domingo, 2 de noviembre de 2008

Fwd: Salem 450, Oviedo, la memoria bajo tierra



--- El dom, 2/11/08, ros val <valros47@gmail.com> escribió:
De: ros val <valros47@gmail.com>
Asunto: Fwd: Salem 450, Oviedo, la memoria bajo tierra
Para: "boris madueño" <borismadueno@hotmail.com>, "CARLOS PONGO" <car9pon@aol.com>, "j. cesar" <jocajoo1@yahoo.es>, "Luis Lagos" <lakessi25@yahoo.es>, "Luis Miguel" <luismiguel1952@yahoo.es>, "Gustavo Pérez Hinojosa" <gperezhinojosa@gmail.com>, "Alfredo Rubio Bazán" <alfredorubiobazan@gmail.com>
Fecha: domingo, 2 noviembre, 2008 6:33



---------- Mensaje reenviado ----------

Fecha: 2 de noviembre de 2008 18:23
Asunto: Salem 450, Oviedo, la memoria bajo tierra
Para: suarez_96665141@hotmail.com, miguelsverigel@hotmail.com, virsar@gmail.com, hechosperu@hotmail.com, Manolo Mosquera <mosquera@peru.com>, Garrido <garresp@hotmail.com>, CARLOS ANGULO <reppam@mountaincable.net>, CECILIA TELLO <cecite@hotmail.com>, rodolfo ybarra <rodolfoybarra@hotmail.com>, gianca <giankrlo@yahoo.com>, annalisa melandri <annalisamelandri@yahoo.it>, "Mel P." <melmeliflua@gmail.com>, cast <castello.cristina@gmail.com>, Raùl Isman <raulisman@yahoo.com.ar>, gabriel impaglione <impaglioneg@yahoo.es>, marcela pérez silva <marcelaperezsilva@mac.com>, Ana Intili <anaintili@yahoo.es>




---------- Mensaje reenviado ----------
De: Eduardo Gonzalez-Viana <egonzalezviana@yahoo.com>
Fecha: 2 de noviembre de 2008 16:42
Asunto: Salem 450, Oviedo, la memoria bajo tierra
Para:  rosina valcárcel <silvia.anaisnin@gmail.com>, Winston Orrillo <orrillowinston@gmail.com>, Winston Orrillo Ledesma <alfarero@terra.com.pe>, arturo corcuera <arturcorcuera@gmail.com>, Walter Palacios <wpalaciosvinces@gmail.com>,





Correo de Salem
Por Eduardo González Viaña (*)
Oviedo: la memoria bajo tierra
  
      Este primero de noviembre, en Oviedo, pregunté  por
Fernando Muñiz, pero nadie lo había visto.
    Calle arriba por el barrio de San Lázaro, pregunté
después por Manuel Fernández, por Joaquín Pérez, por
José Álvarez García, por Jesús y José Mejido
Gutiérrez, por Paco Llamas, y también por Raúl Domingo
Toledano. Sin embargo, nadie me dio razón alguna de
ellos.
  
      Subí luego por la empinada colina que va al panteón
de San Salvador, pero tomé alguna calle equivocada y
me perdí. Tuve que recurrir a una pareja que venía
tras de mí para saber si ese camino también me llevaba
al cementerio.
  
      -Todos vamos para allá- me respondió un anciano de
boina ploma. Su mujer  añadió:
      -A veces, llegamos sin darnos cuenta.
  
      Avancé y recordé que, desde el triunfo de Franco y
durante muchos años de su dictadura criminal, hombres,
mujeres, ancianos y niños, fueron obligados a  caminar
por esas rutas zigzagueantes hasta la parte trasera
del cementerio. Allí los esperaba la boca abierta de
la gigantesca fosa común.
  
      Se calcula que hay enterrados allí mil seiscientos
cuerpos. Cerca, los fascistas hacían el simulacro de
un consejo de guerra y, después de ejecutar a sus
víctimas, arrojaban los cadáveres a la fosa. Quienes
tenían la desgracia de sobrevivir a los balazos del
fusilamiento eran enterrados moribundos, sin tiro de
gracia y cubiertos de cal viva. Los gritos de dolor  de
los desgraciados que aún no habían muerto podían ser
escuchados por quienes vivían en los alrededores.
  
      No todos eran fusilados. Muchos "desaparecían". Al
igual que mucho tiempo después en la Argentina, Chile
o el Perú de las últimas décadas, los arrancaban de
sus hogares, los secuestraban, los torturaban,  los
paseaban en un camión sanguinolento,  y por fin, los
asesinaban. Muchos dicen que hay más muertos fuera que
dentro del cementerio.
  
      Además, a muchos de los condenados se les ofreció una
opción perversa. Si aceptaban confesar y comulgar,
serían asesinados pero sus cuerpos no serían  arrojados
a la fosa. A cambio, se les daría un nicho en el
cementerio católico. E incluso para hacer  interminable
el dolor de sus parientes, se alzó un muro de piedra
que separaba como al cielo del infierno, los dos lados
del cementerio.
  
