sábado, 15 de noviembre de 2008

JULIO LUIS NELSON MONTERO

mencionado por
Ricardo Ayllón
Rosina Valcarcel

menciona a
Jorge Luis Roncal
Mapy Kruger

bio/biblio
Julio Nelson nació el 20 de octubre de 1943 en Iquitos. Cursó literatura en Lima, Munich y Paris. En esta última ciudad lee a José María Arguedas y los indigenistas. Y al influjo de la belleza humana y paisajística que retratan estos escritores, a su retorno al Perú, en 1970, se va a vivir en la cordillera de los Andes del departamento de Ancash, donde forma familia. Se casa con Dalila Cárdenas y tiene a sus hijas Eleanor y Clara. En 1980 traslada su residencia a Lima, donde hasta la fecha se desenvuelve como traductor y profesor de idiomas.
Siendo estudiante de la Universidad de San Marcos publicó, en 1964, sus primeros poemas en las revistas Haraui y Piélago. En 1968 la revista Amaru publicó otros poemas suyos. Su primer poemario orgánico ve la luz en 1982 bajo el título de “Caminos de la Montaña”; lo constituyen poemas escritos durante su estancia en los Andes, y otros escritos en Lima pero siempre inspirados en el mundo andino. La crítica lo señaló como la más brillante poetización del universo andino. En 1985 un cuento suyo, “La agencia de ómnibus”, es mención honrosa en el concurso de cuentos Juan Rulfo, que convoca Radio Francia Internacional. Otro cuento suyo, “Para Elisa”, es mención honrosa en el XV Concurso Latinoamericano del Cuento, convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, en 1986. En 1995 publica el poemario “El otro universo”, y en 1998 es editado su libro de cuentos “La tierra del sol”. En el año 2002 se publica su obra poética integral bajo el título de “Summa poética”. En la actualidad trabaja una novela sobre los tiempos del caucho en la Amazonía.

poemas

EN LA LUZ DE LA IGNOTA ALDEA

Jugabas en el sol
con los muchachos
de harapos, la gélida brisa
zumbaba en los árboles
del huerto escolar
y batía como hojas
los harapos,
la tarde azulaba
los flancos de los cerros
pero era aún el sol
en el huerto y tú
prodigándote
en la luz
de la ignota aldea.
Cómo imaginar
entonces que apenas
ese instante
cambiaría mi vida
para siempre



LA MADRE VIVA

Yo no la conocía, su imagen en la adolescencia
me llegó, en unas líneas, unas páginas,
magistralmente retratada.
Vivía en mi imaginación, feérica, como
la imagen de la madre viva que no conoces.
En la juventud fui trémulo a su encuentro.
Me envolvió su luz y quise morir
del gozo y quise decirle (¡se lo dije!):
“Aquí no nací, mi cuna aquí no se meció,
pero cómo quisiera que cuando
un día me muera aquí mi tumba quede”. (1)
Y le dije, todavía más estremecido: “Vivir
contigo es lo que quiero”, “madre, madrecita sierra”


(1) Paráfrasis de los versos finales del poema La llanura, de Petroffi.


SOBRE EL PUENTE VIEJO DE HUANUCO

Todos, en un momento dado, nos preguntamos por el sentido
de la vida. Una vez, varias o infinitas veces.
Pero tan solo conoced el pueblo. Y contemplad las aguas.
Las aguas fluir y veréis lo anónimo, el torrente
y no las gotas, la unidad en lo diverso, la fuerza
armónica que se dirige al mar (que evoca la libertad);
ningún obstáculo es invencible, el torrente
es irresistible.



EN TODOS LOS VALLES DEL PLANETA

En líneas cortadas
-unas pocas, breves líneas-
al caer el día, de noche
o en la luminosa mañana
el hombre en todos los valles del planeta
-¡ignorándolo, o maravilla!-
escribió o simplemente dijo a otros
sus emociones
en forma condensada
con extraña belleza.
Todas las emociones de los vivos.

¿Podría saberse qué de común hay
en esos versos, cuál es la esencia de todos ellos?
Son tantos los versos, las canciones, los poemas.
Pero acercándose uno a los más nobles
escucha un aleteo, un como murmullo,
un clamor
Libertad
Libertad
Libertad


ANTE EL AMAZONAS

“A orillas del Lehman me senté y lloré”.
Este verso del poeta inglés llena de extraña
emoción a quien lo lee. Manrique y Machado
tienen también versos hermosos, sugerentes sobre el río.
El río evoca mucho el misterio de la vida, y nadie
puede con indiferencia mirar el fluir majestuoso de un río
hacia al atardecer o en la mañana. De noche,
seguro de noche dijo el gran poeta checo:
“El Voltaba canta su canción sin palabras”.

¿No se imaginaron en el río los sabios para descifrar
el enigma del devenir, de lo que pasa y permanece?
Los hombres marchan en la historia igual que las naves
contra la corriente del río (Homero nos llamó “navegantes”.)
Y así escribió el nuevo poeta: “Recuerda: en medio de la corriente,
el viento, las olas ¿detenían acaso el vuelo de la barca?”

De: Caminos a la montaña. Poemas 1965-1981

Publicado por Martí­n Zúñiga:: 12:10 PM ::
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