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Date: 22-nov-2008 10:26
Subject: LA APEC. UNA CITA ESCONDIDA
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LA APEC: LA CITA ESCONDIDA
Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)
La mayoría de los peruanos ignora qué es la APEC. Ni siquiera los
congresistas de la República encuestados, supieron dar una versión
coherente, ni explicar el significado de sus siglas. En San Borja,
tras gruesos barrotes, severos cordones policiales e infranqueables
murallas de acero y cemento, el ASIAN-PACIFIC ECONOMIC COOPERATION se
desarrolló en medio de un inevitable desconcierto, y fue visto por
millones de peruanos a través de los vistosos colores de la Caja Boba.
La prensa oficial y sus allegados pasaron completamente por alto un
hecho simbólico ciertamente muy significativo, del que, probablemente
no se percataron muchos de los visitantes que llegaron hasta nuestra
tierra: el evento tuvo lugar en la sede de la Comandancia General del
Ejército, un edificio blindado, usado antes para actividades poco
recomendables.
En su libro "Muerte en el Pentagonito", el periodista Ricardo Uceda
detalla, y documenta muy prolijamente, el uso que se dio a ese local
en las dos últimas décadas del siglo pasado. Allí funcionó un
crematorio en el que fueron incineradas personas ilegalmente
detenidas, torturadas y asesinadas por los servicios secretos de
nuestro país. Fue el caso de Enrique Duchicela, sargento de la Fuerza
Aérea Ecuatoriana quien desempeñaba funciones diplomáticas en la
embajada de su país en el Perú. Con el peruano Marco Barrantes Torres,
fue acusado de alimentar una red de espionaje, detenido, torturado y
ejecutado en medio del más absoluto secreto durante, precisamente, los
años del primer gobierno del Presidente García, al igual que se
desdichado compañero de infortunio.
Claro que esos no fueron los únicos casos. Hoy se sabe que las
lóbregas paredes de ese gigantesco edificio, fueron usadas como celdas
de un Centro Clandestino de Reclusión, en el que permanecieron
virtualmente secuestrados, entre otros, el empresarios Samuel Dyer, el
periodista Gustavo Gorriti y hasta la entonces Primera Dama de la
Nación, Susana Higuschi cuando cayó en desgracia ante los ojos de su
ilustre consorte, el entonces Presidente de la República Alberto
Fujimori, quien ordenó el estropicio. Estos, sin embargo, lograron
sobrevivir a la experiencia. Y la contaron.
Pero hay muchas otras historias que no se conocen. Se sabe, sin
embargo, que sobre todo entre 1990 y el año 2000 en ese lugar funcionó
un Presidio secreto, al que fueron traídos, en vuelos especiales,
campesinos del interior del país, que permanecieron engrilletados y
sometidos a los tratos más crueles, inhumanos y degradantes. Algunos,
después, fueron transferidos a la justicia ordinaria; pero de otros,
no se tuvo más información, Fueron devorados por el silencio y la
noche. Por eso nos permitimos decir, sin temor a equivocarnos que en
el marco de sus deliberaciones, los asistentes a la Cumbre de la APEC
pudieron oír los quejidos de los torturados, y el silencio de los
muertos.
¿Qué razones llevaron al gobierno peruano a escoger precisamente ese
edificio como sede de tan resonante evento?
Probablemente dos: la vocación, y el miedo.
No hay que olvidar que, que para los efectos de la organización del
certamen, fue designada como la más alta figura peruana, el
Congresista y Primer Vice Presidente de la República, Vicealmirante
Luís Giampietri Rojas, quien tiene un proceso judicial por despejarse
en torno a la matanza de El Frontón, ocurrida en junio de 1986.
Es lógico suponer que quien dedicó su vida al accionar de la
institución armada y ostenta antecedentes de esa magnitud, tiene
vocación reconocida para preferir El Pentagonito, a una sede civil de
mayor solvencia democrática, en la que se sentiría como un pez fuera
del agua. La Cámara de Tortura le resulta más familiar. La vocación
llevó entonces al Marino, que desempeñaba las funciones de Presidente
de la Comisión de Inteligencia del Congreso de la República cuando fue
designado para presidir la Comisión encargada de atender la APEC, a
optar por la Comandancia del Ejército para tal efecto.
Y el miedo, compartido con otros altos dignatarios del Estado Peruano,
los hizo confirmar esa decisión, porque les aterró la posibilidad de
que se expresara la protesta ciudadana. Esa mole, protegería los finos
oídos de nuestros ilustres visitantes. Prefirieron entonces que los
dignatarios en visita sintieran el dolor angustiante de los
torturados, antes que el ulular combativo de las multitudes. Por eso
la APEC fue aislada, y en torno a ella no se discutió nada.
