"pienso que volver a Marx a través de José C. Mariátegui es volver al Marx que corresponde, al Marx que tendría alguna relación con América Latina,"...
Osvaldo Fernandez
El renacimiento del Marxismo
Osvaldo Fernandez
Si
renacimiento quiere decir que hay un cierto auge en los estudios del
marxismo en estos momentos, sí estoy de acuerdo. En Francia, por ejemplo; en Estados Unidos, en Inglaterra, en Bélgica, en España, también en Japón y la India, hay un rebrote, un
renacimiento en el sentido de que los estudios sobre Marx aumentan.
Si
renacimiento quiere decir que hay un cierto auge en los estudios del
marxismo en estos momentos, sí estoy de acuerdo. En Francia, por ejemplo; en Estados Unidos, en Inglaterra, en Bélgica, en España, también en Japón y la India, hay un rebrote, un
renacimiento en el sentido de que los estudios sobre Marx aumentan.
Pero yo repetiría la frase de Derridá, que a su vez la toma de Blancheaux, y que dice: "a cada muerte le sucede una resurrección, recibiendo.. ......", porque la pregunta que yo me hago es si es que el
marxismo ha muerto, ¿por qué el
marxismo ha muerto tantas veces?, ¿por qué ha muerto cada vez que hay un fracaso teórico? Donde sea. Ya en 1848, en la misma fecha del Manifiesto Comunista, ante el fracaso de la Revolución, alguien había dicho que el
marxismo estaba muerto. O sea que Marx murió joven. En 1907 también, y había que reemplazarlo por el empiriocriticismo. Viene el fracaso de la Segunda Internacional y también muere el
marxismo.
La pregunta que yo hago es ¿por qué al
marxismo se le mata tan continuamente y por qué se le hace responsable de los fracasos que he señalado, de estas derrotas prácticas? ¿En qué está comprometido, en qué lo comprometieron? Porque los fracasos de la Democracia Cristiana no afectan a Santo Tomás. Nadie ha hablado de la muerte de Santo Tomás. Sin embargo, ahí hay fracasos. Los vínculos de la DC italiana con la mafia, cada vez más evidentes, indican una bandera rota de un pensamiento político y de un movimiento fuerte. Esa es la pregunta que me hago, en caso de que la respuesta sea que el que ha muerto es el
marxismo. Si la respuesta es que el que ha muerto es el
marxismo – leninismo, en tanto ideología y en tanto codificación staliniana, yo diría dos cosas: primero, que en mi conocimiento no he oído a alguien que quiera resucitarlo, y en segundo lugar, que lo dejemos muerto y que esa tumba sea permanente.
Cuando hablo de
marxismo – leninismo, no se trata ni de Marx ni de Lenin. Y eso también tendría que ser una reflexión. Felizmente nosotros los comunistas, en una época sacamos de nuestros Estatutos la promesa al
marxismo – leninismo, y yo lo he dicho muchas veces, era como un carpintero que todas las mañanas se levantaba y hacía una promesa al martillo, pero sin usarlo. Creo que lo importante es usarlo, no prometerle nada. El compromiso que había entonces para un teórico, el hecho que él había prometido al
marxismo – leninismo, y como eso ya venía codificado y había cosas por las que no se podía pasar.
Inmediatamente con la Segunda Internacional, viene un período de petrificación ideológica, de construcción de una cierta manualización del
marxismo, de una codificación que fue la que desafió Lenin con la revolución rusa. Lenin tuvo que pasar por encima de todos los criterios para la revolución, para el trabajo revolucionario y para el Partido de la revolución, la Segunda Internacional. Si él hubiera seguido esa codificación, no hubiera habido revolución rusa. Entonces, tampoco hubiera habido revolución cubana si los compañeros cubanos hubieran, como pretende alguien, seguido las leyes leninistas. No se siguió ninguna ley leninista, son las leyes cubanas de la revolución. Son las leyes que ellos encontraron en las práctica revolucionaria, en el terreno; así como lo que nosotros hagamos con respecto al socialismo, la revolución, etc., serán determinadas por nuestra concepción de la realidad chilena, y no por lo que fue la revolución rusa o la cubana.
