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---------- Mensaje reenviado ----------
De: Ricardo Melgar <melgarr@gmail.com>
Fecha: 4 de mayo de 2009 10:40
Asunto: La vida cotidiana en ciudad de México , el virus hasta en la sopa
Para:
La vida con A H1N1
Hasta en la zona roja hay barbijos y el lugar es lo único que sigue
abierto. Los laboratorios que no existen. Los primeros bloqueos de
rutas.
Por Jaime Avilés
Desde México DF
Sobre la calle de Sullivan, en el centro de la capital, por lo menos
200 prostitutas se alinean codo a codo a lo largo de tres cuadras.
Lucen, desde luego, minifaldas generosas, o jeans y blusitas para
mostrar el ombligo. Cuatro de cada diez usan barbijos. Una doble
hilera de coches desfila ante ellas a paso de hombre. Los
automovilistas también se protegen con mascarillas. El gobierno del
Distrito Federal tiene un control absoluto sobre los establecimientos
mercantiles de la ciudad: no hay nada abierto. No se puede ir al cine,
a cenar, a beber, a bailar, a escuchar música en vivo, a hacer
gimnasia, a nadar, a jugar boliche, squash. Nada. Todo por ahora está
vetado, excepto quizá las prostitutas que, hasta donde se alcanza a
ver, nadie se lleva al río.
"No sé ni para qué vine", dice Arlette, de 24 años, originaria de
Oaxaca, al sur del país. "Nomás pasan y pasan escuincles (jovencitos)
que nos hacen perder tiempo. Esto está muerto..." A propósito de
muertos, ¿conoces a alguien que se haya muerto de influenza? "Esta
semana sí he sabido de tres muertes: un señor de 62 años, que se murió
de insuficiencia renal; un bebito que se ahorcó con el cordón de su
mamá y una señora que murió al dar a luz". ¿Dónde sucedió esto? "En la
colonia donde vivo, por el Reclusorio Norte" (un barrio como Lanús).
Pero "de influenza nadie".
De estigmas y golosinas
El virus A H1N1 ya no se llama porcino tras el brutal exterminio de
cerdos emprendido en Egipto. Como explican una y otra vez los expertos
en la televisión, es sesenta veces más pequeño que una célula y "no
viaja más de 50 centímetros cuando salta de la nariz o la boca de una
persona enferma que tose o estornuda. Si no estamos muy cerca de esa
persona, es improbable que nos contagie. El problema empieza cuando
los miles de virus que esa persona dispersa al estornudar caen sobre
la superficie de las cosas: la mesa, la silla, los platos, el
teléfono, un libro, lo que sea. Porque el virus se mantiene vivo en
contacto con el aire varias horas y si uno toca la mesa, la silla,
etcétera, se lo adhiere a la piel de la mano, y luego si se mete el
dedo en la nariz o en la boca, o se frota los ojos, ahí sí que se
puede contagiar".
Pero la gente no acaba de comprender que el verdadero riesgo de
contagio está en las manos y no en el aire. Si así fuera, millones
habríamos caído ya, patas arriba, como moscas. Después de atravesar
media ciudad por túneles subterráneos, encerrado en un vagón con
distintas personas que subían y bajaban en cada parada, y que podían
estar infectadas o no, la noche del viernes un jovencito salió del
Metro en la estación Mixcoac –"lugar de serpientes" en náhuatl, el
barrio donde nació Octavio Paz– y sólo entonces se cubrió la boca y la
nariz con la mascarilla de trapo.
Tres días antes, el martes 28, en Coyoacán (su equivalente en Buenos
Aires sería San Telmo), dos muchachitas iban por una calle empedrada,
cada cual con su cubrebocas, y no pudieron resistir la tentación de
comprarse un helado de pistache. Acto seguido, se quitaron la
protección y compartieron la golosina a chupetones, muertas de risa.
Esta devoción por los tapabocas –que en realidad de poco o de nada
sirven porque a la media hora se empapan de saliva y se convierten en
trampas para cazar nanomonstruos–, engendró desde el primer momento un
mercado negro y su precio saltó de un peso, que costaban en las
farmacias, a 7,50 en la calle.
Pero si la economía del pánico ha ocasionado también afluencia de
multitudes histéricas a los supermercados, las repercusiones
internacionales de la crisis no han sido menos deslumbrantes. Al
conocer que los gobiernos de Argentina y Cuba cancelaron los vuelos
desde y hacia México –medida que intentó secundar Francia, pero fue
rechazada por la Unión Europea–, el gobierno de Felipe Calderón
recomendó a los habitantes del DF no salir de sus casas del 1° al 5 de
mayo. Muchos capitalinos, ni tardos ni perezosos, partieron hacia los
centros vacacionales.
