>
>
> Entrevista a Eduardo Galeano
>
> "Toda riqueza se nutre de alguna pobreza"
>
>
>
> Luis Zarranz, Florencia y Francisco Silio
> <
http://www.rebelion .org/mostrar. .php?tipo= 5&id=Luis% 20Zarranz, %20Florencia% 20y%20Francisco% 20Silio&inicio= 0>
>
> Agencia Rodolfo Walsh
>
>
>
> *El escritor y periodista Eduardo Galeano habla de los cafés, de la
> crisis económica mundial, de América Latina, Bagdad, las palabras
> traicionadas y de la poca originalidad de los medios de comunicación
> que tienen menos capacidad de decir lo suyo. "Nos mean y la prensa
> dice llueve".*
>
>
>
> Cuando era chico y ser periodista era cosa del futuro lejano, me dije
> que entrevistar a quien ahora baja del ascensor era mi máxima
> aspiración. La anécdota sirve, como pocas, para reflejar la admiración
> que nos despierta el entrevistado y sería totalmente injusto omitir el
> dato, sabiendo lo fácil que usted se dará cuenta al leer la
> entrevista, ajena a todo manual del entrevistador: ahí donde decía que
> debíamos interrumpirlo, lo hemos dejado hablar. Donde estaba escrito
> eso de que "un buen periodista no muestra sus sensaciones" , hemos
> hecho el esfuerzo para que estuvieran a flor de piel.
>
>
>
> La reflexión sobre esta experiencia, cosa que los manuales tampoco
> aconsejan hacer, nos arrojó una interesante conclusión: la
> subjetivación del hecho periodístico, ya de una manera intencionada,
> nos permitió no sólo saborear el momento sino merodear la esencia de
> quien teníamos enfrente, pero sentimos de nuestro lado.
>
>
>
> La puerta del ascensor se abre en la planta baja de este refinado
> hotel de pretenciosa arquitectura y decoración, pero de escaso buen
> gusto. De él baja el único pasajero que transporta, procedente del
> décimo piso: pantalones de jeans, camisa azul turquesa. Por debajo,
> una camiseta negra. Por encima, un pulóver en forma de mochila,
> colgando sobre sus hombros y cayendo por la espalda.
>
> Camina lento. No hay apuro en él. Las manos abrazadas por detrás, a la
> altura de la cintura. Un paso y otro, mirada marinero hacia el frente.
> Uno percibe una armonía entre ese tempo de cada paso, entre esa manera
> tan reflexiva de caminar y el intelectual que es, que ya, a prima
> vista, se siente trasladado a otro espacio y no en el anexo del Hotel
> Hermitage que lo hospeda en estos primeros días de la IV Feria del
> Libro de Mar del Plata, en la que es uno de los invitados ilustres y
> el encargado de la apertura.
>
>
>
> Transitamos los quince metros que nos distancian desde el mostrador
> del lobby hasta su persona, es justo reconocerlo, con mucha más prisa,
> ansiedad y expectativa que él. Nos saludamos e intercambiamos las
> primeras palabras: que el tiempo está loco, que es extraño para la
> época el frío y el viento que hay hoy, y otras vaguedades climáticas.
>
> Caminamos por el hotel, ya metidos en su ritmo, en busca de un lugar
> agradable y tranquilo donde poder sentarnos a conversar, actividad que
> los tiempos actuales desprecian. Ese sitio será el exclusivo café para
> huéspedes, donde los (pocos) que están presentes no hablan entre ellos
> sino con un alguien vía celular. Ninguno de ellos repara en la
> presencia de Eduardo Galeano. Es probable que, incluso, no sepan de
> quién se trata ni quieran saberlo.
>
>
>
> Hombres de negocios, negocios de hombres: la presencia femenina es
> nula. Cada uno de ellos actúa tal como se espera que actúen en un
> ambiente como éste. El salón es, en efecto, una millonada de clichés,
> de poses y de gestos comunes. Somos nosotros y él los únicos que
> desentonamos con la geografía y eso más que una pena, genera orgullo.
