se
contesta a sí mismo y con firmeza: "Creo que no". Aunque frente a las
evidencias vividas y padecidas en su momento histórico, no puede eludir el
pesimismo, afirmando -al final de su crónica- que "el horror de la presente
civilización se ha quintuplicado en pocos años" y el hombre se ha vuelto
más duro, más sordo, más ciego y más topo, "un topo que ya no sabe en qué
dirección excava su galería subterránea".****
* * *
El libro que reúne las crónicas periodísticas de Roberto Arlt se titula *El
paisaje en las nubes*, es un tomazo de 766 páginas y una edición muy
cuidada a cargo de Rose Corral, con un prólogo de Piglia. Lo editó el Fondo
de Cultura Económica. El libro tiene un problema gravísimo: cuesta 265
bolivianos, casi 40 dólares, más de la cuarta parte de un salario mínimo
local, lo cual lo convierte en un artículo tan suntuario que no hace más
que afirmar lo que venimos anotando. Los osados, podrían intentar robarlo.
Los demás, seguirán condenados a la tele, al paroxismo de su vulgaridad y
su complicidad con los crímenes. Ni modo, por ahora.****
Arlt vivió obsesionado hasta el final con esa amenaza de deshumanización.
Días antes de morir, le decía a su compañera de vida, algo que sigue
estremeciendo: "pensar que cuando yo me muera, estos árboles van a estar y
yo no los veré más" A César Tiempo, tan sólo una noche antes de partir, le
gritó antes de subir a un tranvía: "¡Cuidado con la tristeza! ¡Es un vicio!
¡No aflojemos!". Había soñado con conseguirse un yate y navegar y dar la
vuelta al mundo. Falleció convencido de que las realidades de la guerra
eran mucho peor que cualquiera abominación imaginada. El 26 de julio de
1942, le dio un ataque y murió. Tenía 42 años.****
Arlt es uno de los mayores exponentes de esa raza combativa y sensible de
los escritores-periodistas, los periodistas-escritores como también lo
fueron Mark Twain, Pasolini o el Chueco Céspedes, Walsh y el Gordo Soriano.
Gente que dejaba el pellejo y algo más en lo que escribía.****
Otra de sus crónicas, esta vez de 1938, reflejaba a la perfección ese amor
que Roberto sentía por la humanidad y por lo siniestro de las acechanzas.
Había leído en algún lado, en un periódico de Dantzig, una frase
pronunciada por un doctor alemán, doctor en física y en filosofía, un tal
Robert Ley (sic), nazi connotado, director del Frente de Trabajo Alemán,
dicha en Ginebra, en una asamblea: "En Alemania -dijo el dos veces
doctorado-, no debe haber sitio para los soñadores". En la misma ocasión,
nos trató de "países idiotas" a los sudamericanos.****
Arlt escribe que cerró los ojos y entonces vio a la eminencia germana,
"estrujando el planeta entre sus manos" y "exprimiéndolo, como una naranja,
de su substancia más preciosa" y al volver abrir los ojos, se encontró con
el mundo de Ley, "un mundo cúbico. Sin bosques, porque los bosques, de
acuerdo con la economía dirigida, se habían convertido en yacimientos de
madera. Los últimos pájaros que quedaron en los bosques fueron exterminados
por decretos del doctor Ley. También, por decreto del doctor Ley se le
prohibió susurrar al viento entre las ramas de los árboles y se decretó que
los ríos rodaran en sus cauces sin un murmullo".****
El padre de *Los lanzallamas* sigue, anotando la máxima del Nuevo Mundo:
"Nada sobre la tierra debe soñar. Todos deben trabajar".****
Sigo con su descripción a vuelo de pájaro torturado: "hacia donde se
dirigía la vista, sólo se distinguían multitudes encorvadas, cara al suelo,
empuñando el azadón, dirigiendo la grúa, sumergiéndose en los negros
agujeros de las minas". Todos deben trabajar.****
Enumero más monstruosidades, más sueños de la razón: 1. Supresión de la
línea curva, porque provoca sueños e ideas concupiscentes 2. Las bicicletas
se fabricarán con ruedas cuadradas 3. Las montañas serán "triangulizadas"
como las Pirámides 4. La comida será reemplazada por dosis de celulosa
condensada 5. Las escuelas se cerrarán, porque saber leer y escribir no
servirá para nada. ¡Todos deben trabajar!****
El producto de esa mentalidad antinatural y antipoética eran, para Arlt,
"los hombres cúbicos", los esclavos que pretendían los nazis, los seres
humanos que sólo trabajan y que ya no sueñan. Nadie se crea, por si acaso,
que Arlt era un vago, rico o mantenido. Fue un animal de periódico,
escritor imparable, inventor sin suerte. Sucede que en su vorágine
visionaria, Arlt ya intuía el mundo tal cual es hoy día: un mundo que se
devora las selvas y las aves y con ellos -aunque la mayoría no lo sepa-,
los sueños de la gente. Un mundo donde todos trabajamos obligados como
bestias sin cadenas y donde los sueños caben en ese aparato rectangular y
eléctrico, y allí se quedan y allí se mueren. Un mundo más sutil al de los
campos de concentración pero que para la mayor parte de la humanidad, en
los hechos, es igual a Auschwitz. O cómo dijo el poeta, tan bellamente como
sólo podía decirlo Nicolás Guillén: "Me matan, si no trabajo/ y si trabajo,
me matan/ siempre me matan, me matan".****
Este mundo horroroso debe cesar, debe abolirse. Y eso ocurrirá no cuando
haya nuevas ideas como lloriquea con hipocresía Vargas Llosa (diría Paul
Valery: no necesitamos nuevas ideas, sino que las dos o tres buenas ideas
que hemos tenido entre todos, se hagan realidad), sino cuando la gota
rebalse la copa y listo. Será la próxima generación, o la otra. Eso no
importa. Pero será. Será, empezará, cuando los changos apaguen el
*Facebook*y saqueen las últimas librerías, y vuelvan a juntarse y
compartan la
lectura de los libros, como cuando el viejo de la tribu contaba sus
historias a los niños, alrededor del fuego. Libros que, como quería Arlt,
encierren la violencia de un *cross* a la mandíbula. Cuando en esos libros,
volvamos a leer y encontrar todo lo bueno y lo bello que trajo aparejada la
presencia humana en el espacio-tiempo, volveremos a las antiguas huellas, a
los caminos, a las eternas montañas, a plantar árboles y regarlos con el
vino de la amistad sincera y al silencio filosófico que nos cure de todas
las heridas televisivas y permita que volvamos a escucharnos, a saber lo
que realmente queremos y nos da vida y a llamar de nuevo a las cosas por su
nombre y con nuestra propia voz.****
Río Abajo, 5 de junio de 2012****
Nota****
Todas las citas pertenecen a dos crónicas de Roberto Arlt: "El Polo Norte
no está más en el Polo Norte" y "Un mundo sin soñadores" publicadas en El
paisaje en las nubes. Crónicas en *El Mundo*. 1937-1942, FCE, Buenos Aires,
2009.****
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