Y anteayer, jueves, en Acapulco, el mítico puerto del Pacífico, un
vehículo con placas del DF fue apedreado por un grupo de jóvenes en
señal de repudio. Lo peor fue que, al ser cuestionado por los medios
acerca del incidente, el alcalde Manuel Añorve Baños, justificó la
agresión, y dijo: "todos lo que no tengan nada que hacer en Acapulco
que se vayan a sus casas".
La ocupación hotelera, en todo el país, es inferior a 10 por ciento,
se supo anoche, mientras en la Sierra Gorda del estado de Querétaro,
una región célebre por sus misiones franciscanas del siglo XVII,
grupos de campesinos bloqueaban la única carretera asfaltada para
detener a los autos con placas del DF y exigirles que volvieran por
donde habían venido.
Bajo sitio
En el DF, desde el viernes 24 de abril todos los planteles escolares
fueron cerrados "hasta nuevo aviso". El propio viernes el alcalde
capitalino, Marcelo Ebrard, de la coalición de izquierda que se opone
tenazmente al gobierno conservador de Felipe Calderón, ordenó el
cierre de cines, teatros, salas de concierto, museos y bibliotecas,
así como la cancelación de más de 550 espectáculos al aire libre. El
sábado 25 se decidió que el domingo todos los partidos de futbol se
harían a puerta cerrada y los templos no celebrarían misas. Un nuevo
golpe psicológico se produjo ese mismo domingo en la tarde, cuando en
la plaza de toros de Aguascalientes, con el público borracho y
eufórico en las tribunas, se dio a conocer que se cancelaba la corrida
"por la epidemia que está sufriendo el país". Los aficionados fueron
conminados a evacuar las instalaciones de prisa, como si un ejército
invasor acechara tras las murallas.
El pánico social, que ya estaba en efervescencia, se intensificó el
lunes 27, cuando el gobierno capitalino decretó el cierre de los 35
mil restaurantes más gimnasios, piletas y cualquier espacio deportivo.
Los empresarios gastronómicos protestaron con firmeza: "Estamos
perdiendo millones de pesos diarios y peligran más de 450 mil
empleos". Ebrard, el alcalde, respondió anticipando que su gobierno
contemplaba la clausura temporal de todas las líneas de Metro,
Metrobús y microbuses, pero aclaró que los restaurantes podían vender
comida para llevar o surtir pedidos a domicilio. Muchos negocios, de
inmediato, colocaron pizarrones delante de sus rejas con ofertas mas
sospechosas que atractivas: "Todo al dos por uno". La cámara de
restauranteros reportó que cada establecimiento, en promedio, había
vendido tres platillos al día. Un desastre.
La danza de los muertos
A fines de los '90 existían en México tres organismos oficiales
vinculados con el tema epidemiológico: el Instituto Nacional de
Higiene, el Instituto Nacional de Virología y los Laboratorios de
Biológicos y Reactivos de México. Los dos primeros se dedicaban a los
virus conocidos en el país y diseñaban fórmulas para combatirlos. El
tercero surtía vacunas, sueros, inmunoglobulinas y reactivos de
diagnóstico al aparato gubernamental de salud. Las tres entidades
desaparecieron por decisión oficial entre 2000 y 2006, y el país quedó
inerme en esta materia.
Cuando aparecieron los primeros casos de influenza porcina, en el DF y
Oaxaca, a mediados de marzo, las instituciones de salud pública no
fueron capaces de identificarlos por falta de herramientas. Cuando el
problema se agravó, en la segunda quincena de abril, México envió
muestras clínicas a laboratorios canadienses para que las analizaran.
Ese proceso demoró hasta el jueves 23 de abril.
Como la situación no podía seguir manejándose a larga distancia, tanto
la Organización Mundial de la Salud como el Centro para el Control de
Enfermedades de Estados Unidos, instalaron en el DF un laboratorio
altamente equipado para descifrar la epidemia. Y cuando éste dio sus
primeros resultados, el martes 28, empezó la danza de los muertos.
Para ayer al final de la tarde eran 16 los casos "plenamente
confirmados" y la credibilidad del gobierno, que supo anunciar veinte,
continúa a la baja.
En una sociedad tan politizada como la del DF, donde amplios sectores
sostienen que Calderón llegó a la presidencia mediante un fraude
electoral en 2006, y que inició una supuesta guerra contra el
narcotráfico como pretexto para militarizar el país y afianzarse en el
poder, el manejo informativo de este brote epidémico ha generado más
suspicacias que certezas, sobre todo porque, ante el asombro del mundo
entero, las autoridades se han negado a proporcionar datos
verificables sobre los muertos, cuyo número crece y disminuye a
capricho del ministro de Salud.
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
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