domingo, 16 de noviembre de 2008

Palabreja en estos tiempos

Estimado Jaime Lastra,
 
Ante todo se le  agradece por la sistematización  del  materialismo dialéctico  del libro  "Materialismo y Emperiocristicismo", del maestro del proletariado internacional Lenin,  empero de  las 1996 palabras que cuanta vuestro documento;  no responde ninguna  a la interrogante planteada por el militante socialista Miguel Aragon,  ¿en cual (es)  documento (s)  los maestros del proletariado  Marx y Engels, se refieren al Materialismo Dialéctico?
 
Lo que interesa a la clase obrera, el proletariado, al pueblo es conocer  sobre la utilidad  de esta discusión, su connotación, de donde vienen los errores del socialismo peruano e internacional,  sino concebimos errores entonces "¿cerremos la tienda?" no pasó nada,  ¿podríamos pensar absolutamente que todo deviene en  el grupo de personas que se transformaron en  revisionistas de la noche a la mañana?,  en la actualidad, se puede debatir, superar, revisar conceptos  en primer lugar con uno mismo (le confieso compañero tengo arraigado el "materialismo dialéctico" y "marxismo- leninismo", producto de la militancia juvenil,  pero si hay que revisar en el mejor sentido de la palabra  haremos la investigación, en ciencia  no cabe literatura, ni  concepciones de adoración a un concepto o personas por ende tener comportamiento idealista. Observo que usted cita  también a  Jesucristo,  es muy fuerte las ideas religuiosas en el movimiento socialista, la adoración a un personaje io la hemos tenido muy cerca, recuerde  en las decadas del 80/90) .
 
Luego  se debe debatir con los afines, posteriormente con los compañeros del frente único proletario, sobre estos temas y  otros temas;  me niego a venerar a los maestros del proletariado, tampoco a plegarme al coro de los que denominan que con el cuento  "dogmaticos" o "marxismo congelado" nos recuerdan al aprismo,  con esa aseveración tergiversan documentos, hechos historicos,  tampoco no me acerco a la orquesta del  anti stalinista o anti troskismo a ultranza, ellos marxistas con aciertos y errores no estan en el mismo nivel que los maestros del proletariado internacional,  tampoco no hacemos música con  los que ven la contradiccion absoluta del Amauta Mariategui con la III  Internacional, pienso que las diferencias se presentan principalmente  con la sesion latinoamericana de la Internacional,  de ni tampoco los que plantean la unidad plena,  empero es necesario concordar con el  maestro del proletariado peruano y latinomericano  José Carlos Mariategui, al señalar certeramente  que revolución en el  Perú será sin calco ni copia, y este es el concepto ratificatorio de la Creación Heroica,  esta visión es compatida  con el peruano más universal y miliciano en la Guerra Civil Española: Cesar Vallejo, en contra los marxistas de manual, esquematicos, aqui no vale la etiqueta, ni el nombre aqui vale la esencia.
 
Igualmente cabe mencionar que  los hechos desmienten a un compañero  afin a su pensamiento politico; que con mentalidad de "chaman"  vaticinaba que  para el 7 de octubre del 2008, nos  constituiriamos en un nuevo partido politico.El Partido Socialista de Perú se fundo hace 80 años, esa es la fecha que celebramos y evaluamos. Aunque cabe precisar que quedo pendiente la aprobación los Principios Programaticas, propuesto por Mariategui,  para el Primer Congreso Partidario.
  
Acompaño un el articulo de Cesar Vallejo, LAS LECCIONES DEL MARXISMO  publicado en Variedades 19/01/1929 y el libro Cesar Vallejo Obras Completa, artículos y crónicas 1918-1939, editado bajo la dirección de Jorge Puccinelli. Ojo no debemos tomar el espíritu no la letra lo que señala Vallejo, respecto a Marx, también vale para Lenin. 
 
Asimismo adjunto, uno de los 161,000 articulos relacionados a materialismo dialectico,  en Internet, por favor usted mismo puede corroborar  escribiendo materialismo dialectico en el buscador de su preferencia y se encontrará con articulos relacionados los  mismos  que  acabo de encontrarme  con sorpresas que permiten claridad   en el debate sobre este tema.
 