Luego de la Segunda internacional hay una crisis, una bancarrota, la muerte de Marx, etc., y durante los años veinte del siglo XX, una especie de momento abierto de reflexión, donde se produce además de Rosa Luxemburgo, el pensamiento de la Escuela de Frankfurt, de José Carlos Mariátegui, que está al lado nuestro en Perú, el pensamiento de Antonio Gramsci, que piensan fuera de una petrificación o de una codificación ideológica y por eso es que su pensamiento es profundo, sugerente. Además son pensadores que invitan a pensar. El manual de Stalin no invita a pensar. El manual de materialismo histórico y dialéctico de Stalin y todos los manuales, son lo menos dialécticos e históricos que existen. Si ustedes los confrontan con cualquier obra de Engels o cualquier obra de Marx o Lenin, se van a dar cuenta de eso.
Pero inmediatamente, en 1924, Stalin escribía las "Cuestiones del Leninismo" y luego viene la codificación staliniana que es la que en estos momentos se acaba y que es la que nos deja de nuevo a campo abierto.
Para hacer otra metáfora, me refiero a cómo salir del círculo quedándose cerca. Creo que la actitud del que se amarra a los manuales, a la vulgarización, busca la protección, porque el círculo es una casa cerrada, protectora, abrigada. Ahí estamos seguros, nos encontramos con gente que nos asiente, que está de acuerdo con nosotros. Pero cuando salimos hacia fuera es distinto, hace frío. Estamos a la intemperie, es otra la situación.
Entonces el problema que yo veo frente a esta nueva crisis es cómo salir del círculo cerrado y quedarnos afuera. Es decir, no hay paradigmas teóricos ni paradigmas políticos. No hay formas de revolución que basta con seguirlas a la letra para que la nuestra triunfe. Eso nunca ha ocurrido. El hecho histórico es irrepetible. Hay muchas experiencias de las veces que se quiso repetir en América Latina la revolución cubana. El "Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo", que a veces no se ha leído bien, es una advertencia de Lenin para que no anden repitiendo la revolución rusa por todas partes. Que si había resultado en Rusia, no iba a resultar en otros lados. Ese es el objetivo de ese libro y eso es lo que dice. Eso quiere decir que un proceso revolucionario o un proceso de desarrollo de nuestro movimiento tiene que ver con un conocimiento adecuado de la revolución donde entran todas las advertencias que hacía recién el compañero cubano.
Fíjense que en Francia se editó en 1937 "Materialismo Dialéctico, Materialismo Histórico" de Stalin. Porque alguien me puede decir: bueno, pero eso es un folletito. Efectivamente, por aquí lo tengo yo, una treintena de páginas. Pero, dicen ellos, y ese es el impacto que provocó, sarampión del cual nos libramos nosotros, "el texto de la obra que presentamos al público por primera vez, ha sido traducido al francés en 1937, tres siglos después de la aparición en 1637 del Discurso del Método de René Descartes. Dos momentos de un mismo esfuerzo. Dos obras de la misma talla". Eso está en el prólogo de las Ediciones Sociales de esta obra.
Después viene un rápido repaso y enumeración de las cosas que Marx, Engels, Lenin, escribieron. Entonces dice: "todos estos estudios estaban dispersos en obras polémicas (ahí estaba El Capital, Materialismo y Empiriocriticismo, etc.). En 1936 Stalin hizo por primera vez la exposición sistemática, magistral que ahora publicamos". O sea, él le da cuerpo teórico que venía amarrado a las anteriores, porque Descartes inauguró una concepción de las ciencias y Stalin inauguraba otra y abría para los siglos venideros otra manera de pensar.
A eso me refiero yo cuando hablo del manual, y no el manual que sirve para aligerar el conocimiento. El gran problema es que los manuales de
marxismo evitaban entrar en El Capital, o en la obra económica de Marx. Yo tuve una experiencia. ¿Por qué yo empecé a leer a Marx? Porque estaba en una escuela de cuadros en Valparaíso y había un curso de economía para poder entender un poco más lo que se decía. Empecé a leer un manual de
marxismo y no entendía nada. Me fui a El Capital y ahí lo entendí todo.
Por eso hay que salir de la casa paterna, atreverse a estar afuera, porque yo he visto textos que se hicieron después de la crisis que se sufrió y me da la impresión que el autor dice: mira, juntemos todos los palitos que quedaron afuera de la casa después del terremoto y armamos cualquier cosa y nos metemos de nuevo para adentro. Entonces, el trabajo teórico que se está reclamando supone un trabajo a campo abierto, en donde la teoría debiera pasar, como dicen los de la Teología de la Liberación, a ser un momento secundario.
