domingo, 7 de septiembre de 2008

RAVINES: LA SOFISTIFICACION DEL "ESPACIO TIEMPO HISTORICO" - LA FILOSOFIA DE LAS MANGAS DEL CHALECO DEL SEÑOR HAYA

A continuación, el tema "sofistificación", en comprobación a otros términos como sofisticación, etc etc, de los términos filosoficos que trabajo Haya de la Torre, nuestra preocupación es mostrar como las posiciones de Haya de la Torre, tuvieron respuesta contundente por parte de las posiciones marxistas, en primer lugar Jose Carlos Mariategui, luego a otros escritores como Eudocio Ravines. Estos escritos tienen actualidad debido que existen compañeros, desde la izquierda marxista, piensan erroneamente que el Haya de la Torre, auroral tuvo posiciones correctas.

He querido "in situ", comprobar la fecha exacta de publicación en el Semanario Vanguardia, visitando al anonimo colaborador, que quitando horas al sueño, digita los articulos de Ravines; es cierto el recorte del mencionado Semanario, nos impidio ver la fecha de publicación, solo se comprobó que los articulos fueron publicados desde 11/09/1947 y 1948. Pero más allá que precisar las fechas, es necesario entender el error de los socialistas y/o comunistas de aquella epoca, también se verifica que Ravines escribía bien (luego devino en renegado), expresión similar a la de Lenin al referirse al ex marxista kautsky.

Luis Anamaría
Blog Socialismo Peruano Amauta




EUDOCIO RAVINES
(La primera parte de este somero ensayo “Oyó cantar el gallo pero no sabe donde” apareció en el número anterior)


El enunciado del señor Haya de la Torre atribuyendo al Apra una posición marxista, le costó demasiado caro.- Es evidente que marxista no fue nunca y que el marxismo no ha sido ni lejanamente barruntado por el Jefe Máximo. Pero, la reacción peruana, menos esclarecida y permeable de lo que el señor Haya imaginaba desde Europa, hizo caudal de la declaración snobista del aprendiz de político, para atacar al apra con virulencia extrema.


El bautizo desaprensivo del Jefe Máximo fue tomado en serio por la reacción peruana y por sus voceros más calificados. No porque lo creyese auténtico, sino porque lo encontró, en aquellos momentos, altamente proficuo y aprovechable.


El ataque de la derecha produjo un doble efecto: el primero, cerrar temporalmente los caminos del apra; el segundo, labrar al señor Haya un pedestal izquierdista, otorgarle un certificado de avanzada, presentarlo ante el pueblo peruano como renovador, en suma, amasarle un capital político.- La derecha quiso hacer drama de un sainete y el pueblo tomó el sainete como drama.


Haya de la Torre, empleando ese su cacareado “sentido realista” y una “concepción relativista”, se encontró con que su “marxismo” se le convertía en un ascua ardiente.- Se creó él mismo una situación en que las papas quemaban. Trató de soltar el clavo calentado al rojo que tenía en su mano y huir del amago de incendio, buscando una puerta de escape que no fuese muy visible para las masas que había logrado congregar.


Y se escabulló suave, subrepticiamente del “marxismo” al hegelismo. En 1931 el señor Haya no habla ya de marxismo. Proclama en su folleto “Teoría y Táctica del Aprismo” (pág.4) una nueva declaración de fé: “Creo -escribe el señor Haya- que el mejor método que se debe emplear en la investigación de nuestros fenómenos históricos es método hegeliano, vale decir la Dialéctica”.


De un brinquito imperceptible, suavecito, pleno de maña criolla, se pasa así del Materialismo al Idealismo y traspone esas fronteras insalvables, separadas por un antagonismo irreductible en Filosofía; fronteras definidas que se han formado a través de siglos de estudio, de lucha, de acucioso esclarecimiento, en el proceso filosófico.


Mientras que para Marx y para el marxismo verdadero, lo primero y fundamental es la Realidad Objetiva, material y concreta, cuyo devenir se desarrolla independientemente de nuestra voluntad, para Hegel, lo fundamental y lo primario es la Idea General, Abstracta y Absoluta.- Y esta es la discrepancia insoslayable y precisa entre marxismo y hegelismo. Mientras Hegel es Idealista, porque parte de la Idea como “demiurgo de la realidad”, Marx es Realista y Realista Dialéctico, porque parte de la Realidad, considerándola dinámica y cambiante.


