sábado, 10 de enero de 2009

Fwd: UNA TAREA APREMIANTE: LA UNIDAD

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Date: 10-ene-2009 10:58
Subject: UNA TAREA APREMIANTE: LA UNIDAD
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UNA APREMIANTE TAREA: LA UNIDAD

Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)

Los recientes acontecimientos mundiales y el desarrollo de la crisis,
así como su incidencia en América Latina y en nuestro país, colocan a
nuestro pueblo ante tareas inmediatas. La más urgente y apremiante de
ellas, es marchar por los caminos de la unidad forjando un movimiento
capaz de ganar la voluntad y la conciencia de millones de peruanos.

Y esta es una tarea prioritaria porque debemos hacer frente al inmenso
poder del Imperio pero también a un gobierno corrupto y servil que se
postra sumisamente defraudando las expectativas nacionales.

Tenemos, ciertamente, tradición de unidad en nuestra historia.

A mediados del siglo pasado y luego de la gran derrota del nazi
fascismo en el mundo, en diversos países surgieron Frentes Populares y
movimientos alternativos que lograron arrinconar a las viejas
camarillas de Poder. Fue esa la esencia del Frente Democrático
Nacional que en 1945 llevó al Poder al Dr. José Luis Bustamante y
Rivero con un programa de corte patriótico que, sin embargo, no pudo
cumplirse.

La traición del APRA, que desde dentro acuchilló al Frente y lo
desangró, no solamente impidió que se consumaran sus objetivos
estratégicos ligados a la lucha nacional liberadora, sino que también
abrió la puerta para el retorno de los Exportadores y los Agrarios,
que dieron al traste con la experiencia democrática y abrieron paso al
recrudecimiento de las viejas dictadura.

Odría,y su gestión de gobierno, fueron la secuela natural de esa
experiencia frustrada. Como en otras latitudes de nuestro continente,
en aquellos años la dictadura se entronizó con su pesado fardo de
sangre y de muerte.

Aunque a comienzo de los años 60, también al influjo de la victoriosa
Revolución Cubana, se buscó promover la más amplia unidad del pueblo
levantando el estandarte del Frente de Liberación Nacional, el
llamamiento en tal sentido no cuajó con la fuerza necesaria.

Y pudo haberse pasmado, incluso, de no mediar la insurgencia militar
patriótica del general Velasco Alvarado que, en nuevas condiciones,
diseñó una experiencia unitaria ante los ojos de todo nuestro pueblo.

Los años 80 fueron ricos también en el proceso natural de acumulación
de fuerzas a partir de un programa democrático y liberador. Fue
Izquierda Unida y su líder Alfonso Barrantes los que perfilaron el
sentido de la lucha de los peruanos amagando severamente el Poder
tradicional.

En este caso, sin embargo, el proyecto unitario naufragó abatido por
el personalismo y el electorerismo desenfrenado de caudillos, y el
oportunismo sectario y estrecho de determinados sectores que todos
identifican.
Razones ambas que debieran ser materia de un debate amplio y
responsable, así como de la autocrítica correspondiente por parte de
quienes tuvieron en sus manos el destino de esa experiencia notable, y
que hoy se mantienen aferrados a posiciones de Poder en sus
estructuras partidistas como si nada hubiese pasado.

La falta de ese balance autocrítico es, sin duda, la debilidad mayor,
el talón de Aquiles, del proceso de unidad que ahora se alienta. Y nos
induce a una idea fundamental: se tratar de construir la unidad desde
la base social, y no a partir de los entendimientos de las cúpulas,
que habrán de romperse a la menor disidencia de corte electoral.

Por lo demás, el común de la gente no siente la menor simpatía ni
respeto por quienes jugaron a la suerte el destino de un movimiento
embrionario y lo lanzaron por el despeñadero. Bien podría hacerse un
balance de los procesos electorales de los últimos veinte años para
recordar las magras votaciones que han alcanzado ciertos personajes
cuya única aspiración es volver a postular en los comicios que se
avecinan.

Por eso el segundo requerimiento para la unidad debiera ser el de la
renovación elemental de los cuadros en las estructuras partidarias de
la izquierda.

Bien podríamos, en este tema, recordar una experiencia de Lenin:
cuando un ex socialista alemán responsable de manejos dolosos le pidió
retornar a funciones en el movimiento proletario, el líder bolchevique
contestó secamente: "no se hace la Revolución con las manos sucias".
En este caso podría hacerse extensivo el concepto y decirse que
tampoco, con la conciencia sucia.

Un movimiento que surge en un nuevo siglo, en una etapa distinta de la
historia, acosado por fenómenos diferentes a los anteriores; requiere
de dirigentes probos, de elementos confiables, de figuras sencillas,
dispuestas a no ocupar, ni a inventarse, cargos para perpetuarse en
funciones dirigentes, sino a entregar toda su fuerza en beneficio de
una causa.

La unidad es, en todos los casos, como un río caudaloso que arrastra
piedras, y también lodo. Lo importante es filtrar el agua de tal modo
que las sucesivas acciones de lucha permitan dejar de lado lo que
realmente obstruya y perjudique el proceso unitario, y ganar para la
acción a todos aquellos que estén realmente dispuestos a la batalla
sin buscar provecho alguno.

Por lo demás, la unidad no es la concreción de un sueño mágico que
brotará al influjo de una mirada iluminada.

Será el resultado de un conjunto de experiencias y el resultado de un
proceso social que servirá para decantar la potencialidad
revolucionaria del pueblo y que, por eso mismo, dejará fuera de juego
a los aprovechadores y a los sinvergüenzas, cualquiera sea la
ubicación que hoy detenten.

Lo importante es que se base en Principios y en Programas. Y que se
alimente de la misma lucha de los trabajadores y el pueblo. Que a ella
concurran precisamente los que combaten en distintos frentes al
enemigo de clase; y no que la usufructúen los maestros de la
componenda y la traición.

En cuanto a nosotros se refiere, nos mantendremos vigilantes. No
tenemos compromisos que puedan atarnos, ni propósitos subalternos.
Apostamos entonces a esa lucha y a esa causa. Y estamos dispuestos a
mantener muy en alto nuestra bandera.

No aspiramos sino a ocupar un modesto lugar en la trinchera de los
trabajadores, porque no somos ni advenedizos, ni improvisados. Ella
nos pertenece, porque estuvimos siempre en ese puesto, enfrentando con
hechos a los enemigos de nuestro pueblo. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. www.nuestra- bandera.com


--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
cel 993754274

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