jueves, 7 de octubre de 2010

RESPONSABILIDADES FRENTE AL FRAUDE ELECTORAL

Los errores que enseñan

Escribe: Dante Castro
Susana Villarán es el nuevo fenómeno en la escena electoral. A punto de perder las elecciones por un supuesto empate urdido por la estrategia delincuencial de la derecha, sigue siendo el referente de miles de votantes anticorrupción, antineoliberales y de oposición al gobierno de García. Aunque no sea de izquierda revolucionaria y trace sus distancias con ésta, reconocemos que más allá de sus limitaciones ha podido encarnar el voto de la oposición. El fraude se asoma y requiere ser contestado con la movilización espontánea de sus votantes. Pero estos apremios de última hora nos obligan a reflexionar sobre responsabilidades e improvisaciones, para que no se repitan.
La improvisación de Fuerza Social ha sido evidente: no hubo un reclutamiento eficaz de personeros ni listas de candidatos a distritos. Hombres y mujeres de buena voluntad se han inscrito como personeros, contra el reloj y contra el calendario, para defender los votos de Susana Villarán. La derecha, en todas sus denominaciones, se tomó en serio cerrar filas contra una candidata de centro-izquierda. El aparato del PPC ha sido impresionante, sumándole la colaboración voluntaria de los demás aparatos de campaña derechistas.
Notemos una vez más que la plaza fuerte es Lima, donde se concentra más de un tercio de la votación nacional. Si alguien como Ollanta Humala se apresta a competir en los comicios presidenciales del 2011, debía tener una estrategia para las elecciones municipales en Lima. Pero el Partido Nacionalista sólo conoce una operación aritmética en la Capital del Perú: restar. Las dudas existenciales sobre una factible alianza con la izquierda, no son tales: Los empresarios que respaldan al nacionalismo, antagonizan con quienes pueden exigir derechos laborales para quienes trabajan en sus empresas. Entonces se imponen por su capacidad de financiamiento y exteriorizando sus prejuicios: “con Diez Canseco no”, “con Patria Roja no”, “con el SUTEP no”, etc. Si se trata de no “quemarse”, entonces aceptan que la derecha les imponga condiciones de participación.
Para la izquierda, incluso en épocas esplendorosas de unidad, no ha existido el Callao. Un centro de masas con gran caudal de proletarios nunca ha merecido su atención. La derecha ha gobernado en el primer puerto sin oposición y ahora se ha reelegido. En el Callao funcionan FENTENAPU, la CGTP, Construcción Civil, SUTEP, etc. Pero nunca se ha intentado promover una candidatura de fuerza que represente a los asentamientos humanos ni a los gremios realmente existentes.
La izquierda tiene que cuestionar la vigencia de una legislación electoral heredada del fujimontesinismo. Nos referimos a ese cuerpo legislativo que garantiza la continuidad absolutista y exclusiva de los grandes partidos tradicionales, manejados por lobbies que han hecho de la política su mejor empresa y de los que hacen política para garantizar sus empresas.
La izquierda tiene que tomar más en serio la campaña por una nueva constitución y lanzarse con audacia a proponer una nueva democracia, directa y popular, que sea alternativa a esta seudo-democracia representativa que ya no funciona. Hasta hoy sólo es una consigna que se queda en lirismo puro.
Pero para todo eso, hace falta que exista una izquierda. Frente a la arremetida anticomunista y antilaboral del neoliberalismo, los partidos de izquierda se han encerrado en su vida interna y en torno a los líderes de siempre, sin ningún afán de renovación. Aparentemente hay un abandono del terreno principal de lucha, que es el laboral. La mayor cantidad de la PEA está en condiciones de sobrevivencia, con contratos temporales y subempleo, sin gozar de los derechos mínimos que exige la OIT. El proletariado ha llegado a un grado de invisibilidad sin precedentes y la única labor que preocupa a los partidos es la electoral.
La participación electoral de la izquierda, siempre ha sido un resultado de su crecimiento en los estratos populares. Por lo tanto, no son las elecciones su principal tarea. Los partidos de izquierda tienen que destinar su mayor capacidad de movilización y sus cuadros a labores no-electorales, de organización gremial y acción directa de masas.
Reflexionemos. Todavía estamos ante la oportunidad de enmendar errores y conquistar el porvenir.

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