sábado, 22 de noviembre de 2008

ANTONIO GARCIA SANTESMASES(CATEDRATICO DE FILOSOFIA) : LA HORA DE PREGUNTAR

LA HORA DE PREGUNTAR
No soy el más indicado para pronunciarme acerca del presente y el futuro de Izquierda Unida. No habiendo sido nunca militante de la organización sería una irresponsabilidad por mi parte opinar sobre los debates internos que ha vivido en los últimos meses. Atendiendo, sin embargo, a la amable invitación de Mundo Obrero sí puedo aportar mi punto de vista sobre la coyuntura política en la que nos encontramos. Sea cual sea la estrategia política que se adopte no parece ocioso dedicar algún tiempo a analizar qué nos está pasando.
Lo primero y más palpable es que no sabemos definir con claridad qué es lo que nos pasa; por qué nos pasa lo que nos pasa y cuánto va a durar esto que nos está pasando.
Si uno recuerda lo ocurrido en las últimas elecciones parece que estuviera hablando de hace muchísimos años. En octubre del 2008 aquel mes de marzo (cuando Izquierda Unida perdió abrumadoramente) parece muy lejano y la prensa habla de una crisis financiera equiparable a la crisis del 29; de una época semejante a la vivida en vísperas de la I Guerra Mundial; se anuncian cierres de empresas, despidos de trabajadores, restricción en los presupuestos, imposibilidad de atender a la Ley de Dependencia, necesidad de posponer el desarrollo sostenible, incertidumbre ante lo que puede ocurrir.
En estas circunstancias todo apunta a un aumento del malestar social. Es imposible que los Estados europeos acudan al rescate de los bancos sin que esta política tenga consecuencias. No es creíble sostener que no hay recursos para el desarrollo sostenible, para reducir la jornada de trabajo, para hacer conciliable la vida laboral y la vida familiar, para apoyar al 0,7 y afirmar a renglón seguido que toda la capacidad del Estado se destinará a apoyar la solvencia económica del sistema financiero.
El malestar social va a aumentar y en esa circunstancia sólo hay dos opciones: o este malestar se canaliza a través de vías que prediquen la preferencia nacional (con todos los peligros que conlleva el aumento del racismo y la xenofobia) o la izquierda logra articular las reivindicaciones de los que van a sufrir, de los que están sufriendo ya, las consecuencias de este capitalismo salvaje.
Para realizar esta tarea la izquierda tendría que empezar desde abajo no dando nada por supuesto. Recogiendo los motivos de queja, de enfado, de frustración, de impotencia y los sentimientos de angustia ante un futuro que destapa todas las alarmas y nos llena de incertidumbre. Los analizadores sociales tienen que mirar lo que nos está pasando en los centros educativos, en los hospitales, en las colas del INEM, en los comedores de Caritas y a partir de esas experiencias ir tejiendo redes de solidaridad.
Ha llegado el momento de invertir las tornas y ser nosotros los que preguntemos. Siempre recordaré de mi ya lejana experiencia como estudiante de un gran profesor que ante los requerimientos de los estudiantes decía: “pregunten pregunten, que las grandes preguntas valen tanto como las grandes respuestas”
Creo que las víctimas de las crisis quizás no tengamos grandes respuestas pero tenemos toda una batería de preguntas: ¿no nos habían dicho que estábamos viviendo el gran triunfo del capitalismo liberal?; ¿no se defendía una globalización que tendría efectos espléndidos para todos?; ¿en qué han quedado todas esas promesas de bienestar, justicia y prosperidad para todos?
No podemos aceptar que todos somos igualmente responsables. Los trabajadores han ido sufriendo una pérdida del poder adquisitivo; los jóvenes no se han podido emancipar; los funcionarios no han podido hacer frente al aumento del coste de vida; los médicos y los profesores están sobrepasados a la hora de atender las necesidades.
De los tres tercios de la sociedad dos tercios hemos ido aguantando como hemos podido la embestida de este capitalismo consumista y depredador y cuando llega la crisis descubrimos que los responsables de este desaguisado reclaman apoyo del Estado, de un Estado que afirma que no es posible hacerse cargo de las necesidades más perentorias. Pero vamos a ver: ¿de qué Estado estamos hablando?
No sé si tenemos muchas respuestas pero antes de volver a enzarzarnos en ejercicios de autodestrucción, miremos a nuestro alrededor y comencemos nosotros a preguntar: ¿quiénes son los responsables de todo esto?; ¿qué seguridad hay de que los que se han equivocado anteriormente acierten ahora?
Creo que las bases sociales de la izquierda están deseando escuchar otras voces que rompan el consenso hoy dominante. Encontrar esa voz alternativa es tarea de las distintas fuerzas de la izquierda política y sindical.

Antonio García Santesmases. Catedrático de Filosofía Política de la UNED
Nota.- Artículo aparecido en Mundo Obrero, (www.pce.es), Nº 206, noviembre 2008, pág. 17, mensuario del PC de España, suplemento Reconstruir la Izquierda VII. Muy oportuno para nuestra propia situación actual.
Ragarro / 19.11.08

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