El abismo que separa a estos dos gigantescos filósofos, el señor Haya lo saltó sin arrugar su bien planchado pantalón.


Catecúmeno de la doctrina hegeliana, el señor Haya de la Torre se lanzó con osadía digna de su temperamento y de su genio, completamente suelto de huesos, por los caminos de “la aplicación de la dialéctica hegeliana a la investigación de nuestros fenómenos históricos”.


Toma de Hegel lo más espectacular, lo más esquemático y lo menos válido: Las Triadas hegelianas.- Triada, para Hegel quiere decir Trinidad, tres etapas.- Todo proceso pasa, según Hegel, por tres etapas: la primera, tesis, se niega por la segunda etapa, antítesis; la segunda a su vez, es negada por la tercera que se llama síntesis, la cual destruye y conserva los elementos de las etapas precedentes.- Para Hegel, las Triadas constituyen un esquema al que el proceso dinámico de Realidad debe adaptarse forzosamente. Las Triadas para Hegel, determinan el desarrollo de los fenómenos reales.- Y esto es artificio idealista de la más pura agua.


Marx y el marxismo no sólo difieren en esta cuestión de los cartabones apriorísticos de las Triadas, sino que Marx se ha burlado de ellas, llamándolas “Las Tricotomías Hegelianas”.- Pero el uso mismo de estas tricotomías tiene un sentido peregrino en la peregrina concepción filosófica del aprismo inventada por el señor Haya.


Sentando su “filosofía aprista”nos dice: “El hijo es la Negación del padre, la síntesis, mejor del padre y de la madre”.


En esta forma, mediante un deportivo y alegre volatín, nos conduce del campo del hegelismo al terreno del completo guirigay, a la entraña suprema del disparate absoluto.


Hegel funda su Teoría de la Negación, sobre la base monumental de su Teoría de la Contradicción.- Y los cimientos esenciales y macizos de la Teoría de la Contradicción dialéctica, son la Unidad de los contrarios y, al propio tiempo, el Antagonismo de los contrarios. Y ésto es lo que no ha entendido, lo que hasta este momento en que le hacemos la revelación, ni siquiera sospechaba el señor Haya. Unidad y antagonismo indisolubles; antagonismo y unidad inseparables y totales.


Si no hay unidad de los contrarios antagónicos, no hay proceso dialéctico.- Y esto en la realidad de los fenómenos y no en la cabeza de los filósofos, filosofantes o de los filisteos.


El hijo, el niño, el animal en forma genérica, realizan en su desarrollo un proceso dialéctico; tal proceso es, en el origen, el embrión que es negado –es decir destruido y conservado, “Aufheben” como dice Hegel- por el feto; luego, el ser vivo, en el salto del nacimiento, niega al feto y niega al embrión, los destruye y lo conserva en el ser viviente. La contradicción entre el No Ser y el Ser, entre lo que aún no es y lo que está siendo, lo que vá a ser, se despliega en el fenómeno vital donde la unidad es integralísima y la contradicción íntima y permanente.


En el ejemplo “dialéctico” que el señor Haya nos da en su folleto “Teoría y Táctica del Aprismo” no demuestra sino que no ha entendido a Hegel, que mistifica al genial filósofo alemán, que realiza una sofistificación hija de su ignorancia.- De esa ignorancia tan peculiar de nuestro huachafo mental que habla prosopopéyicamente de lo que no entiende. Que trata de calificarse como astrónomo porque ama mirar las estrellas, de biólogo, porque, en la casa de préstamo, adquirió de ocasión un microscopio.


Por este camino –de cuya construcción no tiene la menor responsabilidad Jorge Guillermo Federico Hegel- el señor Haya nos lleva a una dialéctica típicamente, deliciosamente aprista.


Así como él hace, porque quiere, que el hijo sea la negación del padre, diciéndonos: Tésis, el padre; antítesis, la madre; síntesis, el hijo; nosotros podemos ahondar esta “filosofía” llevándola por el mismo sendero, hacia otros campos y a otros ejemplos. Y así, podríamos sostener, en calidad de filosofía dialéctica no hegeliana, sino hayista: tésis: los ladrillos; antítesis: los albañiles, síntesis: la cocina.- O tésis, el pisco de Lunahuana; antítesis: la borrachera en regla, síntesis: la comisaría con un comisario de malas pulgas.- O tésis, el pantalón; antítesis, el saco; síntesis, el chaleco.

¡Viva la filosofía de las mangas del chaleco!

