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Date: 08-nov-2008 10:30
Subject: EL TACNAZO
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EL TACNAZO
Por GUSTAVO ESPINOZA M. (*)
El Tacnazo, expresión más reciente de la crisis que agobia al Perú de
nuestro tiempo, empezó el pasado jueves 30 de octubre a partir de la
decisión adoptada por el Congreso de la República modificando el
criterio de aplicación del denominado "Canon minero" conforme lo había
exigido la población de Moquegua, alzada unos días antes. Gracias a la
nueva disposición del Legislativo, la ciudad fronteriza, que venía
recibiendo el 79% del Canon, pasaría a obtener solamente el 48%, en
tanto que Moquegua subiría sus ganancias del 21% al 52%, en aplicación
del nuevo criterio de regulación de este beneficio.
Lo curioso es que actualmente ninguna de las dos regiones recibe los
porcentajes a los que realmente tiene derecho. Y eso ocurre porque
ninguna, tampoco, posee capacidad de gasto, ni proyectos que le
permitan hacer uso del beneficio que, objetivamente, luce apenas como
expectaticio en las condiciones de hoy.
En ambas localidades, como se sabe, opera la empresa norteamericana
Souther, que llegó al Perú durante la dictadura de Odría, en 1953,
para explotar el cobre de Toquepala. Años más tarde -en la década de
los 70- extendió sus operaciones al departamento de Moquegua al
obtener la concesión de los yacimientos de Cuajone de los que extrae
mineral de más alta ley.
La empresa yanqui es, ciertamente, la más poderosa del país. Sus
utilidades superan claramente a las de otras del sector y se
incrementan anualmente con una facilidad asombrosa. Y es que a la
calidad del mineral, hay que añadir el incremento de precios del cobre
en el mercado mundial y el crecimiento de la producción, que sitúa a
nuestro país como el segundo productor de cobre de América Latina.
Ocurre, sin embargo, que, como es habitual, los ingresos descomunales
de la empresa imperialista no se quedan en el Perú, del mismo modo
como tampoco se queda el mineral extraído. Tacna -y Moquegua- aportan
la riqueza, pero luego les queda sólo tierra removida, y una
contaminación ambiental que reduce la expectativa de vida en toda la
región, porque los humos de Toquepala llegan incluso hasta desdibujar
el "eterno cielo azul" de la bella ciudad de Arequipa.
Precisamente este Canon -una suerte de compensación por la destrucción
de la biodiversidad- se estableció como una manera de asegurar
beneficios a una población castigada que ve acumular riqueza en
beneficio de otros, y hambre y atraso en su propio granero.
Este tema de la nueva distribución del Canon era lo que podría
llamarse una "guerra avisada". Había sido manejada desde antes por las
autoridades precisamente como una manera de alimentar rivalidad, y
confrontaciones, entre las poblaciones del extremo sur de la patria. Y
por eso nadie hizo esfuerzo alguno para que prosperar la idea de
convocar a ambos pueblos a fin de encontrar caminos comunes a su
crisis. Por eso, la aprobación de la nueva ley fue el punto de partida
para el Tacnazo que hoy remece la base misma de la sociedad peruana y
coloca a las autoridades ante un callejón de salida estrecha. El mismo
día en el que el Congreso de la República sancionó la disposición, una
masiva demostración popular espontáneamente reunida en Tacna expresó
una inequívoca voluntad de lucha. Al día siguiente se agravaron las
tensiones y la agresiva intervención policial derivó en la muerte del
ingeniero Arpasi, afectado por el disparo de una bomba lacrimógena que
le partió el cerebro.
Puesto ante una disyuntiva falsa: la de ceder ante la exigencia del
pueblo mostrando debilidad o imponer por la fuerza el "principio de
autoridad", el gobierno dispuso la intervención de la Fuerza Armada, y
las pantallas de la televisión capitalina mostraron escenas que
semejaban películas de guerra, y que en el Perú tenían antecedentes
muy claros: Arequipa (junio,1950) y Huamanga, (enero, 1983).
Los tanques del ejército se desplazaban, en efecto, por el Paseo
Cívico de Tacna en horas del día, en tanto que por la noche patrullas
de soldados hacían operativos de "rastrillaje" en las zonas más pobres
de la ciudad. El saldo no se hizo esperar. Otro poblador -Ronald
Gamarra- cayó víctima de disparos hechos con arma de guerra y decenas
de otros, heridos, fueron internados en diversos centros
hospitalarios. Todos, eran víctimas de bombas arrojadas desde el aire
y disparos de fusil. Adicionalmente, alrededor de medio centenar de
personas eran intervenidas por los soldados y conducidos -como en
tiempo de guerra- a centros de reclusión improvisados bajo custodia
militar. Hay que subrayar, sin embargo, que por lo menos el 40% de los
detenidos eran menores de edad, muchachos entre los 12 y los 18 años,
acusados de participar en disturbios, actos de saqueo y vandalismo, y
otras expresiones de indignada protesta.