      En medio de estos recuerdos, por fin llegué al
cementerio de Oviedo. Atravesé la parte antigua y
arribé al lugar que buscaba, la fosa común. Durante
los años de la democracia, se ha derribado el muro
infame que la separaba del cementerio católico y se ha
erigido cuatro paredes. Ellas están  cubiertas por
placas que dan los  nombres de Fernando Muñiz, Joaquín
Pérez, José Álvarez García, Jesús y José Mejido
Gutiérrez, y Paco Llamas  junto a los de otros mil
seiscientos españoles cuyo delito fue oponer
resistencia a la invasión nazi-franquista y mantener
hasta lo último sus ideales de izquierda y su  apuesta
por una humanidad solidaria.
  
      Hay muros como el de Oviedo en toda España. Son
monumentos levantados a la memoria. Esta generación y
las que vengan deben recordar que el fascismo es
intrínsecamente perverso. Los desaparecidos de
Argentina, las masacres de Pinochet o las ejecuciones
sin juicio del Perú no son casualidades ni un exceso
lamentable de la guerra. Son la única expresión del
fascismo, tan igual como lo son las tumbas de España,
la destrucción de Guernica o los judíos, gitanos  y
comunistas incinerados en los hornos crematorios de
Hitler. Los profesores de lenguas clásicas piensan que
la enseñanza obligatoria del latín transformará a la
humanidad. Los carniceros y los derechistas están
seguros de que un baño de sangre cambiará al mundo y
detendrá a los pueblos que irremediablemente caminan
hacia la comunidad socialista. 
  
      Eso es normal porque el fascismo es un intento
demencial de contener la historia y de aplastar la
marcha de los seres humanos hacia el cambio  social.
Es, además, su único camino lógico porque se basa en
la primacía de una nacionalidad, una religión, una
raza y de un arcaico orden social constituido. En
consecuencia de ello, todo y todos los que se opongan
a cualquiera de estos principios serán, para el
fascista, infrahumanos, paganos y terroristas, dignos
tan sólo del suplicio, la prisión perpetua o  la
extirpación.
  
      España y Alemania tienen monumentos a la memoria.
Argentina ha convertido en museo la casa de torturas
de la Escuela de Mecánica. Por su parte, en Chile, el
anciano criminal fingió y babeó cobardía hasta el fin.
 En el Perú, por desgracia, el gobierno conservador de 
Alan García ha decidido abogar por los genocidas. 
Felizmente, la excepción no hace la regla. 
  
Se necesitarán varios decenios para comprender que el
genocidio no constituye únicamente una etapa pasada
del fascismo, sino su única expresión. El fascismo es,
solamente,  una ruptura con la civilización humana.
   
Una  auténtica cultura de la memoria sólo será posible
una vez que los jóvenes exijan a la generación
anterior la confrontación crítica y reflexiva con el
pasado. Es decir, cuando les hagan ver que el pasado
no es pasado ni es historia sino padecimiento y
conciencia presentes. O sea, cuando entiendan que
Hitler y Franco sobreviven a través de Pinochet y de
los criminales que aún caminan  impunes y condecorados
en diversos países del planeta.
  
El siglo XX dejó tras de sí una pila alta e
interminable de calaveras y un foso donde se entierra
la memoria.  Pero, en el siglo XXI, hay que
desenterrarla.
  
      La memoria es un  imperativo moral que nos obliga no
sólo a recordar los crímenes del pasado, sino,
fundamentalmente, a recordarlos en las desapariciones,
las ejecuciones sin juicio, las cárceles perpetuas y
demás bestialidades del presente. 
  
La barbarie no es una excepción, sino la regla
perpetua de los que quieren que se detenga la
historia.  
  
Por eso fue que el primero de noviembre, pregunté por
Fernando Muñiz en Oviedo, y también por hermanos
presentes como Raúl Domingo Toledano. Y por eso fue
también que, al regresar del cementerio, volví a
encontrar a la pareja de ancianos que me  dio
información de cómo llegar hasta allí. Y les pregunté:
  
-¿Saben ustedes dónde está Fernando Muñiz?
  
Marco Zerzen, 85 años, católico, panadero y comunista,
nacido en Gijón, no me respondió. Le bastó con  alzar
la mano derecha. Se la puso sobre el corazón.
Para ver las fosas y rendir homenaje a los
caídos, hacer clic en:
http://humano.ya.com/fosaoviedo/placas.htm#up
  Invitación para mis amigos en  Sevilla

Alfaqueque Ediciones y la Universidad de Sevilla presentan:

Viernes, 14 de Noviembre, 19.30 h.

Vallejo en los infiernos

de Eduardo González Viaña

Presentación en Casa del Libro

C/ Velázquez, 8

SEVILLA

Carlos Alberto González Sánchez, UNIVERSIDAD DE SEVILLA

José Manuel Camacho Delgado, UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Humberto Urteaga, CÓNSUL GENERAL DE PERÚ

Eduardo González Viaña, AUTOR DE LA OBRA

Fernando Fernández Villa, EDITOR

 

 

PRESENTAN:

Viernes, 14 de Noviembre, 14.00 h.

Vallejo en los infiernos

de Eduardo González Viaña

Presentación en Aula Magna

Universidad de SEVILLA

José Manuel Camacho Delgado, UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Rocío Parada, UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Eduardo González Viaña, AUTOR DE LA OBRA

 





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