>
>
>
> Antes que el grabador se encienda, uno ya se siente complacido de
> estar a punto de cruzas palabras (de eso se trata) con quien ha hecho
> de ellas alquimia de sueños, dolores, alegrías, tristezas y las ha
> incorporado a la vida cotidiana. Este viaje relámpago a la Feliz con
> el exclusivo objetivo de entrevistar al escritor de Las Venas Abiertas
> de América Latina, El libro de los Abrazos, Patas Arriba y el reciente
> Espejos, entre muchísimos otros a través de los cuales ya hablamos con
> él; los intercambios de correos electrónicos, el llamado al celular
> para avisar(nos) que lo habían cambiado de "tapera", un decir
> galeanesco para referirse a estos hoteles de múltiples estrellas: todo
> queda en el pasado en el silencio que pregona la primera pregunta.
>
> * *
>
> *P. Vamos a arrancar, como diría mi abuelo, por el principio. Dicen
> que la vida es el reflejo de la infancia. ¿Cómo fue tu infancia, qué
> te acordás de aquellos años?*
>
> R. La verdad que no tengo mucho para contar de mi infancia porque fue
> una infancia bastante silvestre. Yo vivía en un barrio donde ahora en
> Montevideo hay rascacielos pero en mis tiempos eran puro descampado.
> Mi hermano y yo, la verdad, que tuvimos una infancia muy libre, con
> bandas que se organizaban para pelear, al estilo de la edad.
>
> * *
>
> *P. Así como cambió tu barrio, ¿cambió mucho Uruguay de aquella época
> a hoy?*
>
> R. Sí, cambió. Claro que cambio. Cambio todo, Uruguay y el mundo han
> cambiado muchísimo. El Uruguay que me formó era el Uruguay de los
> cafés. Yo soy hijo de los cafés de Montevideo. Yo no tuve educación
> formal. Todo lo que sé se lo debo a los cafés viejos de Montevideo,
> los que me formaron. Ahora quedó uno solo vivo, pero había muchos.
>
> * *
>
> *P. ¿Qué se aprende en los cafés que no se aprende en los lugares
> formales?*
>
> R. En mi caso una lección de vida que es saber valorar el tiempo y la
> posibilidad de perder el tiempo, tener siempre tiempo para perder el
> tiempo.
>
> * *
>
> *P. Esta es otra de las cosas que también se perdió.*
>
> R. Sí, se perdió porque ahora el tiempo tiene un valor de
> rentabilidad, que tiene un precio que es superior al valor y entonces
> el tiempo se vende, como todo. En mi caso en particular, aprendí el
> arte de narrar en los cafés, escuchando narradores orales, gente que
> no sé quiénes eran pero me colaba en las mesas. En aquel tiempo se
> podía andar por Montevideo sin documentos, sin nada. No había
> violencia, entonces yo en los cafés me sentaba y escuchaba: así
> aprendí el arte de narrar.
>
> * *
>
> *P. Y ahora que hay menos cafés, ¿dónde se puede aprender el arte de
> narrar?*
>
> R. Todavía tengo un café, que me lo habían cerrado pero ahora me lo
> reabrieron, el Brasilero. Es un café de 1887, de las pocas cosas que
> quedan así vivas. Y la verdad que el café, hablando de rentabilidad,
> no es rentable. Que un tipo esté tres horas en una mesa con un cortado
> es inimaginable en el mundo de hoy. De todos modos el arte de narrar
> se aprende escuchando, siempre: eso no ha cambiado. Para no ser mudo
> hay que empezar por no ser sordo. Si vos no sabés escuchar no vas a
> saber hablar o en todo caso lo que digas no va tener interés para los
> demás porque los laberintos de tu propio ombligo pueden ser
> apasionantes para vos pero para el resto de la humanidad no tienen
> porqué ser un tema que interese demasiado. Entonces creo que para
> poder hablar hay que saber escuchar y hay que recibir esas voces y
> aprender que las voces que valen la pena escuchar suenan, a veces, en
> los lugares menos presentables. Digamos, no en los foros
> universitarios, en los centros donde se reúnen los expertos para
> explicar cómo es el mundo, sino en lugares sencillos simples, por
> ejemplo las paredes.