Saludos y cuidado con la salud, la cuestión generacional obliga a cuidarse,  tanto  a los que están pronto a celebrar las "cincuenta  velitas" como usted comprenderá  y, por favor nada de "brabuconadas" con el "cemento y el ladrillo" que son cosas seria, lo digo yo que soy muy "bueno" en ello,  igualmente cuidese tambien de la prostata,  a nosotros que avanzamos prestos a recibir dentro de algunos buenos... calendarios los sesenta añitos..,nos dicen veteranos, ya quisieran estos "jovenes",  tener los aprestos juveniles que mostramos..
Un abrazo fraterno, estimado camarada y amigo.
Luis Anamaria
 
 
 
 
LAS LECCIONES DEL MARXISMO
CESAR VALLEJO
 
 
Hay hombres que se forman una teoría o se la prestan al prójimo para luego tratar de meter y encuadrar la vida, a horcajadas y a mojicones, dentro de esta teoría. La vida viene, en este caso, a servir a la doctrina en lugar de que ésta sirva a aquella. Los marxistas rigurosos, los marxistas fanáticos, los marxistas gramaticales, que persiguen la realización del marxismo al pie de la letra, obligando a la realidad social a comprobar literal y fielmente la teoría del materialismo histórico -aún desnaturalizando los hechos y violentando el sentido de los acontecimientos- pertenecen a esta calaña de hombres. A fuerza de ver en esta doctrina la certeza por excelencia, la verdad definitiva, inapelable y sagrada, la han convertido en un zapato de hierro, afanándose por hacer que el devenir vital -tan fluido, por dicha y tan preñado de sorpresas- calce dicho zapato aunque sea magullándose los dedos y hasta luxándose los tobillos. Son estos los doctores de la escuela, los escribas del marxismo, aquellos que velan y custodian con celo de amanuense la forma y la letra del nuevo espíritu, semejantes a todos los escribas de todas las buenas nuevas de la historia. Su aceptación y acatamiento al marxismo son tan excesivos y tan completo su vasallaje a él, que no se limitan a defenderlo y propagarlo en su esencia -lo que hacen únicamente los hombres libres- sino que van hasta a interpretarlo literalmente, es decir, estrechamente. Resultan, así, convertidos en los primeros traidores y enemigos de lo que ellos, en su exigua conciencia sectaria, creen ser los más puros guardianes y los más fieles depositarios. Es, sin duda, refiriéndose a esta tribu de esclavos, que el propio maestro se resistía, el primero, a ser marxista.

Qué lastimosa orgía de eunucos repetidores la de estos traidores del marxismo. Partiendo de la convicción de que Marx es el único filósofo de la historia pasada, presente y futura, que ha explicado científicamente el movimiento social y que, en consecuencia, ha dado, una vez por todas, con el clavo de las leyes del espíritu humano, su primera desgracia vital consiste en amputarse de raíz sus propias posibilidades creadoras, relegándose a la condición de simples papagayos panegiristas, y papagayos de El Capital. Según estos fanáticos, Marx será el último revolucionario de todos los tiempos y, después de él, ningún hombre futuro podrá crear ya nada. El espíritu revolucionario acaba con él y su explicación de la historia contiene la verdad última e incontrovertible contra la cual no cabe ni cabrá objeción ni derogación posible, ni hoy ni nunca. Nada puede ni podrá concebirse ni producirse en la vida que no caiga dentro de la fórmula marxista. Toda la realidad universal no es más que una perenne y cotidiana comprobación de la doctrina materialista de la historia. Desde los fenómenos astrales hasta las funciones secretoras del sexo del euforbio, todo es un simple reflejo de la vida económica del hombre. Para decidirse a reír o a llorar ante un transeúnte que resbala en la calle, sacan su Capital de bolsillo y lo consultan previamente. Cuando se les pregunta si el cielo está azul o nublado, abren su Marx elemental y, según lo que allí leen, es la respuesta. Viven y obran a expensas de Marx. Ningún esfuerzo les es exigido ya ante la vida y ante sus vastos y cambiantes problemas. Les es suficiente que antes que ellos haya existido el maestro que ahora les ahorra la viril tarea y la noble responsabilidad de pensar por sí mismos y de ponerse en contacto directo con las cosas.

Freud explicaría fácilmente el caso de estos hombres cuya conducta responde a instintos opuestos, precisamente, a la propia filosofía revolucionaria de Marx. Por más que les anima una sincera intención renovadora, su acción efectiva y subconsciente los traiciona, haciéndolos aparecer como instrumentos de un interés de clase, viejo y oculto, subterráneo y refoulé en sus entrañas. Los marxistas formales y esclavos de la letra marxista son, por lo general, o casi siempre, de origen y cepa social aristocrática o burguesa. La educación y la cultura no han logrado expulgarles estas lacras. Tal es, por ejemplo, el caso de Plejanov, Bujarin y otros exégetas fanáticos de Marx, descendientes de burgueses o de aristócratas, convertidos.

Lenin, en cambio, se ha separado y ha contradicho en muchas ocasiones del texto marxista. Si se hubiera ceñido y encorsetado, al pie de la letra, en las ideas de Marx y Engels relativas a la incapacidad y falta de madurez capitalista de la sociedad rusa, para ir a la revolución y para implantar el socialismo, no existiría en estos momentos el primer Estado proletario.