Marx decía que la ciencia era "objeto" que venía después del encuentro con la realidad, y ahí se empezaba a articular una dialéctica entre lo que se hacía, y lo que se pensaba acerca de lo que se hacía, y lo que se pensaba acerca de los sujetos que hacían eso. Porque en este asunto del análisis teórico hay tres protagonistas. Es decir, está el análisis teórico mismo, que se transforma en la medida que la investigación, el análisis, el conocimiento, se aproximan al objeto; el objeto, que en la medida que lo hacemos para nosotros lo vamos transformando; y ese objeto que se va transformando a sí mismo.
Lo que se plantea ahora es que detrás de la muerte surge la necesidad de volver a Marx. José Carlos Mariátegui propuso una fórmula entre un debate continuo en el interior del movimiento, entre un momento ortodoxo y un momento heterodoxo. Eso lo incorporó a la revista que hizo, a la manera como abordó los problemas, a la manera como enjuició la ideología de los civilistas, es decir, la oligarquía peruana, y a la manera como entendió el
marxismo. El vio, por ejemplo, el revisionismo como un momento creador. Para él, Lenin era un revisionista de las cosas que había visto. Es decir, el
marxismo avanza por el lado de la heterodoxia, porque es el lado de la producción de pensamiento. La ortodoxia reproduce el pensamiento y lo que hace por lo general es convertir esa reproducción en un ritual. La adoración al martillo de todos los días. En cambio, de lo que se trata, es que haya un ir y venir entre estos dos momentos. Así pensaba Mariátegui. Por eso es un pensador estimulante.
Gramsci habla de este retorno a Marx a través de una paradoja que termina siendo casi una ironía. Es decir, volvemos a Marx buscando la ortodoxia de Marx, pero llegamos a Marx, y como en la historia del Hombre Feliz, de aquel que buscaba la camisa del hombre feliz y se da cuenta, cuando lo encuentra, que el Hombre Feliz no usaba camisa.
Marx no fue un autor que evolucionó, que atravesó una génesis con momentos establecidos, como en general aparece en los manuales, como alguien que a los cinco años ya proyecta su vida y en tal etapa voy a escribir esto y en esta otra voy a hacer esto otro. Fue alguien que buscaba, que exploraba, que se angustiaba, porque no podía avanzar rápidamente porque venía la revolución, porque creyó muchas veces en una revolución que no vino nunca y que a veces partía a un lado y se desviaba para otro, que se autocriticaba.
Al joven Marx hay que leerlo tomando en cuenta que ahí hay una profunda autocrítica. La crítica a Feuerbach no es sólo la crítica a él, sino una autocrítica a su manera de pensar. Alguien habló de la Ideología Alemana, que fue entregada a la crítica roedora de ratones porque lo fundamental ya estaba hecho, decían ellos, Marx y Engels, porque era un ajuste de cuentas de ellos mismos ante su conciencia. O sea, escriben un libro de quinientas páginas para criticar a los que eran partidarios de ciertas cosas en las que ellos también pensaban en la época. Porque Marx estaba criticando a sus amigos, a los de empresas comunes. Juntos habían escrito cosas y participado en revistas, etc. Pero el corte radical que hace con ellos y la violencia con que se separa de ellos es también una violencia en detrimento de lo que él mismo pensaba. Entonces, no es un autor estanco, no es un autor que diga las cosas de manera absoluta.
De lo que se trata es de romper con esta manera de pensar. Me da la impresión de estar empujando puertas abiertas, pero creo que hay una tendencia de parte nuestra a no salir afuera. Y en la vuelta a Marx, pienso que volver a Marx a través de José C. Mariátegui es volver al Marx que corresponde, al Marx que tendría alguna relación con América Latina, y a través de Gramsci que es un capítulo de nuestro pensamiento y accionar, al punto que nuestro enemigo se ha dado cuenta que el enemigo principal, lo dice en el Doumento de Santa Fe, ya no es el
marxismo leninismo, es el gramscismo. Para la UDI también. En el programa de la UDI alertan con respecto a Gramsci, no alertan con respecto a Marx. Tenemos que entender que si el enemigo reconoce ciertas fuentes como su enemigo, nos está indicando, porque es muy generoso lo que dicen, este "movimiento latinoamericano" inspirado por Gramsci. Me parece que esa es la vuelta que podríamos hacer.
Osvaldo Fernandez, Filósofo y académico de la Universidad de Valparaíso
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