>
> * *
>
> *P. Vos has rescatado mucho los graffitis. ¿Qué admiras de ellos?*
>
> R. Yo soy un gran lector de paredes, que es la imprenta de los pobres,
> el periódico abierto a todos. Y ahí, en el Río Pinturas, en Argentina,
> están los primeros graffitis: son esas manos, que es un modo de decir
> 'yo estuve ahí, yo soy algo más que una mota de polvo en el universo,
> yo soy algo más que un instantito de tiempo, estuve aquí'. Y un poco
> lo que mueve a la gente a escribir algo en una pared es eso, aparte de
> opinar. A veces opinan estupendamente: "Las vírgenes tienen muchas
> navidades pero ninguna Nochebuena" o "nos mean y la prensa dice llueve".
>
> * *
>
> *P. Ese es de Buenos Aires*
>
> R. Ese es de Buenos Aires, el otro es de Montevideo pero hay millares
> de maravillas que uno va encontrando, va rescatando, y después de lo
> que uno escucha, la maravilla del relato oral. Se supone que las voces
> del pueblo son nada más eco de las voces del poder, según los
> técnicos, pero no es verdad eso. Es verdad que el lenguaje popular se
> ha degradado mucho por obra de la televisión y de los medios masivos
> que imponen cierto lenguaje obligatorio. Yo tengo una amiga canaria,
> de las Islas Canarias, que se interesa mucho por estos temas de
> lenguaje y el lenguaje rural en las aldeas perdidas de las islas.
> Entonces andaba recorriendo por ahí con un aparatito de estos (señala
> al grabador) para recoger las voces de los viejos. Y muchos de los
> viejos les decían, 'no, mejor hablé con él que habla mucho más
> bonito'. Y él era el nieto, el bisnieto. Y ellos hablaban como la
> tele, por eso hablaban más bonito.
>
> Galeano hunde sus labios en el cortado, los humedece, y luego,
> lentamente, absorbe su contenido. No habla sólo con su boca, no. Sus
> manos hablan también. Su mirada tiene voces, que es preciso saber
> escuchar y también saber mirar. La boca te mira con la misma pasión
> con que los ojos sueltan las palabras. Nos habla a nosotros pero casi
> podríamos jurar que le habla al café, a él mismo, a la historia que
> será, al futuro que fue.
>
> Le preguntamos en qué cosas América Latina sigue teniendo las venas
> abiertas y en cuáles fue suturando las heridas y no esconde el
> fastidio por una pregunta que juzga reiterada en sus entrevistas. Nos
> lo dice con la boca pero también con los ojos, las manos, los gestos.
> "¿Qué te voy a contestar, lo mismo que siempre contesto?, que me
> encontré con el conde Drácula en una calle de Buenos Aires, que andaba
> buscando psicoanalista por el complejo de inferioridad que le
> producían las grandes corporaciones internacionales. Eso contesto
> siempre para evadirme", argumenta para volver a evadirse. "Lo cierto
> que sí, -agrega- es una región del mundo que trabaja al servicio de
> otra. Sí, es cierto, eso sigue siendo verdad, y que no hay ninguna
> riqueza inocente: toda riqueza se nutre de alguna pobreza y ahora
> fíjate con esta crisis mundial el mundo entero está aceptando con
> bastante pasividad, y hasta con aplausos, estos regalitos que van
> recibiendo los banqueros, los pobres banqueros que son los culpables
> de esta catástrofe financiera", sostiene con ironía.