Otras tantas lecciones de libertad ha dado Trotsky. Su propia oposición a Stalin es una prueba de que Trotsky no sigue la corriente cuando ella discrepa de su espíritu. En medio de la incolora comunión espiritual que conserva el mundo comunista ante los métodos soviéticos, la insurrección trotskista constituye un movimiento de gran significación histórica. Constituye el nacimiento de un nuevo espíritu revolucionario dentro de un Estado revolucionario. Constituye el nacimiento de una nueva izquierda dentro de otra izquierda que, por natural evolución política, resulta, a la postre, derecha. El trotskismo, desde este punto de vista, es lo más rojo de la bandera roja de la revolución y, consecuentemente, lo más puro y ortodoxo de la nueva fe.

(Publicado en Variedades no.1090, Lima, 19-1-1929)
 
José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía
Alianza Editorial, Madrid 1979
tomo tercero
páginas 2147-2149

Materialismo dialéctico
El materialismo dialéctico –expresión acuñada por Plejanov y abreviada Diamat– es una de las especies de materialismo (Véase). A veces se ha identificado 'materialismo dialéctico' con 'marxismo', pero, en razón de las muy variadas especies de marxismo (Véase), tal identificación es poco plausible. En todo caso, no se puede identificar el materialismo dialéctico con el pensamiento de Marx, aun si se tiene en cuenta que éste fue materialista, que su materialismo se opuso al materialismo mecanicista, que usó un tipo de pensamiento que en ocasiones exhibió una fuerte impronta dialéctica e inclusive que dio su aprobación a lo que luego fue considerada como una de las leyes dialécticas formuladas por el materialismo dialéctico, esto es, el paso de la cantidad a la cualidad según el modelo de la Lógica de Hegel. Sin embargo, nada de esto hace de Marx un materialista dialéctico en sentido estricto; el materialismo de Marx es, en cambio, un materialismo histórico (Véase).
La más simple e influyente formulación del materialismo dialéctico se halla en Engels, que creyó con ello no desviarse de Marx o, en todo caso, creyó completar a Marx. La formulación de Engels se ha incorporado al marxismo calificado de «ortodoxo», del cual hemos dado cuenta en Marxismo (II) y en Filosofía Soviética. Esto no quiere decir que sólo los marxistas «ortodoxos» sean materialistas dialécticos. Es posible sostener el materialismo dialéctico dentro de formas de marxismo «no ortodoxo» –cuando menos no ortodoxo respecto al marxismo ortodoxo aludido–. Ello puede ocurrir de varios modos, entre los cuales sobresalen dos: como un intento de suplementar y sistematizar el marxismo en forma distinta del conglomerado hoy tradicional «Marx-Engels-Lenin», o «marxismo-leninismo»; o bien como una posibilidad para el futuro, cuando se haya «absorbido» por completo la razón analítica y positiva que se supone caracteriza aún las ciencias y éstas puedan constituirse dialécticamente, o materialística-dialécticamente.
Engels desarrolló el materialismo dialéctico en la obra La transformación de las ciencias por el Sr. Dühring (Herrn Dühring Umwälzung der Wissenschaften, 1878; publicada como una serie de artículos en Vorwärts, 1877), conocida con el nombre de Anti-Dühring, y también en una serie de [2148] manuscritos procedentes de 1873-1883 y publicados por vez primera en 1925 con el nombre Dialektik der Natur (hay posteriores ediciones, más fidedignas; trad. esp. con introducción por Manuel Sacristán). Aunque Engels se opuso al idealismo, incluyendo el idealismo de Hegel, encontró en este autor apoyo para una «filosofía de la Naturaleza» que descartara y superara el materialismo mecanicista, característico de gran parte de la física (mecánica) moderna y en particular de las interpretaciones filosóficas de la ciencia moderna que proliferaron en el siglo XIX por obra de Ludwig Büchner y otros autores. Este materialismo es, según Engels, superficial y no tiene en cuenta que los modelos mecánicos no se aplican a nuevos desarrollos científicos, tales como los habidos en química y en biología, y especialmente tal como se manifiestan en la teoría de la evolución de las especies. El materialismo «vulgar» mecanicista no tiene tampoco en cuenta el carácter práctico del conocimiento y el hecho de que las ciencias no son independientes de las condiciones sociales y de las posibilidades de revolucionar la sociedad.
Mientras el materialismo mecanicista se apoya en la idea de que el mundo está compuesto de cosas y, en último término, de partículas materiales que se combinan entre sí de un modo «inerte», el materialismo dialéctico afirma que los fenómenos materiales son procesos. Hegel tuvo razón en insistir en el carácter global y dialéctico de los cambios en los procesos naturales, pero erró en hacer de estos cambios manifestaciones del «Espíritu». Hay que «invertir» la idea hegeliana y colocar en la base la materia en cuanto que se desarrolla dialécticamente. La dialéctica de la Naturaleza procede según las tres grandes leyes dialécticas: ley del paso de la cantidad a la cualidad, ley de la interpenetración de los contrarios (u opuestos) y ley de la negación de la negación. Negar que hay contradicciones en la Naturaleza es, según Engels, mantener una posición metafísica; lo cierto es que el movimiento mismo está lleno de contradicciones. Son contradicciones «objetivas» y no «subjetivas». Sin la constante lucha de los opuestos no pueden explicarse los cambios.