Mientras el señor Haya se mete a negar el padre por el hijo, la cuestión sólo podría importancia para los psicoanalistas, por los ricos elementos de “complejo de Edipo” que manifiesta.-



Tampoco cuando sostiene que la mujer es antítesis del hombre; es una apreciación muy personal. Pero, cuando ingresa en los terrenos de nuestra historia, la cuestión tiene que ser tomada con seriedad.
El señor Haya sostiene en su indicado folleto –pág. 6 y siguientes- que en la Historia americana, la Tésis es el Incanato o la America pre-colombina; la antítesis, la Conquista española y la síntesis, la Colonia.- Allí se detuvo.- No ha querido seguir adelante, seguramente por no meterse en un más enmarañado berenjenal.


Esta afirmación del señor Haya vuelve a comprobar que no ha entendido a Hegel.- Se ve que sólo ha leído algunos artículos de divulgación de cualquiera de esas revistas que cayeron en sus manos.- Y con ese bagaje, resolvió echar sobre las anchas espaldas del hegelismo la responsabilidad de sus propias elucubraciones.


La Conquista española no fue, de ninguna manera, la antítesis dialéctica del Incanato, ni de la América pre-colombina, porque hasta entonces la realidad europea y la americana se desenvolvían autónomamente., sin la más mínima vinculación entre si.- Para que fuese como el señor Haya afirma, hubiese sido imprescindible que la Conquista resultase como fenómeno histórico engendrado por el Incanato, indisolublemente vinculado a él y surgiendo de su propio seno, como consecuencia de su peculiar evolución histórica, es decir como proceso de Unidad y Antagonismo de los contrarios.


En los hechos no fue así.- Aquí la “filosofía aprista” se da de cabezazos con la realidad.- El Incanato no tuvo nada, absolutamente nada que ver con la gestación y el proceso del Descubrimiento de América y de la Conquista. Este fue un proceso extraño y extranjero; un impacto exterior, un fenómeno que llegó desde fuera, sin relación con el proceso interno del desenvolvimiento de la America pre-colombina o del Imperio de los Incas.


El proceso peruano, el desarrollo histórico del Incanato y de su obra fue roto, quedó trunco, cambió en sus fundamentos y en sus manifestaciones. Surgió un proceso completamente nuevo y extraño en todo a nuestro medio de aquella época.


Entre el Incanato y la Conquista no hay, ni por asomo, unidad de contrarios.- No puede hablarse pues de proceso dialéctico en esta forma, sin mistificar a Hegel, sin derribar el principio fundamental de su Teoría de la contradicción, sin pulverizar uno de los elementos básicos de su Lógica y de todo su sistema filosófico.


Dialécticamente, la antítesis del sistema incaico surgió con Atahuallpa.- Los pueblos oprimidos por la aristocracia cuzqueña se rebelaron contra los orejones.-Atahuallpa era el jee de una revolución, la cual era comandada por jefes militares que no pertenecían a la casta de los orejones.- Los cronistas españoles nos refieren, al describir a Calcuchimac que el bravo general no era orejón.


El proceso dialéctico incaico quedó truncado por la Conquista.- Este hecho inauguró un proceso nuevo: introdujo en la vida social del Tawantisuyo elementos nuevos, completamente extraños.- Es el fenómeno que inaugura una nueva época americana y que es el comienzo de un proceso nuevo.


El señor Haya como lo demuestro a la luz del hegelismo, no es, no ha sido nunca un hegeliano, como no fue tampoco, en ningún momento un marxista.- Tomó el hegelismo como áncora de salvación, para escapar del incendio que la derecha le provocó valiéndose de su petróleo

“marxista”.- Pero lo tomó sin entenderlo y sin querer entenderlo.- Su labor no fue la de un filósofo que claudica y se pasa del materialismo al idealismo, sino la de un bombero que quiere apagar el incendio , para salvar los trastos y los trebejos, la demagogia y las zarandajas.


Y la vergüenza de tomar agua de los molinos de la viveza criolla, trató de cubrirla con la hoja de parra de la mistificación de Hegel, de la adulteración de Hegel.- Y como el viejo y gigantesco filósofo estaba muerto y enterrado tan lejos, pues la faena no le ofrecía mayores complicaciones.


Tras este somero análisis de la “filosofía aprista” el hegelismo y la dialéctica del señor Haya, quedan como las bancas de la Plaza Washington de Lima: sin asiento y sin respaldos.
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