>
> Luego se explaya sobre el plan de "salvataje" con que Europa y Estados
> Unidos hicieron de Papa Noel: "Los banqueros son los que reciben la
> recompensa con que los premian, por lo menos, con 3 millones de
> millones, que te da una buena cantidad de ceros. A lo larga lo paga
> eso que llaman 'tercer mundo', o sea las naciones sometidas, que
> venden lo que venden cada vez más barato, pagan deudas externas que
> son como sogas ahí metidas en el pescuezo con una vuelta de rosca y
> otra y otra. Por fin se le ocurrió a alguien -Correa, en Ecuador- ver
> si era legítima o no. Le vamos a pagar la deuda legítima, pero primero
> vamos a ver qué es esa deuda. Argentina no sabe la deuda qué paga,
> Uruguay tampoco. Se supone que son deudas que vienen de alguna parte,
> que tienen un fundamento, pero nunca a nadie se le ocurrió escarbar
> una por una para decir 'ésta deuda no la vamos a pagar'", dice
> mientras escarba el aire con la mano.
>
> "Chile no tendría que pagar los prestamos que le dieron a Pinochet
> para que asesinara gente, al igual que otros asesinos de países que
> contaron con auxilio. La mayor deuda se incrementa en la época de las
> dictaduras", recita dando cuenta, una vez más, que ese crisol que es
> América Latina tiene también, en lo más horroroso de su historia
> reciente, una historia presente.
>
> Estamos tratando de entender, Galeano mediante, lo inentendible de un
> sistema que paga lo que no debe, debe lo que no paga, premia lo que
> debería castigar y castiga lo que debe premiar. Semejante
> esquizofrenia nos altera y las preguntas se preguntan si hubo un hecho
> puntual, algún suceso concreto, que impulsó a Eduardo a ponerle
> palabras a las injusticias, para que sean menos injustas: "Yo nunca
> sentí que fuera el denunciador de nada. Yo simplemente soy un
> enamorado de la realidad y trato de contarla, en lo que tiene de
> horrendo y en lo que tiene de maravilloso. Porque si contara nada más
> lo que tiene de horrendo, la gente se moriría de aburrimiento, que es
> lo que pasa con la mayor parte de la literatura bien intencionada, que
> en lugar de generar indignación genera sueño. No sueños sino sueño, o
> sea una irresistible necesidad de dormir porque es aburridísima y en
> efecto estas letanías de dolor incesante no conducen a ninguna parte
> porque aburren a todos y además, justamente, los dolientes del dolor
> lo que menos quieren es volver a escuchar el dolor que padecen, encima
> que lo están padeciendo. Entonces hay que saber cómo tratar de
> acercarse a estos temas a veces muy espinosos logrando que sean
> atractivos y que además estén siempre acompañados por una contraparte:
> a veces una pequeña frase, una pequeña cosita que indique que en medio
> de ese desierto hay un trébol de cuatro hojas, o de cinco, o de seis
> hojas"
>
> En criollo, diría la abuela, mezclar una de cal con una de arena.
> ¿Ejemplos?: "Por ejemplo, en Espejos, hay unas cuantas referencias a
> la guerra de Irak, claro, lógico, una guerra que nació de una mentira
> y que mintiendo sigue y que ha matado no se sabe cuánta gente porque
> se sabe cuántos muertos hay entre los invasores pero no entre los
> invadidos, de eso no hay la menor idea. Entonces hay unos cuantos
> textos que se refieren a eso pero también hay uno que dice 'cuidado
> con confundirse, querido lector, mucho cuidado. En Irak nació el
> primer poema de amor de la historia de la humanidad, en ese mismo
> lugar que es ahora ese escenario de horror incesante, y que se refiere
> al encuentro de una diosa inmortal y un pastor mortal'. En mi versión
> sintetizada lo que dice ese poema es que 'la diosa amó aquella noche
> como si fuera mortal y el pastor fue inmortal mientras duró esa noche'".
