---------- Mensaje reenviado ----------
De: miguel aragon <perunuevo2020@yahoo.com.mx>
Fecha: 14 de agosto de 2016, 1:04
Asunto: La herencia feudal y el "país de violadores"
Para: Miguel Aragon <perunuevo2020@yahoo.com.mx>
    
De: miguel aragon <perunuevo2020@yahoo.com.mx>
Fecha: 14 de agosto de 2016, 1:04
Asunto: La herencia feudal y el "país de violadores"
Para: Miguel Aragon <perunuevo2020@yahoo.com.mx>
LA  HERENCIA FEUDAL Y EL "PAÍS DE VIOLADORES"
    (05 de agosto de 2016)
    Por  Miguel Aragón
         Vayamos al fondo del problema. 
         La mayoría de  analistas y comentaristas superficiales  pretenden  reducir el problema de la  violencia contra las mujeres, a una contradicción entre mujeres  "buenas" y hombres "malos". 
        Por mi parte, considero que la raíz de  estas persistentes agresiones  contra las  mujeres, y también contra los niños, se encuentra en el pesado lastre de la  HERENCIA FEUDAL que todavía subsiste en el país.
        No obstante los ciento cincuenta años de  mediocre desarrollo capitalista, que ha modificado ligeramente   las relaciones económicas al introducir el  trabajo asalariado,  la herencia feudal  todavía subsiste en el país, tanto en las relaciones culturales y religiosas,  como en las relaciones políticas y militares. 
        Desde los inicios de la época republicana,  en el agro feudalizado  tanto el patrón,  como sus hijos, caporales y capataces, estaban acostumbrados a violar  impúnemente a todas las mujeres de la servidumbre, y.... "nadie les decía  nada". 
       Esa práctica   era lo más "habitual" y "normal", aceptado y consentido por  las capas altas de la  sociedad y por  todas las instituciones gubernamentales.
        De manera similar, en los pequeños  poblados, e incluso en las ciudades, los jueces, policías, militares,  sacerdotes, y otras autoridades pueblerinas, se comportaban igual que los  gamonales: las violaciones no eran la excepción, sino que eran lo habitual y  consentido por la mayoría. 
        En la actualidad, esas costumbres y hábitos  del pasado todavía se mantienen en el país, tiñendo gran parte de las  relaciones familiares en todas las capas de la sociedad.
        Me parece que  nuestro análisis, y nuestra crítica, deberían  comenzar por ahí. En primer lugar, tenemos el deber de  denunciar y combatir el carácter precario  tanto de la  actual democracia feudal  burguesa, como  de la cultura, la  política y la justicia  feudal burguesas  todavía imperantes en el país.
        Para que la lucha tenga resultados  efectivos, para que no se quede en una simple movilización  "feminista", debemos apuntar contra las cúpulas del sistema judicial,  de las jerarquías militares y religiosas,   del sistema educativo y de los medios de comunicación, que encubren todo  tipo de abusos contra las mujeres.      
       Los personajes y funcionarios públicos  son los más notorios y principales promotores  de la agresión física y sicológica contra las mujeres en el país. El presidente  Alberto Fujimori, durante su periodo gubernamental, agredió brutalmente a su  esposa Susana  Higuchi. Por su parte el  presidente Alejandro Toledo fue denunciado  por no reconocer a la niña Zarai,  su  hija tenida en relaciones extramatrimoniales; recién aceptó su  responsabilidad  cuando fue amenazado de  tener que realizarse una prueba ADN de paternidad. El siguiente presidente,  Alan García ofendió moralmente a su esposa Pilar Nores, al obligarla a estar  presente en un acto público, cuando él presentaba a un hijo concebido en  relaciones extramatrimoniales, aparte de tener varias denuncias de  militantes de su organización política, por  haber violado a algunas de sus hijas. El laureado novelista Mario Vargas Llosa  en los últimos años viene ofendiendo moralmente a su esposa Patricia, al  lucirse por todo el mundo con su nueva pareja.
      Gran parte del vulgo equívocamente razona de  la siguiente manera: 
    Si un presidente puede  agredir físicamente a su esposa: "Yo, ¿por qué no puedo hacerlo?"          
    Si otro presidente no  reconoce la paternidad de sus hijos: "Yo, ¿por qué no puedo hacerlo?"
    Si un tercer presidente  agrede moralmente a su esposa: "Yo, ¿por qué no puedo hacerlo?"   
        El cardenal Cipriani es un conocido  encubridor de las agresiones sexuales que se cometen en varias congregaciones  religiosas católicas, y fue encubridor de las esterilizaciones forzadas de  miles de mujeres durante la década de 1990. Varios congresistas de diversas tendencias  políticas, como el aparentemente "decente"   Díaz Dioses, o el "bullanguero" Becerril, entre otros,  han sido denunciados por sus esposas o  convivientes, por no cumplir con sus obligaciones de manuntención  económica de sus hijos. Así como estos, otros  gobernantes y personajes notorios de la  iglesia, la cultura y la política   oficial, sirven para encubrir todo tipo de agresiones morales y físicas  contra las mujeres. Todos ellos están descalificados moralmente para  pronunciarse  sobre las agresiones contra   las mujeres.  
      Si una mujer agredida reclama en la  dependencia policial y en el juzgado por la agresión recibida, los funcionarios  policiales y judiciales, menosprecian sus denuncias y encubren a los agresores.
       Por eso,   debemos de subrayar que la movilización del 13 de agosto es parte de la  amplia lucha democrática del pueblo  peruano contra  los pilares del  actual estado feudal burgués, contra sus instituciones, sus personajes  representativos y su decrépita cultura.       
     
 
 
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