domingo, 4 de enero de 2009

Rv: [foro_centenario] Eduardo Ibarra: Egotismo y Seguidismo en Sendero



--- El dom, 4/1/09, Santiago Ibarra <santiagoibarra05@yahoo.com> escribió:
De: Santiago Ibarra <santiagoibarra05@yahoo.com>
Asunto: [foro_centenario] Eduardo Ibarra: Egotismo y Seguidismo en Sendero
Para: foro_centenario@yahoogroups.com, "Generación Resurgimiento" <generacion_resurgimiento@yahoogrupos.com.mx>, "us-jcm" <universidad_socialista_jose_carlos_mariategui@yahoogroups.com>, "Nuevo Peru" <nuevo_peru@yahoogrupos.com.mx>, pedagogiamarxista@yahoogroups.com, partidosocialistaperuano@yahoogroups.com, patria_libre@yahoogroups.com, historiadelperu@yahoogroups.com, correosemanal4@gmail.com, chimu@yahoogroups.com, barricadacontraculturalantipostmodernista@yahoogrupos.com.mx
Fecha: domingo, 4 enero, 2009 9:56

 

Egotismo y Seguidismo en Sendero

 

I

 

En las últimas dos décadas y pico el pueblo peruano ha sido testigo del encumbramiento de Gonzalo al rango de "continuador de Marx, Lenin y Mao", "más grande marxista-leninista- maoísta viviente" y "cuarta espada del marxismo". Ciertamente este hecho merece un análisis, así sea breve.

En el movimiento comunista no existe -o, mejor dicho, no debe existir- incondicionalidad al individuo, sencillamente porque el individuo es falible por principio.

Pero Gonzalo fomentó la incondicionalidad a su persona y, de este modo, promovió el seguidismo y hasta el servilismo en las filas de su partido.

 

II

Como señaló Mariátegui, el espíritu egotista "no constituye sino la exasperación y la degeneración del viejo liberalismo burgués" (t.13, p.115). Esto significa que, cuando, a pesar de todo, aparece en el seno del pueblo, el egotismo se revela como una expresión de la influencia de la ideología burguesa.

En el movimiento comunista Marx es Marx, Engels es Engels, Lenin es Lenin, Stalin es Stalin, Mao es Mao y Mariátegui es Mariátegui.

Pero el egotismo es tal que Gonzalo se califica a sí mismo como "el más grande marxista-leninista- maoísta viviente" (ver Guerra popular en el Perú. El pensamiento Gonzalo, recopilación y edición de Arce Borja, Bruselas, 1989, p.369) y, en ningún caso, deja de referirse a sí mismo como "el presidente Gonzalo". Y la veneración supersticiosa a su persona es tal que hasta en conversaciones personales sus seguidores no pueden dejar de llamarlo "presidente Gonzalo".

Si el egotismo es la exasperación y la degeneración del viejo liberalismo burgués, el seguidismo es un lastre del todavía más viejo espíritu feudal.

 

III

En las relaciones internas, el egotismo se expresó en mandonismo. Y, este mandonismo se dio la mano con el seguidismo y el servilismo, creando en filas senderistas un clima extraño al marxismo.

En las relaciones externas, el egotismo se expresó en absolutismo (en lo ideológico), en autoritarismo (en lo teórico), en hegemonismo (en lo político) y en despotismo (en lo orgánico).

Así, en el movimiento comunista nacional el absolutismo proclamó el "pensamiento Gonzalo" como "cuarta etapa del marxismo"; el autoritarismo sustituyó el pensamiento de Mariátegui por el "pensamiento Gonzalo"; el hegemonismo hizo tabla rasa de la igualdad entre las diversas organizaciones, y, el despotismo eliminó sin más a dirigentes y militantes de las mismas.

Así también, en el movimiento popular el absolutismo impuso una doctrina única; el autoritarismo silenció a Mariátegui y levantó el "pensamiento Gonzalo"; el hegemonismo practicó la política de "arrear a las masas"; y, el despotismo eliminó sin más a dirigentes y miembros de organizaciones políticas y gremiales.

IV

En su fundamental artículo Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, Mao señaló con toda razón que "no se puede forzar a la gente a que abandone el idealismo, del mismo modo que no se la puede compeler a aceptar el marxismo". Y, naturalmente, menos todavía se puede obligar a la gente a que abandone el marxismo, del mismo modo que no se la puede forzar a aceptar el oportunismo.

Pero el PCP-SL calificó de "renegado" a todo comunista que no se dejó seducir por su ultraizquierdismo y de "contrarrevolucionar io" a todo comunista que no se involucró en su aventura militar.