Simplemente se esperó que sucediera.
Sólo en las últimas semanas, en octubre, el Canciller de la República,
José Antonio García Belaunde tuvo a bien hacer una exposición ante un
auditorio calificando explicando lo que nadie sabía: El Foro de
Cooperación Económica del Asia- Pacífico fue creado en Canberra el 7
de noviembre de 1989 por iniciativa del Primer Ministro Australiano
Robert Hawke y fue concebida como "la respuesta regional al gran
dinamismo económico de la zona y a la necesidad de fomentar el
intercambio comercial y las inversiones". Su principal característica
-dijo- fue su carácter de "foro de concertación sustentado en
compromisos unilaterales de liberalización y facilitación de del
comercio y la inversión abierto a terceros países, lo diferencian de
esquemas de integración regional en otras áreas del mundo".
El certamen inaugurado en Lima reunió a 21 naciones del Océano
Pacífico, el área de más sólido desarrollo en el milenio, en la que se
encuentran comprometidos 2,600 millones de habitantes, el 47% del
comercio exterior y 19 trillones de dólares. Y se hizo en un marco
ciertamente inusual: la profunda y violenta crisis del sistema
financiero que coloca a la defensiva y en derrota al modelo de
dominación vigente; y la elección presidencial de los Estados Unidos
que, independientemente de las expectativas que genere Barack Obama,
concluyó con la derrota catastrófica de George W Bush y la virtual
quiebra de su imagen política.
Pese a lo debilitado de su imagen, el señor Bush fue presentado como
la primera estrella del firmamento mundial. Pero él también estuvo
devorado por el miedo. Si le creemos a la revista Caretas, diremos que
arribó a Lima con una impresionante comitiva de seguridad integrada
con dos Portaviones tripulados con 6 F-16 cada uno, helicópteros
artillados y 10 ambulancias, con 600 agentes secretos provistos de
armas de guerra y tecnología de punta, antiterrorista, claro. Se alojó
en un barco de La Marina y en el Hotel Marriot; se trasladó hacia el
centro de Lima en una Limusina blindada, con cinco anillos de
seguridad compuestos por policías uniformados y encubiertos, policía
militar y policía motorizada, unidades de la CIA, de la DEA y del FBI.
Y arribó en un Air Force One Boeing 747 de 71 metros de largo y 19 de
ancho con 370 metros cuadrados de espacio interior y 3 pisos, avaluado
en 350 millones de dólares, que puede funcionar como Centro de Mando
Militar en caso de un ataque nuclear y cuenta con sistemas
electrónicos capaces de interferir radares.
Pero el miedo de los poderosos no fue sólo físico. También político. Y
es que el contexto lucía tan severo, que la administración
Norteamérica optó por precederlo de un encuentro en Washington: La
Cumbre de los 20, que concluyó como había comenzado: sin ningún
acuerdo.
En Lima ya, la falta de acuerdos se suplió con el exceso de
declaraciones, con el optimismo de los documentos, y la
grandilocuencia de los discursos que repitieron casi al unísono
aquello en lo que nadie cree: que la crisis será muy pronto superada.
El Perú no debiera hacerse ilusiones ni con los discursos farragosos
ni con las promesas de inversiones. Unos, son palabras que acabarán
con el evento. Y las otras, cantos de sirena que no se cristalizarán a
cambio de nada. Si vienen, vendrán para llevarse todo lo que la
naturaleza -y la creación del hombre- nos han dado, y que no se lo
llevaron ya los que estuvieron antes. Miremos mejor al entorno
sudamericano y busquemos una integración simétrica con países que
tienen las mismas virtudes y los mismos problemas que nosotros. En Sud
América tenemos Petróleo, Gas y el 25% del agua potable del mundo.
Tenemos, además, inmensas riquezas minerales, y una población
laboriosa dispuesta a luchar por cambios que nos permitan vivir mejor,
con mayor dignidad y derechos.
Sud América, más allá de las intenciones del Imperio es escenario
también de transformaciones radicales que ocurren, sobre todo, en la
conciencia de la gente. Hoy los pueblos despiertan ante un nuevo
escenario. Y los hombres y las mujeres de nuestro continente anhelan
avanzar con un derrotero propio que se base en nuestra experiencia y
en nuestra esperanza.
La lucha de los pueblos de nuestro continente, inspirados por la Cuba
heroica, se nutre de todo lo que somos capaces de producir en riqueza
material y en ideas. Sólo necesitamos que quienes nos esquilmaron
siempre, pierdan ahora su capacidad de hacerlo. No necesitaremos de
encuentros escondidos ni paredes ensangrentadas. Sólo luz, y vida para
alumbrar el futuro. (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / www.nuestra- bandera.com
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
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