Desde el exterior, manos cálidamente amigas nos enviaron un reporte de
los hechos que muy pálidamente han sido insertados en la prensa
peruana. El dice refiriéndose a lo ocurrido en el día más violento:
"El populoso distrito Ciudad Nueva fue un polvorín desde las 10:00
hasta pasadas las 17:00 horas al producirse violentos enfrentamientos
entre manifestantes y policías en los alrededores de la plaza José
Olaya Balandra. Los choques dejaron un saldo de alrededor de medio
centenar de heridos en ambos bandos, los cuales fueron socorridos y
trasladados a diversos centros asistenciales. El uso indiscriminado de
bombas lacrimógenas por parte de efectivos de la Dirección Nacional de
Operaciones Especiales (Dinoes) de la Policía Nacional afectó a
cientos de pobladores, entre ellos mujeres y niños que llorando y a
punto de desfallecer se vieron obligados a abandonar sus viviendas en
la calle Daniel A. Carrión y la avenida Internacional, zonas donde se
repitieron los enfrentamientos con piedras, palos, perdigones, bombas
lacrimógenas, bombas molotov y otros objetos contundentes. Lo que
parecía un día más de protesta por el recorte del canon minero para
Tacna se tornó violento cuando pobladores de Ciudad Nueva se reunían
en la plaza José Olaya luego de haber izado el pabellón nacional y la
bandera del distrito a media asta por la muerte del ciudadano Gelmer
Arpasi. Los efectivos que resguardaban la comisaría de Ciudad Nueva
habrían pensado que la turba pretendía tomar dicha dependencia
policial, por lo que iniciaron disparos de proyectiles lacrimógenos
para dispersar a los manifestantes y en respuesta fueron atacados con
piedras por los civiles. La llegada de efectivos de la Dinoes y el
vuelo de un helicóptero policial sobre la zona exasperaron los ánimos.
Más de dos mil personas, en su mayoría jóvenes, se aglomeraron y
arremetieron contra los uniformados por diez frentes (calles que dan a
la plaza principal de Ciudad Nueva), produciéndose los enfrentamientos
y convirtiendo en campos de batalla las vías del distrito". Todo esto,
por cierto, está ampliamente confirmado.
Es claro que todas las detenciones han sido irregulares e
improvisadas. Y han afectado a las personas que, ocasionalmente,
estaban a la mano de los uniformados que en esa circunstancia
patrullaban la ciudad. Nadie puede asegurar, entonces, que se trataba
de los "agitadores" a los que se refirió el Presidente del Consejo de
Ministros, Yehude Simon al abordar el tema. Y es que para el gobierno,
la solución tiene nombre propio. Pasa por la rendición incondicional
de un pueblo que hoy se bate valerosamente en las condiciones más
adversas. Si no se rinde, no hay negociación posible, parece ser una
suerte de consigna del oficialismo que se ha convertido en el grito de
guerra de las autoridades.
Por eso sorprende la débil resistencia de la oposición. Al presentarse
el Gabinete Simon en el Congreso la tarde de ayer jueves 6 de
noviembre, las críticas duras provinieron de la descalificada mafia
fujimorista, en tanto que los Partidos y fuerzas llamadas a enfrentar
el tema, brillaron por su parsimonia y benevolencia. En otro
escenario, las fuerzas que debían movilizarse, empeñadas hoy en
acumular activos para procesos electorales, se abstuvieron de hacerlo;
y así, el pueblo de Tacna combatió en solitario.
Hoy los tacneños han convenido una tregua limitada y han suspendido
sus acciones de fuerza hasta el martes 11 en espera que el gobierno
envíe una Comisión a la ciudad. Ejercen, sin embargo, otras formas de
resistencia, compatibles con la situación que afrontan: las cacerolas
han comenzado a sonar en los barrios, los plantones pacíficos se han
convertido en expresión ciudadana, las banderas de la patria han
comenzado a ser izadas, y la gente ha tomado conciencia que el tema,
no es ya el canon, sino la mina.
Recuperar el cobre de Toquepala y Cuajone para usarlo en beneficio del
Perú y de su pueblo, comienza a ser una demanda que se hace carne en
la gente que ahora, plantea, además, el control sobre el agua. Y es
que el agua que usa para sus tareas la impresa imperialista, sale de
las lagunas situadas en las alturas de Tacna. Asegurar que esa agua no
vaya a la mina, sino que se oriente hacia los campos casi desérticos
para alentar la agricultura es la demanda que formulan hoy los
habitantes de una ciudad que dio al Perú valerosas lecciones a través
de la historia. Por eso le llaman "la heroica". El Tacnazo no ha
concluido. (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / www.nuestra- bandera.com
--
Luis Anamaría http://socialismoperuanoamauta.blogspot.com/
http://centenariogeorgettevallejo.blogspot.com/
http://socialismoperuano.blog.terra.com.pe/
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