>
> * *
>
> *P. ¿Como "las mil y una noches"?*
>
> R. En Irak nació la escritura, y en Irak la princesa Sherezade contó
> las mil y una noches que es el libro que nos enseñó a todos el arte de
> contar, porque yo aprendí lo que aprendí en los cafés pero también
> porque Sherezade me enseñó que si el rey se aburría, le cortaba la
> cabeza y que por lo tanto está prohibido aburrir. Y me enseñó el arte
> del suspenso porque siempre dejaba los cuentos sin terminar para que
> el sultán no la matase. Entonces para saber cómo terminaba la historia
> tenía que llegar a la noche siguiente. Así te enseña la técnica del
> tigre en el aire, cómo se puede lograr mantener la tensión del lector.
> Bueno, eso fue escrito en Bagdad, a partir de una cantidad inmensa de
> historias que circulaban en la época.
>
> Bagdad era el cruce de todos los caminos, allí se encontraban las
> cosas y las palabras: las cosas porque era un centro comercial
> importantísimo y las palabras porque era el centro cultural más
> importante del mundo, por lejos. Esta misma Bagdad ahora bombardeada,
> despreciada, triturada por Occidente que, entre otras cosas, aniquila
> lo que ignora. Qué nivel de ignorancia. Seguramente Bush cree que la
> escritura fue inventada en Texas, estoy seguro. Qué nivel de
> brutalidad, qué nivel de patanería que tienen los amos del mundo, es
> algo que te deja visco.
>
> Nos reímos, está claro, que para no llorar. "Tienen el complejo
> mesiánico de que son los salvadores del mundo, de blancos, negros,
> rojos, violetas. Bush hablaba con Dios, nunca aclaró si era por fax,
> por mail y tampoco qué días se comunicaba, pero él dijo que la orden
> de invadir Irak se la había dado Dios", esgrime Eduardo ya sin café
> que llevarse a la boca.
>
> "Y quién nos salva a nosotros de ellos", le preguntamos y nos reímos
> ya sin saber si para es, o no, para evitar las lágrimas. "De ese tema
> Dios no dio orientaciones" , apunta Galeano, marcado los "olvidos" del
> Señor. "Lo que quiero decir es que ellos tienen una vieja costumbre,
> insana costumbre, tóxica para la humanidad, peligrosa para la
> humanidad, de sentir que tienen que salvarte. Yo no quiero que me
> salven, qué mierda. Además todos los que vienen a salvarte terminan
> chupándote hasta la última gota de tu sangre y exprimiéndote hasta la
> última gota de tu sudor. Estos salvadores.. .", dice meneando la
> cabeza, que también habla, de izquierda a derecha.
>
> "Además fíjense la importancia que tienen en Estados Unidos todas
> estas sectas evangélicas desde donde irradian esas ideas que insisten
> con la idea de la salvación. Salvar a los otros en lugar de
> respetarlos, de escucharlos. En lugar de decir 'señores, por ahí
> ustedes tienen algo interesante que decir', no: el mensaje siempre es
> al revés. Es unidireccional, del que manda al mandado, del que opina
> al opinado.. 'Yo te voy a decir cómo son las cosas, te voy a explicar
> cómo es el mundo, te voy a dar la receta para que te vaya mejor en la
> vida'".
>
> * *
>
> *P. ¿Por eso el sistema acepta la caridad, de arriba hacia abajo, y no
> la solidaridad, que es entre iguales?*
>
> R. Si, además ahora con los resultados estos podrían, en un acto de
> sentido común, decir 'bueno al fin y al cabo esa idolatría del
> mercado, que hay dejar que el dinero actúe y que el Estado no joda,
> por lo menos es sospechosa'. El hecho es que hicieron puré el Estado
> en todo el sur del mundo. Los servicios públicos están desechos. Mirá
> lo que es Aerolíneas Argentinas. ¿Qué quedó? Un pobre resto humeante.