El carácter de lucha y oposición de contrarios es, según Engels, universal. Se manifiesta no sólo en la sociedad y en la Naturaleza, sino también en la matemática. La negación de la negación se manifiesta en que de un germen procede una planta que florece y muere, produciendo otro germen que vuelve a florecer. También se manifiesta en que la negación de una cantidad negativa da una positiva. El materialismo dialéctico no es, según Engels, contrario a los resultados de las ciencias; por el contrario, explica, justifica y sintetiza estos resultados. A despecho del ejemplo citado en la matemática se ha preguntado a menudo hasta qué punto las ciencias formales, y específicamente la lógica, son dialécticas y están sometidas a las leyes enunciadas por el materialismo dialéctico. Engels se expresó al respecto de un modo un tanto ambivalente, pues mientras las leyes de referencia tienen, a su entender, un alcance verdaderamente universal, por otro lado las leyes dialécticas mismas constituyen un elemento invariable. Puesto que la lógica misma es dialéctica, parece que no cabe preguntar si la propia lógica dialéctica es o no dialéctica; no parece que se pueda negar la lógica dialéctica por otra lógica no dialéctica. Por otro lado, la negación de la negación de esta lógica dialéctica daría una lógica dialéctica supuestamente «superior». En los artículos Dialéctica y Filosofía Soviética hemos hecho referencia a algunas de las muchas discusiones sobre la autonomía o heteronomía de la lógica formal dentro del materialismo dialéctico.
Muchos autores después de Engels han seguido a este autor en el camino del materialismo dialéctico, si bien han modificado éste de varios modos. Tal sucede con Lenin, con quien se inicia una tradición de materialismo dialéctico llamada «marxista-leninista». Lenin insistió menos que Engels en la noción de «materia» como realidad sometida a cambios de acuerdo con un proceso dialéctico, porque le interesaba más defender el realismo materialista contra el idealismo y el fenomenismo de los que seguían a autores como Mach y Avenarius. En Materialismo y empiriocriticismo, de 1909, Lenin equiparó la realidad material con la realidad del mundo real «externo», reflejado por la conciencia, la cual «copia» este mundo mediante las percepciones. Éstas no son símbolos o cifras, sino reflejos de «la realidad (material) misma». Esto no quiere decir que las percepciones, o las sensaciones, describan el mundo real físico tal como éste es. El verdadero conocimiento de este mundo es el conocimiento científico, pero la percepción no es incompatible con este conocimiento. El materialismo dialéctico y la epistemología «realista» y «científica» que lo acompaña es, según Lenin, la doctrina que debe adoptarse para luchar en favor del comunismo. Esto parece convertir el materialismo dialéctico en una ideología cuya verdad depende de la situación histórica. El materialismo dialéctico es, en suma, «partidista». Sin embargo, este partidismo no puede equipararse al de las ideologías no proletarias y no revolucionarias; si es una ideología, es una que contribuye a traer al mundo la «teoría verdadera», que es la que corresponde a la sociedad sin clases.
En las discusiones entre los materialistas dialécticos ha surgido con frecuencia el problema de si, y hasta qué punto, hay que destacar el aspecto materialista o el dialéctico. En escritos posteriores al citado antes, y especialmente en los Cuadernos filosóficos, Lenin parece haber subrayado considerablemente el aspecto dialéctico y, con ello, lo que interpretó como el verdadero método hegeliano, pero ello no equivale aún a dejar de lado el materialismo, sin el cual se desembocaría en un idealismo. Así, mientras la dialéctica en el materialismo dialéctico pone de relieve aspectos «idealistas» y «hegelianos», el materialismo en la misma doctrina pone de relieve, o puede terminar por poner excesivamente de relieve, aspectos puramente «mecanicistas» o «superficiales». El equilibrio entre dialéctica y materialismo en el materialismo dialéctico es por ello uno de los desiderata de muchos de los autores adheridos a esta tendencia. En ocasiones se ha procurado resolver el conflicto entre los dos componentes del materialismo dialéctico acentuándose los aspectos «prácticos». Así sucede, por ejemplo, con el maoísmo y con varías tendencias políticas más interesadas en la realización de un programa que en discutir las bases filosóficas subyacentes en el mismo.
Véase bibliografía de Dialéctica; Marxismo.
   

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