miércoles, 1 de abril de 2009

Rv: HABLE CON ELLA. El fuego de cada día. Marcela Robles. El Comercio

El fuego de cada día
Marcela Robles
OCTAVIO PAZ. El premio Nobel mexicano nació el 31 de marzo de 1914

"Mi mayor aspiración ha sido ser poeta, solo poeta. En mis libros en prosa me propuse justificar y defender la poesía, explicarla ante los otros y ante mí mismo. Pronto descubrí que la defensa de la poesía era inseparable de la defensa de la libertad".
En medio de la balacera de la fase armada de la revolución mexicana nace Octavio Paz, nada menos que con ese apellido —como para hacer de mediador— el 31 de marzo de 1914. Se trataba de la primera revolución social del siglo XX (1910 a 1920), como una rebelión contra la dictadura de Porfirio Díaz, con más de treinta años en el poder. Pasado mañana, Paz habría cumplido 95 años si la muerte no se lo hubiese llevado el 19 de abril de 1998.
Considerado, y con razón, uno de los poetas y ensayistas más influyentes de su generación —se decía que era más influyente que influenciable— hablaba de tres monopolios, el poder político, el poder económico y el poder de la fealdad, aunque admitía que había pequeños oasis de belleza.

Cuando tenía yo apenas 15 años, mi amiga Nora de Izcue me regaló uno de mis primeros libros de poesía: una edición preciosa de Saint-John Perse. Nora no había leído las líneas de mi mano, ni sabía que algún día me convertiría en poeta, pero fue justamente con un epígrafe de ese enorme escritor que Paz publica su primer poema en 1931, a los 17 años, "Mar de día". Luego vendrían, a los 19, el libro "Luna silvestre", y alrededor de 1937 ya era considerado el poeta joven más prometedor de México. En 1990 recibió, entre muchos otros que obtuvo, el Premio Nobel de Literatura. En "El fuego de cada día", Paz recoge una selección propia de sus poemas.

Gran explorador del erotismo, en su vida y su obra, estuvo casado con Elena Garro, con quien tuvo a su única hija, Helena. Luego se uniría a Bona Tibertelli, hasta 1965, y el mismo año en que se separan contrae matrimonio con Marie-José Tramini, su compañera hasta el final.

Este pensador gigante fue llegando paulatinamente a la creación de una poesía espacial que él mismo bautizó como "topoemas", opuesta a la poesía retórica discursiva. Quizás una poesía intelectual y minoritaria, en la que se incluyen signos no solo lingüísticos, sino también plásticos, una poesía visual. "Dos cuerpos frente a frente / son a veces dos olas / y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente / son a veces dos piedras / y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente / son a veces navajas / y la noche relámpago".

El extravagante músico estadounidense John Cage realizó en una oportunidad una acción o performance, en lo que él consideró una reflexión sobre el silencio. En un teatro, ante una multitud, se sentó frente al piano durante más de cuatro minutos mientras observaba al público y sus convulsiones, con las manos apoyadas sobre las piernas. No tocó una sola nota. Después abandonó el escenario. Cage solía decir: "Cuando hablo de música, hablo de silencio".

Cautivado por esta experiencia, Paz escribió: "La música inventa al silencio, la arquitectura inventa al espacio El silencio es el espacio de la música: un espacio inextenso: no hay silencio salvo en la mente. Los ojos se cierran, las palabras se abren".

Para cerrar este homenaje con las palabras abiertas de otro enorme poeta argentino, Juan Gelman, "la poesía dice lo que calla o no dice nada".

© Empresa Editora El Comercio. Jr. Miró Quesada #300 Lima 1 – Perú

 

http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/fuego-cada-dia/20090329/265743

 


 

   

 

 


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