> Parece que hubiera sido victima de algún bombardeo: un avión de guerra
> que fue victima de un bombardeo. Yo viajaba en Aerolíneas Argentinas
> cuando dirigía la revista Crisis, y era la mejor línea del mundo. Mirá
> cómo está ahora. Mira cómo está el Correo. Yo estoy harto de mandar
> cartas de Uruguay a la Argentina que no llegan nunca. Son servicios
> religiosos: los entregan cuando Dios quiere. (Otra vez risas
> compartidas. Otra vez, para no llorar).
>
> * *
>
> *P. Bueno, con YPF nos pasó algo muy parecido*
>
> R. YPF es otro desastre. Y los trenes. Esa película, "La Próxima
> Estación", qué gran tarea hizo Pino Solanas con eso. Todas esas
> situaciones son collares de infamias por todas partes para aniquilar
> el Estado porque era una molestia, algo que se interponía entre el
> progreso y el hombre. Y lo pulverizaron y ahora que lo necesitamos,
> ¿qué hacemos? ¿Cómo no va a funcionar el correo? No puede ser.
>
> Acá es especialmente desastroso pero en Uruguay, fíjense lo que me
> pasó con Espejos, les cuento una sola de las muchas experiencias que
> tuve: en Montevideo tengo una casilla de correo, la 751, donde me
> llegan las cartas, las revistas. Entonces yo le quería mandar el libro
> a un gran amigo mío que es músico y musicólogo y tiene otra casilla en
> el mismo lugar, que es el Correo Central de Montevideo. La casilla de
> él está a un metro y medio de la mía. Entonces yo voy con el libro y
> le digo a los amigos que atienden ahí, que me conocen de memoria,
> 'mirá, ponele este libro en su casilla'. Y me dicen: 'No, eso no se
> puede hacer. Tenés que franquearlo, mandar el paquete' y entonces...
> recorrer ese metro y medio, demoró un mes".
>
> La anécdota, por demás gráfica, permite que la charla se entremeta con
> el deterioro de los servicios públicos en todo el mundo, y en especial
> en América Latina. Galeano rebalsa en anécdotas personales que
> ilustran de qué hablamos: un libro perdido rumbo a la Argentina, otro
> hacia España, paquetes que no llegan. "Esto es horrible de decir pero
> en la época de Franco se decía que 'la única carta que no llega es la
> que no se escribe'. Y era verdad. Y este deterioro de los servicios
> públicos conspira contra la democracia porque la desprestigia.
> Pareciera ser que los servicios públicos sólo funcionan bien cuando
> hay milicos en el poder. Y ese es un flaco favor que le hacemos a la
> democracia, porque también se supone que es un esfuerzo civil"
>
> * *
>
> *P. Los medios de comunicación también se mueven como si muchas cosas
> funcionaran mejor con los milicos en el Poder, por ejemplo con la
> seguridad, que pareciera acechar como una flaqueza de la democracia.*
>
> R. Sí, yo a veces escucho TN y me da la impresión de que Buenos Aires
> debe ser como Irán o Bagdad, y voy a Buenos Aires y no tiene nada que
> ver con lo que cuentan que es. Además se ha dado un fenómeno, éste
> también internacional: es impresionante cómo en la época de la
> globalización se repite todo. Qué poca originalidad. Los países tienen
> menos capacidad de decir lo suyo, de caminar su camino. Entonces se
> dan esas copias universales: los informativos de la televisión.
> Empiezan, en casi todos los países, con temas de seguridad pública,
> crímenes, violaciones, asesinatos. Eso es la mitad o más del
> informativo, con lo cual la población queda temblando y diciendo
> 'estamos en manos de los delitos, de los delincuentes, de los criminales'.
>
> * *
>
> *P. Tocan las fibras del miedo...*
>
> R. Miedo que es el peor de los consejeros, porque el miedo, ¿qué es lo
> que te va a aconsejar?: mano dura. 'Acá lo que se necesita es mano
> dura' y la democracia tiene mano blanda, entonces a la nostalgia de la
> dictadura militar hay un camino muy chiquito.