Y, obviamente, eso es, también, una clara muestra de egotismo, es decir, de viejo liberalismo trasnochado, de absurdo sentimiento de sentirse el centro del mundo.

V

En el movimiento comunista, la crítica es -o, mejor dicho, debe ser- un medio de elevación y cohesión ideológico-teó rica y de elevación y cohesión político-orgánica, pero, para esto, es necesario que sea consciente (con conocimiento de causa) y racional (no emotiva sino resolutiva), pues caso contrario no se haría sino promover los dimes y diretes. Por otro lado, la autocrítica es, también -o, mejor dicho, debe ser también- un medio de elevación y cohesión ideológico-teó rica y de elevación y cohesión politico-orgánica, pero, para esto, también necesario que sea consciente (no forzada sino voluntaria) y racional (no enervante sino estimulante) , pues caso contrario no se haría sino promover la "hipocrecía de la autocrítica" (Gramsci).

Pero el egotismo y el seguidismo desnaturalizaron la crítica hasta el punto de convertirla en ataque y hasta en excomunión. Ejemplo de ello es el calificativo de "ratas" dado a centenares de militantes y el calificativo de "revisionista" lanzado a trochemoche contra discrepantes internos y externos.

Al mismo tiempo, el egotismo y el seguidismo desnaturalizaron la autocrítica hasta el punto de convertirla en autoflagelo y hasta en autocondena. Ejemplo de ello es la serie de autocríticas de senderistas dadas a conocer por la prensa escrita y televisiva y la sañuda presión a Feliciano para que "agache la cabeza ante el Presidente Gonzalo". ¡Que agache la cabeza! ¿Puede imaginar el lector algo más feudal en un partido que se llama comunista?

Expresiones como "critico, aplasto y barro", "me autocochebombeo", "me tiro una bomba atómica", entre otras por el estilo, dan cuenta de los extremos a que llegó la militancia senderista a causa del extraño clima imperante en su seno.

De este modo, pues, en filas del ultraizquierdismo la crítica y la autocrítica tuvieron como propósito no la elevación y la cohesión en el sentido proletario de ambos términos, sino el sometimiento del militante al mandonismo de la jefatura. 

VI

Ciertamente realidades muy concretas de nuestra sociedad determinaron el egotismo de Gonzalo y el seguidismo de la militancia. Y si el egotismo de Gonzalo se parece al egotismo de Haya, el seguidismo de la militancia senderista se parece al seguidismo de la militancia aprista.

Pero el clima feudal-burgué s en el seno de una militancia que, de todos modos estaba combatiendo, no podía ser un absoluto. La conciencia revolucionaria de algunos militantes tenía que manifestarse más tarde o más temprano, de una manera o de otra manera. Y, ya en el mismo curso de la lucha armada, algunos tuvieron el sentido común de rebelarse contra los métodos del egotismo, aunque con el conocido resultado de haber sido amenazados o perseguidos o torturados o eliminados.

Como era previsible, la aventura del egotismo y el seguidismo no podía ir muy lejos. Y así fue. Sin embargo, hay todavía quienes -marcados a fondo por el lastre feudal y, al mismo tiempo, movidos por una imperiosa necesidad de autoconsuelo- declaran sin rubor alguno su "sujeción plena, incondicional, estricta y tenaz al Presidente Gonzalo". ¡He aquí una versión aumentada y corregida del servilismo en filas senderistas!

VII

 

En la lucha por el socialismo es necesario el reconocimiento de la autoridad. Esto está fuera de toda duda. Pero este reconocimiento es de hecho el reconocimiento de la autoridad de las ideas correctas, el reconocimiento de la autoridad de quienes representan estas ideas correctas.

Gonzalo caricaturizó el pensamiento de Mao, hizo a un lado el pensamiento de Mariátegui, construyó un partido a la medida de su egotismo y llevó adelante una aventura militar. Por eso no representa la verdad sino el oportunismo de izquierda. Por eso su "autoridad" no es sino autoritarismo. Por eso el reconocimiento de su "autoridad" es seguidismo y, en no pocos casos, servilismo.

En la lucha por el socialismo, la única incondicionalidad posible y necesaria es la incondicionalidad al método marxista.

Y, sin embargo, Gonzalo fomentó la incondicionalidad a su persona, es decir, promovió el seguidismo a su  egotismo, a su dogmatismo, a su mandonismo.

Para concluir, es necesario señalar que si el drama de Gonzalo consiste en que se encuentra prisionero de su delirio de grandeza, la tragedia de sus partidarios reside en su seguidismo cerril.

Y, este drama y esta tragedia constituyen el callejón sin salida de la facción de Gonzalo.

 

Eduardo Ibarra

biblioteca9@ hotmail.com

04.09.03.

 

 



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