>
> Es un tema bárbaro porque hasta ahora la izquierda no ha podido
> resolver el tema de la inseguridad. Quizá porque la inseguridad no
> existe, la inseguridad es el resultado de otras cosas, de la
> injusticia social, de la cultura del consumo.
>
> Las palabras, quizás felices por ser bien tratadas, dan una vuelta en
> el aire antes de meterse en el grabador, en los oídos, en la boca, en
> los ojos. Es extraño expresarlo pero hay una sensación de comunión, de
> común-unión, que parece, también, dar vueltas en el aire.
>
> Es posible, acaso, que nada de eso ocurra y el sólo hecho de coincidir
> con lo que este escritor está escribiendo con la boca, nos genere tal
> impresión. El manual dice en ese punto que es el primer error del
> "periodista ingenuo" que se deja convencer con lo que el entrevistado
> dice. ¿Será así?
>
> "Antonio Machado, el gran poeta español, decía una frase lindísima:
> 'ahora cualquier necio confunde valor y precio'. Y ese es un retrato
> del mundo de nuestro tiempo. Entonces la cultura del consumo, que es
> lo que se le inyecta a la gente todos los días sobre todo por los
> medios, pero también por el sistema educativo, sostiene la idea de que
> el que no consume, no existe. Y esa cultura se funda en esa confusión
> del valor y el precio. Entonces vos valés si tenés ropa más cara. Y
> eso es una incitación al delito porque si vos le metes eso en la
> cabeza a los chicos de la villa o la gente más desamparada de la
> población, la idea de que ser es tener, y que sino tenés no sos, es
> una invitación al delito. Es decirles 'dale, andá con esa vieja que
> está ahí al pedo, dale, arrancale la cartera'".
>
> * *
>
> *P. Y eso también lleva a que veamos al otro, como describe una frase
> tuya, "como una amenaza y no como una promesa"*
>
> R. Exactamente. Y hay una dictadura del miedo en escala universal. Ahí
> también todo se copia. Hay una vieja leyenda china, que tiene miles de
> años, de un leñador que pierde el hacha. Entonces el leñador lo mira
> al vecino, y ve que tiene cara de ladrón, aspecto de ladrón: '¿usted
> no vio un hacha?', le pregunta. 'No, no', contesta el vecino. 'Me
> contestó como un ladrón', piensa el leñador. Le coincidía todo. A las
> dos o tres horas encuentra el hacha que se le había caído en unos
> árboles, vuelve a mirar al vecino y piensa: 'La verdad que no tiene
> para nada cara de ladrón'. Pero mientras el hacha estaba desaparecida
> el vecino era el culpable. El tema de la justicia por mano propia
> proviene de ese equívoco, incide en los linchamientos y castigos de
> muchos que son inocentes.
>
> Es imposible eludir, a esta altura, los intentos que a ambos lados del
> Río de la Plata pretenden bajar la edad de imputabilidad de los
> menores. (¿y qué dirán los manuales al respecto?). Las cejas de
> Galeano se arquean en forma de herradura. Los ojos se clavan en un más
> allá que no alcanzamos a ver y las manos levantan vuelo. Todo el
> cuerpo dice una ironía: "Yo me pregunto, ¿y los bebés? Porque los
> bebés son bastantes jodidos. Ya Freud lo tenía estudiado a eso, la
> perversidad del bebé, entonces si el bebé es perverso, bueno, que vaya
> a la cárcel..."
>
> * *
>
> *P. El manual se enoja pero el humorismo vuelve: "O mejor, que ya
> desde el embarazo los metan presos con sus madres".*
>
> R. Pero no lo repitas porque les das ideas. Van a meter presa a la que
> tiene el delincuente en la panza.
>
> * *
>
> *P. Tarde, ¿no fue eso lo que hicieron los militares genocidas?*
>
> R. Sí, es así. Incluso muchos se han de haber contado el cuento que
> así los salvaron. Supongo, porque la conciencia culpable siempre
> necesita alivio, consuelo, aún en el caso de los tipos más jodidos.
> Probablemente disfrazaron ese robo, el más siniestro de todos, ese
> botín de niños que hubo sobre todo en la Argentina. Esta idea de que
> el vencedor, quizá recibiendo el trofeo, se contaba el cuento de que
> estaba salvando a aquel chico de la corrupción roja.
>
> * *
>
> *P. Eduardo, vos que sos un escritor que trabaja con las palabras, ¿te
> han contado ellas el dolor que sienten por el cambio de significado
> que han tenido? Nombrabas la palabra "mercado" y antes el mercado era
> otra cosa, proceso era otra cosa al "Proceso". ¿Se sienten dolidas las
> palabras?*
>
> R. Está lindo eso que me decís. Sí, yo creo que sí.. Hay una
> responsabilidad en el ejercicio de las palabras. Aquello que el
> maestro Onetti me dijo cuando era chico: 'Las únicas palabras que
> deben existir son las palabras mejores que el silencio'. Pero cuando
> vos estás peleando para encontrarlas y aparecen, hay que cuidarlas,
> regarlas, acariciarlas. Las palabras están muy mentidas, manoseadas,
> prostituidas. Entonces las cosas no significan lo que son, son lo que
> significan. Es un desastre, el diccionario parece un basurero. Y claro
> que a las palabras les duele ser basura. Nacieron para algo mejor,
> nacieron para ser manos que tocar, brazos que abrazan.
>
> * *
>
> *P. En tus libros has rescatado que para los guaraníes, la palabra era
> el alma. ¿Cómo era eso?*
>
> R. Sí, ñeñé, que significa palabra y alma. Toda la belleza de los
> mitos de origen guaraníes coincide en que los paraguayos son hijos de
> la palabra que los llamó. Y que sonó de adentro de un Cedro, un cedro
> mágico. Ahí sonó la palabra que los llamó. Es muy hermosa la idea de
> que la uva está hecha de vino.
>
> La frase se materializa, producto de los gestos que acompañan el
> racimo, en la imagen de la uva. El grabador se apaga pero la
> conversación no. (En este punto el manual también es confuso sobre los
> pasos a seguir). La charla sigue por los pasillos del Hotel que,
> después de largo rato, volvemos a habitar pese a no haber salido
> físicamente de él. Galeano relata, con lujo de detalles, su
> experiencia en la frontera entre Brasil y Venezuela, hace ya unos
> años, donde se infectó la malaria. Nos cuenta la experiencia de dormir
> en una hamaca paraguaya sobre el río, y ver pasar las serpientes por
> debajo.
>
> Hablamos de Luis Sepúlveda y "el viejo que leía poemas de amor"; de
> aquel negro orgulloso con sus dientes de oro macizo que Eduardo
> rescata en uno de sus textos; algo de fútbol es inevitable; criticamos
> en conjunto el mal gusto del hotel, en conjunto criticamos a los
> críticos por el mal gusto de decirnos cómo se debe mirar, elogiamos un
> par de sueños de los "Sueños de Kurosawa"; admiramos a Vicent Van Gogh
> y el texto que, para uno de nosotros, constituye uno de los mejores
> relatos de los múltiples relatos que constituyen Espejos.
>
> Afuera ha parado de llover pero dentro nuestro hay un diluvio. El
> saludo se repite una vez más, pero esta vez sí es definitivo.
>
> Se aleja unos pasos, a ese ritmo de ver las cosas, en busca del
> ascensor que lo trajo a la planta baja. Antes de perderse en él, nos
> dice sonriendo, en esa voz que no alcanza a ser grito pero que está
> mucho más elevada del tono medio, que nos entendemos con el tiempo. Ya
> no hay tiempo de preguntarle porqué.
>
> Es una buena excusa para inventar un nuevo encuentro.
>
>
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